domingo, noviembre 30, 2014

Robert Bly / Tarde por la noche durante una visita de amigos




I

Nos pasamos todo el día pescando y charlando.
Por fin, tarde por la noche, me senté solo ante mi escritorio,
y me levanté y salí a la noche estival.
Algo oscuro saltó cerca de mí en la hierba.

II

Los árboles respiraban, el molino se movía lentamente.
Por encima de mi cabeza, las nubes que habían descargado sobre Ortonville
cubrían en parte las estrellas.
El aire aún era fresco a causa de la lluvia.

III

Es muy tarde.
Soy el único que está despierto.
Los hombres y mujeres a quienes quiero duermen cerca.

IV

El rostro humano resplandece como si hablara de cosas
próximas a él, pensamientos llenos de sueños.
El rostro humano resplandece como un cielo oscuro
y habla de esas cosas que agobian a los vivos.

Robert Bly (Lac qui Parle, Minnesota, 1926), Stealing sugar from the castle. Selected poems 1950-2011, W. W. Norton and Co., Nueva York, 2013
Versión de Jonio González

Foto: Robert Bly, c.1990 Per Breiehagen/The LIFE Images Collection/Getty Images/New York Magazine


LATE NIGHT DURING A VISIT OF FRIENDS

I

We spent all day fishing and talking.
At last, late at night, I sit at my desk alone,
And rise and walk out in the summery night.
A dark thing hopped near me in the grass.

II

The trees were breathing, the windmill slowly pumped.
Over head the rain clouds that rained on Ortonville
Covered half the stars.
The air was still cool from the rain.

III

It is very late.
I am the only one awake.
Men and women I love are sleeping nearby.

IV

The human face shines as it speaks of things
Near itself, thoughts full of dreams.
The human face shines like a dark sky
As it speaks of those things that oppress the living.

sábado, noviembre 29, 2014

Manoel de Barros / El proveedor










Andar a tontas y a locas es cosa de ave.
Mi abuelo andaba a tontas y a locas.
No servía para casi nunca.
Pero sabía el nombre de los vientos
y todos los silbidos para llamar a los pájaros.
Ciertas palomas lo tomaban por techo y pasaban
las tardes frecuentando su hombro.
Mi abuelo decía cosas poco sesudas:
           que lo habían elegido para ser árbol.
Lirios lo meditaban.
A mi abuelo lo tomaban por tonto
porque cada mañana daba los buenos días
a los sapos, al sol, al agua.
Pienso que era proveedor de poesía como las aves
y los lirios del campo.

Manoel de Barros (Cuiabá, Mato Grosso, 1916-Campo Grande, Mato Grosso del Sur, 2014)
Traducción: Teresa Arijón en Poemas de poetas brasileros

viernes, noviembre 28, 2014

Richard Eberhart / New Hampshire, Febrero













La naturaleza hizo que se ocultasen en grietas,
dos avispas tan frías que tenían aspecto de corteza.
Por qué, no lo sé, pero las agarré
y las metí en un cazo de metal, de día y de noche.

Como Dios al tocar con su dedo a Adán
me sentí, y pensé en Miguel Ángel,
porque cada vez que les echaba el aliento,
el aliento más leve,
brincaban y se atildaban como para irse.

Mi aliento siempre las controlaba por completo.
Más sensibles que chispazos eléctricos
volvían a la vida
o se retiraban al hielo,
mientras yo acechaba, suspendiendo las observaciones.

Entonces, una, en una ciega carrera, logró escapar,
y cayó al suelo de la cocina. La
aplasté con mi fría bota de esquí,
por accidente. La otra
no tuvo la viveza de intentarlo o morir.

Y así, la otra aún es mi mascota.
La moraleja de esto es evidente.
Pero la soslayaré.
No os gustaría. Y
Dios no vive para explicar.


Richard Eberhart (Austin, Minnesota, 1904- Hanover, New Hampshire, 2005), The Modern Poets. An American-British Anthology, John M. Brinnin y Bill Read eds., McGraw-Hill, Nueva York, 1963
Edición digital, Universidad de Florida
Versión de Jonio González



NEW HAMPSHIRE, FEBRUARY

Nature had made them hide in crevices, 
Two wasps so cold they looked like bark. 
Why I do not know, but I took them 
And I put them 
In a metal pan, both day and dark. 

Like God touching his finger to Adam 
I felt, and thought of Michaelangelo, 
For whenever I breathed on them, 
The slightest breath, 
They leaped, and preened as if to go. 

My breath controlled them always quite. 
More sensitive than electric sparks 
They came into life 
Or they withdrew to ice, 
While I watched, suspending remarks. 

