domingo, septiembre 23, 2018

Vladimir Gandelsman / La resurrección de la madre















Ponte el abrigo. Ponte la bufanda.
Te puedes resfriar. Cierra el armario.
A qué hora vuelves. A qué hora vuelves.
Pronosticaron lluvia. Lluvia.
De regreso, compra
el pan. El pan. Levántate. Ya es hora.
He traído algo sabroso.
Sobreviviremos.
Es para la fiesta. Por qué lo abriste.
Dios mío, qué has hecho.
Vete. Vete.
Tu padre y yo no hemos dormido en toda la noche.
Cómo pasan los días. Los días. Abróchate
el botón de arriba. Ellos
te empujan hacia el camino equivocado.
Ese pelo hay que cortarlo. Llevas el pecho
descubierto. Es una locura.
¿Qué, somos ricos?
Sé hombre.
No lo eches a perder.
Hay que ir a ese lugar.
Cuélgalo en el gancho.
No me gusta cómo toses.
Acuéstate. Acuéstate. Acuéstate.
No hables en su presencia.
Sólo faltan cinco minutos. Levántate. Levántate.
Valió la pena comprar el piano. El piano.
Hazte fuerte.
Él me llevará a la tumba. La tumba.
A ver, tocaré tu frente. La frente.
No fumes. No destruyas
tus pulmones. No seas grosero.
No te vayas a resfriar. Esta noche ha nevado.
Veo que has bebido.
Veo que has bebido. Confiésalo. Te
quedas solo. Riega las plantas.

Vladimir Gandelsman (San Petersburgo, Rusia, 1948), Arquitrave, nº 23, Bogotá, febrero de 2006
Traducción de Ludmila Biriukova
Envío de Jonio González

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