viernes, enero 17, 2025

Eugenio Montale / En el sueño

   
El canto de las lechuzas cuando un iris
con intermitentes latidos se estrecha
y gemidos y suspiros
de juventud, el error que rodea
las sienes y el vago horror de los cedros sacudidos
por el golpe de las noche - todo eso
puede volver a mí, desbordar las zanjas,
romper conductos, despertarme
con tu voz. Hiere el sonido
de una giga cruel, el adversario baja 
la celada sobe el rostro. Entra la luna
de amaranto en lo ojos cerrados, es una nube
que se hincha: y cuando el sueño la lleva
hacia el fondo, es todavía sangre más allá de la muerte.

Eugenio Montale (Génova, Italia, 1896 - Milán, Italia, 1981), "La bufera e altro", 1956, Tutte le poesie, Mondadori, Milán, 2004
Versión de Jorge Aulicino



Nel sonno 

Il canto delle strigi, quando un'iride 
con intermessi palpiti si stinge, 
i gemiti e i sospiri 
di gioventu, l'errore che recinge 
le tempie e il vago orror dei cedri smossi 
dall'urto della notte - tutto questo 
può ritornarmi, traboccar dai fossi, 
rompere dai rondotti, farmi desto 
alla tua voce. Punge il suono d'una 
giga crudele, l'avversario chiude 
la celata sul viso. Entra la luna 
d'amaranto nei chiusi occhi, è una nube 
che gonfia: e quando il sonno la trasporta 
piu in fondo, è ancora sangue oltre la morte. 
---
Foto: Eugenio Montale, Milán, 1973 Giorgio Lotti/ Mondadori/ Getty Images

jueves, enero 16, 2025

Héctor Pedro Blomberg / De "Flor salvaje"


II.
En la aurora

I
Palideció la postrimera estrella
De la noche en el tibio firmamento
Y se alejó por misteriosa huella;
Clareó en el monte la alborada bella
Y una calandria despertó en el viento...

II
Era el alba. La noche fugitiva
Arrastróse llorosa hacia Occidente
Como una sombra del dolor cautiva.
Ardiente el sol de la región nativa
Nació sobre los cielos del Oriente.

III
Yaya lo vio, y el rayo de la aurora
Se deslizó en su negra cabellera
Y alumbró su pupila soñadora.
Una duda sombría la devora
En la inquietud de la eternal espera.

IV
¡No vendrá, Yaya! El indio infortunado
Que te dio el ser, se doblegó a la suerte
Y cayó como el árbol desgajado...
Cayó en la negra noche y a su lado
Resonaron los pasos de la muerte.

V
No, Yaya, no vendrá, cuando el torrente
En las laderas escarpadas truena,
Ni cuando el rayo de la luz naciente
Amanece en las sombras de la mente
Y en la noche terrible de la pena!

VI
Toda la noche lo esperó. Su acento
El nombre del ausente repetía
En las alas fantásticas del viento:
Y en el mustio desierto soñoliento
La quietud de la muerte respondía.

VII
Toda la noche lo esperó. En el cielo
Las estrellas, muy pálidas, miraban
Con expresión de amargo desconsuelo,
Tal vez sumidas en el mismo duelo
Con Yaya melancólicas soñaban.

VIII
Con Yaya, la indiecita soñadora
Que pobló de canciones el desierto
Del nocturno crepúsculo en la hora;
Y en cuya cuna, al preludiar la aurora,
Templó sus quenas el guerrero muerto.

IX
Soñaron con la flor de la llanura,
La que aún espera que el guerrero vuelva
En la noche tristísima y oscura.
Solo volvió a su nido en la espesura
El ave solitaria de la selva.

X
No volverá jamás, oh Yaya mía,
Pobre flor del desierto abandonada...
En el misterio de la selva umbría
Parece que resuena todavía
El grito de la raza desolada...

[1908]

Héctor Pedro Blomberg (Buenos Aires, 1889-1955),

"Flor salvaje" *, Poesía reunida, Barnacle, Buenos Aires, 2025. Edición de Alberto Cisnero. Prólogo de Santiago Sylvester. Retrato de tapa de Merlina H. Cisnero










* Libro entregado a la estampa en 1908, en la ciudad de Buenos Aires, firmado como Héctor Pedro Blomberg López e impreso por Escuelas Profesionales Huerfanitas de Don Bosco (de las "Notas del Editor")

De la "Advertencia al lector" en esta Poesía reunida:

"Flor salvaje, un primer libro datado en 1908 con doble rúbrica: Blomberg López; llamativamente no hay mención del mismo en ninguna de las profusas referencias literarias y digitales firmadas por insignes especialistas, que con ahínco cotejamos.
"(…) Al recorrer el largo poema asistimos al trance (destierro) de una cautiva a través del desierto, un motivo harto repetido en la literatura nacional (la pampa, el mar serían en lo sucesivo el verdadero territorio literario y concreto de una pugna que no ha cesado)…"

Más poemas de Héctor Pedro Blomberg en Otra Iglesia Es Imposible, Poetas Siglo XXI, Periódico de Poesía, Espacio Latino
---
Foto: Una de las pocas imágenes conocidas de Blomberg y la más difundida. Fue publicada en 1968, en Historia de la literatura argentina, del Centro Editor de América Latina (CEDAL), y provino, seguramente, de uno de los muchos archivos oficiales y académicos consignados en esa publicación. 

miércoles, enero 15, 2025

Pablo Neruda / De "Tercera residencia"


Las furias y las penas

EN el fondo del pecho estamos juntos,
en el cañaveral del pecho recorremos
un verano de tigres,
al acecho de un metro de piel fría,
al acecho de un ramo de inaccesible cutis,
con la boca olfateando sudor y venas verdes
nos encontramos en la húmeda sombra que deja caer besos.

