Libro 1
Los delineamientos de los gigantes
I (Continuación)
Andan incomunicados, la
ecuación no tiene solución, aunque
su sentido es claro —que ellos pueden vivir
el pensamiento de él está asentado en la guía
telefónica—
Y por derivación, hacia las Grandes Cataratas,
¡al carajo! ¡el gigante ataca! La buena Muncie*, también
¡Buscaban lo milagroso!
Un caballero del Ejército Revolucionario, al describir las cataratas, describe otra curiosidad natural de la comunidad: A la tarde nos invitaron a visitar otra curiosidad del vecindario. Se trata de un monstruo con forma humana, tiene veintisiete años, su cara mide desde la parte superior de su frente hasta el mentón veintisiete pulgadas, y el contorno superior de su cabeza es de veintiuna pulgadas; sus ojos y su nariz son notablemente grandes y prominentes, mentón alargado y puntiagudo. Sus rasgos son toscos, irregulares y desagradables, su voz es áspera y estridente. Su cuerpo tiene veintisiete pulgadas de altura, sus miembros son pequeños y bastante deformes, y solo puede usar una de sus manos. Nunca pudo sentarse derecho, ya que no puede aguantar el enorme peso de su cabeza; permanece continuamente en una cuna enorme, con la cabeza sostenida por almohadas. Una gran cantidad de gente lo visita, y le agrada la compañía de los clérigos en particular, siempre pregunta por ellos entre sus visitantes y le gusta mucho recibir educación religiosa. El General Washington lo visitó, y le preguntó «si era Liberal o Conservador». Él respondió que nunca había participado activamente en ninguno de los partidos.
¡Un prodigio! ¡Un prodigio!
De las diez casas que descubrió Hamilton cuando vio (¡las cataratas!) cuya opinión se reservó, a mediados del siglo —las fábricas habían desarrollado una población heterogénea. En 1870 había 20711 nativos, que de hecho incluían niños de padres extranjeros; 12868 extranjeros, de los cuales 237 eran franceses, 1420 alemanes, 3343 ingleses— (el señor Lambert entre ellos, que más adelante construyó el castillo), 5124 irlandeses, 879 escoceses, 1460 holandeses y 170 suizos—
¡Las Furias insultan alrededor de las aguas que caen!
La violencia se concentra, girando en sus cabezas
provocándolas:
El twaalft o lubina estriada también abundaban, e incluso el esturión de considerable tamaño era pescado con frecuencia: —El domingo 31 de agosto de 1817 capturaron uno de siete pies y seis pulgadas de largo, que pesaba 126 libras cerca del cauce de las cataratas. Fue apedreado por los niños hasta quedar exhausto, hasta que uno de ellos, John Winters, se lanzó al agua y se subió a la lomo del enorme pez, mientras otro lo agarraba del cogote y las agallas, y lo arrastró hasta la costa. El Bergen Express y el Paterson Advertiser del miércoles 3 de septiembre de 1817, dedicaron media columna relatando el incidente, bajo el titular, «El Monstruo Capturado».
¡Comienzan!
Las perfecciones se agudizan
La flor despliega sus pétalos coloridos
abiertos al sol
Pero la lengua de la abeja
falla
Vuelven a hundirse en la greda
gritando
—puedes decir que es un grito
que sube por ellas, un escalofrío
mientras se marchitan y desparecen:
El matrimonio tiene consecuencias
estremecedoras
Gritar
o conformarse con una satisfacción menor:
unos pocos van
a la Costa sin ganancia—
Les falla el lenguaje
mueren también
incomunicados.
El lenguaje, el lenguaje
los traiciona
No saben las palabras
o no tienen
el coraje de usarlas
—chicas de
familias venidas a menos y
llevadas a los montes: sin palabras.
Pueden observar el torrente en
sus mentes
y les resulta ajeno. .
Dan la espalda
y se marean—¡pero se recuperan!
La vida es dulce
dicen: ¡el lenguaje!
—el lenguaje
divorciado de sus mentes,
el lenguaje . . ¡el lenguaje!
William Carlos Williams (Rutherford, 1883-1963), Paterson, New Directions, New York, 1963
Versión de Silvia Camerotto
* Localidad estadounidense
The delineaments of the giants I
They walk incommunicado, the /equation is beyond solution, yet /its sense is clear —that they may live /his thought is listed in the Telephone /Directory—// And derivatively, for the Great Falls, /PISS-AGH! the giant lets fly! Good Muncie, too // They craved the miraculous! // A gentleman of the Revolutionary Army, after describing the Falls, thus describes another natural curiosity then existing in the community: In the afternoon we were invited to visit another curiosity in the neighborhood. This is a monster in human form, he is twenty-seven years of age, his face from the upper part of his forehead to the end of his chin, measures twenty-seven inches, and around the upper part of his head is twenty-one inches: his eyes and nose are remarkably large and prominent, chin long and pointed. His features are coarse, irregular and disgusting, his voice rough and sonorous. His body is twenty-seven inches in length, his limbs are small and much deformed, and he has the use of one hand only. He has never been able to sit up, as he cannot support the enormous weight of his head; but he is constantly in a large cradle, with his head supported in pillows. He is visited by great numbers of people, and is peculiarly fond of the company of clergymen, always inquiring for them among his visitors, and taking great pleasure in receiving religious instruction. General Washington made him a visit, and asked “whether he was a Whig or a Tory.” He replied that he had never taken an active part on either side.// A wonder! A wonder!// From the ten houses Hamilton saw when he looked (at the falls!) and kept his counsel, by the middle of the century —the mills had drawn an heterogeneous population. There were in 1870, native born 20,711, which would of course include children of foreign parents; foreign 12,868 of whom 237 were French, 1,492 German, 3,343 English— (Mr. Lambert who later built the Castle among them), 5,124 Irish, 879 Scotch, 1.360 Hollanders and 170 Swiss— //Around the falling waters the Furies hurl! /Violence gathers, spins in their heads summoning /them:// The twaalft, or striped bass was also abundant, and even sturgeon, of a huge bigness, were frequently caught: —On Sunday, August 31, 1817, one seven feet six inches long, and weighing 126 pounds, was captured a short distance below the Falls basin. He was pelted with stones by boys until he was exhausted, whereupon one of them, John Winters, waded into the water and clambered on the back of the huge fish, while another seized him by the throat and gills, and brought him ashore. The Bergen Express and Paterson Advertiser of Wednesday, September 3, 1817, devoted half a column to an account of the incident, under the heading, “The Monster Taken”. //They begin! /The perfections are sharpened /The flower spreads its color petals /wide in the sun /But the tongue of the bee /misses them /They sink back into the loam /crying out /—you may call it a cry /that creeps over them, a shiver /as they wilt and disappear: /Marriage come to have a shuddering /implication //Crying out /or take a lesser satisfaction: /a few go /to the Coast without gain— /The language is missing them / they die also /incommunicado. //The language, the language /fails them /They do not know the words /or have not /the courage to use them /—girls from /families that have decayed and /taken to the hills: no words. /They may look at the torrent in /their minds /and it is foreign to them . //They turn their backs /and grow faint —but recover! /Life is sweet /they say: the language! /—the language /is divorced from their minds, /the language . . the language!
Ilustración: The Daughters of Edward Darley Boit, 1882, John Singer Sargent
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