miércoles, junio 29, 2016

Sandro Penna / Tres poemas














Yo en la rada...

Yo en la rada seguía a un chico encantado
solo de sí, entre escasas luces. Solo yo
mantenía al chico suspendido en el mundo.


Yo quisiera...

Yo quisiera vivir adormecido
en el suave rumor de la vida.


Feliz

Feliz del que es distinto
siendo distinto.
Pero pobre del que es distinto
siendo común.

Sandro Penna (Perugia, Italia, 1906-Roma, 1977), Una extraña alegría de vivir, traducción de Carlos Vitale, La garúa, Santa Coloma de Gramenet, Barcelona, 2004

Foto: s/d


IO NELLA RADA...

Io nella rada seguivo un fanciullo incantato
solo di sé, fra rare luci. Io solo
tenevo il fanciullo sospeso nel mondo.


IO VIVERE...

Io vivere vorrei addormentato
entro il dolce rumore della vita.  


FELICE...

Felice chi è diverso
essendo egli diverso.
Ma guai a chi è diverso
essendo egli comune.

Foto: RAI

martes, junio 28, 2016

William Blake / La esencia humana
















No existiría la Piedad
si no hiciéramos pobre a alguien;
y no haría falta la Misericordia
si todos fuesen tan dichosos como nosotros.

Y el miedo recíproco trae paz,
hasta que el amor egoísta se incrementa:
entonces la Crueldad arma su trampa
y esparce sus cebos con cautela.

Se instala con santos temores,
y riega con lágrimas la tierra;
entonces debajo de sus pies
echa raíces la Humildad.

Rápido extiende sobre su cabeza
sombras lúgubres de Misterio;
y la Oruga y la Mosca
se nutren de tal Misterio.

Luego crece el fruto del Engaño,
rubicundo y dulce al paladar;
y el Cuervo su nido instala
en el ramaje más tupido.

Los Dioses de la tierra y el mar
escrutaron la Naturaleza para hallar tal Árbol;
pero la búsqueda fue toda en vano:
crece uno en cada Cerebro Humano.

William Blake (Londres 1757-1827),  Canciones de Inocencia y de Experiencia, traducción de José Luis Caramés y Santiago González Corugedo, Cátedra, Madrid, 2009

Envío de Jonio González
Ilustración: William Blake, autorretrato (detalle)


THE HUMAN ABSTRACT

Pity would be no more
If we did not make somebody poor
And Mercy no more could be
If all were as happy as we.

And mutual fear brings Peace
Till the selfish loves increase
Then Cruelty knits a snare
And spreads his baits with care.

He sits down with holy fears,
And waters the ground with tears;
Then Humility takes its root
Underneath his foot.

Soon spreads the dismal shade
Of Mystery over his head,
And the caterpillar and fly
Feed on the Mystery.

And it bears the fruit of Deceit,
Ruddy and sweet to eat,
And the raven his nest has made
In its thickest shade.

The Gods of the earth and sea
Sought through nature to find this tree,
But their search was all in vain:
There grows one in the human Brain. 

lunes, junio 27, 2016

Ignacio Di Tullio / Dos poemas


















Como magma espeso

Como magma espeso de la garganta del Vesubio
viene subiendo desde el primer hombre
por las napas del tiempo
una lenta lava que disuelve escombros
derrite arterias
y sigue hasta alcanzar la superficie
donde agrieta las placas tectónicas
y la soledad de la llanura es testigo del seco crepitar.
Empuja hasta hinchar y fracturar el suelo
y el eco de un estallido llega a los caseríos.
Paisanos y lugareños se congregan alrededor del milagro:
un geiser de limo rojo busca altura
la tierra escupe su verdad.
Desde las profundidades de nuestra especie
viene subiendo como fuego líquido
el milenario estofado
de la famiglia.


El peluquero

Pienso en mi padre:
cuarenta años visitando la misma peluquería
retoma el callado ritual.
El hombre que golpea siempre en el mismo lugar
trabaja para tener las manos limpias.

las tijeras silencian muchedumbres
a cada susurro
dos filos parecidos a un riesgo cualquiera.
Y reflejada en el espejo
la inocencia de un hombre abatido
casi una resignación

Hace cuarenta años
padre y peluquero
escriben a dos manos
el poema de una reincidencia.

Cierra la puerta
a espaldas de una fatiga de tijeras
y del hombre
que barre los cabellos de los hombres.

Ignacio Di Tullio (Villa Adelina, Argentina, 1982)



Famiglia,
Ediciones del Dock,
Colección La Verdad se Mueve,
Buenos Aires, 2016







---
Foto: Ignacio Di Tullio en FB

domingo, junio 26, 2016

Salvatore Quasimodo / A un poeta enemigo











Sobre la arena de Gela color de la paja
me tendía de niño a la orilla del mar
antiguo de Grecia con muchos sueños en los puños
apretados y en el pecho. Allí Esquilo exiliado
midió versos y pasos desconsolados,
en aquel golfo árido el águila lo vio
y fue el último día. Hombre del Norte, que me quieres
mínimo o muerto para tu paz, espera:
la madre de mi padre tendrá cien años
en la nueva primavera. Espera: que yo mañana
no juegue con tu cráneo amarillo por las lluvias.

Salvatore Quasimodo (Módica, Italia, 1901-Amalfi, Italia, 1968), Il falso e vero verde, Mondadori, Milán, 1956
Versión de Carlos Vitale
Más en Via Sole

Nota del Administrador: Este poema estaba originariamente dedicado a Giuseppe Marotta, quien no puede ser otro que el narrador, guionista y crítico napolitano nacido en 1902 y muerto en 1963. La dedicatoria eliminada se superponía a la del título, de resultas de lo cual Marotta pasaba a ser el "poeta enemigo". No sabemos si por ese motivo la suprimió el autor. Marotta vivió en Milán, pero no era "hombre del norte" sino de Nápoles, adonde regresó para morir.


A UN POETA NEMICO

Su la sabbia di Gela colore della paglia
mi stendevo fanciullo in riva al mare
antico di Grecia con molti sogni nei pugni
stretti e nel petto. Là Eschilo esule
misurò versi e passi sconsolati,
in quel golfo arso l’aquila lo vide
e fu l’ultimo giorno. Uomo del Nord, che mi vuoi
minimo o morto per tua pace, spera:
la madre di mio padre avrà cent’anni
a nueva primavera. Spera: che io domani
non giochi col tuo cranio giallo per le piogge.
---
Foto: Mondadori

sábado, junio 25, 2016

Diego Colomba / En el ojo de quien mira














Ahora que la luz pulsa los vibrantes colores solares de
la quinta

que les sale un sarpullido dorado a los tallos de las
trepadoras

que vuelan basuritas y pájaros en la penumbra verdosa
del naranjo

yo aboceto, sin buscarlo, el minuto de un brillo que
empieza a corromperse.