Then one in a blind career got out, 
And fell to the kitchen floor. I 
Crushed him with my cold ski boot, 
By accident. The other 
Had not the wit to try or die. 

And so the other is still my pet. 
The moral of this is plain. 
But I will shirk it. 
You will not like it. And 
God does not live to explain

jueves, noviembre 27, 2014

Manoel de Barros / Autorretrato hablado









Vengo de un Cuiabá garimpo y de callecitas tortuosas.
Mi padre tuvo un puesto de bananas en el Beco da
           Marinha, donde nací.
Me crié en el Pantanal de Corumbá, entre animales del
           suelo, personas humildes, aves, árboles y ríos.
Aprecio vivir en lugares decadentes por puro gusto
           de estar entre piedras y lagartos.
Hacer apreciar lo despreciado es algo que me place.
Ya publiqué 10 libros de poesía; al publicarlos me
           siento como deshonrado y huyo al Pantanal
           donde soy bendecido a garzas.
Me busqué la vida entera y no me encontré — por eso
           fui salvado.
Descubrí que todos los caminos llevan a la ignorancia.
           No fui a parar a la alcantarilla porque heredé
           una chacra de ganado. Los bueyes me recrean.
¡Ahora soy tan ocaso!
Estoy en la categoría de sufrir de moral, porque sólo
           hago cosas inútiles.
En mi morir hay un dolor de árbol.

*

En las Metamorfosis, en doscientas cuarenta fábulas,
           Ovidio muestra seres humanos transformados en
           piedras, vegetales, animales, cosas.
Un nuevo ejercicio sería que los entes ya transformados
           hablaran un dialecto cosal, larval, piedral etc.
Nacería un lenguaje madrugante, adánico, edénico,
           inaugural –
que los poetas aprenderían – siempre y cuando volvieran
           a los niños que fueron
           a las ranas que fueron
           a las piedras que fueron.
Para volver a la infancia, los poetas también tendrían
           que reaprender a errar la lengua.
¿Pero esto es una invitación a la ignorancia?
¿A inocular el idioma en los mosquitos?
Sería una demencia peregrina.

*

El río que daba la vuelta detrás de nuestra casa era
           la imagen de un vidrio blando que daba la vuelta
           detrás de la casa.
Después pasó un hombre y dijo: esa vuelta que da
           el río detrás de tu casa se llama ensenada.
Ya no era la imagen de una culebra de vidrio que
           daba la vuelta detrás de casa.
Era una ensenada.
Creo que el nombre empobreció la imagen.

Manoel de Barros (1916, Cuiabá, Mato Grosso, 1916-Campo Grande, Mato Grosso del Sur, 2014)
Traducción: Teresa Arijón en Poemas de poetas brasileros
Vía El poeta ocasional de Pedro Donangelo

miércoles, noviembre 26, 2014

Osvaldo Picardo / Entre dos fondos, en la superficie del mar, todo pesa menos

















Hay algo único en nadar
cuando se acerca una tormenta.
Sorprende y tranquiliza ver boca arriba
la velocidad con que el aire frota
las partículas de los cúmulos grises y blancos.
Se puede con cada brazada tocar
la intemperie, mar adentro.

Nadás de espaldas. Y tus ojos flotan
con tu cuerpo, sin resistirse,
en otras aguas, en un archipiélago de nubes
entre la visible consistencia
y las más transparente inconsistencia.
La corriente te lleva a donde quiere,
rendido a su deseo y su fuerza.

Pensás que también así debería flotar
tu pequeña historia, sobre el doble fondo,
entre toneladas de relámpagos
y el sordo respirar de los peces.

Osvaldo Picardo (Mar del Plata, 1955), 21 gramos, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2014

Foto: Osvaldo Picardo/Facebook

martes, noviembre 25, 2014

Ewa Lipska / Eclipse lunar









La primera oración. Una lagartija inmóvil
en las canteras de la habitación.
Dolor de cabeza. Vacío atestado.
No se oye idea alguna.
Contemplo con los prismáticos las grises fibras de papel.
Un chantajista espera ya junto a la puerta.
En ese momento Hölderlin
sufre un ataque de furia. Me inclino
sobre un punto. Puntuación funeraria.
Una isla negra con la garganta de la bahía constreñida.
Observo un eclipse lunar.
Sobre lo demás he de reflexionar.

Ewa Lipska (Cracovia, Polonia, 1945), Fresas blancas, Huerga y Fierro, Madrid, 2001
Trad. de Fernando Presa González
Envío de Jonio González

lunes, noviembre 24, 2014

Louise Glück / Vísperas ["Una vez creí en vos..."]









