Nabucodonosor
como no hubo
forma de hacernos adorar
a sus ídolos
en un acceso
de furia
nos condenó
a la hoguera.
Dábamos gracias
los tres
al muy Alto por el honor
de ser
por fin
Su ceniza
Y ya en el horno ardiente
llegó un ángel
a helar las llamas
a borrar todo
Nabucodonosor
la hoguera
la lealtad
Así supimos
no que había
para nosotros
otro mundo
sino que éste no era real
Juan José Saer (Serodino, Argentina, 1937-París, 2005), El arte de narrar, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina, 1988
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Foto: Daniel Mordzinski/El País (detalle)
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