Y no hay distingos lumínicos para mi propia urticaria,
mis picaduras, mis quemaduras del sol en la piel

ni para mis moretones, mis costras que supuran, ni para
la tripa del ombligo mal cortado que dejo al descubierto.

La verdad de mi versión no se resiente, fresca y natural
como la digo, en un mundo

de impresiones donde nada parece sustraerse a la
fuerza de un destino.

Diego Colomba (San Nicolás, Argentina, 1972), El largo aliento, Alción Editora, Córdoba, Argentina, 2016

Foto: Diego Colomba en FB

viernes, junio 24, 2016

Aldo Oliva / Utopía














Vamos, arráncate ese rencor
que hace existir el trémulo eco
de tu voz; déjalo florecer
en las foliaciones de otra
furia: esa posible ondulación
donde module la incidencia
que emerge de la ávida dulzura
que estremece la esencialidad
de tus manos: ésa, la insumisa,
virtual y real, que armó tu cuerpo
e imaginó tu espíritu.
              Desde el balcón
aspiro la sombra, casi sagrada,
de otra sombra: algo que fue; pero que,
semental, en una incontinencia
de altura que, a veces, suponemos alma,
transfiguró la tiniebla en una
tenuidad donde poder,
era trama sutil que, locamente,
arrastramos a las configuraciones
del endulcamiento incierto del futuro.

Aldo Oliva (Rosario, Argentina, 1927-2000), "Poemas 1998-2000", Poesía completa, Editorial Municipal de Rosario, 2003

Foto: Oliva, 1993, por Claudia del Río, en la tapa de la obra citada

jueves, junio 23, 2016

Francis Ponge / Las moras

















En los matorrales tipográficos constituidos por el poema sobre una ruta que no lleva fuera de las cosas ni al espíritu, algunos frutos están formados de una aglomeración de esferas llenas de una gota de tinta.

*

Negros, rosados y caquis juntos en el racimo, ofrecen más bien el espectáculo de una familia arrogante en sus diversas edades que el de una tentación muy viva en la cosecha.

Vista la desproporción de las pepitas y la pulpa, los pájaros los aprecian poco, tan poca cosa en el fondo les queda cuando del pico al ano han hecho su travesía.

*

Pero el poeta en el curso de su caminata profesional, va al grano a saciedad: [4] “Así, pues, se dice, dan resultado en gran medida los esfuerzos pacientes de una flor frágil aunque defendida por una maraña ingrata de zarzas. Sin muchas otras cualidades —moras, están perfectamente maduras [5] —como también este poema está hecho.”

Francis Ponge (Montepellier, 1899-Le Bar-sour-Loup, Francia, 1988), de la antología crítica que publicará Gog y Magog en Buenos Aires, con traducción, selección y notas de Waldo Rojas
Más poemas en Op. Cit.

Foto: André Bonin/Gallimard/En attendant Nadeau 

De las Notas del traductor

 [4]. “…en prend de la graine à raison”: este enunciado reúne, y, en el contexto, actualiza simultáneamente, ambos sentidos figurado y recto de dos locuciones habituales; la primera, “en prendre de la graine”, literalmente ‘coger semillas (de un vegetal)’, sentido que desaparece en la aplicación corriente de su significado estereotípico: ‘obtener una enseñanza, un ejemplo que seguir’. La segunda, “à raison”, significa ‘en cantidad’, ‘a saciedad’, al mismo tiempo que ‘con razón’.
Este juego de palabras que religa dos niveles de realidad, sostiene, como se advertirá, el postulado retórico de la analogía entre las moras y el poema, al servicio del principio imaginario según el cual el poema, todo poema, es semejante a un matorral de moras, postulado del cual este texto es la “teoría” y su ilustración.

[5]. “…mûres, parfaitement elles sont mûres”: este enunciado está construido sobre una ambigüedad semejante a la del juego de palabras anotado anteriormente, pues “mûre” es al mismo tiempo el fruto de la zarzamora, y, sin relación etimológica con ese nombre común, el adjetivo femenino plural ‘maduras’; puesto en relación con el comienzo del poema, la ‘mora/madura’ es el equivalente metapoético del poema mismo llevado a su término.

miércoles, junio 22, 2016

Osvaldo Aguirre / Las conversaciones nocturnas














Era para sacar una foto,
pero nadie se tomó
la molestia, parecía que nunca
haría falta y quién sabe
si había una cámara.
Ahora no quedan recuerdos
salvo de un casamiento
que hubiera sido mejor perderlo
y de parientes lejanos,
ilustres desconocidos
que echarán de menos
lo que nosotros
tenemos de sobra.
Pero si cierro los ojos
puedo ver las luces
del pueblo y los silos
de la federación agraria
en el horizonte,
tal como se apreciaban
desde el corredor de baldosas
rojas al que nos empujaba,
todavía bien entrada la noche,
el calor. Cierro los ojos
y el borde desparejo del piso
me raspa la espalda,
como si estuviera tirado,
con las manos cruzadas
detrás de la cabeza,
ante el espectáculo del cielo.
Igual al que sigue
por primera vez un camino
íbamos a tientas con nombres,
datos y fechas aprendidas
en Explorando los planetas,
un regalo de nochebuena,
y lo que nos contaban
sobre gente que se suicidaba
por el cometa Halley,
que en poco tiempo volvería
a acercarse a la Tierra,
las misiones Apolo, la forma
en que la NASA
preparaba a un astronauta
y la cuenta regresiva
hasta iniciar el despegue
en Cabo Cañaveral. ¿Por qué
algunas estrellas tenían
una luz tan blanca?
¿Cómo se las ingeniaría
alguien que quisiera
alcanzar la que estuviera
a infinita, infinita,
pero infinita distancia?
¿Qué hubo antes del principio
y que habría después
del final? Compromisos,
funerales, graves ofensas,
nacimientos, viajes
y por si fuera poco
un premio de lotería
rompieron el círculo
en poco tiempo,
la casa quedó vacía
y a oscuras,
pero las preguntas
se reavivan al soplo
de la memoria y sus lagunas,
y las antiguas conversaciones
nocturnas en el corredor
continúan y se expanden,
como el propio universo,
cuando cierro los ojos.

