sábado, diciembre 31, 2016

Alberto Girri / De "Quien habla no está muerto", 5















Aflojar las tensiones

Labor
que se centra en la boca,
                        de ordinario
en el labio superior latiendo descontrolado,
y al que habrá que aquietar, con intensidad
pensar en dormirlo, tornarle
casi imperceptible la transpiración,
                                   anular
su autonomía para absorciones, balbuceos,
desoyendo protestas, mandatos,
                             díscolo.


Dado este paso, lo demás
se avendrá con mansedumbre,
                        a los párpados
no les urge apelar a la mano para distenderse,
cerrados o abiertos,
                   y la lengua se suelta, puede
reconocer la base de la nariz
sin perturbarla,
               y la nariz, meditativa,
logrado el alivio de que el peso
de la frente ahora sea de aire.


Y bastará,
          supuesto que la operación
tenga el carácter de una gimnasia
en donde cada rasgo consigue recobrar
su tono virgen, en armonía con el resto
y sin dejar de verse fielmente a sí mismo,
                  o que deba ser acreditada
como particular recurso, deleite,
que los ociosos se inventan
para jugar con sus rostros, recreándose
en modelar sus partes como naturalezas muertas.
                  ¿A qué indagarlo?, nunca
averiguaríamos por qué vínculo, airado, carente de razón,
las fatigas de la boca, ojo,
nariz, comisuras, superciliares,
son ecos del modo como la realidad
satura la mente, la va provocando
para que la persiga, trate de expulsarla.

Alberto Girri (Buenos Aires, 1919-1991), "Quien habla no está muerto", 1975, Obra poética III, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1980
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Foto: Alberto Girri por Tito La Penna (detalle), 1985

viernes, diciembre 30, 2016

Jotaele Andrade / El gato trae los restos de una liebre














cada vez que llueve
el gato se refugia bajo un toldo en el patio

allí duerme
mientras la lluvia golpea todas las cosas que en el mundo son
su propia desnudez

qué soñará
-pregunto
ese flaco
y aguerrido macho
que se sume a lo largo de sí mismo y gusta
de dormir bajo la lluvia

¿que con su rugido
tiemblan
las cosas que en el mundo
son su propia desnudez?

¿soñará que se aparea
con leonas
panteras
leopardos?

¿que les hace hijos
sobre los que
orgulloso
reina
y que a su paso
le ofrendan gamos
venados
ronroneos súbitos?

o
de un modo
más doméstico
soñará con los restos de liebre
que ha robado de la casa vecina
y abandonado en el patio

y que
bajo este clima otoñal
se pudren lentamente

Jotaele Andrade (La Plata, Argentina, 1974)


La rosa orgiástica,
Añosluz,
Buenos Aires, 2016









Foto: Jotaele Andrade en FB

jueves, diciembre 29, 2016

Diego L. García / De "Esa trampa de ver"















el capítulo 13 se titula “reclutamiento
de idiotas útiles” / cooperadores que
extienden la mano con su debida
carga de voltaje / el idioma que se exhibe
no tiene mayor existencia que el canto de la
esfinge descripto en un bestiario “podemos
convertir el agua en agua” proclama
que no resiste refutación como tampoco el
ensayo de un argumento sedante / un
idioma cuyas habitaciones están ocupadas
por los reclutadores que anhelamos derrocar con
la fidelidad de un dios a su siervo
(y nunca viceversa)

Diego L. García (Berazategui, Argentina, 1983)


Esa trampa de ver,
Añosluz Editora,
Buenos Aires, 2016









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Foto: Martin Alejandro Biaggini/Mestiza FB

miércoles, diciembre 28, 2016

Daniel Freidemberg / De "Abril", 2














Acá la noche. La
     hilera de luces
de la avenida, atrás,
y acá, ahora, alta, en la
noche, una estrella.
     ¿La misma?

No sé: una es-
trella, al-
go ahí, en
     lo alto
del mundo, en
el mundo,
que brilla,

como si
fuera a irse,
o no alcanzara
del todo a llegar.

Ni la palabra
ni el recuerdo:
una estrella,
tic de luz
puesto, vaya a
saber por
quién o qué, a brillar
sobre lo negro del presente,
y acá el presente, con
estrella y todo.

Estrella y
      todo:
      un gran
telón de escombros
se arrumba al fondo:
ni un comienzo ni un fin.

Miro esa luz que
la palabra “estrella” no toca.

Daniel Freidemberg (Resistencia, Argentina, 1945), Abril, Barnacle, Buenos Aires, 2016

martes, diciembre 27, 2016

Alberto Girri / De "Quien habla no está muerto", 4


















Quien habla no está muerto

Un curioso se interesa por la frase,
                              literalmente
vertida del alemán, un verso.
                             La aparta, la despliega
sobre la mesa, bien manifiesta, intuyendo
al margen de su obviedad el ánimo
de sustentar lo que se quiera
en cualquier circunstancia, aseverar
monólogos o diálogos,
desmentirlos;
            fácil de ser memorizada
como tersa y metálica variante
del bíblico "Tienen boca pero no hablan".

No le dura casi. De improviso
es como golpeado, despertado,
la vecindad de otra lectura
previniéndole que no existen
verdades objetivas,
                    y que si así no fuera
¿cómo legitimarlas, a través de qué?;

        y su inicial devoción, sumisión
a la frase, se tambalea,
vacila hasta desleírse,
escudriñándola de nuevo, extrañado,
como un inquisidor, ensombrecido,
recriminándole no haberle hecho entender
que su certeza, irrefutable en lo exterior,
tiene descorazonadores límites
          (no,
"Quien habla no está muerto",
           sino
"Quien habla probablemente no está muerto");

          y desazonado, indispuesto
consigo mismo, a sí mismo
puesto bajo la acusación
de quimérico, crédulo,
                     de culpable ligereza
en entregarse a deducir
que lo evidente es verdadero.

Alberto Girri (Buenos Aires, 1919-1991), "Quien habla no está muerto", 1975, Obra poética III, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1980
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Foto: Alberto Girri por Tito La Penna, 1985

lunes, diciembre 26, 2016

Horacio Fiebelkorn / Cuca's blues











1

Mientras tanto
una por una -y son
centenares.
Una por una
-y los desfiladeros
de entrecasa
superpoblados.

No arman fila india.
No trabajan,
no amarrocan
-como sus primas
las hormigas.

Sólo comen y joden.
Sólo comen y cogen
y en lapsos brevísimos
ya son centenares.

Mi vida está
por completo
devastada.

2

Donde hubo ocho
habrá doscientas.
Donde hubo veinte
habrá tres mil.

Con el aerosol
de un saque pude
liquidar algunas.

Pero ya vienen
los relevos.
El quinto de caballería
se manda a la cocina.

Otra vez la ruina,
la invasión.

3

Perdí la fecha
en que comenzó la
desidia. Platos quedan
sin lavar, y es toda

una invitación
al festín.

Heterometábolos
Paurometábolos

Mucho ojo con las
hembras porque
pueden vivir
de 14 a 20 meses

-dice la pedia de la web
de lo poco que funca
en esta casa.