Una vez creí en vos; planté una higuera.
Aquí, en Vermont, el país
del no verano. Era una prueba, si el árbol vivía,
significaba que vos existías.

Por esta lógica, vos no existís. O existís
únicamente en climas más cálidos,
en la ardiente Sicilia y Méjico y California
donde crecen los inconcebibles
damascos y delicados duraznos. Quizá
ellos vean tu rostro en Sicilia, aquí apenas vemos
el dobladillo de tus prendas. Debo organizarme
para compartir con John y Noah la cosecha del tomate.

Si hay justicia en algún otro mundo, aquellos
como yo, a los que la naturaleza fuerza
a vidas de abstinencia, deberían
obtener la mejor parte de todo, todos
objetos del hambre, la avaricia
de alabarte. Y nadie alaba
más intensamente que yo, con
un doloroso deseo más documentado que yo, o nadie
se merece sentarse a tu derecha, si existe, compartiendo
lo perecedero, la higuera inmortal,
que no viaja.

Louise Glück (Nueva York, 1943), The Wild Iris, The Ecco Press, Nueva York, 1992
Versión: Marina Kohon


Vespers ["Once I believed in you..."] 

Once I believed in  you; I planted a fig tree.
Here, in Vermont, country
of no summer. It was a test: if the tree lived,
it would mean you existed.

By this logic, you do not exist. Or you exist
exclusively in warmer climates,
in fervent Sicily and Mexico and California,
where are grown the unimaginable
apricot and fragile peach. Perhaps
they see your face in Sicily; here we barely see
the hem of your garment. I have to discipline myself
to share with John and Noah the tomato crop.

If there is justice in some other world, those
like myself, whom nature forces
into lives of abstinence, should get
the lion's share of all things, all
objects of hunger, greed being
praise of you. And no one praises
more intensely than I, with more
painfully checked desire, or more deserves
to sit at your right hand, if it exists, partaking
of the perishable, the immortal fig,
which does not travel.

domingo, noviembre 23, 2014

Ivana Romero / La palma de nuestras manos









Qué cosa las mujeres. Con nuestras vidas intensas, luminosas, difíciles.
Vamos por la vida abrazadas a otras, que nos llevan para no caer.
Vamos por la vida sosteniendo a las que hoy no pueden para que mañana sí.
Reímos y nos besamos en la calle porque no necesitamos explicar nada.
Qué bellas que somos.
Escuchándonos por horas en bares y pizzerías
mientras los hombres solitarios nos miran
y se hacen los desentendidos
porque estos fulgores, estos chispazos los desconciertan.
Saben los hombres mantener distancia,
venir a nuestro encuentro sólo cuando sienten que ya no molestan.
Hablamos mal de nosotras, las mujeres.
Nos creemos poca cosa cuando nos miramos en el espejo.
Hablamos bien de nosotras.
Tomamos los micrófonos, las calles, las iglesias, los juzgados.
Arrojamos todos los papeles que sobran por las ventanas.
Salimos en bicicleta por la ciudad, en taxis, en autos que echa fuego
para socorrernos para protegernos de la desdicha
como talismanes.
Nos contamos secretos escondidos en los astros
porque los astros llevan nuestro nombre.
Abortamos, las mujeres.
Nos desnudamos.
Tenemos hijos y desafiamos el desconcierto.
Hacemos de nuestros cuerpos el territorio de todas las batallas.

Ivana Romero (Firmat, Santa Fe, Argentina, 1976), en el blog La Biblioteca de Marcelo Leites

sábado, noviembre 22, 2014

Antonio Cisneros / Por Robert Lowell

       

Lowell retornaba en taxi a Nueva York desde el 
aeropuerto Kennedy. Al llegar al destino el chofer 
se dio cuenta de que el pasajero no se movía 
constatando que estaba muerto. 
                                           N.Y. 13.9.77 ANSA

Del avión al taxi,del taxi al sudor frío, del sudor al diafragma cerrado.
90.000 kilómetros de sangre a la deriva en el fondo de un taxi.
Rojos caballos bajando las colinas, evitando las altas hierbabuenas,
corriendo, siendo, riendo,
hundiéndose en las aguas como el sol del Pacífico.
Más libres que un cadáver azul a la deriva.
Sólo tumbos y chillidos de delfín.
Sin duelo alguno en los acantilados. En el fondo de un taxi.

(No hay quien tome tu mano y te consuele y te seque el sudor
y te recuerde -en 14 segundos- el mar Atlántico contra un bosque de pinos
y el orden de la tierra perfecta como una tía vieja.)

Azul a la deriva.
No hay duelo en los semáforos que guardan el camino
ni un abeto en tu puerta todavía.