Osvaldo Aguirre (Colón, Buenos Aires, Argentina, 1964), La prueba de la pérdida, inédito
---
Foto: Osvaldo Aguirre en FB

martes, junio 21, 2016

Angel Faretta / Saturno en Puerta de Hierro










No dejaré que me castren,
lo haré yo antes,
ni que lleguen a mi Olimpo
custodiado por caniches.
Lo haré con la hoz sin el martillo,
con el cuchillo sin el gaucho
y el filo de mi voz repetida
una y mil veces y que dice
dos cosas al mismo tiempo.
Tengo que vivir todavía,
para ello me multiplicaré en copias,
consignas y videos -que es “yo veo”
en los Vedas. Serán todos parias
de mis órdenes duales.
En mi jardín de Epicuro complutense
sobreviviré a todo, a todo,
aún a mi propia leyenda.
La sangre joven, la carne fresca
es el mejor alimento para este dios ocioso
que tiene los dientes de un león herbívoro;
pero si no se come es excitante
verlo hacer a los demás.
La sangre derramada, la carne,
que desgarran jóvenes colmillos
nunca ahítos y que deben pedir más
y más carne en la parrilla sacrificial.
Soy el dios ocioso en puerta de hierro
cerrado a cal y canto al afuera,
sea historia, influencia, noticia.
No sé si volveré,
menos si seré millones,
Sí que dejaré una mancha imborrable
En el alma de todos mis hijos.

Estéril como soy,
tendré una larga descendencia
que guiaré, como el ogro del cuento,
hasta los desolladeros; llevados
por mi voz ronca de tanto grito póstumo.
En los extramuros,
en el limes de la civis
se levantan los desolladeros.
Una cruenta fiesta se prepara,
seré su severo arcángel exterminador.
¡Ay, ya no de los vencidos
sino de los convencidos!
Los he criado como sacrificadores
y serán los sacrificados en el altar.
No sacerdotes sino primicias,
las pingües carnes homéricas
vueltas casi núbiles presas
alimentadas con la avena
del progreso y el afrecho
de las vanguardias.

(inédito)


Ángel Faretta (Buenos Aires, 1953)
Foto: Ángel Faretta en FB

lunes, junio 20, 2016

Jaime Gil de Biedma / Trompe l'oeil










Indiscutiblemente, no es un mundo
para vivir en él.
Esas antenas,
cuyas complicaciones, sobre el papel, adquieren
una excesiva deliberación,
y lo mismo esos barcos como cisternas madres
amamantando a los remolcadores,
son la flora y la fauna de un reino manual,
de una experiencia literal
mejor organizada que la nuestra.

Aunque la vaguedad quede en el fondo
- la dulce vaguedad del sentimiento,
que decía Espronceda -, suavizando
nuestra visión del tándem y la azada,
de todos cuantos útiles importa conocer.
(Como aquellos paisajes, en la Geografía
Elemental de Efetedé,
con ríos y montañas abriéndose hacia el mar,
mientras el tren, en primer término,
enfila el viaducto junto a la carretera,
por donde rueda solitariamente
un automóvil Ford, Modelo T.)

Que la satisfacción de la nostalgia
por el reino ordenado, grande y misterioso
de la tercera realidad
no sólo está en el vino y en las categorías:
también hacen soñar estas imágenes
con un mundo mejor.

Las lecciones de cosas siempre han sido románticas
- posiblemente porque interpretamos
los detalles al pie de la letra
y el conjunto en sentido figurado.

Jaime Gil de Biedma (Barcelona, España, 1929-1990), Las personas del verbo, Barral Editores, Barcelona, 1975
Envío de Jonio González

domingo, junio 19, 2016

Giuseppe Ungaretti / La piedad
















1

Soy un hombre herido.

Y me quisiera ir
Y finalmente llegar,
Piedad, donde se escucha
Al hombre que está solo consigo.

No tengo más que soberbia y bondad.

Y me siento exiliado entre los hombres.

Pero por ellos sufro.

¿Acaso no soy digno de volver en mí?

He poblado de nombres el silencio.

¿He hecho pedazos corazón y mente
Para caer en servidumbre de palabras?

Reino sobre fantasmas.

Oh, hojas secas,
Alma llevada aquí y allá...

No, odio al viento y su voz
De bestia inmemorial.

Dios, los que te imploran
¿No te conocen ya más que de nombre?

Me has expulsado de la vida.

¿Me expulsarás de la muerte?

Quizá el hombre sea también indigno de esperar.

¿Hasta la fuente del remordimiento está seca?

Qué importa el pecado,
Si ya no conduce a la pureza.

La carne recuerda apenas
Que ha sido fuerte alguna vez.

Está loca y gastada, el alma.

Dios, mira nuestra debilidad.

Quisiéramos una certeza.

¿Ya ni siquiera te ríes de nosotros?

Y compadécenos, entonces, crueldad.

Ya no puedo más de estar amurallado
En el deseo sin amor.

Muéstranos un indicio de justicia.

¿Cuál es tu ley?

Fulmina mis pobres emociones,
Libérame de la inquietud.

Estoy cansado de clamar sin voz.


2

Melancólica carne
Donde una vez brotó la alegría,
Ojos entreabiertos del despertar cansado,
¿Tú ves, alma demasiado madura,
Al que seré, caído en la tierra?

Está en los vivos el camino de los muertos,

Nosotros somos el aluvión de sombras,

Ellas son el trigo que nos estalla en sueños,

Suya es la lejanía que nos queda,

Y suya es la sombra que da peso a los nombres.

¿La esperanza de un cúmulo de sombra
Y sólo eso es nuestra suerte?

¿Y tú no serías más que un sueño, Dios?

Al menos queremos, temerarios,
Que un sueño se te parezca.

Es fruto de la demencia más clara.

No tiembla entre nubes de ramas
Como gorriones en la mañana
Al filo de los párpados.

En nosotros está y languidece, llaga misteriosa.


3

La luz que nos hiere
Es un hilo cada vez más sutil.

¿Ya no deslumbras tú, si no matas?

Dame esta alegría suprema.


4

El hombre, monótono universo,
Cree aumentar los bienes
Y de sus manos febriles
No salen sin fin más que límites.

Aferrado sobre el vacío
A su hilo de araña,
No teme ni seduce
sino a su propio grito.

Remedia el desgaste levantando tumbas,
Y para pensarte, Eterno,
No tiene más que blasfemias.

Giuseppe Ungaretti (Alejandría, Egipto, 1888 - Roma, 1970), Vida de un hombre (Poesía completa), traducción de Carlos Vitale, Ediciones Igitur, Tarragona, 2015

Foto: Libriantichionline


La pietà

1

Sono un uomo ferito.

E me ne vorrei andare
E finalmente giungere,
Pietà, dove si ascolta
L’uomo che è solo con sé.

Non ho che superbia e bontà.

E mi sento esiliato in mezzo agli uomini.

