martes, enero 04, 2022

Raymond Queneau / De "Ejercicios de estilo"




Ampuloso

A la hora en que comienzan a resquebrajarse los dedos rosas de la
aurora, subí yo cual dardo veloz a la poderosa estatura y los ojos de vaca
de un autobús de la línea S, la de sinuoso trayecto. Reparé, con la
precisión y agudeza del indio que va camino a la guerra, en la presencia
de un joven cuyo cuello era más largo que aquel de la jirafa de pies
veloces, y cuyo fláccido sombrero de fieltro ornábase de una trenza, cual
héroe de un ejercicio de estilo. La funesta Discordia de senos de hollín
vino con su boca infecta por la privación de dentífrico, la Discordia,
digo, vino a soplar su virus ruin entre este joven de cuello de jirafa y
trenza en torno al sombrero y un viajero de aspecto indeciso y farináceo.
Aquél se dirigió en estos términos a éste: “A ver, usted, ¡diríase que me
pisa adrede!” Habiendo dicho estas palabras, el joven de cuello de jirafa
y trenza en torno al sombrero acudió raudo a sentarse.
Más tarde, en las majestuosas proporciones de Cour de Rome, divisé
nuevamente al joven de cuello de jirafa y trenza en torno al sombrero
acompañado por un amigo árbitro de la elegancia que profería esta
crítica que alcancé a oír con oído ágil, crítica dirigida a la prenda más
externa del joven de cuello de jirafa y trenza en torno al sombrero:
“Deberías reducir el escote por medio del añadido o la elevación de un
botón en la periferia circular”.


Verso libre

el autobús
lleno
el corazón
vacío
el cuello
largo
la cinta
trenzada
los pies
planos
planos y aplastados
el asiento
vacío
y el inesperado encuentro cerca de la estación con mil
luces apagadas
de ese corazón de ese cuello de esa cinta de esos pies
de ese asiento vacío

Raymond Queneau (El Havre, Francia, 1903 – París, Francia, 1976), Exercices de style, 1947. Op. Cit., noviembre 28, 2021
Versiones de Mariano Fiszman y Martín Abadía


Foto: Raymond Queneau, Cannes, 1952 Corbis/Getty Images

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