Tú mi enemiga de tanto sueño roto de la misma manera
que erizadas plantas de vidrio, lo mismo que campanas
deshechas de manera amenazante, tanto como disparos
de hiedra negra en medio del perfume,
enemiga de grandes caderas que mi pelo han tocado
con un ronco rocío, con una lengua de agua,
no obstante el mudo frío de los dientes y el odio de los ojos,
y la batalla de agonizantes bestias que cuidan el olvido,
en algún sitio del verano estamos juntos
acechando con labios que la sed ha invadido.
Si hay alguien que traspasa
una pared con círculos de fósforo
y hiere el centro de unos dulces miembros
y muerde cada hoja de un bosque dando gritos,
tengo también tus ojos de sangrienta luciérnaga
capaces de impregnar y atravesar rodillas
y gargantas rodeadas de seda general.

Cuando en las reuniones
el azar, la ceniza, las bebidas,
el aire interrumpido,
pero ahí están tus ojos oliendo a cacería,
a rayo verde que agujerea pechos,
tus dientes que abren manzanas de las que cae sangre,
tus piernas que se adhieren al sol dando gemidos,
y tus tetas de nácar y tus pies de amapola,
como embudos llenos de dientes que buscan sombra,
como rosas hechas de látigo y perfume, y aun,
aun más, aun más,
aun detrás de los párpados, aun detrás del cielo,
aun detrás de los trajes y los viajes, en las calles donde la
         gente orina,
adivinas los cuerpos,
en las agrias iglesias a medio destruir, en las cabinas que
         el mar lleva en las manos,
acechas con tus labios sin embargo floridos,
rompes a cuchilladas la madera y la plata,
crecen tus grandes venas que asustan:
no hay cáscara, no hay distancia ni hierro,
tocan manos tus manos,
y caes haciendo crepitar las flores negras.

Adivinas los cuerpos!
Como un insecto herido de mandatos,
adivinas el centro de la sangre y vigilas
los músculos que postergan la aurora, asaltas sacudidas,
relámpagos, cabezas,
y tocas largamente las piernas que te guían.

Oh conducida herida de flechas especiales!

Hueles lo húmedo en medio de la noche?

O un brusco vaso de rosales quemados?

Oyes caer la ropa, las llaves, las monedas
en las espesas casas donde llegas desnuda?

Mi odio es una sola mano que te indica
el callado camino, las sábanas en que alguien ha dormido
con sobresalto: llegas
y ruedas por el suelo manejada y mordida,
y el viejo olor del semen como una enredadera
de cenicienta harina se desliza a tu boca.

Ay leves locas copas y pestañas,
aire que inunda un entreabierto río
corno una sola paloma de colérico cauce,
como atributo de agua sublevada,
ay substancias, sabores, párpados de ala viva
con un temblor, con una ciega flor temible,
ay graves, serios pechos como rostros,
ay grandes muslos llenos de miel verde,
y talones y sombra de pies, y transcurridas
respiraciones y superficies de pálida piedra,
y duras olas que suben la piel hacia la muerte
llenas de celestiales harinas empapadas.
Entonces, este río
va entre nosotros, y por una ribera
vas tú mordiendo bocas?

Entonces es que estoy verdaderamente, verdaderamente lejos
y un río de agua ardiendo pasa en lo oscuro?
Ay cuántas veces eres la que el odio no nombra,
y de qué modo hundido en las tinieblas,
y bajo qué lluvias de estiércol machacado
tu estatua en mi corazón devora el trébol.

El odio es un martillo que golpea tu traje
y tu frente escarlata,
y los días del corazón caen en tus orejas
como vagos búhos de sangre eliminada, ·
y los collares que gota a gota se formaron con lágrimas
rodean tu garganta quemándote la voz como con hielo.

Es para que nunca, nunca
hables, es para que nunca, nunca
salga una golondrina del nido de la lengua
y para que las ortigas destruyan tu garganta
y un viento de buque áspero te habite.

En dónde te desvistes?
En un ferrocarril, junto a un peruano rojo
o con un segador, entre terrones, a la violenta
luz del trigo?
O corres con ciertos abogados de mirada terrible
largamente desnuda, a la orilla del agua de la noche?

Miras: no ves la luna ni el jacinto
ni la oscuridad goteada de humedades,
ni el tren de cieno, ni el marfil partido:
ves cinturas delgadas como oxígeno,
pechos que aguardan acumulando peso
e idéntica al zafiro de lunar avaricia
palpitas desde el dulce ombligo hasta las rosas.

Por qué sí? Por qué no? Los días descubiertos
aportan roja arena sin cesar destrozada
a las hélices puras que inauguran el día,
y pasa un mes con corteza de tortuga,
pasa un estéril día,
pasa un buey, un difunto,
una mujer llamada Rosalía,
y no queda en la boca sino un sabor de pelo
y de dorada lengua que con sed se alimenta.
Nada sino esa pulpa de los seres,
nada sino esa copa de raíces.

Yo persigo como en un túnel roto, en otro extremo
carne y besos que debo olvidar injustamente,
y en las aguas de espaldas cuando ya los espejos
avivan el abismo, cuando la fatiga, los sórdidos relojes
golpean a la puerta de hoteles suburbanos, y cae
la flor de papel pintado, y el terciopelo cagado por las ratas
        y la cama
cien veces ocupada por miserables parejas, cuando
todo me dice que un día ha terminado, tú y yo
hemos estado juntos derribando cuerpos,
construyendo una casa que no dura ni muere,
tú y yo hemos corrido juntos un mismo río
con encadenadas bocas llenas de sal y sangre,
tú y yo hemos hecho temblar otra vez las luces verdes
y hemos solicitado de nuevo las grandes cenizas.

