(...)
No es todavía de noche y está en camino
la pequeña hoz. Con una intención especial
que ignoramos, como la nuestra, se eleva.
Una pequeña estela que parecía seguirla,
con los pasos erráticos de una luz humana
se aleja
en el gran desorden del cielo.
Con la oscuridad sube el miedo calculado de la Hoz
de cuando ojos primitivos andaban entre las ramas
la curva cortante aferraban por el mango
emparejaba la hoja la hierba y las respiraciones
y valía la vida lo mismo que una espiga madura.
Pero como entonces desviste su infinitud
desliza bien hacia lo alto su flacura.
Para nosotros es una coma en el discurso
una pausa bajo la bóveda del níspero
porque siempre cae una hoja del níspero.
Hay cierto aire de familia
cuando se detiene en la ventana
la luna de los pobres de Cupi.
Un tropel de luces mercenarias
sin empleo, da vuelta
sobre los sembrados de berro,
las infaustas berenjenas rastreras
los tomates sobre los que se doblan
los trabajadores golondrina.
Más allá de las tribus vecinas,
al final de los campos, entre otras
lunas entrevistas, una edad poco sabia
se hunde, casi gris, sin hacer ruido.
Hacia el norte, a lo largo de la fila de cipreses
una viga de roble lentamente
se pudre entre la hierba. La carcoma
ha trabajado, pero la médula está sana.
Firme sostenía una casa en peligro.
Ahora sirve a un fin menos honesto.
Un banco de madera y de hierro
para completar un raro crepúsculo.
Lo llamé el banco de la meditación
interrumpida, a causa de los vientos lluviosos del invierno,
y, en verano, los nidos de araña en las vetas de la madera.
Muchachos poco racionales tal vez se sientan ahí
muchachos satélites, contentos de girar
como la luna que los lleva por los hombros
un planeta que gira en torno a una estrella.
(...)
Biancamaria Frabotta (Roma, 1946-2022), "Los nuevos climas", Por manos mortales, Gog y Magog Ediciones, 2020
Versiones de Jorge Aulicino
Otra Iglesia Es Imposible - Biancamaria Frabotta/Facebook - Mondadori - Luigia Sorrentino/RAI - L' Ombra delle Parole - La Bella Poesia - Biblioteca Viterbo - Círculo de Poesía - Festival de Poesía de Medellín - De Sibilas y Pitias - Poetas Siglo XXI
(...)
Non è ancora notte e abita già il suo cammino
la piccola falce. Con una intenzione speciale
che come la nostra ignoriamo, si solleva.
Una stellina che pareva seguirla comunque
con i passi errati di una luce umana
si allontana
nel grande disordine del cielo.
Col buio monta la paura calcolata della Falce
quando occhi primitivi ne sfioravano tra i rami
la curva tagliente, l’ afferravano per il manico
pareggiava la lama le erbe e i respiri
e valeva la vita quanto una spiga matura.
Ma come allora si sveste, la sua infinità
è scivolata troppo in alto, la sua esilità.
Fra noi è una virgola nel discorso
una pausa sotto la volta del nespolo
perché sempre cade una foglia dal nespolo.
Ha una certa aria di famiglia
mentre sosta dentro la finestra
la luna dei poveri popoli di Cupi.
Un drappello di lumi mercenari
senza impiego, riprende il giro
sugli orticelli di crescione, le infauste melanzane, a terra
i pomodori su cui gli stagionali sono chiamati a chinarsi.
Oltre le tribù vicine, al confine dei campi, fra le altre
lune intraviste, un’età poco sapiente
affonda, quasi grigia, senza creare scompiglio.
A nord, lungo il filare dei cipressi
una trave di quercia lentamente
marciva nascosta fra le erbe. I tarli
hanno lavorato, ma il nocciolo è sano.
Certo sosteneva una casa in pericolo.
Ora serve un fine meno onesto.
Una panchina di legno e di ferro
per completare un raro tramonto.
L’ho chiamata la panchina della meditazione
interrotta, a causa dei venti piovosi l’inverno
e l’estate, le tane dei ragni nelle vene del legno.
Ragazze irragionevoli talvolta vi si siedono
ragazze satelliti, contente di aggirare
simili alla luna che le coglie alle spalle
un pianeta che va attorno a una stella
(...)
