Los placeres de la puerta
Los reyes no tocan las puertas.
No conocen esa felicidad: empujar hacia adelante con suavidad o violencia uno de esos grandes tableros familiares, volverse hacía él para ponerlo otra vez en su lugar: tener en nuestros brazos una puerta.
...La felicidad de empuñar por su nudo de porcelana el vientre de uno de esos altos obstáculos de una sola pieza; ese rápido cuerpo a cuerpo mediante el cual, detenido el andar por un instante, la mirada se extiende y el cuerpo entero se acomoda a su nueva habitación.
Con una mano amistosa la retiene aún, antes de volver a empujarla con decisión y encerrarse: de lo que el ruido del pestillo potente pero bien aceitado le ofrece agradable confirmación.
Francis Ponge (Montpellier, 1899-Le Bars-sur-Loup, 1988), Raúl Gustavo Aguirre, Poetas franceses contemporáneos, Ediciones Librerías Fausto, Buenos Aires, 1974
Les plaisirs de la porte
Les rois ne touchent pas aux portes.
Ils ne connaissent pas ce bonheur: pousser devant soi avec douceur ou rudesse l'un de ces grands panneaux familiers, se retourner vers lui pour le remettre en place, -tenir dans ses bras une porte.
Le bonheur d'empoigner au ventre par son noeud de porcelaine l'un de ces hauts obstacles d'une pièce; ce corps à corps rapide par lequel un instant la marche retenue, l'oeil s'ouvre et le corps tout entier s'accommode à son nouvel appartement.
D'une main amicale il la retient encore, avant de la repousser décidément et s'enclore,-ce dont le déclic du ressort puissant mais bien huilé agréablement l'assure.
Ilustración: Caroline en la ventana, 1822, Caspar David Friedrich
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