Antonio Cisneros (Lima, 1942-2012), "El libro de Dios y de los húngaros", 1978, Como un carbón prendido en la niebla, Lom, Santiago de Chile, 2007
---
Foto: Soledad Cisneros/EFE/La Prensa Perú

viernes, noviembre 21, 2014

Benjamin Péret / Tres poemas












Hombre de cuarto hombre de mitad

Misterio del hombre o recíprocamente
Para explicar qué es preciso
Dos hombres y tres peces
Es un misterio
Para disminuir qué es preciso
Estar seguro de su edad
Es un misterio
Para aumentar qué es preciso
Marchar o descender o subir
Es un misterio
Tierra


Los pasajeros de segunda clase y sus cabellos

Yo corrí ahí
Dónde corres tú
En ninguna parte
Yo también
Entonces


Alarma más calculada

Estamos lejos o en tal caso
Hay agua que no se bebe
es el agua potable
Hay gentes que no se ven
son los muertos
tampoco se los oye
Por qué pretende usted lo contrario
Por qué grita tan fuerte
Usted ve bien que vamos a morir
yo no tengo ningún interés

Benjamin Péret (Rezé, 1899-París, 1959), El gran juego, Visor, Madrid, 1980
Trad. de Manuel Álvarez Ortega
Envío de Jonio González

jueves, noviembre 20, 2014

Johann Wolfgang Goethe / Las Gracias













De Fausto, Parte II

Las Gracias

   Aglae:
Y pues le damos a la vida gracia,
que el dar la deje ver todo momento.

   Hegemona:
En lo que recibáis poned la gracia;
amable es ver colmados los deseos.

   Eufrosina:
Sea en los cortos días apacibles
lleno de gracia el agradecimiento.

Johann Wolfgang Goethe (Frankfurt, 1749-Weimar, 1832), La poesía alemana de los primitivos al romanticismo, selección, prólogo y notas de Jaime Bofill y Fierro, traducción de Jaime Bofill y Fierro y Fernando Gutiérrez, José Janés Editor, Barcelona, 1947


Die Grazien

   Aglaia:
Ammut bringen wir ins Leben;
Leget Ammut in das Geben!

   Hegemone:
Leget Ammut ins Empfangen!
Lieblich ists, den Wunsch erlangen.

   Euphrosyne:
Und in stiller Tage Schranken
Höchst anmuting sei das Danken.
---
 Ilustración: J.W. Goethe por Johann Heinrich Wilhelm Tischbein, 1787 (detalle)

miércoles, noviembre 19, 2014

Eliseo Diego / Dos poemas












Arqueología

Dirán entonces: aquí estuvo
la sala, y más allá,
donde encontramos los fragmentos
de levísimo barro, el sitio
del calor y la dicha.
Luego
vendrá una pausa, mientras
el viento alisa los hierbajos
inconsolables; pero
ni un soplo habrá que les evoque
la risa, el buenas tardes,
el adiós.


En la cocina

Enrosca el gato su delicia
de sí sobre sí mismo, duerme
de su principio a fin, secreto.
En tanto
esboza la penumbra disidencias
de cazuelas y potes, resistentes
al imperio del sueño.
Cae el mundo
por el filo del agua, gruñe
para sí el fuego, pero el gato
lo ignora:
permanece
sencillamente, inmune
a memoria y olvido, a salvo
en la delicia de su ser
- perfecto.

Eliseo Diego (La Habana, 1920 - Ciudad de México, 1994), Voy a mirar las cosas y otros poemas, Muestrario de Poesía, edición digital, 2009
Envío de Jonio González
---
Ilustración: Eliseo Diego (detalle) por Rapi, su hijo Constante Alejandro de Diego García Marruz, en Me quedaría con la poesía. Un blog para Wichy

martes, noviembre 18, 2014

Giovanni Giudici / De "Il ristorante dei morti", 3












El restaurante de los muertos

Miremos mínimamente a los otros.
Transitorio, Helvetius está de vuelta.
Tal vez no fue tan justo, un malentendido
Fuera llamado pro bono - o era
Yo el tonto en creer
Que es una especie de mago.
Temo que ni a él las cuentas le den.

Veámonos - y al punto
el restaurante a medio camino fue acordado.
Estuve allí -agrego- hace exactamente veintiún
Años con don Lorenzo Milani
La única vez que lo visité.
Y también Noventa -creo
Que vivía a dos pasos.

