martes, enero 23, 2007

sinestesia

1. f. Biol. Sensación secundaria o asociada que se produce en una parte del cuerpo a consecuencia de un estímulo aplicado en otra parte de él.
2. f. Psicol. Imagen o sensación subjetiva, propia de un sentido, determinada por otra sensación que afecta a un sentido diferente.
3. f. Ret. Tropo que consiste en unir dos imágenes o sensaciones procedentes de diferentes dominios sensoriales. Soledad sonora. Verde chillón.

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Si alguien nos dijera que un verde chilla, y pretendiera convencernos que es así en realidad, pensaríamos que está delirando. Pero básicamente no atinaríamos a imaginar cómo es el chillido real de un verde. Admitamos que realmente el verde no chilla, ¿cómo traduciríamos la percepción retóricamente? ¿Diríamos que es demasiado puro? ¿Que hiere a los ojos? ¿Que es llamativo? Cualquier elección conduce a un nuevo tropo: en la "realidad" el verde no hiere, tampoco llama ni puede medirse o definirse su intensidad. En cuanto a la pureza, no es mensurable ténicamente (proporciones iguales de azul y amarillo dan verde, ¿pero qué azul y qué amarillo no tienen mezcla?); además,la expresión "ese verde es puro" no nos dice nada sobre lo que nos produce y quizá menos sobre lo que es. En el plano estricto de la correspondencia con la sensación física apenas podríamos decir que ese verde es desagradable. Cualquier otra aproximación a la realidad sería metafórica, irreal, fantástica, literaria; en el fondo, las únicas científicas.

1 comentario:

  1. Jorge: tal vez los hechos del habla guarden la huella de lejanos complejos de sensaciones que pueden despertar nuestras percepciones.
    Hay personas en quienes determinadas frecuencias de sonidos evocan siempre los mismos colores y formas, lo mismo que determinadas palabras.
    Luria, respetable psiquiatra soviético, describió en un libro el caso extraordinario de un paciente de memoria ilimitada que sólo podía olvidar mediante un acto de trabajosa voluntad. Su memoria estaba basada en sinestesias: podía reproducir listas interminables de palabras porque a medida que se las decían iba componiendo una imagen mental, como una foto, de la que participaban todas y cada una de esas palabras. Pero, además, las palabras le evocaban formas, colores, sensaciones."Carbón", por ejemplo, le sonaba como un insoportable chirrido que le producía mal en los dientes.
    Quizá las formas de aproximación a la realidad que nos brinda el lenguaje (y la literatura)no son tan irreales ni tan fantásticas. Quizá guarden algo de lo que las vísceras nos dictan.
    Le diré más: me hizo notar ayer el menor de mis hijos que los temas clásicos de la ciencia ficción son los temas recurrentes de los delirios de los pacientes psiquiátricos. Y los temas de los delirios actuales son los mismos que los descriptos hace más de 100 años. Lo mismo que las alucinaciones. Lo mismo que la sorprendente recurrencia de las frases que usan los enfermos. Vista así, toda la miseria y la grandeza del pensamiento parece ser sólo la secreción de una glándula. Como diría la Ruiz Guiñazú: ¡qué horror!

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