domingo, noviembre 11, 2018

Darío Rojo / De "La sexta armonía", 3

















Última parte

Quien, cual ministro, tuvo que enfrentar
el primer día del año la radiación del enigma:
¿cual es la diferencia entre dios y un fantasma?

Intangibles que expresan
imposibilidad de comprensión y tentativa.
Gráficos que han de distribuirse, impalpables,

sobre la cubierta mohosa de la realidad
como si resbalasen sobre un capot encerado,
en el que el prójimo

insonorizado por un agujero luminoso
en el centro de un óvalo de estrellas
aparece con un globo de historieta en la boca.

Estigma inmoderado por la simetría abandonada.
Puerta de un auto suspendida

en un plano del aire centrada en sí misma,
el interior ausente de vidrio en equivalencia
con el límite externo,

el mullido del fondo recortándose,
el degradado del color en el efecto,
el cincelado definitivo de la materia inerte,

van configurando
la imagen que destituye lo vivido y por vivir:
una bolsa de plástico

flotando sobre el agua agitada del mar,
escamas de un cuerpo de oxígeno
y memoria cubierto

por la sustancia opuesta: explosión en una caja.

Manos que emergen de la arena
y en el sitio los jugadores: Rodolfo, Jorge, Luis,
el otro Jorge, Carlos, Emiliano, Ezequiel.

..........

Cerca de Catriló gira un cardorruso,
mi abuela, maestra, va de un pueblo al otro,
el conductor del auto putea

por las condiciones del camino,
mi abuela se espanta, me lo cuenta
en Mar del Plata, mi madre estaba en casa.

Tiempo atrás dos changas tupamaros
al entrar a la obra son advertidos
por el tamaño de sus respectivos cuchillos

-son para comer-

aducen como respuesta definitiva.
En el mismo lugar Sofanor el sereno
trabajó durante dos años en una cochera

llamada Jamemu donde se caracterizaba
por su gestos para dirigir
el estacionamientos de los autos,

su cuarto tenía las paredes de telgopol
y en ella después se colgarían pósters
de una marca denominada Robert Lewis.

Una tarde después de terminar
el encofrado con el mismo testigo
hablaron de La Pampa

con Antílopes y bueyes de agua,
del estímulo externo en el horizonte de sucesos,
de la simultaneidad de posesión y desapego.

Mientras en otra zona hablábamos
de un tiempo que nunca llegaría,
pensábamos en acompañar al pasado

en su acceso al futuro para aislarlo
en un eslabón sin posibilidades
de trasladar sus propiedades

a lo largo de una historia común
a toda una especie. Tiempo que es materia
y tecnología paralela:

simultaneidad del desconcierto
que aunque parece sacrificio
no es otra cosa que una conexión ocasional.
..........

Hasta que un día por razones generales
en una cancha de tenis
la constante intermitencia de un único motivo

y múltiples sonidos
se convierte en una cúpula rellena de jirones
de plumas ascendentes

que caen en una continua cámara lenta,
a través de lentes astillados por polvo de óxido,
estrellas de polímeros rojos

enlozados en cuerpos oclusivos,
decadentes como esa flor en el florero

en donde la experiencia se superpone
a la negación de toda pérdida.
Una cúpula combada como un bosque

que nadie recorre ni puede ver por completo,
como aquel animal
que cada milenio es imaginado:

un gorrión taimado que camina y caga
preparando
las condiciones para un nuevo Pascal Day.

Darío Rojo (Eduardo Castex, La Pampa, 1964), La sexta armonía, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2018

Ref.:
La biblioteca de Marcelo Leites
El Poeta Ocasional
El Mundo Incompleto
Música Rara
Gog y Magog

Foto: Darío Rojo (derecha) con el poeta Ignacio Di Tullio en el Museo de la Lengua, Buenos Aires, 2016

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