Nombro los nombres -
Cuánta historia me pasó por encima
A mí que soy un privado.
De uno con quien te encuentras puedes llegar a entender
Quién es -no en quién está por cambiar.
Pero si el poeta habló
Al futuro y al pasado, don Lorenzo
Que traía con él esa noche
La turbulenta escuadra
De los escolares de Barbiana - no,
Era todo presente, usaba a menudo
La vieja palabra "pueblo", alto hombre
Que tomaba al pie de la letra
Incluso la palabra "justicia".

Los muchachos que dieron vueltas
Por fábricas y despachos demandando al Rector
Porque aquel hombre del rascacielos
Todo el día mandaba arriba y abajo el ascensor
Fueron llevados a la cama - y nosotros
Paseábamos por los márgenes del Parque
Bajo la suave lluvia.

De los proyectos futuros me puso al tanto -
Demostrar que la propiedad privada
De la cual goteamos
Era de los Padres de la Iglesia condenada.
Qué importancia tiene -
Repuse yo que en ese tiempo
Era todo teórica austeridad.

Miremos mínimamente a los de afuera, Helvetius -
Tú, explorador y científico del adentro.
Ríe -me has convocado al restaurante de los muertos.
Con tu relámpago de hielo azul rubio en el teléfono.
Cuánto de historia se comunica empero
Con nuestros indefensos recuerdos -
Pasó incluso Amelia, volaba como una túnica.

Giovanni Giudici (Le Grazie, Liguria, 1924-La Spezia, Liguria, 2011), Il ristorante dei morti, Mondadori, Milán, 1981
Traducción de Jorge Aulicino

Foto: Interno Poesia


Il ristorante dei morti

Guardiamo un minimo agli altri.
Transitorio Helvetius si raccosta.
Forse fu meno che giusto, un malinteso
Sia detto pro bono - o ero
Io lo sciocco a pensare
Che è una specie di mago.
Temo neppure a lui i conti tornino.

Vediamoci - e in breve
Il ristorante a mezza via è combinato.
Vi fui - soggiunto - fa esattamente ventuno
Anni con don Lorenzo Milani
La sola volta che lo avevo frequentato.
E poi Noventa - credo
Che lì a due passi abitava.

Nomino i nomi -
Quanto di storia è transitato addosso
A me che sono un privato.
Uno che incontri puoi anche capirlo
Chi è - non quel che è per diventare.
Ma se il poeta parlò
Al futuro e al passato, don Lorenzo
Che aveva con sé quella sera
La turbolenta schiera
Degli scolari di Barbiana - no
Era tutto al presente, usava spesso
La vecchia parola "popolo", uno alto
Che prendeva alla lettera
Persino la parola "giustizia".

I ragazzi che avevano girato
Fabbriche e uffici, domandando al Rettore
Perché quell'uomo del grattacielo
Tutto il giorno a mandare su e giù l 'ascensore
Furono i messi a letto - e noi
Passeggiavamo proprio ai margini del Parco
Sotto la picola pioggia.

Dei progetti futuri mi ragguagliò -
Dimostrare che la proprietà privata
Della quale grondiamo
Era dai Padri della Chiesa condannata.
Quale importanza ha -
Risposi io che in quel tempo
Era tutto teorica austerità.

Guardiamo un minimo al di fuori, Helvetius -
Tu esploratore e scienziato del dentro.
Ridi - mi hai convocato al ristorante dei morti.
Con un tuo lampo di ghiaccio biondo blù nel telefono.
Quanto di storia però si comunica
Ai nostri indifesi ricordi -
Passò anche Amelia, volaba come una tunica.

lunes, noviembre 17, 2014

Giovanni Giudici / De "Il ristorante dei morti", 2






Toledo

XI. Conversación con un poeta filipino en Africa

Cuando hube terminado de exponerle la situación
Bello rostro asiático sin necesidad de comentario
También un amigo mío -respondió- tiene un caso así
Esperaba que tú me mostrases cómo salir de él

Tenía mi edad al revés
Y el aire de suponer que yo estaba
Mucho más allá del punto al que tendía
Llevando los años y el nombre de un hijo mío

Tengo una hija Miranda -continuó
El nombre es en honor de una plaza revolucionaria
Te juro me parece a mí mismo increíble
Estar aquí en un lugar que soñaba sobre los atlas

Al volver de ella toda la historia
Es clarísima - de A se va a B
Pero somos de los que deben remontarla
Arriesgándonos en la oscuridad salto tras salto

En un lugar lejano muchas horas de vuelo
Y muy lejos de su país él mismo
En medio de la calle en los balbuceos de las lenguas
Así contaba cómo están nuestras cosas

Giovanni Giudici (Le Grazie, Liguria, 1924-La Spezia, Liguria, 2011), Il ristorante dei morti, Mondadori, Milán, 1981
Versión de Jorge Aulicino


