Una sola carne
Y ahora yacen separados, cada uno en su cama,
él con su libro, la luz que lo acompaña hasta
el amanecer,
ella, como una niña, durmiendo con placidez,
soñando su infancia;
y todos los hombres en otro sitio, atentos,
como si esperaran una revelación:
el libro no leído que él sostiene,
los estáticos ojos de ella bajo las sombras.
A la intemperie, como los desechos anegados de una
pasión olvidada,
ambos se tienden lánguidos e impasibles.
Difícilmente volverán a tocarse
y si lo hacen es apenas como una confesión
de sentimientos que ya no tienen, o que poseen
en demasía.
La castidad los reclama, un porvenir
para el cual la totalidad de sus vidas fue sólo
una preparación.
Extrañamente solos, aunque también extrañamente
próximos,
el silencio es apenas una hebra
que sostienen sin tejer, y el tiempo,
liviano como una pluma, los acaricia con dulzura.
¿No lo han advertido?
Estoy hablando de mi padre y de mi madre,
cuyo fuego, ese que antaño me engendró, hoy yace enfriado.
Elizabeth Jennings (Boston, Inglaterra, 1926 - Oxford, Inglaterra, 2001), Armando Roa, Covers, 36 poetas en lengua inglesa, Uqbar Editores, Santiago de Chile, 2010
Y ahora yacen separados, cada uno en su cama,
él con su libro, la luz que lo acompaña hasta
el amanecer,
ella, como una niña, durmiendo con placidez,
soñando su infancia;
y todos los hombres en otro sitio, atentos,
como si esperaran una revelación:
el libro no leído que él sostiene,
los estáticos ojos de ella bajo las sombras.
A la intemperie, como los desechos anegados de una
pasión olvidada,
ambos se tienden lánguidos e impasibles.
Difícilmente volverán a tocarse
y si lo hacen es apenas como una confesión
de sentimientos que ya no tienen, o que poseen
en demasía.
La castidad los reclama, un porvenir
para el cual la totalidad de sus vidas fue sólo
una preparación.
Extrañamente solos, aunque también extrañamente
próximos,
el silencio es apenas una hebra
que sostienen sin tejer, y el tiempo,
liviano como una pluma, los acaricia con dulzura.
¿No lo han advertido?
Estoy hablando de mi padre y de mi madre,
cuyo fuego, ese que antaño me engendró, hoy yace enfriado.
Elizabeth Jennings (Boston, Inglaterra, 1926 - Oxford, Inglaterra, 2001), Armando Roa, Covers, 36 poetas en lengua inglesa, Uqbar Editores, Santiago de Chile, 2010
One Flesh
Lying apart now, each in a separate bed,
He with a book, keeping the light on late,
She like a girl dreaming of childhood,
All men elsewhere - it is as if they wait
Some new event: the book he holds unread,
Her eyes fixed on the shadows overhead.
Tossed up like flotsam from a former passion,
How cool they lie. They hardly ever touch,
Or if they do, it is like a confession
Of having little feeling - or too much.
Chastity faces them, a destination
For which their whole lives were a preparation.
Strangely apart, yet strangely close together,
Silence between them like a thread to hold
And not wind in. And time itself's a feather
Touching them gently. Do they know they're old,
These two who are my father and my mother
Whose fire from which I came, has now grown cold?
---
Foto: Elizabeth Jennings My Poetic Side
- ¡ CÓMO ME LLORA EL ALMA
ResponderBorrarEN ESTE FRÍO INVIERNO
TAN TUYO Y YO QUE ARDO
MIS ÚLTIMOS ENEROS
SENTADOS BAJO EL TECHO
QUE NOS DA SOMBRA AL LECHO.
¡ VOS SIEMPRE EN TU SUEÑO
Y YO… YO COMO SIEMPRE ,TORCIENDO DESVELOS!