(sobre el viaje inconcluso)
Si me cuesta dormir
y si he aprendido a estar solo
es porque el viaje ha sido largo;
si a veces me desencuentro o trato de no estar
es porque el viaje ha sido largo.
No me quejo del frío en verano, del calor en invierno,
ni de mis 37º de temperatura, que siendo idénticos ya no son los
mismos.
Cuando el viaje ha sido largo
las verdades pasan como un bostezo de visita,
las historias viejas se repiten con actores nuevos;
lo que se ha ido quiere volver, y vuelve con recuerdos.
Con el viaje ya largo,
no me gustan el vino artesanal, la ostentación, las comidas de
mucha gente,
y en cambio me gusta la relectura: soy lector de detalles;
creo en la sintaxis, en las buenas maneras,
me aburren los milagros
y estoy atento a los matices.
El viaje ha sido largo y su ganancia
es la variedad: si se suman las partes
el resultado no es el mismo siempre.
Lo que en cambio no importa es el viaje concluido:
ya no varía, ya no tiene curiosidad
(la calle vacía)
Llegan risas, la arenga del predicador, la discusión en la taberna.
Los pasos son rápidos o lentos, pero no se sabe dónde están:
hay huellas que esperan su momento, siempre a punto de explicarse
y siempre sin explicación.
Las cosas
tienen nombre para evitar la confusión, pero las palabras no
explican lo que dicen;
en alguna parte llueve
pero qué hacer con una lluvia que no moja;
alguien mira desde donde no hay nadie;
y si no se sabe quién habla ni quién contesta
es porque ignoramos demasiadas cosas.
La ciudad manda señales como un barco en apuro;
y yo voy tanteando la pared como un ciego,
rodeando el farol como la niebla,
pero todo lo que sucede
no sucede aquí.
(posible explicación de la tortuga)
Es un mapa que camina
con el pasado escrito en su caparazón:
un territorio que se mueve;
trae noticias
del que inventó el hacha, descubrió el fuego, el uso de los vientos:
mensajes anteriores a cualquier memoria.
Imperturbable y
con algo de ceremonia, como si fuese suyo todo lo que toca,
tiene la perseverancia del que camina sin mirar el horizonte:
una pirca en movimiento
que atraviesa la historia del mundo, desde el caos originario,
y llegará al futuro.
Con una lentitud que es enseñanza
medita sobre lo que no vemos
y sigue caminando.
(mirando hacia fuera)
Ese pájaro que vuela contribuye al paisaje;
mira los cerros desde arriba, el cerco de tunas,
los meandros del río que oigo desde aquí:
viaja entre dos árboles y sube con el viento;
pero no sabe
que yo escribo este poema en la cocina con vista a una morera:
no le interesa lo que hago ni quiere acompañarme.
Ningún resentimiento por esta falta de reciprocidad.
Santiago Sylvester (Salta, Argentina, 1942)
Barnacle,
Buenos Aires, 2024
Santiago Sylvester en Otra Iglesia Es Imposible
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Foto: Santiago Sylvester, Mendoza, 2013 Camila Toledo/El Desaguadero
"...medita sobre lo que no vemos y sigue caminando"... Sabiduría de quien ha transitado hondamente el sendero existencial. Gracias! Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderBorrar¡Qué disfrute para el alma produce la lectura de la sentida poesía de don Santiago Sylvester! Gracias, Aulicino, por esta verdadera Poesía en "tiempos de miseria" espiritual.
ResponderBorrarCelia Fischer.