No hace falta
una cuca de 500 patas
a quien suplantar
en la forma -como Gregorio.

No hace falta
una cuca símil concha
como esa que perturbó
a la bella Clarice

No es preciso
un montón de basura.
Con sólo un resto
de papa
o la miga de un pan

es suficiente para
el teatro griego
de las cucas.

4

Qué haré yo con
todo esto. Qué haré
sin culpa alguna
frente a las bestias.

No seré
San Dunstan
que amaba tanto
a los animales
que se impuso
penitencia
por matar
una hormiga

y también libró
feroz batalla
contra el diablo
a quien le clavó
tremendo herraje
en las pezuñas
y le hizo prometer
que no entraría
jamás
a casa alguna
donde hubiere una
herradura colgada.

5

Aunque el caso -mientras
tanto- es que las cucas
me rodean y cercan.

A esta altura
debería pensar
que me protegen.

Hace 350
millones de años
que son las reinas
del planeta.

Sobrevivieron
a la era del hielo
el crujir de
continentes

bólidos que se
estamparon contra
la corteza

y se llevaron puestos
a los dinosaurios
y algunos más

y ahora se expanden
por las urbes
cosa que sólo
se explica por la
buena calidad
de los deshechos
humanos

rodeado estoy
por las cucas
que arruinan mi vida

rodeado estoy
protegido
por la eternidad.

Horacio Fiebelkorn (La Plata, Argentina, 1958)


La patada del chancho,
zindo & gafuri,
Buenos Aires, 2016










Foto: Horacio Fiebelkorn FB

domingo, diciembre 25, 2016

Yvor Winters / Dos poemas













Octubre

Las casas
están más desnudas
y nada
oscurece las colinas.

Octubre
llega y se va
y a la luz de la luna
espero el invierno.

El silencio
es como la luz de la luna
en una cosa:
que no esconde nada.


La habitación fría

El sueño
se para
en la noche sobre
el suelo y la silla sin pintar.

El perro está
profundamente dormido
y
no lo moverán                      

Y desde el
techo
la oscuridad inclina
una intensa llama.

Yvor Winters (Chicago, Estados unidos, 1900-Palo Alto, Estados Unidos, 1968), Selected Poems, Thom Gunn ed., The Library of America, Nueva York, 1984
Versiones de Jonio González


OCTOBER

The houses
Are more bare
And nothing
Dims the hills.

October
Comes and goes
And in the moonlight
I wait for winter.

The Silence
Is like moonligt
In one thing:
That it hides nothing.


THE COLD ROOM

The dream
stands
in the night
above unpainted
floor and chair

The dog is
dead asleep
and
will not move
for god or fire.

And from the
ceiling
darkness bends
a heavy flame.

sábado, diciembre 24, 2016

Drago Štambuk / Jesucito










Junto a un viejo establo
en Mirula sobre el mar
de pajas duras
tienes el pesebre.

¿Te irias acaso
Hijo amado
a algún albergue mejor?

                   24 de diciembre de 2004

Drago Štambuk (Selca, Croacia, 1950)
Versión de Carmen Verlichak


Isusek

Mirule nad morem,
pokraj stare štale,
od slame oštre
gnijezdo svijaju.
Bi li se premjestio,
sine dragi,
u kakav bolji log?

           24. prosinca 2004

viernes, diciembre 23, 2016

Mirella Muià / Discurso del mortero















El mortero de mármol ha hecho un largo viaje:
alguien lo ha extraído del cuerpo de la loma—
alguien lo ha separado de la piedra materna—
alguien lo ha recogido de un cúmulo de trozos dispersos—
alguien lo ha transportado de la cantera al taller del tornero,
y éste le ha dado forma,
y para hacerlo lo ha excavado adentro y lo ha pulido afuera,
y con otro fragmento hizo la mano del mortero—
alguien lo ha puesto en venta a los maestros de íconos
para transformar en polvo fino a los colores más refractarios—
alguien lo ha comprado y lo ha traído a mí,
y ahora está conmigo, aquí, y me interroga: “¿Quién eres?
No creas ser como este mazo
tan sólo porque tengas el vigor
y ves lo que a tus ojos no es correcto
y te anima ese celo de justicia…
Pero si quieres, si puedes decir que has hecho un viaje como el mío,
si de verdad caíste de la montaña al golpe de los picos,
si has sido recogido, excavado por dentro y pulido por fuera,
y luego te han vendido y te han comprado—
si reconoces que este viaje hiciste,
tú, piedra de mármol más dura que yo,
sabe entonces que podrás ser como yo:
lugar donde se muele,
lugar donde moler y lugar que es molido
con la materia a transformar en polvo fino.
El color es molido, pero a los golpes debes recibirlos tú,
acogerlos tú, llevarlos tú.
Si aceptas esto,
puedes ser como yo bajo la mano de Quien tiene la mano del mortero.”
Esto me dijo el mortero.

[Enero 2014. Inédito]

Mirella Muià (Siderno, Calabria, Italia, 1947), Versión de Pablo Anadón, Córdoba, noviembre 2016


DISCORSO DEL MORTAIO

Il mortaio di marmo ha fatto un lungo viaggio:
qualcuno l’ha staccato dal corpo del monte—
qualcuno lo ha separato dalla pietra madre-
qualcuno lo ha raccolto da un cumulo di pezzi dispersi—
qualcuno lo ha portato dalla cava alla bottega del tornitore,
e questi gli ha dato una forma,
e per farlo lo ha scavato dentro e levigato fuori,
e da un altro resto ha formato il pestello—
qualcuno lo ha messo in vendita ai maestri di icone
per ridurre in polvere fine i colori più refrattari—
qualcuno lo ha comprato e lo ha portato da me,
e ora è qui con me, e mi interroga: “Chi sei tu?
Non credere di essere come questo pestello
solo perché hai forza e vigore 
e vedi quel che è scorretto ai tuoi occhi
e sei animato da zelo per la  giustizia…
Ma se vuoi, se puoi dire di aver fatto un viaggio come il mio,
se sei davvero caduto sotto le picconate dalla montagna,
se sei stato raccolto, scavato dentro e levigato fuori,
e poi messo in vendita e comprato—
se riconosci d’aver fatto questo viaggio,
tu pietra di marmo più dura di me,
allora sappi che puoi diventare come me:
luogo in cui si pesta,
luogo in cui pestare e luogo che è pestato
 insieme con la materia da ridurre in polvere fine.
Il colore viene pestato, ma i colpi li devi prendere tu,
accoglierli tu,  portarli tu.
Se accetti questo,
puoi essere come me sotto la mano di Chi tiene il pestello”
Così mi ha detto il mortaio.

