viernes, julio 08, 2022

T. S. Eliot / Una partida de ajedrez / "La tierra baldía"




II. Una partida de ajedrez

La Silla en la que estaba sentada, como un trono bruñido
brillaba sobre el mármol, donde el espejo,
sostenido por estantes labrados con parras y racimos,
desde el que un Cupido dorado espiaba
(otro escondía sus ojos detrás del ala),
duplicaba las llamas de los candelabros de siete brazos
que reflejaban su luz sobre la mesa mientras
el brillo de sus joyas, desde estuches de satén 
desparramados en rica profusión, subía a su encuentro;
en perfumeros de marfil y cristal de colores,
abiertos, rondaban sus extraños perfumes sintéticos,
ungüentos, polvos, o líquido -turbados, confundidos
y ahogados los sentidos en aromas; agitados por el aire
renovado que entraba por la ventana, ascendían
agrandando las largas llamas de las velas,
arrojaban su humo hacia el laqueado,
alterando el diseño del artesonado techo.
Grandes maderas marinas cubiertas de cobre
ardían en verde y naranja, enmarcadas por la piedra colorida,
en cuya triste luz nadaba un delfín.
Sobre la antigua repisa de la chimenea se desplegaba, 
como si la ventana se abriera a una escena silvana,
la metamorfosis de Filomela, por el bárbaro rey
tan brutalmente abusada; sin embargo el ruiseñor
llenó todo el desierto con inviolable voz,
y ella aún gritaba, y el mundo aún sigue,
‘Pío pío’ a oídos sucios.
Y otros apagados pasos del tiempo 
narrados en las paredes; formas fisgonas
se asomaban, inclinadas, acallando el cuarto cerrado.
Pasos arrastrándose por la escalera.
Bajo la luz del fuego, bajo el cepillo, su cabello
extendiéndose en puntas ardientes
brilló en palabras, para aquietarse luego en feroz calma.

“Estoy mal de los nervios esta noche. Sí, mal. Quédate conmigo
Háblame. ¿Por qué nunca hablas? Habla.
¿En que piensas? ¿Qué piensas? ¿Qué?
Nunca sé en qué piensas. Piensa”.

Pienso que estamos en un callejón de ratas
donde los hombres muertos perdieron sus huesos.

“¿Qué ruido es ese?”
       El viento bajo la puerta.
“¿Qué es ese ruido ahora? ¿Qué hace el viento?”
       Nada, otra vez nada.

          “¿No
sabes nada? ¿No ves nada? ¿No
recuerdas nada?”

       Recuerdo
Que esas eran las perlas de sus ojos.
“¿Estás vivo o no? ¿No tienes nada en la cabeza?”
                     Pero
Oh oh oh oh ese rag shakespeariano-
Es tan elegante
tan inteligente
“¿Qué haré ahora? ¿Qué haré?
Saldré corriendo como estoy, y caminaré por la calle
con mi pelo suelto, así. ¿Qué haremos mañana?
¿Qué haremos alguna vez?”
 El agua caliente a las diez.
Y si llueve, un coche cerrado a las cuatro.
Y jugaremos un juego de ajedrez,
apretando ojos sin párpados y esperando que llamen a la puerta.

Cuando el marido de Lil fue dado de baja, dije-
sin medir mis palabras, yo misma le dije a ella,
APÚRENSE POR FAVOR YA ES HORA
hoy que Albert regresa, avívate un poco.
Querrá saber qué hiciste con ese dinero que te dio

para que te arreglaras los dientes. Lo hizo, yo estaba ahí. 
Sácatelos todos, Lil, y hazte una linda dentadura,
dijo, lo juro, no soporto verte.
Ni tampoco yo, dije, y piensa en el pobre Albert,
ha estado en el ejército cuatro años, quiere divertirse,
y si tu no lo haces, hay otras que lo harán, dije.
Oh, hay otras, dijo ella. Algo de eso, dije.
Entonces sabré a quien agradecerle, dijo ella, y me miró a los ojos.
APÚRENSE POR FAVOR YA ES HORA
si no te gusta arréglatelas, dije,
otras pueden elegir y decide si tú no puedes.
Pero si Albert se va, no será porque no te lo previne.
Debería darte vergüenza, dije, ser tan anticuada.
(Y solo tiene treinta y uno.)
No puedo evitarlo, dijo ella, poniendo cara larga,
son esas píldoras que tomé, para abortarlo, dijo ella.
(Ya tiene cinco, y casi muere cuando nació el pequeño George)
El farmacéutico dijo que todo saldría bien, pero no he vuelto a ser 
     [la misma.
Eres una verdadera tonta, dije.
Bueno, si Albert no te deja tranquila, ahí tienes, dije
¿Para qué casarte si no quieres hijos?
APÚRENSE POR FAVOR YA ES HORA
Bien, Albert llegó a casa ese domingo, tenían jamón cocido,
y me invitaron a cenar, para que disfrutara de ese jamón caliente-
APÚRENSE POR FAVOR YA ES HORA
APÚRENSE POR FAVOR YA ES HORA
Buenas noches Bill. Buenas noches Lou. Buenas noches May. 
[Buenas noches.
Chau chau. Buenas noches. Buenas noches.
Buenas noches, señoras, buenas noches, dulces señoras, buenas 
[noches, buenas noches. *