Ma per essi sto in pena.
Non sarei degno di tornare in me?

Ho popolato di nomi il silenzio.

Ho fatto a pezzi cuore e mente
Per cadere in servitù di parole?

Regno sopra fantasmi.

O foglie secche,
Anima portata qua e là...

No, odio il vento e la sua voce
Di bestia immemorabile.

Dio, coloro che t’implorano
Non ti conoscono più che di nome?

M’hai discacciato dalla vita.

Mi discaccerai dalla morte?

Forse l’uomo è anche indegno di sperare.

Anche la fonte del rimorso è secca?

Il peccato che importa,
Se alla purezza non conduce più.

La carne si ricorda appena
Che una volta fu forte.

È folle e usata, l’anima.

Dio, guarda la nostra debolezza.

Vorremmo una certezza.

Di noi nemmeno più ridi?

E compiangici dunque, crudeltà.

Non ne posso più di stare murato
Nel desiderio senza amore.

Una traccia mostraci di giustizia.

La tua legge qual è?

Fulmina le mie povere emozioni,
Liberami dall’inquietudine.

Sono stanco di urlare senza voce.


2

Malinconiosa carne
Dove una volta pullulò la gioia,
Occhi socchiusi del risveglio stanco,
Tu vedi, anima troppo matura,
Quel che sarò, caduto nella terra?

È nei vivi la strada dei defunti,

Siamo noi la fiumana d’ombre,

Sono esse il grano che ci scoppia in sogno,

Loro è la lontananza che ci resta,

E loro è l’ombra che dà peso ai nomi.

La speranza d’un mucchio d’ombra
E null’altro è la nostra sorte?

E tu non saresti che un sogno, Dio?

Almeno un sogno, temerari,
Vogliamo ti somigli.

È parto della demenza più chiara.

Non trema in nuvole di rami
Come passeri di mattina
Al filo delle palpebre.

In noi sta e langue, piaga misteriosa.


3

La luce che ci punge
È un filo sempre più sottile.

Più non abbagli tu, se non uccidi?

Dammi questa gioia suprema.


4

L’uomo, monotono universo,
Crede allargarsi i beni
E dalle sue mani febbrili
Non escono senza fine che limiti.

Attaccato sul vuoto
Al suo filo di ragno,
Non teme e non seduce
Se non il proprio grido.

Ripara il logorio alzando tombe,
E per pensarti, Eterno,
Non ha che le bestemmie.

sábado, junio 18, 2016

Juan Desiderio / Honores al que va, luto al que se queda















Honores al que va, luto al que se queda
Late desde el centro, todo lo que es
Arde la carroña, bocado predilecto
Para fantasmas con buitres en los hombros.

Frutas doradas en arbustos peligrosos
Especias del mas allá, alguna trampa
Entonces la boca se excita, y el paladar
Es un cielo con suspiros y campanas.

Y que va, si para siempre es lo que se dice
La nave sigue recopilando nuestra historia
Piloteada por un amnésico que sonríe
Hasta esfumarse, en la mañana.

Juan Desiderio (Buenos Aires, 1962), Obra poética (1990/2014), Hesíodo, Buenos Aires, 2015
---
Foto: Juan Desiderio en FB

viernes, junio 17, 2016

Andreu Vidal / Dos poemas















No hurgues mucho en el resplandor del instante
en este sonido
                    magnífico de pulmones
ingrávidos respirando
en oscuridad afable,
bien podrías, entonces,
                                 cuando después de los fuegos
la noche recobra su negrura,
encontrarte entre las uñas un extraño
residuo luminoso:
                         la delgada capa de oro
que cubre el plomo negro de las horas.


***

Sabrás por mí
el nombre de todos los vientos,
los de la tierra
y los del mar. Del tuyo
jamás diré palabra.

Andreu Vidal (Palma de Mallorca, España, 1959-1998), Obra  poètica i altres escrits, Edicions del Salobre, Mallorca, 2008
Versiones de Jonio González


No furguis gaire en la lluor de l’instant,
dins aquest so
                    magnífic de pulmons
ingràvids respirant
dins fosca afable,
ben bé podries, llavors,
                                 quan després dels focs
la nit recobra sa negror,
trobar-te entre les ungles un estrany
residu lluminós:
                      la fina capa d’or
que cobreix el plom negre de les hores.


***

Sabràs per mí
el nom de tots els vents,
els de la terra
i els de la mar. Del teu
mai no diré paraula

jueves, junio 16, 2016

Carlos López Degregori / Bala










Tengo esta bala de helada plata para ti.
Anoche la preparé con sucia, infalible, dulce sangre. Recé horas con ella. La acompañé con velas y las más secretas jaculatorias.
Primero la cegué porque una bala nunca debe ver el aire ominoso ni el cuerpo que encontrará. Después la ensordecí para que no escuche los gritos ni las amenazas ni la música de la carne y los huesos partiéndose.
Sólo le dejé los labios para que pudiera silbar.
Entiéndeme:
Los silbidos son las palabras de las balas: son sus besos últimos y desaforados adentrándose en la lisura de la noche: su extrañeza, su ruego, su respiración.

Carlos López Degregori (Lima, 1952), Flama y respiración, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2005
Vía Claudio Archubi

miércoles, junio 15, 2016

Osvaldo Ballina / El peregrinaje















superas la comprensión cuando hablas y no por oficio
comenzamos una peregrinación de almas
¿la ciudad realmente existe
o es un engaño de la niebla invernal?
nuestras almas se bifurcan
en cientos de brazos líquidos a un bautismo
no requerido
una voluntad no ligada al dolor
nos hace mirar dentro de cada uno
lo que somos
no tardamos en discernir la recompensa
intrusos en un mundo
inmóvil y silencioso
más cercano a lo real que conocimos

Osvaldo Ballina (La Plata, Argentina, 1942)


La mirada / Identidades,
Ediciones al Margen,
La Plata, 2016








lunes, junio 13, 2016

Paula Meehan / Mi padre vislumbrado como una visión de San Francisco




 
         







                        

                                a Brendan Kennelly

Fue el caballo overo en el jardín vecino
el que me despertó asustada
con su relincho madrugador. Estaba de nuevo
en el trastero de la casa,
que ahora es la habitación de mi hermano,
lleno de vigas, suéters y secretos.
Las botellas tintinearon en el peldaño de la puerta,
el primer autobús se detuvo en la parada.
El resto de la casa dormía

a excepción de mi padre. Lo oí
rastrillar la ceniza del hogar,
enchufar la tetera, tararear un fragmento de canción.
Después abrió la puerta trasera
y salió al jardín.