Recuerdo sólo un día
que tal vez nunca me fue destinado,
era un día incesante,
sin orígenes. Jueves.
Yo era un hombre transportado al acaso
con una mujer hallada vagamente,
nos desnudamos
como para morir o nadar o envejecer
y nos metimos uno dentro del otro,
ella rodeándome como un agujero,
yo quebrantándola como quien
golpea una campana,
pues ella era el sonido que me hería
y la cúpula dura decidida a temblar.

Era una sorda ciencia con cabello y cavernas
y machacando puntas de médula y dulzura
he rodado a las grandes coronas genitales
entre piedras y asuntos sometidos.

Éste es un cuento de puertos adonde
llega uno, al azar, y sube a las colinas,
suceden tantas cosas.

Enemiga, enemiga,
es posible que el amor haya caído al polvo
y no haya sino carne y huesos velozmente adorados
mientras el fuego se consume
y los caballos vestidos de rojo galopan al infierno?

Yo quiero para mí la avena y el relámpago
a fondo de epidermis,
y el devorante pétalo desarrollado en furia,
y el corazón labial del cerezo de junio,
y el reposo de lentas barrigas que arden sin dirección,
pero me falta un suelo de cal con lágrimas
y una ventana donde esperar espumas.

Así es la vida,
corre tú entre las hojas, un otoño
negro ha llegado,
corre vestida con una falda de hojas y un cinturón de metal
          amarillo,
mientras la neblina de la estación roe las piedras.

Corre con tus zapatos, con tus medias,
con el gris repartido, con el hueco del pie, y con esas manos
          que el tabaco salvaje adoraría,
golpea escaleras, derriba
el papel negro que protege las puertas,
y entra en medio del sol y la ira de un día de puñales
a echarte como paloma de luto y nieve sobre un cuerpo.

Es una sola hora larga como una vena,
y entre el ácido y la paciencia del tiempo arrugado
transcurrimos,
apartando las sílabas del miedo y la ternura,
interminablemente exterminados.


España en el corazón 

(…)

Explico algunas cosas

Preguntaréis: Y dónde están las lilas?
Y la metafísica cubierta de amapolas?
Y la lluvia que a menudo golpeaba
sus palabras llenándolas
de agujeros y pájaros?


Os voy a contar todo lo que me pasa.

Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles.


Desde allí se veía
el rostro seco de Castilla
como un océano de cuero.

                                      Mi casa era llamada
la casa de las flores, porque por todas partes
estallaban geranios: era
una bella casa
con perros y chiquillos.
                       Raúl, te acuerdas?
Te acuerdas, Rafael?
                   Federico, te acuerdas
debajo de la tierra,
te acuerdas de mi casa con balcones en donde
la luz de junio ahogaba flores en tu boca?
                                      Hermano, hermano!
Todo
eran grandes voces, sal de mercaderías,
aglomeraciones de pan palpitante,
mercados de mi barrio de Argüelles con su estatua
como un tintero pálido entre las merluzas:
el aceite llegaba a las cucharas,
un profundo latido
de pies y manos llenaba las calles,
metros, litros, esencia
aguda de la vida,
                pescados hacinados,
contextura de techos con sol frío en el cual
la flecha se fatiga,
delirante marfil fino de las patatas,
tomates repetidos hasta el mar.

Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.

Bandidos con aviones y con moros,
bandidos con sortijas y duquesas,
bandidos con frailes negros bendiciendo
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños.


Chacales que el chacal rechazaría,
piedras que el cardo seco mordería escupiendo,
víboras que las víboras odiaran!

Frente a vosotros he visto la sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos!


Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
sale España,
pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio
del corazón.

Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?

Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!

(…)

 [1935 -1945]

Ricardo Eliezer Neftalí Reyes, Pablo Neruda (Parral, Chile, 1904 - Santiago de Chile, 1973), Tercera residencia, Losada, Buenos Aires, 1966

---
Foto: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes s/d

martes, enero 14, 2025

Sergio Leandro / De "Sueño y vigilia del salmista"


Durante toda la mañana

Durante toda la mañana discurrieron en la luz,
“pequeñas gracias”
que en correspondencia acaso con las sombras
se hacían como de un milagro
sobre los sueños de los paseantes
entre las calles de la ciudad.

La música
que la noche inclina
descansa
llevada en aires por las “pequeñas gracias”
y en asomos de
delicadísimos instantes
inaugura sus tonos y encantos
y el salmista
que mirando al cielo pregunta
o discurre sus visiones al aire
mientras más abre su silencio
a que lo invada
en esa hora
una, algo así, precisión, se diría,
algo cierto tal vez hoy.

Llegan al redil
las “pequeñas gracias”
tocan liras de aire los ojos
cuando se destellan en la luz

y algo de lo que siempre ha sido
se revela en este tiempo hoy

y entre los intersticios
de la manera en que descansa y se recorta la luz
a lo largo del día
se arrojan de músicas
las “pequeñas gracias”
dispuestas…dispuestas.


Es de estas liras del aire

Es de estas liras del aire
o sobre ellas
o entre ellas
que discurre como en secreto
dulce melodía
y tenebrosa presencia, acaso…

Deslías
en qué posibles aciertos
o mudas ráfagas,
un ramillar de extrañas delicadezas

en la copa abierta del salmista
sobre su corazón herido de luz
del vértice mismo de la luz.

Es de estas liras del aire
que alcanzan las fibras
a dar tu melodía?

Es así que se desesperan, salmista,
tu mano y tu corazón
sobre la hoja a escribir?

acaso qué músicas?
acaso qué impresión de aire apenas
sobre el desliz del minuto?
acaso qué perdido amor de tan antiguo?

Ya vienen en el aire
aquellos lirios abiertos
a tu amor cristalino
a tu presencia

y sobre la luz

entre la luz

la más delicada de las ausencias

llena tu copa, salmista,
llénala de cada una de las presencias que se esfuman

en el correr de la luz
en el silencio.