[Gennaio 2014. Inedito]

Foto Conchiglie/Maria Franco/Giuseppe Laganà

jueves, diciembre 22, 2016

Evgeni Evtushenko / La abuela



















Meditando en los años
recuerdo
cómo los hogares vivieron esperando,
cómo las tormentas del cuarenta y uno
se abatieron sobre la pequeña estación Zimá.
No me cayó, por cierto,
el maná del cielo.
Por aquel tiempo
me congelaba
aguardando en las colas.
Mamá estaba en el frente
y yo vivía solo con mi abuela
que era una autoridad del soviet local.
Cubierta la cabeza con su viejo pañuelo,
botas de hombre,
capote militar
y un viejo portafolios bajo el brazo.
Abarcando toda la maldad del mundo
me hablaba con odio
de un desertor capturado
y de los que robaban
el cereal.
Su palabra asustaba
cuando la saludaban,
y por algo le huía
el borracho contable.
Pero a veces,
a la hora de la breve pausa,
comenzaba de pronto a cantar
mientras avivaba el fuego.
Junto con mi banda de la estación Zimá
me sentaba con mis compañeros.
Ella contaba con voz alegre y doliente,
con una ansiosa lejanía en los ojos,
de huelgas,
de victorias,
de luchas clandestinas,
de cárceles
y amigos fusilados.
Furiosa la tormenta golpeaba la ventana,
pero,
quitándose los lentes
montados en carey,
nos cantaba suavemente
sobre la gran batalla final.
Le hacían eco
y brillaban asombrados
los ojos de la impaciente compañía.
En Siberia los chicos cantaban la “Varsoviana”
y los alemanes
se retiraban de Moscú.

Evgeni Evtushenko (Zima, Rusia, 1932-Tulsa, Estados Unidos, 2017), No he nacido tarde, Ediciones La Rosa Blindada, Buenos Aires, 1967
Traducción de José Luis Mangieri
Envío de Jonio González

miércoles, diciembre 21, 2016

Claudia Prado / lejos

















De pronto en ese lugar de la siesta
allá por el tendal o el lavadero
donde a esta hora se mueve solo ella
canta. No habrán sido tantas veces.                          
Las palabras antiguas e infantiles                    
y la voz de mujer grande                                
un hilito casi hablado                                    
que con la música apenas se sostiene.
Siempre nos dijo: Sordos
como una tapia.
En esta casa no sabemos cantar.
Trabaja
cuando la casa está en silencio
sacude una sábana                    
dobla, marca el pliegue                                
los gestos que repite son más viejos
que ese pedacito de canción.                        
No se podría decir que está contenta.
Es otra cosa.

Yo en medio de la noche en la que leo
pienso en ella –la voz pobre de tan tímida-.
Nunca oyó cantar a su madre, dice el libro.
Pero tiene una boca dulce.
Y siento un golpe, un hueco
el tiempo yéndose.
Estoy lejos.
Mi mamá a veces canta

[inédito]

Claudia Prado (Puerto Madryn, Argentina, 1972)

martes, diciembre 20, 2016

Inger Christensen / Carta en abril











I

*****

Temprano llegamos una mañana
casi antes de despertarnos.
El aire es pálido y un poco frío
y se eriza leve sobre la piel
como una pielcita de humedad.
Hablamos de la tela de araña,
cómo sucedió,
y de la lluvia que lavó el agua
en el camino, mientras dormíamos
mientras viajábamos
sobre la Tierra.
Entonces estamos en casa
y nos bañamos en el polvo del camino
como entre gorriones.


****

Es esta cascada
de imágenes
de verdad una casa.
Somos de verdad nosotros
los que debemos vivir
en esta caída
a través del cúmulo
de dioses.
Vivimos y ponemos la mesa
y partimos.


*

Desembalo pertenencias,
algo de bijouterie
algo de juguetes
papel,
las cosas necesarias
fueron puestas
en el mundo
por un tiempo.
Y mientras vos dibujás
y cartografiás
continentes enteros,
entre la cama
y la mesa
el laberinto gira
en su suspensión
y el hilo
que nunca lleva afuera
en un instante
está afuera.


**

Ahí entra
de repente la luz
y nos esconde por completo.
El Sol es redondo
como es verde la manzana
y suben y caen.


***

En la calle
el dinero apretado
en la mano
y el mundo es una panadería blanca,
donde nos despertamos demasiado temprano
y soñamos demasiado tarde
y donde torrentes de brutales
e innecesarios pensamientos
de realidad llegaron más cerca,
mucho antes de que fueran pensados.

Inger Christensen  (Vejle, Dinamarca, 1935- Copenhague, 2009), inédito. Versión de Silvana Franzetti

De Ein chemisches Gedicht zu Ehren der Erde. Auswahl ohne Anfang ohne Ende, Residenz Verlag, Salzburgo y Viena, 1997. Traducción al alemán: Hans Grössel

Brief im April

I

*****

Früh eines Morgens kommen wir an,
fast ehe wir wach sind.
Die Luft ist blaß und etwas kühl,
und sie kräuselt sich leicht auf der Haut
wie ein Häutchen aus Feuchte.
Wir sprechen vom Geweb der Spinne,
wie geht es zu,
und vom Regen, der das Wasser wusch
unterwegs, während wir schliefen,
während wir über
die Erde fuhren.
Dann sind wir am Hause,
und wir baden im Staube des Kieswegs
wie unter Spatzen.


****

Ist dieser Wasserfall
aus Bildern
wirklich ein Haus.
Sind wirklich wir es,
die in diesem Sturz
durch die Menge
von Göttern
wohnen sollen.
Wohnen und Tisch decken
und teilen.

*
  
Packe Habseligkeiten aus,
etwas Schmuck
etwas Spielzeug
Papier, 
die notwendigen Dinge
hineingestellt
in die Welt
für eine Weile.
Und während du zeichnest
und ganze Kontinente 
kartographierst
zwischen dem Bett
und dem Tisch,
dreht sich das Labyrinth
in seiner Aufhängung,
und der Faden,
der nie hinausführt,
ist einen Augenblick
draußen.

**

Da stürzt plötzlich
das Licht herein
und versteckt uns ganz.
Die Sonne ist rund,
wie der Apfel grün ist,
und sie steigen und fallen.

***

Schon auf der Straße,
das Geld in die Hand
gepreßt,
und die Welt ist eine weiße Bäckerei,
wo wir zu früh erwachen
und zu spät träumen
und wo Ströme aus rohen
und unbenutzten Gedanken
der Wahrheit am nächsten kommen,
lange bevor sie gedacht werden.

lunes, diciembre 19, 2016

Estela Figueroa / Construcciones















He aquí la casa.
En nada parecida a la idea que
-por sus poemas- uno se hace
de la casa de los poetas:

ventana al río
o al "vértigo horizontal" de la llanura
"soledumbre antiquísima"
terreno cóncavo (o espacio hueco
si se quiere) de Henri Michaux.

He aquí la casa, lo que la puebla
y lo que ella conforma.
Qué disgusto será para el viajero
fatigado
reposar aquí.
Ni el acto simple
de abrir la ventana
para que la humedad florecida
del jardín
en otoño
penetre.
Puesto que no hay ventanas
su ademán
chocaría en vano
contra la tozudez
de la casa.
Y lo que ella conforma...
Se nos dice: al morir
arribamos en tropel
como niños de fiesta
a una espaciosa casa
donde vivimos nuestra vida
en el sentido en que se recuerda un sueño:
-desde la muerte recién consumada
hasta el momento de nacer-
y que este
ejercicio de memoria
es la felicidad.
Pero no es esa mi casa.

