Aníbal
Tu sombra fue la excusa
para la sal estéril y la brasa.
Entre Amílcar y Asdrúbal
tu figura, sembró de arrugas
la frente del romano.
El África viril forjó tu hierro,
que asoló la metrópolis.
Fuiste, junto a los paquidermos,
el espectro que el Senado
juró borrar del mapa.
En las noches de luna
aquella loba, que alimentó
los sueños del imperio,
tembló de miedo junto
a las matronas, temiendo
tu llegada.
El continente tórrido
aún espera, la osada garra
de tu justo brazo.
Fanal
El fanal de proa alarga las sombras de los reos
danza oscura sobre la cubierta
recreo de las ampollas bajo la Cruz del Sur.
Mueve los pies y sueña navegante
el salitre está encerrado en la bodega
y el capitán dormita entre los piojos
Mueve tú también los labios sobre el echarpe
muñeco inerte
la casa está tapada por la nieve
y hay demasiado silencio en el globo de vidrio
habla que ya viene el niño
ávidas pupilas transparentes
a romper la mañana
Y tú campesino
labrador del terrario
casi musgo
arcilla coloreada
voltea hacia el sol
apura la mañana
la lluvia llegará o no a humedecer la siega
desde el abierto cristalino
luego los ojos
severos
detendrán los relojes
Sergio Velázquez,El recado y otros escritos (Barnacle, Buenos Aires, 2025)
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