Toledo

XI Conversazione con un poeta filippino in Africa

Poi che ebbi finito di esporgli la situazione
Bel viso asiatico incurante di commento
Anche un mio amico -rispose- ha un caso così
Speravo che tu proprio mi mostrassi come uscirne

Egli portava la mia età capovolta
E aveva l'aria si supporre che io ero
Bel al di là del punto verso il quuale tendeva
In sé portando gli anni e il nome di un mio figlio

Io ho una figlia Miranda -continuò
Il nome è preso da una piazza di rivolta
Ti giuro sembra anche a me da non crederci
Essere qui in un posto che sognavo sugli atlanti

A ridiscenderla tutta la storia
E chiarissima -da A si va a B
Ma noi siamo di quelli che dovevano salirla
Rischiando al buio salto dopo salto

In un luogo lontano molte ore di volo
E molto lontano dal suo paese egli stesso
A metà strada nel balbettare delle lingue
Così gli raccontavo le nostre cose come stanno

---

domingo, noviembre 16, 2014

Ignacio Di Tullio / De "Famiglia"















REPUBBLICA ITALIANA
Passaporto per l´ estero
7 Genn 1950

El padre de mi padre me mira fijo desde el papel amarillento. Quiere escapar de la fotografía. Su pasaporte dice manovale, figlio di Enrico e di Giovanna. Pondrá manos a la obra, cruzará el océano, bajará de un barco. Con esa mirada podría arrancar orejas con los dientes. Quiere desgarrar, fornicar, comer tierra. Vulnerar el corazón de una nación. Un hombre capaz de comerse a otros.
¿Pero qué culpa tenía tu hijo de todo esto? ¿Por qué no puede pronunciar tu nombre? Me contaron acerca de las trompadas en las orejas. Y ahora a mi padre le falta oído para algunas respuestas.
En la foto de la renovación tampoco quiso hablar. Luce cansado. Viste saco y corbata, se ha sacado el bigote. ¿Cómo será vivir en las fotografías descargando golpes en la cabeza?
Yo debería poder decir nonno. Mi padre, hablar de vos. Pero tiene tu nombre empozado en una mano. Y cada vez que lográs escapar de las fotos, la cierra.



Recuerda siempre al hombre
que cada sábado te despertaba
para que lo ayudaras con la casa.
Decía para qué llamar a alguien
si el único problema
que no tiene solución
es la muerte.
Recuerda su cara crecida de sombra
y los ojos achinados
por el humo del cigarrillo.
Subía a altillos y tejados
pero lo esperabas al pie de la escalera
con la caja de herramientas.
Fuiste su instrumentista.
Odiaste a ese cavernícola
que decía dejá y pedía
que le alumbraras con la linterna.
Parecía que no enseñaba pero recuerda
cuando arreglaba las cosas
te pedía que lo acompañaras.
Recuerda
su catequesis



Pienso en mi padre:
cuarenta años visitando la misma peluquería,
retomando las cosas, su callado ritual.
Ese hombre golpea siempre en el mismo sitio:
trabaja para tener las manos limpias,
escribe el largo poema de su reincidencia.
Otra vez, mi padre.
Confiándole su vida a un desconocido,
cortándose el pelo:
hay dos tijeras que silencian muchedumbres a cada susurro;
dos filos parecidos a dos riesgos cualquiera.
Y una inocencia reflejada en el espejo.
una inocencia de humano abatido:
casi una resignación.
También un peluquero, hace cuarenta años,
viene escribiendo el mismo poema.
Allí se marcha mi padre. Está vivo una vez más.
Cierra la puerta a espaldas de una fatiga de tijeras
y de un hombre de manos limpias que barre los cabellos
de los hombres.

Ignacio Di Tullio (Villa Adelina, Buenos Aires,1982), Famiglia, inédito

viernes, noviembre 14, 2014

Amy Lowell / Dos poemas











Circunstancia

Sobre las hojas de arce
brilla rojo el rocío
pero sobre la flor de loto
tiene la blanca transparencia de las lágrimas.


Ángulos

La lluvia es oscura contra el cielo blanco
o blanca contra el follaje de eucaliptos.
Pero en el estanque es una lámina de ámbar y malva
por los crisantemos
amontonados en su borde.

