martes, septiembre 24, 2024

Eduardo Dalter / De "Semeruco"


Lecuna y Baralt

Desolaciones, nuevos paisajes, cielos tórridos
mientras el autobús avanzaba por la autopista
bajo los altos reflectores de luces amarillas,
próximo a entrar a la terminal, seguro semidormida.
Entonces, recuerdo, pensaba en mi madre
y siempre en las calles de mi país muy lastimado.
Tomaba un café o dos, entre mendigos
y noctámbulos, con sus frentes sudadas,
y aguardaba el clarear de la ciudad de mala fama,
sin comprender mucho en dónde estaba.
(Los exilios de alguna forma nos dejan en el aire,
como levitando; ¿en cuál mar desembocará
esta historia que parece sin ley y sin medida?)
La avenida Lecuna, con sus comercios, se extendía
aún en sueños, bajo la mañana que ya se prometía
olorosa a monóxido, a café largo y frituras.


La realidad me escribe

Hay poemas, Lubio, que es mejor no escribirlos;
sería como deslizar la lapicera sobre algo ya escrito
y cuyos signos se fueron arraigando en los años,
no con vocales, consonantes, sino con aires, voces...;
estaríamos haciendo una copia, o un intento
de copia, que nunca podría ser sino un agregado.
La realidad también escribe sus poemas en nosotros
hondamente, como si fuéramos una pizarra o un papel
repleto de caminos y muelles que se fueron dibujando.
A menudo, sobre todo cuando me detengo en los tiempos
(o en sus momentos más vívidos, o entrañables),
yo los leo y releo, no sin emoción y no sin sorpresa.


Entre Puerto La Cruz y Cumaná
Apunte en el autobús

Tiene sus colores y resplandores, y tiene gracia
y aire abierto, pero es dura, muy dura, la vida
en Venezuela, locha a locha, en la costa, la sabana
y los cerros. A veces, todo se borra con un trago,
pero hacia el fondo de la pizarra, alguna letra
a medio borrar y honda siempre queda
como un murmullo o una lágrima de nadie.
Se anuncia en los rostros, en la parada de autobuses
y en las miradas de las mujeres de los pueblos.
Tiene sus colores y tiene, como en un poema
de Palomares, ese sabor a seguir andando
entre parientes, caminos, memorias y sudores
de estos nacimientos silvestres y estas suertes...

Eduardo Dalter (Buenos Aires, 1947), Semeruco. De Güiria a Maracaibo, inédito
Envío de Rolando Revagliatti

---
Foto: Gentileza del autor

No hay comentarios.:

Publicar un comentario