El otoño casi había concluido, la primera escarcha
blanqueaba las tejas de la finca.
Él era mayor de lo que yo había supuesto,
tenía el cabello completamente plateado,
y por primera vez vi que encorvaba
los hombros, vi que tenía
las piernas rígidas. ¿Qué hace ahí,
tan temprano que hacia el oeste aún hay estrellas?

Entonces llegaron ellos: pájaros
de todos los tamaños, formas, colores; llegaron de
los setos y los arbustos,
de los aleros y los cobertizos de los jardines,
de los polígonos industriales, los campos lejanos,
llegaron de Dubber Cross
y de las cunetas de North Road.

El jardín se convirtió en un pandemonio
cuando mi padre levantó rápidamente las manos
y arrojó las migajas al aire. El sol

iluminó la chimenea de O’Reilly
y él resplandeció de pronto,
una perfecta visión de san Francisco,
sano, joven de nuevo,
en un jardín de Finglas.

Paula Meehan (Dublín, 1955), Mysteries of the Home, Bloodaxe Books, Newcastle, 1997
Versión de Jonio González
via Ogham

Foto: Caroline Quinn/The Independent




My Father Perceived as a Vision of St Francis 

                              for Brendan Kennelly

It was the piebald horse in next door’s garden
frightened me out of a dream
with her dawn whinny. I was back
in the boxroom of the house,
my brother’s room now,
full of ties and sweaters and secrets.
Bottles chinked on the doorstep,
the first bus pulled up to the stop.
The rest of the house slept

except for my father. I heard
him rake the ash from the grate,
plug in the kettle, hum a snatch of a tune.
Then he unlocked the back door
and stepped out into the garden.

Autumn was nearly done, the first frost
whitened the slates of the estate.
He was older than I had reckoned,
his hair completely silver,
and for the first time I saw the stoop
of his shoulder, saw that
his leg was stiff. What’s he at?
So early and still stars in the west?

They came then: birds
of every size, shape, colour; they came
from the hedges and shrubs,
from eaves and garden sheds,
from the industrial estate, outlying fields,
from Dubber Cross they came
and the ditches of the North Road.

The garden was a pandemonium
when my father threw up his hands
and tossed the crumbs to the air. The sun

cleared O’Reilly’s chimney
and he was suddenly radiant,
a perfect vision of St Francis,
made whole, made young again,
in a Finglas garden.

domingo, junio 12, 2016

Sasja Janssen / Cuando el perro del vecino...














Cuando el perro del vecino enferma y quiere morir
en un país donde sus ladridos parecen meridionales
parto hacia comarcas de canícula permanente
y llevo conmigo un pastillero de plata
con la dosis de la muerte.
¿Están bien ligeros mis pies, mis mejillas sueltas?
Il faut cultiver dice el perro.

Porto mi ilimitación como arma
mi sangre contra fiebres y fobia al dengue
incontables mapas para saber adonde no adentrarme
mi niño jesús en la cruz para poder enseñar
cómo pende en el país donde los ladridos no mueren
hasta la madrugada. Portamos el mismo nombre, adoramos
la misma tierra, el perro y yo.

Sasja Janssen (Venlo, Países Bajos, 1968) Ik trek mijn species aan [Me pongo mi especie], editorial Querido, Ámsterdam, 2014
© traducción: Diego J. Puls, 2014
XI Fesival Internacional de Poesía de Buenos Aires

sábado, junio 11, 2016

Mireia Calafell / Ballenas francas













Qué delicia el juego de las ballenas
cuando no había especies ni hemisferios.
Cuánta complicidad bajo el mar
antes del estallido, de la estampida,
de aquel huir sin saber por qué
hacia otros océanos y separarse,
de aquel partirse el hielo inexplicable.
Y ya nunca más los días sin tiempo
donde lo único necesario era saltar,
y ya nunca más fueron regalos las olas
sino un recordatorio de distancias,
el dolor constante de quien ha perdido al otro.

Se querían, yo sé que se querían.
Es fácil reconocer en tus ojos
el movimiento tectónico del adiós,
la angustia en la mirada de las bestias,
qué altos eran los saltos que tú y yo dábamos.

Mireia Calafell (Barcelona, España, 1980), Tantes mudes (2014), XI Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires
Traducción: Flavia Company
Foto: Mireia Calafell | © Laia Serch VilaWeb


BALENES FRANQUES

Quina delícia el joc de les balenes
quan no hi havia espècies ni hemisferis.
Quanta complicitat sota la mar
abans de l’espetec, de l’estampida,
d’aquell fugir sense saber per què
cap a altres oceans i separar-se,
d’aquell partir-se el gel inexplicable. 
I ja mai més els dies sense temps
on tot el que calia era saltar, 
i ja mai més foren regals les ones 
sinó un recordatori de distàncies,
el dolor constant de qui ha perdut l’altre.  

S’estimaven, jo sé que s’estimaven. 
És fàcil reconèixer en els teus ulls
el moviment tectònic de l’adéu,
l’angoixa a la mirada de les bèsties,
com d’alts eren els salts que tu i jo fèiem.

viernes, junio 10, 2016

Benjamín Chávez / La débil música de las suaves cosas













En la alta noche
la débil música de las suaves cosas.
Mientras el sueño consuma la quietud
las torres callan
los motivos de su altura.
Cada instante se estremece
y lo quedo nos habla con una voz más íntima.
No son las cosas que no tendremos nunca
son las que están
las que estuvieron siempre
y hoy
-complicidad contenida-
nos susurran
una familiaridad irresuelta.

Benjamín Chávez (Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 1971), "Pequeña librería de viejo", 2007, Arte menor. Antología poética, Ediciones Caletita, Monterrey, México, 2014

Foto: © Timo Berger

jueves, junio 09, 2016

Andreu Vidal / Diálogo de los muertos










Ahora que duerme
el sol en el océano, mira las flores
cubiertas de rocío; son

de un negro vivo, brillante, fértil,
como si la noche
tuviese en ambos extremos un mismo rostro.

Dentro de cada gota de agua
hay una luna pequeña. ¿Ves?
Son como ojos

que tiemblan. Todas las cosas
del mundo tiemblan, algunas
de tanto estremecerse apenas existen.

Andreu Vidal (Palma de Mallorca, España, 1959-1998), Obra  poètica i altres escrits, Edicions del Salobre, Mallorca, 2008
Versión de Jonio González


DIALEG DELS MORTS

Ara que dorm
el sol dins l'oceà, mira les flors
cobertes de rosada; són

d'un negre viu, brillant, fèrtil,
com si la nit
tingues a ambdós extrems un mateix rostre.

