Este breve racimo
de uvas rosadas pertenece
a otro reino.
Yace, sobre mi mesa,
en la fría integridad de su peso terrestre
mientras yo permanezco silencioso
imposibilitado
de oponer mi vida a su carnal exuberancia.
Casi con horror admiro allí
la dura tensión del agua
hacia la piel mortal
como una realidad insoportable.
He aquí un remoto acontecer:
todo transcurre del otro lado, fuera
del rumor insensato
de la existencia humana.
Comprendo que hay un límite
cuyo paso en el tiempo
me está vedado
de modo que el puro conocimiento
sólo cabe en la mera travesura de la mente.
Más allá está la misma tierra
a la que regresamos como extraños;
en el racimo de uvas rosadas yace
la imagen de otro regreso
y este enigmático existir
dulcemente en el rosa
tiende a cumplir el ciclo
que comenzó, radiante, en el verde lejano.
Otros días transcurren
aquí, en otro espacio
que colmó la inutilidad
de una vida ocupada. Ajeno
a la región de las uvas permanece
mi estupor desalentado;
pero nunca la esperanza
tuvo mejor imagen que esto:
la travesía del límite
que da a lo secreto vendrá
de la misma costumbre de la luz
con que las uvas rosadas
van a entrar en la muerte.
Joaquín Giannuzzi (Buenos Aires, 1924-Salta, Argentina, 2004), "Nuestros días mortales" (1958), Obra completa, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2014
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