lunes, septiembre 30, 2024

Emma Villazón Richter / De "Lumbre de ciervos"



Anuncio de ciervos

Ubica la hija el cuerno
lo tañe distribuye peces en tono alto
el grave es mudo se desbarranca de sus axilas
muerto por caparazón muy blando u opaco
Palmas hace y continúa angurria revuelve
tórax alza penacho y la expulsa a bambúes
al aire escaso donde esperaba allá más
del claustro allá más de virtud en techo
y no emergían ni sus ojales

Ubica la que amanece el cuervo
lo blande y en lumbre nace su espada
en caótico cauce para extremar ovejas
o furor que desmenuce lo plano
De aquí para allá a cortar empieza
paredes vasos umbilicales cordones
de hojas atadas a nombres con amor
no manso Nuevas formas ebria imagina
de procrear ciervos: que la madre duerma
sin croar ni quebrarse por años:
que los hijos colgados no sean
en cruz ni pedidos: que esa vieja trama
renazca más cerca de libélulas o barro

Ubica la rauda el trueno lo acoge
se dedica a raspar y raspar con él
en lo seco hasta que avizora
incendios emanaciones sin letra
flores dobles: un río alzado en la voz que no cesa


Parlamento

No se aleja quien nunca se va,
sale por la puerta real o irreal
y se despide en tono de lluvia ascendente o pájaro.
Nadie parte fácilmente y quizás nunca del todo
de instancias mayores, sobre todo
del lugar del origen, de esa torre ambigua
y amenazadora, siempre hambrienta de sueños idénticos.
No hay quien no requiera tiempo y fricción
para alcanzar la corrida en pos de su lengua.
El punto de tensión entonces
no reside en la cantidad de escenas y abrazos que aletean
o qué ciudad a mediodía se abandona, sino con qué
perfiles, llaves, piernas de sombra y cielos plegables
se parte, con qué
                 gigantes en sonrisas

                       —dijo aquella que se va
                                en la intersección del pájaro


Tu a y tu e

Cuando nace un ruido o pensamiento
no se desvanece el otro, el antiguo;
ambos se juntan en gimnasia oleosa,
se sostienen y fluctúan para darse cabida
en los días y hacer un vivo tiempo medio preso.
Botones los días tejen tu abrigo de pasado y mañana.

Así el niño con manos maternas jala al joven,
y veo de tantos seres estar llena tu boca,
una pecera con prolíficos trémulos estambres.
De tantas alegrías y ahogos bailar llena tu luz
y tu a tu e aperturantes en el poema desnudo
que vos, vos nunca podrías tener un Único nombre
                              ni alguien


Autopista de febrero

cada vez más lejos cada vez
más cerca, en la búsqueda,
asentían los ojos, jalando hacendosos
las velas de las nubes que huían

sobre metros de cemento cada vez más lejos
de cierto origen, más cerca, encandilaba la joven
morte, encrespada, precipitada
–el ansia de agarrar el cuerpo
con un dedal y soltarlo, fugaz–

cada vez desde más lejos, más
cerca danzaba el secreto obvio
en las humildes capillas del camino

cada vez, en ese paisaje, deslumbraba más
tu mano en el volante, hablaba, da-
ba un haz de posibles mar-
avillosos, una vasija
de pócima cósmica

—de tu mano cerca, íbamos a la lejanía

Emma Villazón Richter (Santa Cruz, Bolivia, 1983 - El Alto, Bolivia, 2015), Lumbre de ciervos, Grupo Editorial La Hoguera, Santa Cruz, Bolivia, 2013 / Ultramarinos, Barcelona, 2019

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