Tres piedras blanquecinas sobre la arena.
Un hombre vino y se sentó en una de ellas, cansado.
Miró a las otras dos sin intención, sólo posó sus ojos
en su superficie como en al aire.
Su mente estaba flotando en una hora antigua.
No escogidas para contemplar, miradas
sin ideas, las piedras
no iban a ser recordadas nunca por ese hombre.
Cuando se fue,
las tres siguieron inmaculadas sobre la arena.
José Watanabe (Laredo, 2005-Lima, 2007), "Poemas inéditos", Poesía completa, Editorial Pre-Textos, Valencia, 2013
Buena imagen de lo leve y superficial que resulta nuestro mirar equivocado.
ResponderBorrarCualquier ciego, con otros sentidos claro, habría conocido las piedras.