Dins cada gota d'aigua
hi ha una lluna petita. Veus?
Són com ulls

que tremolen. Totes les coses
del món tremolen, algunes
de tant fremir a penes existeixen...

miércoles, junio 08, 2016

Giorgio Luzzi / Nubes de luto en via Emilia











Cuando entre bostezos los falsamente antiguos
castilluelos emilianos irrumpieron en la marcha del tren,
a lo lejos, mucho más al norte, en un cuarto y una estufa
de ladrillos mi padre se estaba desmoronando.
Un feroz burgués hojeaba un periódico en el tren.
Volando hacia el mar adivinaba mi orfandad
puse sobre el asiento el tesoro ya corrupto,
el luto artificial, una ruina impronunciada
dentro de mi persuasión sin fundamentos.
Abrí con insolencia un simulacro de comida
me quitaba las migajas de los dedos. Y la canción
"Sálvate fugitivo, sálvate si estás vivo;
te espera ahora lo peor: la madurez".

Giorgio Luzzi (Rogolo, Italia, 1940) XI Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, 2016
Traducción de Pablo Lombó Mulliert



Nubi di lutto in via Emilia

Quando tra gli sbadigli i fintamente antichi
castellucci emiliani irruppero nel treno in corsa,
lassù, tanto più a nord, in una stanza a stufa
di mattone mio padre si stava sgretolando.
Sul treno un borghese feroce sfogliava un giornalaccio.
Volando incontro al mare anticipavo la mia orfanità
posavo sul sedile il tesoro ormai corrotto,
il lutto artificiale, un rudere inespresso
dentro la mia inedificabile persuasione.
Sfrontato scartocciavo un simulacro di cibo.
Me ne scrollavo i resti dalle dita. E la canzone:
"Salvati fuggitivo, salvati se sei vivo:
ciò che ti attende è il peggio, è la maturità".




martes, junio 07, 2016

Giovanni Giudici / De "Il ristorante dei morti", 5













El orden

XVII Casa de Spinoza en Rijnsburg

No soy el turista que viene a profanarte
Oh Gran Óptico
Por la mínima sospecha que de eso tenga tu Espíritu
Te imploro perdón

Si más de lo correcto mi mirada se demoró
Sobre el peltre del tintero
O sobre las cucharas colgadas como armas en la pared
Después de tanto revolver invernales sopas

Si he descifrado los lomos de tus libros
Pasión combinada con ciencia
Enganchando algún título a la memoria - tentando
Al espectro delicado que convoca

Y si he curioseado la máquina de cristales
Apagado juguete
A la izquierda del banco de trabajo
Frente a la ventana de tu paciencia

En esta casucha de cirujano que no se diría pero está
Más bien próxima al mar
Y durante tres años albergó confiada
Del verdadero adviento la majestad de tu alma

Giovanni Giudici (Le Grazie, Italia, 1924-La Spezia, Italia, 2011), "L'ordine", Il ristorante dei morti, Mondadori, Milán, 1981
Versión de Jorge Aulicino

Foto: Centro Cultural Tina Modotti


L'ordine

XVII Casa di Spinoza a Rijnsburg

Non sono il turista che venga a profanarti
O Grande Occhialaio
Del minimo sospetto che di ciò abbia il tuo Spirito
Ti chedo perdono

Se più del lecito il mio sguardo indugiava
Sui peltri del calamaio
O dei cucchiai appesi adesso como un'arme alla parete
Dopo tanto rimescolare invernali zuppe

Se ho decrittato il dorsi dei tuoi libri
Passione combinate con scienza
Agganciando alla memoria qualche titolo - tentando
Lo spettro delicato che li compulsa

E se ho curiosato la macchina dei cristalli
Spento giocattolo
Sulla sinistra del deschetto davanti
Alla finestra della tua pazienza

In questa casipola di chirurgo che non si direbbe ma è
Alquanto prossima al mare
Dove tre anni albergava fiduciosa
Del vero avvento la maestà del tuo cuore

lunes, junio 06, 2016

Robinson Jeffers / La belleza de las cosas















Sentir y hablar de la asombrosa belleza de las cosas - tierra, piedra y agua,
bestia, hombre y mujer, sol, luna y estrellas -
la belleza inyectada en sangre de la naturaleza humana, sus pensamientos, su
   frenesí y sus pasiones
siendo la naturaleza humana su realidad preminente
-por el sueño incompleto del hombre; el hombre, puedes decir, es naturaleza soñando,
   pero la roca,
el agua y el cielo son constantes - sentir
con grandeza, y entender con grandeza y expresar con grandeza la belleza natural
es el único asunto de la poesía.
El resto es distracción: esos sentimientos sagrados o nobles, las intrincadas ideas.
el amor, la lascivia, el anhelo: razones, pero no la razón.

Hungerfield (1948-1953)

Robinson Jeffers (Pittsburgh, Estados Unidos, 1887- Carmel, Estados Unidos, 1962), Antología, versiones de Alberto López Fernández y Pablo Soler Frost, Libros del Umbral, Tlalpan, Ciudad de México, 1999


The Beauty of Things

To feel and speak the astonishing beauty of things—earth, stone and water,
Beast, man and woman, sun, moon and stars—
The blood-shot beauty of human nature, its thoughts, frenzies and passions,
And unhuman nature its towering reality—
For man’s half dream; man, you might say, is nature dreaming, but rock
And water and sky are constant—to feel
Greatly, and understand greatly, and express greatly, the natural
Beauty, is the sole business of poetry.
The rest’s diversion: those holy or noble sentiments, the intricate ideas,
The love, lust, longing: reasons, but not the reason.
---

domingo, junio 05, 2016

Marianne Moore / Los monos



















guiñaban demasiado los ojos y temían las serpientes. Las cebras, destacadas
en su anormalidad; los elefantes con su piel neblinosa
y sus apéndices rigurosamente prácticos
estaban allí, los pequeños gatos; y el periquito –
trivial y monótono al ser examinado, destruyendo
cortezas y porciones de la comida que no podía comer.

Recuerdo su magnificencia, ya no más magnífica
sino difusa. Es difícil recordar el ornamento,
el discurso, el modo preciso de eso que uno puede
llamar las relaciones menores de
hace veinte años; pero no lo olvidaré
— aquel Gilgamesh entre
los peludos carnívoros — aquel gato con manchas
en sus patas con forma de cuña, de color pizarra y su cola concluyente,
comentando cáustico, “Ellos abusaron de nosotros con sus débiles
declaraciones encubiertas, temblando
en desarticulado frenesí, diciendo
que comprender el arte no es para nosotros; hallando
todo tan difícil, examinando la cosa

como si fuera incomprensiblemente arcana, —simétricamente frígida como si hubiera
sido esculpida en calcedonia
o mármol — rígida en su tensión, maligna
en su poder sobre nosotros y más profunda
que el mar cuando adula a cambio de cannabis,
centeno, lino, caballos, platino, madera y pieles”.