Es en una oración de campanillas

Es en una oración de campanillas
o apenas luciérnagas en la noche
que se abre, diríamos así, se abre,
al silencio
el corazón del salmista
mientras hila
y de qué finísimas maneras hila
unas alusiones, unos indicios,
que se derraman silentes
sobre el sueño de todos aquí,
aquí,
donde la piedra es piedra
y el agua canto.

Se inclina al silencio el salmista
y si acaso fuera, a la hoja,
al blanco de la hoja
y se brindaran así como en un vértice
destellos del cielo o apenas recuerdos
que son nubes
lirios que abren sobre un sinfín de amaneceres.

Cruzan el cielo
las aves de mi sueño

y se figuran de espanto
ante la miseria y el horror

mas hilan,

y lo ves,
hilan desde allá

unas casi
delicadezas a decir aquí
y es un apremio
que al salmista recoge
en una zozobra
en una ilación transparente de músicas sobre su nombre

dando así
quién sabe qué figuras
o un corro de luces
mas
dando así
unos apuros
unas urgencias

de delicada acentuación
de ilusiones precisas
y amores que son
las dichas
que resplandecen
al correr lento de la tarde
y en el descanso también, sí,
del cielo
sobre los ojos del salmista
y tú
que aquí
abres su nombre
con tanto amor
que das, en brotes tan tiernos,
unos cariños ciertos
a decir…a decir.

Sergio Leandro (Cienfuegos, Cuba, 1981)

Sueño y vigilia del salmista,
Buenos Aires, 2025









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Foto: Sergio Leandro/Barnacle

lunes, enero 13, 2025

Eugenio Montale / La tormenta

   

 
  Le princes n'ont point d'yeux pour voir cet grand's merveilles.
Leur mains ne servent plus qu'a nous persécuter...
                         (Agrippa D'Aubigné: A Dieu)

La tormenta que gotea sobre las duras hojas
de la magnolia. Los prolongados truenos de marzo 
y el granizo,
(los sonidos de cristal en tu nido
nocturno te sorprenden, del oro ya apagado
sobre la caoba, sobre el canto de los libros
encuadernados, todavía arde
un grano de azúcar en la piel de
tus párpados)

el relámpago que blanquea
árboles y paredes y los sorprende en esa
eternidad de un instante -mármol maná 
y destrucción -que dentro esculpida llevas
para tu condenación y te ata más que
el amor a mí, extraña hermana-, 

-y luego  el rudo estruendo, los sistros, la vibración
de los panderos
sobre el foso 
el zapateo del fandango, y algún gesto
confuso...
                             Como cuando
te diste vuelta y con tu mano, limpia la
frente de la nube de tu pelo,
me saludase antes de entrar en la oscuridad.

Eugenio Montale (Génova, Italia, 1896 - Milán, Italia, 1981), "La bufera e altro", 1956, Tutte le poesie, Mondadori, Milán, 2004
Versión de Jorge Aulicino



La bufera 

     Le princes n'ont point d'yeux pour voir cet grand's merveilles.
Leur mains ne servent plus qu'a nous persécuter...
                       (Agrippa D'Aubigné: A Dieu)

La bufera che sgronda sulle foglie dure 
della magnolia i lunghi tuoni marzolini 
e la grandine, 
(i suoni di cristallo nel tuo nido 
notturno ti sorprendono, dell'oro che s'è 
spento sui mogani, sul taglio dei libri 
rilegati, brucia ancora 
una grana di zucchero nel guscio delle 
tue palpebre) 
il lampo che candisce 
alberi e muri e li sorprende in quella 
eternità d'istante - marmo manna 
e distruzione - eh' entro te scolpita porti 
per tua condanna e che ti lega piu che 
l'amore a me, strana sorella, -e poi lo 
schianto rude, i sistri, il fremere dei 
tamburelli sulla fossa fuia, 
lo scalpicciare del fandango, e sopra 
qualche gesto che annaspa ... 
Come quando ti 
rivolgesti e con la mano, sgombra la 
fronte dalla nube dei capelli, 
mi salutasti - per entrar nel buio.
---

domingo, enero 12, 2025

Jack Spicer / Un poema sin un solo pájaro



Qué te puedo decir, querida,
Ahora que me pedís ayuda?
No conozco el futuro
Ni sé qué poesía
Estamos por escribir.
Suicidarse. Volverse loco. Personas mejores
que nosotros ya lo intentaron.
Alguna vez te quise

No conozco el futuro.
Lo único que sé es que de mis amigos amo la fortaleza
Y la grandeza
Y detesto la manera en que sus cuerpos se rompen cuando mueren
Y son comidos por las imágenes.
Se acabó la joda. Se acabó el picnic.
Volverse loco. Suicidarse. No va a quedar nada
Después de que te mueras o te vuelvas loca,
Salvo la calma de la poesía.        

Jack Spicer (Los Ángeles, Estados Unidos, 1925 - San Francisco, Estados Unidos, 1965)
Versión de Isaías Garde



A Poem Without A Single Bird In It

What can I say to you, darling,
When you ask me for help?
I do not even know the future
Or even what poetry
We are going to write.
Commit suicide. Go mad. Better people
Than either of us have tried it.
I loved you once but

I do not know the future.
I only know that I love strength in my friends
And greatness
And hate the way their bodies crack when they die
And are eaten by images.

My Vocabulary Did This to Me: The Collected Poetry of
Jack Spicer; Peter Gizzi y Kevin Killian, editores, Wesleyan
University Press, 2008 
--
Foto: The Guardian s/d

sábado, enero 11, 2025

Theodore Spencer / El día


El día era un año al principio
Cuando los niños corrían en el jardín;
El día se redujo a un mes
Cuando los niños jugaban a la pelota.

