Retrato de hombre enfermo
Éste que ven aquí pintado a la sanguina y en negro
y ocupa enteramente el espacioso cuadro
soy yo cuando tenía cuarenta y nueve años, envuelto
en una bata amplia que cubre la mitad de las manos
como si fuesen flores, no deja ver si el cuerpo
está sentado o acostado: como el enfermo crónico
que es puesto ante ventanas donde se enmarca el día,
un día más otorgado a los ojos que se fatigan pronto.
Si pregunto al artista, mi hijo quinceañero,
a quién quiso pintar, me dice de inmediato:
“a uno de esos poetas chinos que tú me hiciste
leer, mientras mira hacia fuera, en sus horas finales”.
Es verdad, recuerdo ahora haberle regalado ese libro
que alegra el corazón de riberas celestes
y pardas hojas otoñales; en él sabios, o falsos sabios, poetas
graciosamente dejan la vida levantando la copa.
Y yo, perteneciente a un siglo que cree
no mentir, me reconozco en aquel hombre enfermo
mintiéndome a mí mismo: y de él escribo
para exorcizar un mal en el que creo y no creo.
Attilio Bertolucci (San Lazzaro, Parma, 1911-Roma, 2000), Antología de poesía italiana contemporánea, prólogo, selección y traducción de Horacio Armani, Losada-Ediciones Unesco, 1997.
Ritratto di uomo malato
Questo che vedete qui dipinto in sanguigna e nero
e che occupa intero il quadro spazioso
sono io all'età di quarantanove anni, ravvolto
in un'ampia vestaglia che mozza a metà le mani
come fossero fiori, non lascia vedere se il corpo
sia coricato o seduto: così è degli infermi
posti davanti a finestre che incorniciano il giorno,
un altro giorno concesso agli occhi stancatisi presto.
Ma se chiedo al pittore, mio figlio quattordicenne,
chi ha voluto ritrarre, egli subito dice
"uno di quei poeti cinesi che mi hai fatto
leggere, mentre guarda fuori, una delle sue ultime ore."
E' sincero, ora ricordo d'avergli donato quel libro
che rallegra il cuore di riviere celesti
e brune foglie autunnali; in esso saggi, o finti saggi, poeti
graziosamente lasciano la vita alzando il bicchiere.
Sono io appartenente a un secolo che crede
di non mentire, a ravvisarmi in quell'uomo malato
mentendo a me stesso: e ne scrivo
per esorcizzare un male in cui credo e non credo.
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Ilustración: Santa Francesca Romana guarisce un uomo malato ad una gamba, 1468, Antoniazzo Romano Roma Virtuale
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