Para que se vaya haciendo una carne tártara
he metido la mano en el costado del caballo,
la mano que se dobló cuando el derrumbe.
Si me derribó de ese mismo caballo no recuerdo.
Desde la cuneta observo a un grupo de filósofos
cavando zanjas, construyendo túneles.
Son topos con lentes de montura metálica
que me indican que pasarán el resto de su vida
estudiando debajo de la tierra.
El filósofo y su novia, la filósofa y su bebé me invitan
pero mi mano anida en los pliegues del caballo
y permanezco en la cuneta
observando los refugios, las escaleras de emergencia
dirigidas forzosamente hacia abajo.
Detrás de mí, en un taller de reparación
de estelas funerarias
los restauradores subcontratados
se empeñan en embellecer la superficie de las piedras,
en delinear las letras de las inscripciones
y recuperar el relieve de los adornos.
Hablan con delicadeza de las formas: helicoidal, astral,
discoidal, geométrica, circular, y cuando el capataz
/atiza el aire con su látigo y dice "el patrimonio", se callan.
Mi mano dejará un hueco en la caja de
las costillas del caballo, que morirá en pocas horas,
cuando los filósofos hayan desaparecido
bajo el mutismo seguro de las compuertas. Eli Tolaretxipi (San Sebastián, 1962), de El especulador, en la selección de Daniel García Helder para Transatlántico, periódico del Centro Cultural Parque España / AECID, Rosario, N° 8, verano 2009
De Eli Tolaretxipi en este blog:
V
Este es un formidable poema, hoy día 9 de febrero se presenta el libro El Especulador al que pertenece este poema, se presenta en San Sebastián, me honrará presentarlo junto a la escritora Isabel Alba.
ResponderBorrarOs recomiendo su lectura
un cordial saludo
Julia Otxoa
Me alegra la aparición del libro, Julia, y ojalá llegue por aquí. El poema de Eli Tolaretxipi es, también lo pienso yo, muy bueno.
ResponderBorrarAuguri