También se nos dice
si la tarde aguarda
en un cielo despejado
que el pensamiento comprende
-: Tu tiempo ha terminado.
En ese, el momento
en que más necesario era
quedarnos en la casa
escuchando cómo canta
rumorosa la sangre
adecuando el mobiliario
a nuestro pequeño tamaño
limando aquí una aspereza del piso
allá una arruga de la pared
ansiosamente
dándole un poco de lo que somos
equilibrándonos un poco
para poder
volver a nuestro lado.

Estela Figueroa (Santa Fe, Argentina, 1946 - 2022), "Profesión: sus labores" (inédito)

El hada que no invitaron.
Obra poética reunida 1985-2016
Bajo la Luna,
Buenos Aires, 2016








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Foto: Estela Figueroa Natalia Leiderman/Malón Malón

domingo, diciembre 18, 2016

Rafael Felipe Oteriño / Proposiciones para una definición de la poesía


Como prolegómeno, y en la sospecha de que la definición es menos teórica que práctica,  invito a despejar supuestos y a ensayar algunas herejías:

1. Alejar, provisoriamente, a la poesía de las bellas artes, si es que, en el sentido decimonónico, se entiende por bellas artes a una sublimación de lo existente. Aproximarla a la ansiedad que precede a las vísperas y al desasosiego de saber que somos lo que nunca se ultima.
2. No esperar de la poesía el rasgo convencional de otras fuentes como la ley o la costumbre. La poesía no es convencional, aunque se valga del lenguaje –que parcialmente lo es- y esté en el dominio del pensamiento y de la imagen.
3. Comprender que la poesía no dice más de lo mismo: dice lo otro de lo mismo. A un mundo abarrotado de palabras, aporta una lengua que produce una nueva representación del mundo. Improductiva para el mercado, desconcertante para el lector no iniciado, peligrosa para los dictadores que desconfían de la utilización subrepticia del lenguaje, extralimita los contenidos del saber corriente y los sostiene con su presencia.
4. La poesía no nos saca de este mundo. Nos deja entrever otro mundo, sin sacarnos de éste. Su acción es ética antes que estética. No sometida a ningún programa, esencialmente libre, cumple con el anhelo de la oración: religa.
5. Como señala Gadamer, la poesía entroniza la palabra más “diciente” frente a las formas efímeras del lenguaje comunicativo. ¿Quién recuerda las palabras que dijimos esta mañana cuando nos sirvieron el café o pagamos el diario? Cumplieron su función y se esfumaron. La poesía, en cambio, tiene varias capas y una resistencia de fondo que invita a conservarla en la memoria.
6. No esperar que la poesía cuente algo. La poesía expone, desnuda, inquiere. Si, como de hecho ocurre, potencia los hechos o los sobreactúa, es necesario hacerse a la idea de que emplaza otra dimensión de la vida.
7. La poesía no es música, pero es musical, entendido esto como la instauración de un universo sonoro que nace entrelazado con la dación semántica de las palabras.
8. Escritura de la “magnífica noche blanca que permanece resplandeciente y sin explicación” (esto es de Mallarmé), la poesía propone respuestas a preguntas que nadie hizo y que todos, secretamente, se formulan.
9. Hay en ella menos pensamiento y más lenguaje. Lenguaje sin sujeción a los poderes, en el que antes hablaban los dioses y los héroes; ahora, lo callado y lo indecible.
10. El poeta siente el agobio de utilizar un lenguaje prestado y, con la misma intensidad, la necesidad de liberarse de él, creando uno nuevo con el que quedará solo. Trastévere personal que todo poeta ha sentido alguna vez, impelido por la necesidad de establecer un vínculo con lo sobrenatural que excede al lenguaje.
11. El lenguaje poético crea más realidad. No necesariamente por el lado de la adición, sino por la perspectiva de la mirada. No es casual que su herramienta más reiterada sea la metáfora. “Un poco más de luz” reclaman los poetas cuando se topan con la inexpresividad de lo real, con los límites de lo decible,
con lo inacabado de la vida.
12. Es un arte del conocer y del desconocer. Mejor dicho: un arte del conocer que se instrumenta mediante el desbaratamiento de las apariencias y el rechazo de los lugares comunes.
13. No es ciencia, pero está animada por la curiosidad de la ciencia. La poesía constituye una última red de significación que pone de manifiesto un más allá que, aún en ausencia de objeto real alguno, permanece revelándose y ganando en profundidad. Si se busca un fundamento objetivo, poesía es aquello que produce la percepción de una realidad nueva –única, fresca, singular e inevitable– emparentada directamente con la fuerza evocadora del lenguaje.
14. La poesía es una disciplina de la vida interior. Gracias a su ejercicio se agudiza el pensamiento, cobra estructura verbal el sentimiento, se abren brechas en la noche sin fondo de lo no dicho y en el pozo oscuro de lo inexpresable.
15. Como otro capítulo de su trabajo, la poesía pone en práctica una ecología de la mente. Todos aquellos esfuerzos por fijar en la memoria los viejos poemas de la humanidad aparejan una lección que se traduce en lucidez para captar lo simbólico, velocidad para discernir lo singular en lo general, perspicacia para diferenciar lo principal de lo accesorio, originalidad en el tratamiento de los eternos temas: la vida, la muerte, el amor, la soledad, la solidaridad, la siempre renovada belleza.
16. La poesía es anárquica. En la búsqueda de la palabra que penetre en los pliegues de lo real, desobedece la autoridad normativa, extralimita su significado y devuelve un escenario en el que la tarea de nombrar el mundo todavía no ha sido cumplida. Es voz de lo que no tiene voz.
17. Es una consagración de la forma. En su diálogo con el mundo, dando cita al recuerdo, desmontando las palabras adocenadas por la costumbre para volverlas a montar en otra significación, la poesía está hambrienta de forma. Con ella construye el puente que la conduce hasta el lector.
18. Independizada de su autor, la poesía tiene historicidad propia, a la que se accede por la labor conjunta del poeta –que deja cifradas sus imágenes– y del lector, que las hace suyas en tiempos y escenarios distintos. En virtud de este apoderamiento, el poema se convierte en un lugar de encuentro.
19. Y es, asimismo, una escuela de humildad. Porque su estado de alerta y concentración, de escucha y trabajo, permite comprender que los problemas de un hombre son los problemas de todos los hombres: satisfacer el anhelo de un lugar, vencer al tiempo, dar forma a la vida interior, adoptar una posición crítica ante los atropellos de la historia, domesticar las aporías de lo inalcanzable, procurar un acuerdo con el mundo. Y entonces, cuando el poeta reclama “un poco más de luz” y el lector se aboca a la lectura, la poesía nos recuerda que no estamos solos.

