martes, enero 11, 2011
María Elena Walsh / Dos poemas
Vana historia
Si no recuerdo mal, todo cabía
entre los horizontes de un pañuelo.
Entonces figuraba el mediodía
un sol con ojos en mitad del cielo.
Y gracias a una tierna hechicería
la noche prodigaba su consuelo
con tanta caridad que uno veía
las estrellas tiradas en el suelo.
Pero hoy el agua no lo dice. Es cierto:
ya no se pone un corazón dorado
ni roba añiles a la golondrina.
Porque el mundo hechizado está desierto.
Qué dolor, sobre él se ha desatado
el Miedo con sus trapos de neblina.
de Otoño imperdonable, 1947
Ahora
Ahora como un ángel apareces
y me rodeas sin decirme nada.
Ángel que yo cuidara tantas veces
sin saberlo, callada.
En todo lo que miro permaneces
como el aire feliz de la mirada.
Me parezco a tu ausencia y te pareces
a mí resucitada.
Porque viniste cuando me moría
a devolverme a vivas caridades;
porque mi noche muda se hizo día
por gracia de tu voz iluminada,
en esta eternidad con que me invades
yo que no era, soy tu enamorada.
de Baladas con Angel, 1952
María Elena Walsh (Ramos Mejía, 1930-Buenos Aires, 2011), Poemas y canciones, Punto de Lectura (Alfaguara), Buenos Aires, 2004
Foto: María Elena Walsh, en el rodaje de Juguemos en el mundo, 1971
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