Marianne Moore (Kirkwood, Estados Unidos, 1887-Nueva York, Estados Unidos, 1972), Moore. Antología histórica de poemas de Marianne Moore traducidos en la Argentina, selección de Jorge Aulicino, ediciones electrónicas de Op. Cit., Buenos Aires
Versión inédita de Silvia Camerotto

Foto: Marianne Moore, Nueva York, 1969 Steve Schapiro/Corbis/Getty Images


THE MONKEYS 

winked too  much  and  were  afraid  of  snakes.  The zebras, supreme in 
their abnormality; the  elephants  with  their  fog-colored  skin 
    and strictly practical  appendages 
     were  there,  the  small  cats;  and  the  parakeet—
      trivial and  humdrum  on  examination,  destroying 
bark and  portions  of  the  food  it could  not  eat.

I recall their magnificence, now not more magnificent 
than it is  dim.  It is difficult to recall the ornament, 
    speech,  and  precise  manner  of  what  one  might 
     call the minor acquaintances twenty 
      years  back;  but  I  shall  not  forget  him
—that Gilgamesh among 
the hairy carnivora— that  cat  with  the 

wedge-shaped, slate-grey  marks  on  its  forelegs  and  the  resolute  tail,
astringently  remarking,  "They  have  imposed  on  us  with  their  pale 
      half-fledged protestations, trembling about 
        in inarticulate frenzy, saying 
           it is  not  for  us  to  understand  art;  finding  it 
     all so  difficult,  examining  the  thing 

as  if  it were  inconceivably arcanic,  —as  symmetrically  
frigid  as  if  it had  been  carved  out  of  chrysoprase 
   or marble— strict with  tension,  malignant 
    in  its  power  over  us  and  deeper 
     than  the  sea  when  it proffers  flattery  in  exchange  for  hemp,
rye, flax, horses, platinum, timber, and fur”.

 -- "Selected Poems (1935)" - Complete Poems, Penguin, Nueva York 1981

sábado, junio 04, 2016

Wallace Stevens / De "Un anochecer cualquiera en New Haven", 2















II

Supongamos que estas casas estuvieran hechas
De nosotros y formaran parte de una ciudad intangible,
Llena de timbres intangibles, transparencias de sonido,

Sonando en transparentes moradas del ser,
Intangibles residencias que parecerían moverse
En los movimientos de los colores de la mente,

El fluir de un fuego lejano y campanas de conos difusos
Uniéndose en un sentido que nos mantiene en equilibrio,
Sin que importe el tiempo o donde estamos;

En la perpetua referencia, objeto
De la perpetua meditación, punto
Del amor perdurable y visionario,

Oscuros ya sea en los colores del sol o de la mente,
Inciertos en las campanas más claras,
Las palabras del espíritu, lo indefinido,

Confusas iluminaciones y sonoridades,
Tan nosotros mismos que no podemos distinguir
Ente la idea y el ser portador de la idea.

[The Auroras of Autumm, 1950]

Wallace Stevens (Reading, Estados Unidos, 1879 - Hartford, Estados Unidos, 1955), "Un anochecer cualquiera en New Haven", versión de Dario Rojo y Jorge Salvetti, Tupé N° 6, Buenos Aires, febrero de 2016


II

Suppose these houses are composed of ourselves,
So that they become an impalpable town, full of
Impalpable bells, transparencies of sound.

Sounding in transparent dwellings of the self,
Impalpable habitations that seem to move
In the movement of the colors of the mind,

The far-fire flowing and the dim-coned bells
Coming together in a sense in wich we are poised,
Without regard to time or where we are,

In the perpetual reference, objet
Of the perpetual meditation, point
Of the enduring, visionary love,

Obscure, in colors whether of the sun
Or mind, uncertain in the clearest bells,
The spirit's speeches, the indefinite,

Confused illuminations and sonorities,
So much ourselves, we cannot tell apart
The idea and the bearer-being of the idea.

viernes, junio 03, 2016

Wallace Stevens / Un anochecer cualquiera en New Haven


















I

La versión simple del ojo es algo aparte,
La vulgata de la experiencia. Sobre esto
Pocas palabras, un y sin embargo, y sin embargo.

Como parte de la meditación interminable,
Parte de la pregunta que en sí misma es un gigante:
De qué está hecha esta casa si no de sol,

Estas casas, estos objetos difíciles, dilapidan
Apariencias de qué apariencias,
Palabras, líneas, no significados, no comunicación,

En definitiva, cosas oscuras sin un doble,
A menos que un segundo gigante mate al primero.
Un imaginar reciente de la realidad.

Muy parecido a una nueva réplica del sol,
Torrencial, surgente e inevitable,
Un poema mayor para una mayor audiencia,

Como si las crudas fetas se unieran en una sola,
Una forma mitológica, una esfera festiva,
Un gran seno, barba y ser, tan viejo y vivo.

[The Auroras of Autumm, 1950]

Wallace Stevens (Reading, Estados Unidos, 1879 - Hartford, Estados Unidos, 1955)



"Un anochecer cualquiera en New Haven",
versión de Dario Rojo y Jorge Salvetti,
Tupé N° 6,
 Buenos Aires, febrero de 2016









I

The eye's plain version is a thing apart,
The vulgate of experience. Of this,
A few words, an and yet, and yet, and yet—

As part of the never-ending meditation,
Part of the question that is a giant himself:
Of what is this house composed if not of the sun,

These houses, these difficult objects, dilapidate
Appearances of what appearances,
Words, lines, not meanings, not communications,

Dark things without a double, after all,
Unless a second giant kills the first—
A recent imagining of reality,

Much like a new resemblance of the sun,
Down-pouring, up-springing and inevitable,
A larger poem for a larger audience,

As if the crude collops came together as one,
A mythological form, a festival sphere,
A great bosom, beard and being, alive with age.
---
Foto: Getty Images

jueves, junio 02, 2016

Eugenio Montale / Carnaval de Gerti














Si la rueda se atasca en la maraña
de las serpentinas y el caballo
se encabrita entre la multitud, si te nieva
sobre cabellos y manos un largo escalofrío
de iris fluyentes o levantan los niños
las lastimeras ocarinas que saludan
tu viaje y los leves ecos se disgregan
puente abajo sobre el río,
si se despeja el camino y te conduce
a un mundo soplado en una trémula
burbuja de aire y de luz donde el sol
saluda tu gracia – quizá hayas encontrado
el camino que tentó un instante
el plomo fundido a medianoche cuando
el año acabó tranquilo, sin disparos.

