viernes, enero 15, 2010

Juan Rodolfo Wilcock / Dos sonetos de "Sexto"




2

(Habla una paloma)

En la mañana fresca ambulativa
sobrevolé un islote cenagoso;
los olivos brillaban, y en un pozo
tres personas flotaban boca arriba.

Traje una rama a la nauseante estiba;
entré posada en un tapir o un oso
y con voz de animal clamé en el foso:
"El móvil ácueo al Ararat arriba".

"Pronto saldremos, bestias navegantes,
sin más recuerdos de esta sociedad
que nos produjo tantos ascos antes."

Como en la cárcel, la promiscuidad
formó lazos que no han de mantenerse
cuando el establo en tierra se disperse.


11

¿Dónde estarán las fuentes divergentes
de los verdes Jardines Suspendidos,
los cien puñales de metal perdidos
que usaron las Danaides impacientes?

¿Qué fué del rey Atila y sus sirvientes
en un mismo sepulcro sumergidos?
¿Dónde ruedan los mármoles roídos
de Atlántida, sus templos transparentes?

Las manzanas doradas de la Hesperia,
la cítara de Orfeo persuasiva,
¿no se han trocado en polvo y en miseria?

Todo se lleva el tiempo en su victoria;
y el pensamiento, como la materia,
se dispersa en el viento de la historia.

Juan Rodolfo Wilcock (Buenos Aires, 1919-Lubriano di Bagnoregio, Viterbo, 1978), "Once sonetos", Sexto, 1953, Emecé Editores, Buenos Aires, 1999
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Ilustración: Entrada de los animales al Arca, Jacopo Bassano, 1575

De Wilcock en este blog:
El augurio
Poemas en italiano

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