Rafael Felipe Oteriño (La Plata, Argentina, 1945)



Una conversación infinita,
Ediciones del Dock, Colección Época,
Buenos Aires, 2016








Foto: Academia Argentina de Letras

sábado, diciembre 17, 2016

Emma Barrandéguy / El apaciguamiento de las cosas













Todo está en calma.
Doy una mirada al cuarto:
Si muriera esta noche
mínimas serían las dificultades que siguieran.
No hay nadie ya despierto
y he concluido la última anotación
de lo que haré mañana.
Todo está encarpetado,
no hay ningún ángulo que sobresalga.
Casi no hay objetos redondos.
Los piolines en su sitio
y los suicidas sonriendo tras los vidrios.
Este poema es lo único que da
la clave de la madeja:
“Los monstruos, bien peinados, por dentro.”

Emma Barrandéguy (Gualeguay, Argentina, 1914-2006), Las puertas, Instituto Amigos del Libro Argentino, Buenos Aires, 1964
Envío de Jonio González

Foto: s/d

viernes, diciembre 16, 2016

Michael O’Loughlin / Parnell Street


               












                   
 Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
                                             Cesare Pavese

Ésta es mi primera dirección: aquí es donde
Se abrió mi boca por primera vez. Después de medio siglo
Vuelvo a estar aquí, como si la partera del Rotunda
Nunca hubiese cortado el cordón.

Bellas sombras, mis primeros amores
Erguidas en las paradas de bus de Finglas
O protegidas en las puertas de entrada de pubs extintos.
Aquí está el sótano donde jóvenes poetas
Se abofeteaban unos a otros con las zarpas guardadas,
Los altillos donde ensayábamos nuestras vidas
Como Songs de Leonard Cohen.

En los sorprendentemente bellos departamentos de los cincuenta
Detrás de las fachadas georgianas,
He vuelto a filmar niños
Que vieron moverse estatuas religiosas:
La última interpretación de los viejos dioses.
Ahora los dioses se han ido
Pero los hijos de aquellos niños
Siguen jugando en las calles,
Intrépidos e insolentes como siempre.

El mundo me ha seguido de vuelta hasta aquí
Como un chicle multicolor en mi zapato:
Ahora vuelvo a oír cada expresión que he oído
A beber cerveza por la que crucé un continente para saborear.

El viejo Shakespeare Pub ahora es un restaurant coreano
Pero nada ha cambiado. Hombres y mujeres
Todavía se enfrentan mutuamente en mesas, tratando
De reescribir la noche con un final distinto.

En sueños a menudo volví aquí, buscando
Mi vida, que se escondía
En un callejón como un animal herido.

Ahora temo que
Sea aquí donde me halle la muerte,
Teniendo tus ojos.

 (Dublín, 1958), In This Life, New Island, 2011
Traducción de Jorge Fondebrider


PARNELL STREET

   ‘Death will come and will have your eyes’ 
                                      Cesare Pavese


This is my first address: this is where
My mouth first opened. After half a century
I’m here again, as if the Rotunda midwife
Had never cut the cord.

Fair shades, my first loves
Stand at the Finglas bus stops
Or shelter in the doorways of extinct pubs.
Here is the basement where young poets
Cuffed each other with sheathed claws,
The attics where we rehearsed our lives
As Songs by Leonard Cohen.

In the surprisingly beautiful Fifties flats
Behind the Georgian facades
I returned to film children
Who saw religious statues move –
The old god’s last performance.
Now the gods have gone
But those children’s children
Still play on the streets,
Fearless and insolent as ever. 

The world has followed me back here
Like multicoloured gum on my shoe:
Now I hear again every language I ever heard
Drink beer I crossed a continent to taste. 

The old Shakespeare Pub is a Korean restaurant
But nothing has changed. Men and women
Still face each other at tables, trying
To rewrite the night to a different ending.

In dreams I often returned here, looking
For my life, which was hiding
In an alley like a wounded animal. 

Now I am afraid that
This is where death will find me,
Wearing your eyes.  

jueves, diciembre 15, 2016

Janet Loxley Lewis / Joven criada











Apacible y pausada y joven,
Va y viene por la estancia,
Y agita el polvo del verano
Con su gran escoba.
En el aire cálido, abuhardillado,
Labios suaves, firmemente apretados,
Cabello suave, etéreo,
Se detiene para descansar,
Se detiene para tomar aliento,
En medio del rumor del verano,
La gran lila blanca
Con el perfume de los días por venir.

Janet Loxley Lewis (Chicago, Estados Unidos, 1899-Los Altos, Estados Unidos, 1998), Poems Old and New, Ohio University Press, Ohio, 1981.
Versión de Jonio González

Foto: Jose Mercado/Poetry Foundation

GIRL HELP

Mild and slow and young,
She moves about the room,
And stirs the summer dust
With her wide broom.
In the warm, lofted air,
Soft lips together pressed,
Soft wispy hair,
She stops to rest,
And stops to breathe,
Amid the summer hum,
The great white lilac bloom
Scented with days to come.

Angel Faretta / Jules Laforgue y el domingo

Jules Laforgue
           

Con la puesta en marcha de la movilización total no solo se modifica todo lo referente a la vida privada, sino que hasta puede decirse que ésta misma es creada por la propia movilización total. “Ocio”, “descanso”, “intimidad”, “privacidad” –ésta muchas veces opuesta en dudosa batalla con la primera-, así como también conceptos como “pasatiempo”, “diversión”, “recreo”. Ni hablar de “fiesta”, la que es sometida a toda serie de desfiguraciones, tanto tornándola feriado patrio o cívico obligatorios, sino vaciando lenta o drásticamente su contenido religioso.

 Todo ello lleva a lo que podríamos denominar aquí desfiguración del día domingo. En vez de día celebratorio, se vuelve día de escape hacia la diversión. Se lo dota vicariamente de toda serie de elementos flotantes y fantasmales atinentes al descanso pero también al sueño, es vuelto a un tiempo locus amoenus, isla particular donde refugiarse e imán o catalizador donde se funden confusa y apuradamente todas las cosas que se oponen, o que niegan momentáneamente a la constante movilización total puesta en marcha.

Su silencio recuerda, por su ausencia, la presencia sonora y constante de la vida fabril y de la producción industrial del resto de la semana. Ese mismo silencio se vuelve más pesadamente silencioso en el suburbio o extramuros, en el barrio que pasa a ser más un topos poético e imaginario, que un lugar preciso de habitación y de catastro. Es “el” o son los sitios -mejor dicho- diseminados a lo largo de la ciudad, pero generalmente en sus orillas y extramuros, donde el silencio y la ausencia de la percutida actividad industrial se oye y hasta se “vive” más.

Puesto que el “centro”, más que un lugar geográfico de orden e irradiación, se vuelve paralelamente lugar de caos, confusión e indiferenciación durante ese mismo día de cese de actividad industrial. Claro que aquí “en el centro” se la reemplaza por una sonora actividad de “diversión”.

 Así que barrio comienza a volverse lugar epónimo, tanto como lugar donde se percibe esa pausa en la actividad fabril, como y también la misma distancia sonora del bullicio de la diversión masiva y obligatoria desarrollada en el “centro”.

Así el compósitum domingo-centro-multitud será eje imaginario privilegiado de la poética surgida con la modernidad, aunque su mentor y acuñador –Baudelaire- viera todo esto –siguiendo al Poe de “El hombre de la multitud”- pero no pudiera en su poética crear una retórica, una métrica, ni un vocabulario adecuados que reflejara en su poesía tal novedosa situación. Será algo después con Jules Laforgue que se conseguirá de consuno una articulación entre lo que se descubre como visión y lo que se poetiza como vate.

