sábado, marzo 09, 2024

Carlos Martínez Rivas / Poemas




Hogar (con luz roja)

                    a Pilar y las chicas

Los escalones de madera, inseguros
para el extranjero en la oscurana, son
fácil camino para el hijo.
Alrededor de la mesa, congregada
juega a las cartas la familia; las fichas
chocan en el centro del tapete en donde
cae la luz. Discreta zumba la radio. 
Porque es pacífico este hogar, temeroso
y sólo al amor consagrado.
Llega el hijo y los hermanos del hijo
y las hermanas de los hijos acuden
a la llamada del timbre, y esperan
dichosas, con agitado pecho, en medio
del saloncito de mobiliario eterno:
los cojines color naranja y el cromo
con la góndola de Cleopatra en el Nilo.


Pequeña moral

               a Elvira

Van dirigidas estas líneas a quien poseyó:

la Belleza, sin la arrogancia
la Virtud, sin la gazmoñería
la Coquetería, sin la liviandad
el Desinterés, sin la desesperación
el Ingenio, sin la mofa
la Ingenuidad, sin la ignorancia

todas las trampas de la feminidad, sin usarlas.


Ars poética

¿Que eres reacia al Amor, pues su manía
de eternidad te ahuyenta, y su insistente
voz como un chirriante ruiseñor
te exaspera y quieres solamente
besar lo pasajero en la cambiante
eternidad de los fugaz? -entonces
¡soy tu hombre! Pues más hospitalario
que el mío un corazón no halló jamás
para posarse el falso amor. Igual
que llegué, parto: solo, y cuando mudo
de cielo mudo también de corazón.
Pero, atiende: no vas a hacer traición
a tu alma infiel. No intentes, si una chispa
del hijo del hombre ves en mis ojos,
descifrarla, ni trates de inquirir mucho
en mi acento y el fondo de mi vida.

Donde quiero destierro y silencio
no traspases la linde. Allí el buitre
blanco del Juicio anida y sólo el
ceño de la vida privada ¡canta!


Dicho de agur

Tras cosas me han impresionado
y una cuarta sin descifrar:

el choque sin persona de un muerto echado al agua.
Un vítor de volátil o silbato de policía en la selva.
El ¡clic! de un revólver al montarse.
Y la palabra APORIA, empleada 
por el Dr. Pedro Laín Entralgo en uno de sus ensayos,

Carlos Martínez Rivas (Ciudad de Guatemala, 1924 - Managua, 1998), Diario de Poesía n° 25, Buenos Aires, verano de 1992

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