Amy Lowell (Brookline, Massachusetts,, 1874-1925), Poemas japoneses, Palimpsesto, Sevilla, 2013
Traducción de Eva Gallud Jurado
Envío de Jonio González

---
Foto: Time Magazine, marzo 1925

jueves, noviembre 13, 2014

miércoles, noviembre 12, 2014

Umberto Saba / A mi mujer




Eres como una joven,
como una blanca polla.
Se le ahuecan las alas al viento
las plumas, baja el cuello
para beber, la tierra escarba;
mas su andar tiene el lento
paso tuyo de reina,
y se marcha por la hierba
pretenciosa y soberbia.
Es superior al macho.
Es como lo son todas
las hembras de todos
los puros animales
que avecinan a Dios.
Así, si el ojo, si el criterio mío
no me engaña, son éstas tus iguales
y no mujer alguna.
Cuando las adormece la noche,
las polluelas
emiten voces que recuerdan esas
tan dulces con que a veces de tu males
te quejas, sin saber
que en tu voz hay la delicada y triste
música del gallinero.

Tú eres como una grávida
ternera;
alegre y sin pesadez
todavía, incluso jubilosa;
que vuelve el cuello donde
tiñe la carne un rosa
tierno, si la acaricias.
Y si la encuentras y mugir
la oyes, tan lastimero es
ese sonido, que arrancas hierba
para hacerle un regalo.
Así mi don te ofrezco
cuando te encuentro triste.

Eres como una perra
que tiene siempre tanta
dulzura en la mirada
y crueldad en el alma.
A tus pies una santa
parece, que arde en una
devoción indomable,
y así te considera
su Dios y su Señor.
Si en casa o por la calle
te sigue, a quien intente
sólo acercársete, los dientes
blanquísimos le enseña.
Y su cariño sufre
de celos.

Eres como la tímida
coneja, que en la estrecha
jaula, enhiesta al verte
se alza,
y hacia ti las orejas
fijas y altas extiende,
pues afrecho y achicoria
le traes, que si de ellos
carece, se acurruca
en rincones oscuros.
¿Quién podría quitarle
ese alimento? ¿Quién, el pelo
que se arranca a sí misma
para agregarlo al nido
donde ha de tener cría?
¿Quién hacerte sufrir?

Eres como la golondrina
que vuelve en primavera.
Pero en otoño parte
y no es tuyo este arte.
Tú tienes esto de la golondrina:
la liviana apostura,
esto que a mí, que me sentía viejo
y lo era, me anunciaba otra primavera.

Eres como la hormiga
previsora. De ella le habla
la abuela al niño
que la acompaña
cuando salen al campo.
Y así te encuentro
en la abeja y en todas
las hembras de todos
los puros animales
que avecinan a Dios,
y no en mujer alguna.

Umberto Saba (Trieste, 1883 - Gorizia, 1957), Poetas italianos del siglo XX, selección, prologo, traducción y notas de Horacio Armani, Librería Fausto, Buenos Aires, 1973

Nota del traductor: Saba narra que este poema, en que compara a su mujer con diversos animales, suscitó al principio alegres carcajadas. La pieza, sin embargo, ha ganado fervientes admiradores. [Edoardo] Sanguinetti expresa que si debiese conservar una sola poesía de Saba, ésta sería la elegida.

Foto: Wikimedia Commons


A mia moglie

Tu sei come una giovane
una bianca pollastra.
Le si arruffano al vento
le piume, il collo china
per bere, e in terra raspa;
ma, nell'andare, ha il lento
tuo passo di regina,
ed incede sull'erba
pettoruta e superba.
È migliore del maschio.
È come sono tutte
le femmine di tutti
i sereni animali
che avvicinano a Dio,
Così, se l'occhio, se il giudizio mio
non m'inganna, fra queste hai le tue uguali,
e in nessun'altra donna.
Quando la sera assonna
le gallinelle,
mettono voci che ricordan quelle,
dolcissime, onde a volte dei tuoi mali
ti quereli, e non sai
che la tua voce ha la soave e triste
musica dei pollai.

Tu sei come una gravida
giovenca;
libera ancora e senza
gravezza, anzi festosa;
che, se la lisci, il collo
volge, ove tinge un rosa
tenero la tua carne.
se l'incontri e muggire
l'odi, tanto è quel suono
lamentoso, che l'erba
strappi, per farle un dono.
È così che il mio dono
t'offro quando sei triste.

Tu sei come una lunga
cagna, che sempre tanta
dolcezza ha negli occhi,
e ferocia nel cuore.
Ai tuoi piedi una santa
sembra, che d'un fervore
indomabile arda,
e così ti riguarda
come il suo Dio e Signore.
Quando in casa o per via
segue, a chi solo tenti
avvicinarsi, i denti
candidissimi scopre.
Ed il suo amore soffre
di gelosia.

