sábado, enero 29, 2011

Raúl González Tuñón / De "Todos bailan", 4



Blues de la bohardilla

Estoy solo en mi cuarto y por eso viene la fiebre verde a devorarme.
¿Cómo te diré mi más bello poema? ¿Qué hará mi corazón tan solo?
Los tejados deslizan hasta el suelo musgo y cantos de pájaros.
Otras tantas muertes ruedan en la canaleta del día.
Las lavanderas inclinadas en las bateas
y los chiquilines pecosos que crecerán sin cultura.
Los obreros que vuelven de los talleres sólo recuerdan ruidos.
El rumor de la ciudad achicado, perdido en el rumor
de las alcantarillas.
El muro del asilo fresco y sonoro y dos árboles
y dos ventanas y dos luces y dos vientos y dos pesos.
Solamente dos pesos.
Y el reloj que no quiere detenerse para aguardarte
y seguir palpitando el tiempo.
Y los libros ya manoseados, llenos del drama que superamos.
Y los retratos, otras tantas muertes colgadas.
otras tantas muertes ruedan por la canaleta del día.
Y el penúltimo cigarrillo que arrojamos sin sentir
por el ojo de buey de la soledad.
Y el trepidar del tren asombrando la entraña de la tierra.
Un grupo de croatas ha invadido la zona del Bertchold en busca de oro.
Los hombres dentro del túnel buscan el oro
que nace sucio y socavan la sociedad cuya base
ya no podrá ser el sucio dinero.
Los cadáveres marchan con una linterna en la frente.
Así murió el padre de Catalina.
Un hilo de sangre le salía de la boca al asesino.
Nada se sabe del submarino hundido.
Señores profesores: la Economía Política es también poesía.
Piensa que en el fondo de los mares andaba y apenas
salía a flote para ver con su único ojo terrible
los navíos a la distancia.
Piensa que fue afilado y sereno y tuvo gracia de perfectos tornillos.
75 hombres están agonizando dentro del submarino.
A la hora de cerrar esta edición.
A semejante profundidad no llegarán los buzos
el cable de oxígeno, el discurso del Almirante, los sollozos
de los parientes, los nombres de las tabernas, las mujerzuelas
de los muelles, el hinchado viento del puerto, nuestro viejo amigo.
¿Paciencia?
Ayer enterraron al tercer pistolero muerto. (Los
policías dispararon sobre él mientras dormía).
Es tiempo de ocuparse del hombre.
De Dios nos ocuparemos más tarde.
y cada uno puede cultivarlo a su hora.
¡Viva Nicolás Lenin!
A los quince años me decidí por la aventura y soy
en potencia el más grande los aventureros.
Mis camaradas no lo saben y a mí me importa un comino
que ni siquiera digan como la dueña de mi casa: "Si él quisiera..."
Es tremendo pensar en la vida microscópica
que se realiza en aguas estancadas.
En el Instituto Osvaldo Cruz, de Río de Janeiro, pude comprobarlo.
La intimidad de mi esperanza no conoce el reposo.
Mi sueño no tiene límite y está siempre despierto.
Escucha ahora el silencio, la noche de mármol, la línea
oscura del horizonte, la estatua de la plazoleta, el
canto del borracho conocido.
Amiga, pequeña amiga, qué horrible es estar triste
y los poetas creen lo contrario.
El sulfato de cobre se disuelve en un litro de agua.
La lluvia ha venido con todos sus tambores.
Un ejército de burbujas se ha instalado en el techo.
Me martiriza la soledad, me ahoga, me devora una fiebre verde,
como si estuviera en el corazón misterioso de África.

Raúl González Tuñón (Buenos Aires, 1905-1974), "Todos bailan", 1934, La luna con gatillo, Tomo I, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1957

Foto: París, 1934, Horacio Coppola

1 comentario:

  1. más poemas del gonzález tuñón!!!!!!!!!!

    híjole, la anécdota del pedro está del uno
    ya soy fan!!!

    saludos

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