 El domingo ya es bajo continuo en la obra poética de Laforgue, aunque si nos fijamos con detenimiento en todos los diversos poemas que escribiera  bajo ese título, tan solo uno responde en su despliegue a tener como diégesis al día domingo como tal. Más bien en su poética “dimanche” y “dimanches” son estados de ánimo, cifras y categorías humorales y mojones de una determina propensión melancólica que poco antes Baudelaire caracterizara como spleen.

Claro que también Laforgue tiene sus poemas titulados “Spleen” así como el propio concepto aparece en otros –“El invierno que viene”- como emblema y signatura anímica de determinada tendencia emocional-intelectual. Tal dualidad por otro lado es una más de las que rodean y cercan al estado anímico llamado spleen.

¿Qué es entonces esta nueva divisoria de aguas anímica acuñada por Laforgue donde “dimanche” no aparece como día sino como estado de ánimo que se separa o continúa por otros medios al spleen baudelairiano?

 Digamos que el “dimanche” es en la simbólica de Laforgue lo que el argot  es a su retórica y económica. Si este poeta es quien finalmente da la nota mayor y percute el bemol que hace definitivamente distintivas a la poética de la modernidad, lo consigue doblemente tanto al reconfigurar las imágenes que forman una simbólica, como la retórica y la métrica –si es que éstas no forman partes de la primera- forman una paralela y adecuada económica expresiva.
De allí que el dichoso verso libre –pero con rima- de Laforgue se consigue por una misma necesidad económica.

Si modernité es fluidez, discontinuidad, laxitud, movilismo permanente, Laforgue buscará con el vers libre volver hasta visiblemente gráfico ese mismo carácter discontinuo de la física de la vida urbana característica de esa modernidad. Por cierto será ese movilismo y laxismo permanente el que acuñará la quietud del “dimanche”, así como del propio “quartier” y de la “banlieu”, del barrio y del extramuros y su figura emblemática será el Pierrot. Ser lunar por excelencia vestido de blanco y negro, y que a diferencia de Arlequín que vive la parte diurna y feliz del carnaval,  Pierrot es quien vive su parte oscura y su melancólico fin de fiesta lunar.

Angel Faretta (Buenos Aires, 1953), La traducción de la melancolía. La poética del tango argentino como forma lírica de la modernidad. (Inédito)

miércoles, diciembre 14, 2016

Michael O'Loughlin / En esta vida




 







    


 i.m. Katherine Washburn

Me había olvidado de que estabas muerta. Te tambaleabas de pronto
en mi mente, del mismo modo en que salías trastabillando de tu taxi
una Navidad, yendo de Roma a Nueva York.
Pensé que eras la última de las antiguas neoyorkinas
sin vergüenza de lo que sabías, siempre lista para aprender.
A eso de las ocho de la mañana, en la cocina de nuestro sótano
el cenicero ya estaba lleno, y el café frío en nuestras tazas
mientras hablábamos de Bukovina y de los últimos poemas de Paul Celan,
Scholem y los orígenes de la Kabbalah.

Afuera, seguía siendo Irlanda.

Todo ese invierno, éramos como una nave espacial
varada en un planeta ajeno. No una máquina plateada de Hollywood
con alta tecnología, sino un viejo cubo herrumbrado
de una película de bajo presupuesto. Nuestra cápsula cuarteada
se llamaba “Espuma de Mar”, posada sobre las rocas de Sandycove,
sus ojos regando el viento de Kish.
La llamábamos “La Pequeña Gran Casa”, por
todos los cuartos minúsculos detrás de la imponente fachada,
y allí esperábamos la gran ola
que nos elevara de las rocas.

Casi nos congelamos ese invierno, mientras subía corriendo
con baldes de combustible, pero
nada podía cortar el frío de la herencia
del aire helado, o detener la lenta caída
del empapelado húmedo, que caía bajo el peso
de un siglo de servil respetabilidad.

Temblando en nuestra cocina, te veías como una monja medieval,
o más bien, como una beguina, una sirvienta del señor en sus horas libres,
con tu vestido negro y polvoriento y tu cabello de Hermana de Plymouth
apretando tu Mac Powerbook como un misal de los últimos tiempos
quemándote las pestañas con traducciones a medio hacer de la Antología Griega
y ardientes oraciones fúnebres del Rabbi Issac da Fonseca.

Dos semanas después estabas muerta. Y tuvimos que dejar esa casa
girando hacia el espacio exterior, aferrándonos a escombros.
Ahora ahí vive un político, y llena los cuartos
con su propio aire, ignorante de lo que fue enterrado allí.

Katherine: nos sentamos en el Clarence Hotel, bebiendo vodka
Martinis, riéndonos de lo mucho que nos conocíamos
Aunque en esta vida raramente nos encontramos.

Michael O'Loughlin (Dublín, 1958) In This Life, New Islan, Dublín, 2011
Traducción de Jorge Fondebrider


In This Life

     i.m. Katherine Washburn

I had forgotten you were dead. You stumbled suddenly
into my mind, the way you stuttered out of your taxi
one Christmas, en route from Rome to New York.
I thought you the last of the old New Yorkers
unashamed of what you knew, always ready to learn.
By eight in the morning in our basement kitchen
the ashtray was already full, and the coffee cold in our cups
as we talked of Bukovina and Paul Celan’s last poems,
Scholem and the origins of the Kabbalah. 

Outside, it was still Ireland. 

All that winter, we were like a spacecraft
stranded on an alien planet. Not a hi-tech
Hollywood silver machine, but an old rust bucket
from a low-budget movie. Our cracked capsule
was called ‘Seaspray’, perched on the rocks of Sandycove,
its eyes watering in the wind from the Kish.
The ‘Little Big House’ we called it, on account
of all the tiny rooms behind the imposing façade,
and there we waited for the great wave
to lift us off the rocks.

That winter we nearly froze, as I scuttled upstairs
with buckets of fuel, but
nothing could cut the chill of inheritance
from the freezing air, or halt the slow fall
of the damp wallpaper, collapsing under the weight
of a century of servile respectability. 

Shivering in our kitchen, you looked like a medieval nun,
or rather, a Beguine, a handmaid of the lord in her spare time,
with your dusty black dress and your Plymouth Brethren hair
clutching your Mac Powerbook like a latterday missal
crammed with half-done translations from the Greek Anthology
and fiery funeral orations by Rabbi Isaac da Fonseca. 

Two weeks later you were dead. And we had to leave that house
spinning off into outer space, clinging to debris.
A politician lives in it now, and fills the rooms
with her own air, ignorant of what was buried there. 