Y ahora quieres descansar donde un filtro
convierte en despojos los sonidos
produciendo los sonrientes y acres
humos que te componen el mañana:
ahora preguntas por el país donde los onagros
muerden terrones de azúcar en tus manos
y de los rechonchos árboles despuntan brotes
milagrosos para el pico de los pavos reales.

(Oh tu Carnaval será esta noche
más triste que el mío, tú, rodeada de regalos
para los ausentes: carrozas teñidas
de rosoli, fantoches y arcabuces,
pelotas de goma, liliputienses utensilios
de cocina: la urna los destinaba
a cada uno de los amigos lejanos, en la hora
en que enero se entreabrió y en el silencio
se cumplió el sortilegio. ¿Es Carnaval
o diciembre todavía se demora? Pienso
que si mueves la manecilla del pequeño
reloj que llevas en la muñeca, todo
retrocederá en un deshecho prisma
babélico de formas y colores...)

Y llegará Navidad y el día de Año Nuevo
que vacía los cuarteles y te devuelve
a los amigos dispersos, y también volverá
este Carnaval que ahora se nos escapa
entre los muros que ya se resquebrajan. ¿Pides
tú que se detenga el tiempo sobre el pueblo
que en torno se dilata? Las grandes alas
jaspeadas te rozan, las galerías
empujan hacia fuera gráciles muñecas
rubias, vivas, las palas de los molinos
giran fijas sobre las charcas bulliciosas.
¿Pides que se entretengan las campanas
de plata sobre la aldea y el sonido ronco
de las palomas? ¿Pides tú las mañanas
trémulas de tus lejanas orillas?

Qué extraño y difícil se hace todo,
qué imposible es todo, dices tú.
Tu vida está aquí abajo, donde retumban
sin pausa las ruedas de los carromatos
y nada vuelve sino quizá en estos
imprevistos de lo posible. Regresa
allí, entre los muertos juguetes donde hasta morir
se niega; y con el tiempo que te late
en la muñeca y a la existencia te restituye,
entre los pesados muros que no se abren
al torbellino fatigado de los humanos,
vuelve al camino donde contigo me entristezco,
aquel que señaló un plomo congelado
a mis atardeceres, a los tuyos:
vuelve a las primaveras que no florecen.

Eugenio Montale (Génova, Italia, 1896-Milán, Italia, 1981), Las ocasiones, 1939, traducción de Carlos Vitale, Ígitur, Tarragona, 2005


CARNEVALE DI GERTI

Se la ruota s’impiglia nel groviglio
delle stelle filanti ed il cavallo
s'impenna tra la calca , se ti nevica
sui capelli e le mani un lungo brivido
d'iridi trascorrenti o alzano i bimbi
le flebili ocarine che salutano
il tuo viaggio e i lievi echi si sfaldano
giù dal ponte sul fiume,
se si sfolla la strada e ti conduce
in un mondo soffiato entro una tremula
bolla d'aria e di luce dove il sole
saluta la tua grazia – hai ritrovato
forse la strada che tentò un istante
il piombo fuso a mezzanotte quando
finì l'anno tranquillo senza spari.
Ed ora vuoi sostare dove un filtro
fa spogli i suoni
e ne deriva i sorridenti ed acri
fumi che ti compongono il domani:
ora chiedi il paese dove gli onagri
mordano quadri di zucchero alle tue mani
e i tozzi alberi spuntino germogli
miracolosi al becco dei pavoni.

(Oh il tuo Carnevale sarà più triste
stanotte anche del mio, chiusa fra i doni
tu per gli assenti: carri dalle tinte
di rosolio , fantocci ed archibugi,
palle di gomma , arnesi da cucina
lillipuziani: l'urna li segnava
a ognuno dei lontani amici l'ora
che il Gennaio si schiuse e nel silenzio
si compì il sortilegio. E' Carnevale 
o il Dicembre s'indugia ancora? Penso 
che se tu muovi la lancetta al piccolo
orologio che rechi al polso , tutto
arretrerà dentro un disfatto prisma
babelico di forme e di colori...)

E il Natale verrà e il giorno dell'Anno
che sfolla le caserme e ti riporta
gli amici sparsi, e questo Carnevale
pur esso tornerà che ora ci sfugge
tra i muri che si fendono già. Chiedi 
tu di fermare il tempo sul paese
che attorno si dilata? Le grandi ali 
screziate ti sfiorano , le logge
sospingono all'aperto esili bambole
bionde , vive , le pale dei mulini
ruotano fisse sulle pozze garrule.
Chiedi di trattenere le campane
d'argento sopra il borgo e il suono rauco
delle colombe? Chiedi tu i mattini
trepidi delle tue prode lontane?

Come tutto si fa strano e difficile,
come tutto è impossibile , tu dici.
La tua vita è quaggiù dove rimbombano
le ruote dei carriaggi senza posa
e nulla torna se non forse in questi 
disguidi del possibile. Ritorna 
là fra i morti balocchi ove è negato 
pur morire; e col tempo che ti batte
al polso e all'esistenza ti ridona,
tra le mura pesanti che non s'aprono
al gorgo degli umani affaticato,
torna alla via dove con te intristisco,
quella che additò un piombo raggelato
alle mie, alle tue sere:
torna alle primavere che non fioriscono.

---
Foto: s/d 

miércoles, junio 01, 2016

Giorgio Caproni / Interludio
















Y en tanto he conocido el Erebo
-el invierno en una lechería.
He conocido a mi Proserpina
que en pálido vestido
lavaba al alba
los nebulosos vasos.

He conocido negras
mesas -almas apuradas
apoyar la bicicleta
en el marco y entrar
a perderse entre vapores.
Y he conocido rubores
indecibles -manos
de hielo sobre rancio
aserrín, y sin figura
en el humo la muchacha
que espera con su taza
vacía mi pavura.

1950

Giorgio Caproni (Livorno, Italia, 1912-Roma, 1990), Il "Terzo libro" e altre cose, Giulio Einaudi Editore, Turín, 1968
Versión de Jorge Aulicino

Foto: RAI

Interludio

E intanto ho conosciuto l'Erebo
-l'inverno in una latteria.
Ho conosciuto la mia
Prosèrpina, che nella scialba
veste lavava all'alba
i nuvolosi bicchieri.

Ho conosciuto neri
tavoli - anime in fretta
posare la bicicletta
allo stipite, e entrare
a perdersi fra i vapori.
E ho conosciuto rossori
indicibili - mani
di gelo sulla segatura
rancida, e senza figura
nel fumo la ragazza
che aspetta con la sua tazza
vuota la mia paura.

1950