T. S. Eliot (Missouri, USA, 1888-Londres, 1965), La tierra baldía / The Waste Land [1922], Atelier 77, Andorra, MMXXII
Traducción de Silvia Camerotto

* El largo poema The Waste Land, de T.S. Eliot va seguido de una serie de notas del autor que dan fe de las citas contenidas en muchos versos. No refiere al último de esta parte (Good night, ladies, good night, sweet ladies, good night, good night), de la quinta escena del cuarto acto de Hamlet, de William Shakespeare, particularmente conmovedora pues las palabras las repite Ofelia mientras reparte flores, loca tras la muerte de su padre a manos del príncipe Hamlet. Poco después aparece ahogada. Eliot debió considerar que la escena era suficientemente conocida en Inglaterra como para declarar la cita (N. del Ad.)


Foto: T. S. Eliot, por Irving Penn, 1950 National Portrait Gallery, Londres


II. A Game of Chess

The Chair she sat in, like a burnished throne,
Glowed on the marble, where the glass
Held up by standards wrought with fruited vines
From which a golden Cupidon peeped out
(Another hid his eyes behind his wing)
Doubled the flames of sevenbranched candelabra
Reflecting light upon the table as
The glitter of her jewels rose to meet it,
From satin cases poured in rich profusion.
In vials of ivory and coloured glass
Unstoppered, lurked her strange synthetic perfumes,
Unguent, powdered, or liquid—troubled, confused
And drowned the sense in odours; stirred by the air
That freshened from the window, these ascended
In fattening the prolonged candle-flames,
Flung their smoke into the laquearia,
Stirring the pattern on the coffered ceiling.
Huge sea-wood fed with copper
Burned green and orange, framed by the coloured stone,
In which sad light a carvèd dolphin swam.
Above the antique mantel was displayed
As though a window gave upon the sylvan scene
The change of Philomel, by the barbarous king
So rudely forced; yet there the nightingale
Filled all the desert with inviolable voice
And still she cried, and still the world pursues,
“Jug Jug” to dirty ears.
And other withered stumps of time
Were told upon the walls; staring forms
Leaned out, leaning, hushing the room enclosed.
Footsteps shuffled on the stair.
Under the firelight, under the brush, her hair
Spread out in fiery points
Glowed into words, then would be savagely still.

“My nerves are bad to-night. Yes, bad. Stay with me.
“Speak to me. Why do you never speak. Speak.
“What are you thinking of? What thinking? What?
“I never know what you are thinking. Think.”

I think we are in rats’ alley
Where the dead men lost their bones.

“What is that noise?”
      The wind under the door.
“What is that noise now? What is the wind doing?”
      Nothing again nothing.
               “Do
“You know nothing? Do you see nothing? Do you remember
“Nothing?”

   I remember
Those are pearls that were his eyes.
“Are you alive, or not? Is there nothing in your head?”
                   But
O O O O that Shakespeherian Rag—
It’s so elegant
So intelligent
“What shall I do now? What shall I do?”
I shall rush out as I am, and walk the street
“With my hair down, so. What shall we do tomorrow?
“What shall we ever do?”
            The hot water at ten.
And if it rains, a closed car at four.
And we shall play a game of chess,
Pressing lidless eyes and waiting for a knock upon the door.

When Lil’s husband got demobbed, I said—
I didn’t mince my words, I said to her myself,
HURRY UP PLEASE IT’S TIME
Now Albert’s coming back, make yourself a bit smart.
He’ll want to know what you done with that money he gave you
To get yourself some teeth. He did, I was there.
You have them all out, Lil, and get a nice set,
He said, I swear, I can’t bear to look at you.
And no more can’t I, I said, and think of poor Albert,
He’s been in the army four years, he wants a good time,
And if you don’t give it him, there’s others will, I said.
Oh is there, she said. Something o’ that, I said.
Then I’ll know who to thank, she said, and give me a straight look.
HURRY UP PLEASE IT’S TIME
If you don’t like it you can get on with it, I said.
Others can pick and choose if you can’t.
But if Albert makes off, it won’t be for lack of telling.
You ought to be ashamed, I said, to look so antique.
(And her only thirty-one.)
I can’t help it, she said, pulling a long face,
It’s them pills I took, to bring it off, she said.
(She’s had five already, and nearly died of young George.)
The chemist said it would be all right, but I’ve never been the same.
You are a proper fool, I said.
Well, if Albert won’t leave you alone, there it is, I said,
What you get married for if you don’t want children?
HURRY UP PLEASE IT’S TIME
Well, that Sunday Albert was home, they had a hot gammon,
And they asked me in to dinner, to get the beauty of it hot—
HURRY UP PLEASE IT’S TIME
HURRY UP PLEASE IT’S TIME
Goonight Bill. Goonight Lou. Goonight May. Goonight.
Ta ta. Goonight. Goonight.
Good night, ladies, good night, sweet ladies, good night, good night.

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