Katherine: we sat in the Clarence Hotel, drinking vodka
martinis, laughing at how well we knew each other
though in this life we had hardly met.

martes, diciembre 13, 2016

Alice Oswald / Búho















Anoche, en la articulación del alba
el ulular de un búho abrió la oscuridad

a kilómetros de distancia, a más de un mundo de esta habitación

y de inmediato, volví a estar en el bosque,
alerta, viendo ver a mis ojos,
oyendo oír a mi escucha

debajo de un gran árbol improvisado por el miedo

leña seca caída y una estrella luego
directa hasta Dios
fundaba y fijaba el bosque

y luego afuera, hasta que tocaba las luces del pueblo,
un búho en otra parte se hinchaba e interrogaba

dos veces, como si te inclinaras y encendieras
dos fósforos al viento.

 Alice Oswald (Reading, Inglaterra, 1966), Woods etc., Faber & Faber, UK,, 2005
Traducción de Jorge Fondebrider


OWL
Last night at the joint of dawn,/ an owl’s call opened the darkness// miles away, more than a world beyond this room// and immediately, I was in the woods again,/ poised, seeing my eyes seen/ hearing my listening heard// under a huge tree improvised by fear// dead brush falling then a star/ straight through to God/ founded and fixed the wood// then out, until it touched the town’s lights,/ an owl’s elsewhere swelled and questioned// twice, like you might lean and strike/ two matches in the wind. 

lunes, diciembre 12, 2016

Marina Serrano / Independencia motora y castración (26)















Este es el rey del Polo Norte, el que construye iglús.
Esta es una masa que penetra -con punta de lápiz- y desarma
y vuelve a unir.
Este es el rey del Polo que no puede con la piedra,
el agua y el agujero pequeño.
Este es el rey que no puede, la espada
que no sale del cinturón,
el ornamento, la falsa milicia,
el rey que se pregunta: cómo poseer
la raíz viviente.

------------------
26 Castración: del latín castratio, -ōnis,/

     La realidad de unos pies que caminan
     crea el cuchillo que cercena,
     la posibilidad,
     el miedo, el escroto vacío, la flaccidez.

/ 'acción y efecto de castrar'. Castrar del latín castrare. No es bien seguro que este concurrente del popular capar sea la voz hereditaria del castellano. Capar, de capón, del latín vulgar cappo, ōnis, la acción del golpe que se da en la cabeza con el nudillo del dedo mayor. Capon, golpe de dados.

Marina Serrano (Quequén, Argentina, 1973)

Psiquis anatómica. 
La doble organización del conocimiento
Ediciones en Danza,
Buenos Aires, 2016








Foto: Marina Serrano en FB

domingo, diciembre 11, 2016

César Vallejo / Alfonso: estás mirándome, lo veo

























Alfonso*: estás mirándome, lo veo,
desde el plano implacable donde moran
lineales los siempres, lineales los jamases.
(Esa noche, dormiste, entre tu sueño
y mi sueño, en la rue de Ribouté)
Palpablemente,
tu inolvidable cholo te oye andar
en París, te siente en el teléfono callar
y toca en el alambre a tu último acto
tomar peso, brindar
por la profundidad, por mí, por ti.

Yo todavía
compro "du vin, du lait, comptant les sous"
bajo mi abrigo, para que no me vea mi alma,
bajo mi abrigo aquel, querido Alfonso,
y bajo el rayo simple de la sien compuesta;
yo todavía sufro, y tú, ya no, jamás, hermano!
(Me han dicho que en tus siglos de dolor,
amado sér,
amado estar,
hacías ceros de madera. ¿Es cierto?)

En la "boîte de nuit", donde tocabas tangos,
tocando tu indignada criatura su corazón,
escoltado de ti mismo, llorando
por ti mismo y por tu enorme parecido con tu sombra,
monsieur Fourgat, el patrón, ha envejecido.
¿Decírselo? ¿Contárselo? No más,
Alfonso; eso, ya nó!

El hôtel des Écoles funciona siempre
y todavía compran mandarinas;
pero yo sufro, como te digo,
dulcemente, recordando
lo que hubimos sufrido ambos, a la muerte de ambos,
en la apertura de la doble tumba,
de esa otra tumba con tu sér,
y de ésta de caoba con tu estar,
sufro, bebiendo un vaso de ti, Silva,
un vaso para ponerse bien, como decíamos,
y después, ya veremos lo que pasa...

Es éste el otro brindis, entre tres,
taciturno, diverso
en vino, en mundo, en vidrio, al que brindábamos
más de una vez al cuerpo
y, menos de una vez, al pensamiento.
Hoy es más diferente todavía;
hoy sufro dulce, amargamente,
bebo tu sangre en cuanto a Cristo el duro,
como tu hueso en cuanto a Cristo el suave,
porque te quiero, dos a dos, Alfonso,
y casi lo podría decir, eternamente.

César Vallejo (Santiago de Chuco, Perú, 1892-París, 1938), "Poemas humanos", Obra poética completa, Francisco Moncloa Editores, Lima, 1968

* Se trata de Alfonso de Silva (El Callao, Perú, 1902-Lima, 1937), compositor y pianista. (Nota del Administrador)

Ilustración: César Vallejo por Pablo Picasso, 1938

sábado, diciembre 10, 2016

César Vallejo / El poeta a su amada




















Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernesanto más dulce que ese beso.

En esta noche clara que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;
se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.

Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;
ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.

César Vallejo (Santiago de Chuco, Perú, 1892-París, 1938), "Heraldos negros", 1918, Obra poética completa, Francisco Moncloa Editores, Lima, 1968
---
Ilustración: César Vallejo por Pablo Picasso. El 6 de junio de 1938, año de la muerte de Vallejo, Picasso hizo tres dibujos de la cara del poeta a pedido de Juan Larrea. Los hizo sobre stencil, técnica que hasta ese momento no había usado. Este dibujo se publicó por primera vez en el libro del propio Larrea, César Vallejo o Hispanoamérica en la cruz de su razón (Córdoba, Argentina, 1957).

viernes, diciembre 09, 2016

Enrique Solinas / En la zarza ardiente













Desde esta absoluta oscuridad
veo a mi padre despedirse
con esa dignidad propia
de quien conoció
el mundo y lo habitó.
Acompaño a mi padre
en el gesto de su despedida,
en esta vida de hospitales
donde todo pasado es presente
y el futuro
es nada más
que una conversación.
Atrás quedan
los días de la noche,
las palabras
que debían madurar
para ser ciertas;
queda en el camino
la expectativa
de lo que no sucedió,
la verdad de la belleza,
su cuerpo inaccesible.
Pero ahora es el silencio,
el silencio que grita
el silencio
en la voz del bosque.
Pero ahora es el deseo,
el deseo de que el tiempo
vuelva hacia atrás,
cuando el invierno todavía joven
encendía
su lámpara mágica
y alumbraba el camino
de nuestro alegre porvenir.

Enrique Solinas (Buenos Aires, 1969)


Barcas sobre la zarza ardiente,
Ediciones del Dock,
Buenos Aires, 2016








Foto: Enrique Solinas en FB

jueves, diciembre 08, 2016

F. S. Flint / Árboles












Olmos,
y la hoja que el niño que mora en mí aborrecía
mucho tiempo atrás,
áspera y rojiza.

 Chopos
 y sus hojas,
 tiernas y suaves al tacto,
 y un secreto en su olor
 que he olvidado.