El día fue una semana después de eso
Cuando los jóvenes caminaban en el jardín;
El día fue en sí mismo un día
Cuando el amor creció.

El día se redujo a una hora
Cuando los viejos renqueaban en el jardín;
El día durará para siempre
Cuando no sea nada en absoluto.

Theodore Spencer (Villanova, Pennsylvania, Estados Unidos,1902 - Cambridge, Estados Unidos, 1949), Poems, 1940-1947, Harvard University Press, 1948.
Versión de Jonio González


THE DAY

The day was a year at first
When children ran in the garden;
The day shrank down to a month
When the boys played ball.

The day was a week thereafter
When young men walked in the garden;
The day was itself a day
When love grew tall.

The day shrank down to an hour
When old men limped in the garden;
The day will last forever
When it is nothing at all.
---
Foto: Theodore Spencer 1945 Princeton Alumni Weekly

viernes, enero 10, 2025

Safo / dos fragmentos



10

le tapaba 
los pies el colorido traje, una hermosa tela Lidia 


36

Te suplico, Gonguila, 
vuelve cubierta
de ese manto blanco como leche,
y que brote otra vez el deseo que te envuelve.
Bella, ese manto turba a los que te ven
y yo me alegro; porque la misma Cipria*
te desea, 
la diosa que yo llamo en mis plegarias.


*Se le da este nombre a Afrodita, especialmente cuando se la invoca en poesía, dado que el mito la hace nacer de la espuma del mar (producida por los mutilados órganos de Cronos), en la costa de la ciudad chipriota de Pafos. (N. del T.)

Safo (Mitilene, Grecia, VII a. C – probablemente Léucade, Grecia, VI a. C.), Lo que dispersó la aurora, Lom Ediciones, Santiago de Chile, 2024
Prólogo, notas y versiones de Pedro Ignacio Vicuña


---
Imagen. Safo según  Soma Orlai Petrich  (1822–1880) Museo Nacional de Hungría /Wikimedia Commons

jueves, enero 09, 2025

Judith Filc / De " Paisajes"


3.

un cielo nublado
bajo el cielo
pasto amarillento
en el medio
un círculo de piedras
dentro del círculo
tierra endurecida
sobre la tierra
una excavadora
el brazo inmóvil
la pala vacía


7.

una ventana

en la ventana
un marco y rieles
colgando de los rieles
cortinas ajadas
entre las cortinas
más allá
una alfombra de pasto
gaviotas

un río azul


20.

una puerta
detrás de la puerta
un piso de madera
en el piso
una cama cucheta
en la cama de abajo
un caleidoscopio
a través de la lente
múltiples vidrios de colores
en figura de flor
inalterada


30.

una calle
en el asfalto
huellas de autos
en la vereda
casas bajas de ladrillos
en las paredes blancas
palabras ilegibles
figuras geométricas

hashtags
en negro
diluido

Judith Filc (Buenos Aires, 1962)

Paisajes,
Buenos Aires, 2025










Una entrevista con Judith Filc en El Teclado Excéntrico
---
Foto: Judith Filc / Facebook

miércoles, enero 08, 2025

Osvaldo Andreoli / Coming home


Es normal el vuelo de la mariposa
espejan rieles verdes sones
desdoblan autopistas se desfilan
en cinco puntas érase un estrella
a desplegar amar ennoblecer
hemos crecido sobre ciudades enterradas
huellas gemían a la vista inermes
pero fraguaron los testigos  

No copiar es la hora del dictado
aprendimos a doler de la margarita
buscamos el trébol de cuatro 
penas torneos jinglespot
mariposas de rutina
sobreagujeros y el pasado
resiste bajo nuestro pie.

En la cúspide lanzaron un olvido
cenizas al tronar en las antenas
que ignoran órganos memoria
de los fluviales lechos derivando
a la erupción de las almohadas:
hemos crecido calcinaciones fósiles
espías del ritual de la mariposa

Osvaldo Andreoli (Buenos Aires, 1944), Poesía de transición, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1986
 ---
Foto: Osvaldo Andreoli / Facebook

martes, enero 07, 2025

Marcelo Ajubita / Gatus Flatus


Gatus Flatus es un gato
con problemas estomacales
que se pasea solitario
soltando metrallas y gases

.En su pancita hay batallas
entre porotos y arvejas
también orejas de ratones
y explosiones de galletas.

Ayudó a robar un banco
pagado por los ladrones
soltó un pedo en el atraco
y huyeron todos por los portones.

La policía escapaba
y así entraron los maleantes
con máscaras anti gas
trabajaron sin apurarse.

Nadie se arrima al Sr. Flatus
pues posee un arma nuclear
corre, si levanta la cola
es que una bomba va a estallar.

Tiene un polvorín de pedos
y una rara colección
también los dispara en la iglesia
cuando le aburre el sermón.

Más cuando vacía el tanque
carga nueva munición
en el barrio es un héroe
pues no hay robos ni hay acción.

Le han dado un doctorado
por experto en explosiones
cuídate del culo Flatus
o te arruinará los pulmones.

Gatus Flatus es un gato
con artillería estomacal
que luce condecoraciones
porque no puede fallar
con sus bombas del trasero
al enemigo hace temblar.

Marcelo Ajubita (Venado Tuerto, Argentina,1958), 

Gatoons, un libro gatuno
, con dibujos de Pier
Ediciones Gogol,
Mar del Plata,
2024



lunes, enero 06, 2025

Ianina Fornaro De "Nadie más que vos sabrá mi nombre"


Lady Macbeth le insistió sobre las brujas:
“ellas te dijeron lo que deseabas”.
No las desoyó.
He ahí la tragedia.


*
Me escondo
en algún rincón
para que no vean
qué clase
de pueblo habito.


