lunes, octubre 04, 2021

Gunnar Ekelöf / Dos poemas




La  luna

La luna acaricia suavemente los ojos,
me despierta en lo profundo de la noche. 
Solo entre los durmientes
echo leña al fuego, ordeno la madera ardiente,
me muevo entre sombras en silencio, 
sombras que flamean alto
sobre los troncos marrones, finamente
ornados con enceguecedores aparejos…

¿Por qué me has despertado? Solo entre los durmientes,
de espaldas al fuego, abro silencioso a puerta,
voy entre nudos de ramas por la 
nieve, pisando tallos, veo
la luna llena provocativa sobre la nieve...


Euforia

Estás solo en el jardín con el cuaderno de 
    notas, un bocadillo, la botella y la pipa.
Es de noche, tan en calma que la luz arde sin flamear,
derrama un reflejo sobre la mesa de toscas tablas
y brilla en la botella y vaso.

Tomas un trago, comes un bocado, 
    llenas y enciendes tu pipa.
Escribes una o dos líneas y te tomas 
    una pausa y reflexionas
sobre la racha de rubor de anochecer que 
    compite con el de amanecer,
el mar de perifollos, espumeando, verdiblancos 
    en la penumbra de la noche de verano,
ni una mariposa en torno a la luz, pero 
    filas de hormigas en el roble,
la hojarasca tan quieta frente al cielo… Y 
    el álamo que cruje en la quietud...
Toda la naturaleza firme de amor y muerte en torno a ti.

¡Como si fuese la última noche antes 
    de un largo, largo viaje:
Uno tiene el boleto en el bolsillo y 
    por fin el equipaje listo.
Y uno puede estar allí sintiendo la 
    cercanía de las tierras lejanas,
sintiendo que aquí y ahora es al mismo 
    tiempo partida y llegada,
sintiendo como muerte y vida son 
    firmes como el vino en ti!

Sí, ser uno con la noche, uno consigo 
    mismo, con la llama de la luz
que me mira a los ojos en calma, inescrutable y calma,
uno con el álamo que vibra y susurra,
uno con los rebaños de flores que se inclinan 
    desde la penumbra y escuchan
algo que tenía en la punta de la lengua 
    para decir pero nunca fue dicho,
algo que no quisiera traicionar aun si pudiese.
¡Y murmura en mi interior la más pura dicha!
Y la llama sube… Es como si las flores se acercasen más,
más y más cerca la luz en brillantes puntos de arcoíris.
El álamo vibra y juega, el rubor de anochecer compite
y todo lo que era indecible y la lejanía 
    es indecible y cercana.
                     -----

Canto sobre lo único que congracia,
lo único práctico, para todos igual

Gunnar Ekelöf (Estocolmo, 1907-Sigtuna, Suecia, 1968), Escrito entre líneas, selección y traducción de Roberto Mascaró, Encuentros Imaginario-Silabario, Malmö, Suecia-Quetzaltenango, Guatemala, 2019


2 comentarios:

  1. DOS FORMAS DE EXPERIENCIA MÍSTICA. HERMOSOS POEMAS.

    ResponderBorrar
  2. Gracias, dos poemas muy bellos. Me quedo con Euforia y estos versos: "El álamo vibra y juega, el rubor de anochecer compite/y todo lo que era indecible y la lejanía/es indecible y cercana." Y vaya certeza final!

    ResponderBorrar