 Robles
 y claros del bosque,
 corazón transido de asombro, de miedo:
 sus amargas bellotas.

 Sauces
 y el perfumado escarabajo
 que envolvimos con nuestros pañuelos;
 y las raíces de uno que
 se extendieron hasta meterse en el río:
 desnudez, agua y alegría.

 Espino
 blanco y oloroso cubierto de capullos,
 enmarcando los campos tranquilos,
 y meciendo flores y hierba,
 y el zumbido de las abejas.

 Oh, estas son las cosas que están conmigo ahora,
 en el pueblo;
 agradezco
 este minuto de mi madurez.

F. S. Flint (Londres, 1885-Berkshire, Inglaterra, 1960), Some Imagist Poets: An Anthology, Houghton Mifflin, Nueva York, 1915, archivo digital de la Universidad de Tulsa.
Versión de Jonio González



TREES

 Elm trees 
 and the leaf the boy in me hated 
 long ago -- 
 rough and sandy. 

 Poplars 
 and their leaves, 
 tender, smooth to the fingers, 
 and a secret in their smell 
 I have forgotten. 

 Oaks 
 and forest glades, 
 heart aching with wonder, fear: 
 their bitter mast. 

 Willows 
 and the scented beetle 
 we put in our handkerchiefs; 
 and the roots of one 
 that spread into a river: 
 nakedness, water and joy. 

 Hawthorn, 
 white and odorous with blossom, 
 framing the quiet fields, 
 and swaying flowers and grasses, 
 and the hum of bees. 

 Oh, these are the things that are with me now, 
 in the town; 
 and I am grateful 
 for this minute of my manhood.

miércoles, diciembre 07, 2016

Safo / Carman / Dentro, el fuego está encendido













Dentro el fuego está encendido;
madera de haya apilada en el hogar;
frías están las crujientes hojas del roble;
y los estanques mordidos por la helada.

Más suaves que la lluvia al atardecer
que trae a los campos bendición
y a los montes sombría quietud
son mis largos pensamientos sobre ti.

¿Cómo podrías mi amiga temerle a las estaciones?
Sólo perecen por el invierno
a quien el Amor, tierno y audaz,
jamás ha visitado.

Safo de Mitilene (Mitilene, Grecia, VII a. C–probablemente Léucade, Grecia, VI a. C.), Sappho, One Hundred Lyrics by Bliss Carman, L. C.  Page and Company, Boston 1904
Versión desde el inglés de Marina Kohon

Nota del Administrador: El libro de Carman consiste en reconstrucciones más o menos libres de los fragmentos de Safo.

Ilustración: Fresco de una pompeyana como Safo, anónimo, c.40, (detalle)

LXVII

Indoors the fire is kindled;
Beechwood is piled on the hearthstone;
Cold are the chattering oak-leaves;
And the ponds frost-bitten.

Softer than rainfall at twilight,
Bringing the fields benediction
And the hills quiet and greyness,
Are my long thoughts of thee.

How should thy friend fear the seasons?
They only perish of winter
Whom  Love, audacious and tender,
Never hath visited.

martes, diciembre 06, 2016

Jan Twardowski / Dos poemas










Para ver de repente

Pues tanto tiempo había que aprender lo razonable
responder a las preguntas lógicas
no hablar sin sentido ni decir tonterías
para ver muy de repente
que la esperanza puede estar al lado de la desesperación
la incredulidad al lado de la fe
la comba de saltar en el suelo cerca de la tumba
un personaje importante al lado del puerco
la verdad pidiendo silencio
el alumno debajo de las ruedas de una ambulancia
la oración al lado de una triste chuleta en el plato
y el grito de no te mueras no te vayas ya te mostraré el corazón
con el que huía, al lado del silencio.


Pido la fe

Llamo a la puerta
pido la fe
pero no una con el llanto sobre los hombros
una que cuente las estrellas y no pueda ver las gallinas
no una como la mariposa de un solo día
sino una que siempre sea fresca por infinita
una que siga como una oveja a su madre
no conciba sino entienda
escoja la más sencilla de las palabras
que no tenga para todo respuesta
y no caiga patas arriba
cuando a alguien lo parte un rayo.

Jan Twardowski (Varsovia, 1915-2006), Jan Twardowski: el poeta, su didáctica de género, Edetania Ediciones, Godella, Valencia, 2007
Tradución de Edyta Borek
Envío de Jonio González



lunes, diciembre 05, 2016

Mercedes Roffé / La prosperidad del alma




IX

la prosperidad del alma
acontece
como acontecen las torres

o esos buques cargados de olvido
que atraviesan
la ronca estepa de la noche

ahhh, la nieve
y las góndolas deslizándose
bajo antorchas de laurel y saúco
embalsamando el aire
(¿quién no habría de cantar?)

chisporroteo + estrellas +
tintinábulos

entretanto
como una cinta
de raso y plata
se devana
un nombre en el cielo

Mercedes Roffé (Buenos Aires, 1954), Carcaj: Vislumbres, Vaso Roto, Madrid, 2014

domingo, diciembre 04, 2016

Valeria Cervero / Podría ser la última tarde aquí


            

                                   A Tani, a Macky

Podría ser la última tarde aquí
o tal vez el tiempo se detenga sin pedir permiso.
El cielo es allá afuera, casi árido,
y esta casa se esfuerza en su tarea de abrigar,
de sostener lo suyo.
Las risas de los hijos quiebran
el volumen que permite entender las voces;
la mirada llega sola a cada personaje
y la historia es la misma y otra a la vez.
In the mood for love: insiste
la palabra a través de la muerte.
La música multiplica el instante
y casi invita a olvidar cada tono.
Pero el secreto es un hoyo
pequeño en un muro que brota.

Valeria Cervero (Buenos Aires, 1972)


Sin órbitas,
El Ojo del Mármol,
Buenos Aires, 2016









sábado, diciembre 03, 2016

Alberto Girri / De "Elegías italianas", 5

















Di lo que tuve

Di lo que tuve,
me despreocupé
del drama cotidiano
de la emoción,
un solitario
afanándose en la perspectiva
y sus bases matemáticas,
construcciones en la luz y sombra
y problemas de atmósfera
resueltos con grises,
el universo
entendido como cálculo
y crispación,
espacio
y aliento sin ternura,
una gélida masa
donde me entregaba
a los refinamientos del modelado,
a los monótonos pretextos
de escenas bíblicas
y homenajes a déspotas,
Resurrecciones,
y potentes caballos
fijos sobre Ponte Milvio,
y escudos
protegidos por la cruz,
amuletos del sueño
y de la revelación de Constantino.

Qué juicio
provocaré en lejanos sucesores
que distorsionan el desnudo
quiero ignorarlo,
nada conseguiría borrar
la sumisión de mis coetáneos,
el brindis
por Piero della Francesca,
monarca
en la ciencia de la pintura.

Alberto Girri (Buenos Aires, 1919-1991), "Elegías italianas" (1962), Obra poética I, Corregidor, Buenos Aires, 1977
---
Foto: Pájaro de Fuego n° 16, junio de 1979 Wikimedia Commons