*
No hay futuro
no hay pasado
solo una repetición de lo mismo.
Fuimos de la destrucción del mundo
a su cuidado
incesantemente.

Ianina Fornaro (Ciudad de Buenos Aires, 1981)


Nadie más que vos sabrá mi nombre,
Barnacle, 
Buenos Aires, 2025









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Foto: Barnacle

domingo, enero 05, 2025

Emily Dickinson / El ruido más triste, el ruido más dulce



El ruido más triste, el ruido más dulce,
el ruido que más locamente crece,-
lo hacen los pájaros en primavera,
cuando se cierran las delicias de la noche,
en la línea entre marzo y abril-
esa frontera mágica,
más allá de la cual el verano vacila,
casi demasiado celestialmente próximo.

Nos hace pensar en todos los muertos
que anduvieron con nosotros por acá,
a los que la brujería de la separación
vuelve, cruelmente, más queridos.

Nos hace pensar en lo que tuvimos
y en lo que lamentamos hoy.
Y desearíamos que esas gargantas de sirena
se fueran y no cantaran más.

El oído puede romper un corazón humano
con la velocidad de una lanza.
Querríamos que el oído no tuviese un corazón
tan peligrosamente próximo.

Emily Dickinson (Amherst, Massachusetts, Estados Unidos, 1830- 1886), Biblioteca Ignoria
Versión de Isaías Garde

 Más poemas de Emily Dickinson por distintos traductores en Otra Iglesia Es Imposible

 J 1764*

The saddest noise, the sweetest noise,
The maddest noise that grows, -
The birds, they make it in the spring,
At night's delicious close,
Between the March and April line -
That magical frontier
Beyond which summer hesitates,
Almost too heavenly near.


It makes us think of all the dead
That sauntered with us here,
By separation's sorcery
Made cruelly more dear.

It makes us think of what we had,
And what we now deplore.
We almost wish those siren throats
Would go and sing no more.

An ear can break a human heart
As quickly as a spear.
We wish the ear had not a heart
So dangerously near.

* La inicial J refiere a la primera edición ordenada de los poemas completos de Emily Dickinson, realizada en 1955 por Thomas Johnson para la Universidad de Harvard en los Estados Unidos (N. del Ad.)
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Imagen: Emily Dickinson por Beatriz Vega en Vanguardia, de México. Retrato basado en la fotografía de la poeta a los 17 años. Amherst College Archives & Special Collections, donación Todd Bingham

sábado, enero 04, 2025

Rosario Castellanos / Meditación en el umbral



No, no es la solución
tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstói
ni apurar el arsénico de Madame Bovary
ni aguardar en los páramos de Ávila
la visita del ángel con el venablo
antes de liarse el manto a la cabeza
y comenzar a actuar.

Ni concluir las leyes geométricas,
contando las vigas de la celda de castigo
como hizo Sor Juana. No es la solución
escribir, mientras llegan las visitas,
en la sala de estar de la familia Austen
ni encerrarse en el ático,
de alguna residencia de la Nueva Inglaterra
y soñar, con la Biblia de los Dickinson,
debajo de una almohada de soltera.

Debe haber otro modo que no se llame Safo
ni Mesalina ni María Egipciaca
ni Magdalena ni Clemencia Isaura.

Otro modo de ser humano y libre.
Otro modo de ser.

Rosario Castellanos (Ciudad de México, 1925 - Tel Aviv, Israel, 1974), Meditación en el umbral. Antología poética, Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 1985
Envío de Jonio González

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viernes, enero 03, 2025

Germán Arens / De "La novela que no fue"


Desde la barda miré al pueblo por última vez
 
Obedeciendo a una decisión desesperada
algunos buscan la ruta.
¿Quiénes son los que escapan?
¿Irá entre ellos el hombre del que aprendí el funcionamiento de una 
dínamo?


*

La mente espera a que nos metamos en la cama
para dar vueltas y vueltas sobre aquello que nos ocupa.
El sol, al que según Nerval nadie ve en sueños
se incorpora a la noche ordenando mi inconsciente.


*

Anochecía. La 154 había sido recién asfaltada. El Renault se desplazaba 
en silencio. Siempre que viajábamos, como una manera de disimular 
la distancia, teníamos la costumbre de cantar. Agotado nuestro repertorio, 
mi padre contaba alguna de sus clásicas historias de viajante de comercio. 
Mi hermana dijo que detrás de los alambrados las cosechadoras parecían luciérnagas.


*

Se me ha hecho costumbre en las mañanas acariciar a Bolita y ver como se enrolla, 
parece un perdigón. Soy consciente de que no hago más que molestarlo y por eso se 
cierra. Lo acaricio como acariciaría a un perro. Quizás cuando me vaya de este lugar lo 
lleve conmigo y lo deje, si es aún posible, en algún lugar húmedo y oscuro, un lugar 
cubierto por una mantilla de hojas donde podrá reunirse con los de su especie y vivir lo 
que le quede de vida en compañía. No estoy alimentándome bien. Vivo en una
abstracción. Quisiera recobrar para mi cuerpo esos pocos días de conducta en que todo 
parecía venidero. 

Germán Arens (Bahía Blanca, Argentina, 1967), La novela que no fue, publicará Editorial Agnes, provincia de Buenos Aires

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Foto: Barnacle Editores

jueves, enero 02, 2025

Yannis Ritsos / Dos poemas

 

Búsqueda

Adelante, Caballeros -dijo él. No hay inconveniente.
Véanlo todo;
no tengo nada que ocultar. Aquí está la habitación, aquí el estudio,
aquí el comedor. ¿Aquí? -el ático para los vejestorios-;
todo se acaba. Caballeros; está lleno; todo se acaba, se acaba,
así de rápido también. Caballeros; ¿esto? -un dedal; -de mamá;
¿esta? una lámpara de aceite de mi madre, su
sombrilla -ella me amó enormemente-;
pero, ¿esta olvidada tarjeta de identificación? ¿estas alhajas,
de otra persona? ¿la toalla sucia?
¿este boleto de teatro? ¿la camisa con agujeros?
¿manchas de sangre?
¿y esta fotografía? de él, sí, con un sombrero de mujer cubierto
con flores,
dedicada a un extranjero -la letra es suya-
¿quién dejó esto aquí? ¿quién dejó esto aquí?
¿quién dejó esto aquí?