No es todavía de noche y está en camino
la pequeña hoz. Con una intención especial
que ignoramos, como la nuestra, se eleva.
Una pequeña estela que parecía seguirla,
con los pasos erráticos de una luz humana
se aleja
en el gran desorden del cielo.
Con la oscuridad sube el miedo calculado de la Hoz
de cuando ojos primitivos andaban entre las ramas
la curva cortante aferraban por el mango
emparejaba la hoja la hierba y las respiraciones
y valía la vida lo mismo que una espiga madura.
Pero como entonces desviste su infinitud
desliza bien hacia lo alto su flacura.
Para nosotros es una coma en el discurso
una pausa bajo la bóveda del níspero
porque siempre cae una hoja del níspero.
Hay cierto aire de familia
cuando se detiene en la ventana
la luna de los pobres de Cupi.
Un tropel de luces mercenarias
sin empleo, da vuelta
sobre los sembrados de berro,
las infaustas berenjenas rastreras
los tomates sobre los que se doblan
los trabajadores golondrina.
Más allá de las tribus vecinas,
al final de los campos, entre otras
lunas entrevistas, una edad poco sabia
se hunde, casi gris, sin hacer ruido.
Hacia el norte, a lo largo de la fila de cipreses
una viga de roble lentamente
se pudre entre la hierba. La carcoma
ha trabajado, pero la médula está sana.
Firme sostenía una casa en peligro.
Ahora sirve a un fin menos honesto.
Un banco de madera y de hierro
para completar un raro crepúsculo.
Lo llamé el banco de la meditación
interrumpida, a causa de los vientos lluviosos del invierno,
y, en verano, los nidos de araña en las vetas de la madera.
Muchachos poco racionales tal vez se sientan ahí
muchachos satélites, contentos de girar
como la luna que los lleva por los hombros
un planeta que gira en torno a una estrella.
(...)
Biancamaria Frabotta (Roma, 1946-2022), "Los nuevos climas", Por manos mortales, Gog y Magog Ediciones, 2020
Versiones de Jorge Aulicino
Otra Iglesia Es Imposible - Biancamaria Frabotta/Facebook - Mondadori - Luigia Sorrentino/RAI - L' Ombra delle Parole - La Bella Poesia - Biblioteca Viterbo - Círculo de Poesía - Festival de Poesía de Medellín - De Sibilas y Pitias - Poetas Siglo XXI
(...)
Non è ancora notte e abita già il suo cammino
la piccola falce. Con una intenzione speciale
che come la nostra ignoriamo, si solleva.
Una stellina che pareva seguirla comunque
con i passi errati di una luce umana
si allontana
nel grande disordine del cielo.
Col buio monta la paura calcolata della Falce
quando occhi primitivi ne sfioravano tra i rami
la curva tagliente, l’ afferravano per il manico
pareggiava la lama le erbe e i respiri
e valeva la vita quanto una spiga matura.
Ma come allora si sveste, la sua infinità
è scivolata troppo in alto, la sua esilità.
Fra noi è una virgola nel discorso
una pausa sotto la volta del nespolo
perché sempre cade una foglia dal nespolo.
Ha una certa aria di famiglia
mentre sosta dentro la finestra
la luna dei poveri popoli di Cupi.
Un drappello di lumi mercenari
senza impiego, riprende il giro
sugli orticelli di crescione, le infauste melanzane, a terra
i pomodori su cui gli stagionali sono chiamati a chinarsi.
Oltre le tribù vicine, al confine dei campi, fra le altre
lune intraviste, un’età poco sapiente
affonda, quasi grigia, senza creare scompiglio.
A nord, lungo il filare dei cipressi
una trave di quercia lentamente
marciva nascosta fra le erbe. I tarli
hanno lavorato, ma il nocciolo è sano.
Certo sosteneva una casa in pericolo.
Ora serve un fine meno onesto.
Una panchina di legno e di ferro
per completare un raro tramonto.
L’ho chiamata la panchina della meditazione
interrotta, a causa dei venti piovosi l’inverno
e l’estate, le tane dei ragni nelle vene del legno.
Ragazze irragionevoli talvolta vi si siedono
ragazze satelliti, contente di aggirare
simili alla luna che le coglie alle spalle
un pianeta che va attorno a una stella
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Foto: Andrea Annessi Mecci
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Act. 2022
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