Aguardando su ejecución

Ahí, detenido contra el muro, al amanecer, sus ojos descubiertos,
mientras doce armas le apuntan, él con calma siente
que es joven y bien parecido, que desea estar bien afeitado,
que el horizonte distante, rosa pálido, se convierte en él
-y, sí, que sus genitales conservan su propio peso,
hay algo triste en la excitación de ellos -ahí donde los eunucos miran,
es ahí donde apuntan; -¿se ha convertido ya en la estatua de sí mismo?
Él, viéndose ahí, desnudo, en un día brillante
del verano griego, arriba en la plaza -mirando a lo que está arriba
él mismo tras los hombros de la multitud, detrás de
las apresuradas turistas de grandes glúteos,
detrás de las tres viejas falsas de sombreros negros.

Yannis Ritsos (Monemvasía, Grecia, 1909 - Atenas, 1990), Altazor, 1 época, año 5, enero 2025
Traducción al español de Jaime Nualart

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miércoles, enero 01, 2025

Isaías Garde / De "Espejos ensamblados"



4. los animales en la lluvia

1
los animales en la lluvia
//de los que nunca dijiste casi
nada
y había qué decir
por supuesto que había//
no
así no

los animales en la lluvia
//de los que apenas
si dijiste
casi//

no
así no

los animales en la lluvia
//los que están
donde no están
donde siguen estando
donde estuvieron//

no
así no

2

los animales en la lluvia
//los que te esperan
los que siguen aguantando la lluvia
los que siguen
aguantando en tu espera
la lluvia//

no
así no

3
tus perros en la lluvia
//tus perros los que están
donde no están
donde estuvieron//
tus perros los que están
atajando la lluvia
tus perros los que siguen
atajando la lluvia

no

tus perros (tus queridos sí)
tus perros (tus empapados sí)
tus perros en sus almas
de hueso en sus huesos
tus perros en la lluvia
tus perros en su altiva intemperie sin vuelta
//en algo así
como intemperie
en lluvia//

no

decir por no decir
o casi por decir
o por decirlo apenas
decir apenas
porque esto no es algo
porque esto no es nada es sueño
//el algo así del tósigo o del sueño//
da igual
da todo y no da nada
es nada más que el sueño
el sueño en el que llueve
está donde no está
es la lluvia en el sueño de siempre y de ahora

así no


7. seguidilla de la chica ciruela

al dios de los ciruelos
le pediré un amor
no importa cuál
Sōseki Natsume


1
la chica de la noche
sale de una ciruela

de una ciruela a un sueño
sale
la chica
y hace la noche

la chica
que en su noche
sale de una ciruela

esta chica que //ciruela de su noche
noche la chica misma//
da con nadie o con uno
o con muchos
en mitad
de su noche
chica ciruela
no ninguna otra chica
esa chica


2
dale dales
chica ciruela
dales de todo

dales
de fumar
y de todo

dales
de todo
ciruela de tu dios
chica del dios ciruela
chica dios
chica ciruela

3
chicas que salen a la noche
que ellas hacen saliendo
chicas que salen
y hacen la noche noches
salidas de las chicas

chicas
salidas a la noche
chicas que salen
las chicas de la noche
que sale de las chicas
a la noche
que sale de las chicas

chicas ciruela en su noche de ahora

4
ya está afuera la chica
ya está salida
de la chica
a la noche
de la ciruela
de la noche a la noche
ya está haciendo la noche
ya está en su noche hecha
ya está en la noche en que no hay nadie
o hay uno
o hay muchos

sale de la noche a la noche
chica que sale de una chica
una chica en la noche
que sale
de una chica
de la noche a la noche
ya hace su noche

la chica
la que insurge en la noche de las chicas
en mitad de la noche de ahora
la noche de la chicas

5
dale
chica
ciruela
chica que das quitando

dales
lo que sigue
dales
de una vez
otra vez lo que sigue
dales de todo
dales un poco
dales ese poco
dales
otro poco
de todo
dales de todo
dales ese otro poco

dale
dales el poco ese
pero todo ese poco
chica del dios
ciruela de tu dios
chica que das quitando
dales -quitando lo que sigue
dales -quitando chica dios todo
dales
todo ese poco

6
yo era la chica
yo era la chica esta
yo en mi noche de ahora...

yo soy
la chica
la que alienta en la noche que ahoga
que a ustedes los ahoga
la noche de este poco
esta noche
no ninguna otra noche

yo soy la chica
la chica de las chicas
la salida a la noche

yo soy la chica
que nadie duerma
aunque todo duerme

yo soy la chica
del aire ahogado
la chica de mi noche de ustedes
ciruela
de la noche
de ustedes

yo soy la chica dios
la que da quitando
la que da en sueños
en los que nadie duerme
ni durmió nunca
ni nunca va a dormir
aunque todo duerme

7
tomen entonces
de la chica
rojiza
lo que tomó
de ustedes
rojiza
la chica
tomen de su noche de ahora
ese poco de todo
lo que tomó
rojiza
de la noche de ustedes
la chica

8
noche a la noche
chica a la chica
noche de la noche
chica de la noche
chica ciruela
dale
dales
chica ciruela

lo que sigue
dales de lo que sigue
dales de lo que debería seguir
ese poco que esperan
ese poco que ni saben que esperan
ese poco

dale
dales
un día de mañana
que sea ahora mismo
que sea esta misma noche
que sea ese poco
que das quitando
dale
dales del todo ese

ciruela de tu dios
chica dios ciruela
que das quitando
danos
de fumar
y de todo

danos de todo
danos quitando
todo

Isaías Garde (Buenos Aires, 1964), Ensamble de espejos, Textos en Transición, edición digital, Buenos Aires, 2024
Descarga gratuita, formato epub: https://is.gd/ZmRPbR

Más poemas de Isaías Garde en Textos en Transición Letralia, Altazor, Los Cuadernos de Vieco
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Foto: Isaías Garde / Facebook

martes, diciembre 31, 2024

Cristina Campo / Dos poemas


Un año… Retenía su estrella
el cielo del Adviento. Sobre la boca
sin fiebre ni miedo mi mano
te dibujaba, oscura, una palabra.
Y la esfera del alma y del año.
vibraba en lo alto de un chorro de oro
alta y sutil la sangre.
Temblábamos
sonriendo a las miradas-al acercarse
oscuridad de ese guardián incorruptible
que en los jardines cierra las fuentes.

 Año Nuevo '53-'54

Quadernetto


*

Quedó allá, cálida, la vida,
el aire color de mis ojos, el tiempo
en que ardían en el fondo de cada viento
manos vivas, buscándome...

Quedó la caricia que no encuentro.
sino entre dos sueños, mi infinita
sabiduría hecha pedazos. Y tú, palabra
que transmutabas la sangre en lágrimas.

Ni siquiera llevo una cara
conmigo, ya convertida en otra cara
como esfera en el vino y consumida
en los enendidos silencios...

Vuelvo sola
entre dos sueños, allá veo el olivo
rosado sobre las tinajas llenas de agua y luna
del largo invierno. Vuelvo a ti que te hielas

en mi leve túnica de fuego

Passo d'addio

Cristina Campo, seudónimo de Vittoria Guerrini (Bolonia, Italia, 1923 - Roma, 1977), La Tigre Assenza, Adelphi, Milán, 1991
Versiones de Jorge Aulicino

Más poemas de Cristina Campo en Otra Iglesia Es Imposible, Las Nueve Musas, Fronterad


Un anno…Tratteneva la sua stella
il cielo dell’Avvento. Sulla bocca
senza febbre o paura la mia mano
ti disegnava, oscura, una parola.
E la sfera dell’anima e dell’anno
vibrava in cima uno zampillo d’oro
alto e sottile il sangue.
Ne tremavamo
sorridenti agli sguardi-all’accostarsi
buio di quel guardiano incorruttibile
che nei giardini chiude le fontane.

Capodanno ’53-’54


*

È rimasta laggiù, calda, la vita,
l’aria colore dei miei occhi, il tempo
che bruciavano in fondo ad ogni vento
mani vive, cercandomi…

Rimasta è la carezza che non trovo
più se non tra due sonni, l’infinita
mia sapienza in frantumi. E tu, parola
che tramutavi il sangue in lacrime.

Nemmeno porto un viso
con me, già trapassato in altro viso
come spera nel vino e consumato
negli accesi silenzi…

Torno sola
tra due sonni laggiù, vedo l’ulivo
roseo sugli orci colmi d’acqua e luna
del lungo inverno. Torno a te che geli

nella mia lieve tunica di fuoco
---

lunes, diciembre 30, 2024

Jan de Jager / De "Casa de cambio IV", 2




amanecer:

ola de luz que va barriendo 
ese trompo que es el planeta,
precedida por barullo y griterío 
de pájaros


Al sol

es curioso que todas las vidas 
empiecen por la infancia

y qué interminable que es: 
especialmente las tardes de verano

son las cuatro y diez
y te compran un helado

te terminás el helado y son apenas 
las cuatro y veinte

a lo lejos un perro sigue ladrando, 
atado al sol


Horacio remozado

Ves cómo el cerro se puso blanco de alta nieve, 
los árboles hacen horas extra para sostenerla
y los ríos de tan súbito congelarse 
dejaron la marca de la frenada.

Aquí adentro no le hagamos caso al frío, 
échale unos buenos troncos al fuego, 
descorcha un falerno de los caros, amado 
mío, y de todo lo demás que se hagan

cargo los dioses, que en cuanto hayan 
domado los vientos que marean a las olas 
del lago, ya no se sacudirán ni los cipreses 
ni los añosos olmos. Lo que traerá el futuro,

MAÑANA, no preguntes: los equis días que 
el destino te otorgue son tiempo ganado que
podrás, deberás dedicar a la danza y los amores. 
Ahora que eres mocito y aún no peinas canas

gruñonas, en parques y plazas ve a encontrarte, 
a la hora acordada, al anochecer, con esa chica 
escondida que revela con risitas su escondrijo, 
y recuerda que no se esconde de ti, sino para ti.

Odas 1.9


*
¿De qué muerto somos 
la viva imagen?

muy más que la nieve fría
     - hiberna de glande    [Virgilio]

     - where the winter/
             olive is taken    [Pound, Canto CX] 

la cabeza lustrosa y apiñada –

           scrotumtightening sea    [Joyce]

los huevos casi adentro del propio vientre – 
machedumbre recia,
 reducida y
         orgullosa, dolorida.
(ven 
dramas 
tarde

                    porque piensan
vendrá 
más 
tarde)

te lo dije corazón, 
no te me escapes
de tu jaula de costillas:

                    he vuelto a ver a aquel 
                    de quien debo protegerte

                                           de quien debo protegerte 
                               muchísimo más que de la misma muerte

Jan de Jager (Buenos Aires, 1959)

Casa de cambio
IV,
Ediciones el Dock
Buenos Aires, 2024









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Foto: Jan de Jager / Faebook