Tu sei come la pavida
coniglia. Entro l'angusta
gabbia ritta al vederti
s'alza,
e verso te gli orecchi
alti protende e fermi;
che la crusca e i radicchi
tu le porti, di cui
priva in sé si rannicchia,
cerca gli angoli bui.
Chi potrebbe quel cibo
ritoglierle? chi il pelo
che si strappa di dosso,
per aggiungerlo al nido
dove poi partorire?
Chi mai farti soffrire?

Tu sei come la rondine
che torna in primavera.
Ma in autunno riparte;
e tu non hai quest'arte.

Tu questo hai della rondine:
le movenze leggere:
questo che a me, che mi sentiva ed era
vecchio, annunciavi un'altra primavera.

Tu sei come la provvida
formica. Di lei, quando
escono alla campagna,
parla al bimbo la nonna
che l'accompagna.

E così nella pecchia
ti ritrovo, ed in tutte
le femmine di tutti
i sereni animali
che avvicinano a Dio;
e in nessun'altra donna.

martes, noviembre 11, 2014

Fabio Morábito / El justificante perfecto

Me fascina la anécdota de aquel hombre a quien su mujer le pidió que escribiera un justificante para su hijo que había faltado a la escuela. Mientras ella se apura en los preparativos para salir con el niño rumbo al colegio, el hombre lucha en la mesa del comedor con el justificante: quita una coma, vuelve a ponerla, tacha la frase y escribe una nueva, hasta que la mujer, que está esperando en la puerta, pierde la paciencia, le arranca la hoja de las manos y sin ni siquiera sentarse garabatea unas líneas, pone su firma y sale corriendo. Era sólo un justificante escolar, pero para el marido, que era un conocido escritor, no había textos inofensivos y aun el más intrascendente planteaba problemas de eficacia y de estilo. Quise escribir el justificante perfecto, confesó el hombre en una entrevista, y no me extraña, porque escritor es aquel que se enfrenta al fracaso de escribir y hace de ese fracaso, por decirlo así, su misión, mientras los demás sencillamente redactan. Podemos estirar esa anécdota e imaginar a alguien que, soga en mano, a punto de colgarse de una viga del techo, se dispone a redactar unas líneas de despedida, toma un lápiz y escribe la consabida frase de que no se culpe a nadie de su muerte. Hasta ahí va bien la cosa, pero decide añadir unas líneas para pedir disculpa a sus seres queridos y, como es un escritor, deja de redactar y se pone a escribir. Dos horas después lo encontramos sentado a la mesa, la soga olvidada sobre una silla, tachando adjetivos y corrigiendo una y otra vez la misma frase para dar con el tono justo. Cuando termina está agotado, tiene hambre y lo que menos desea es suicidarse. El estilo le ha salvado la vida, pero quizá fue por el estilo que quiso acabar con ella; tal vez uno de los resortes de su gesto fue la convicción de ser un escritor fallido y tal vez lo sea, como lo son todos aquellos que pretenden escribir el justificante perfecto, que son los únicos a quienes vale la pena leer. Escriben para justificar que escriben, la pluma en una mano y una soga en la otra.

Fabio Morábito (Alejandría, 1955, Egipto), El idioma materno, Gog y Magog, Buenos Aires, 2014
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Foto: s/d

lunes, noviembre 10, 2014

Wallace Stevens / Seis paisajes significativos

I

Un anciano sentado
A la sombra de un pino
En China.
Ve una espuela de dama,
Azul y blanca,
En el borde de la sombra.
Se mueve con el viento.
Su barba se mueve con el viento.
Así el agua fluye
Sobre los hierbajos.

II

La noche es del color
Del brazo de una mujer:
Noche, la hembra,
Oscura,
Fragante y flexible,
Se oculta.
Una charca brilla,
Como una pulsera
Que se sacude en una danza.

III

Me mido
Junto a un árbol alto.
Descubro que soy mucho más alto,
Porque alcanzo directamente el sol,
Con mis ojos;
Y alcanzo la orilla del mar
Con mis oídos.
Sin embargo, no me gusta
El modo en que las hormigas se arrastran
Dentro y fuera de mi sombra.

IV

Cuando mi sueño estaba cerca de la luna,
Los blancos pliegues de su vestido
Se llenaron de luz amarilla.
Las plantas de sus pies
Enrojecieron.
Su pelo se cubrió
De ciertas cristalizaciones azules
De las estrellas,
No muy lejanas.

V

Ni todos los cuchillos de las farolas,
Ni los cinceles de las largas calles,
Ni los mazos de las cúpulas
Y las altas torres
Pueden tallar
Lo que una estrella puede tallar
Brillando entre las hojas de parra.

VI

Los racionalistas, que llevan sombreros cuadrados,
Piensan, en habitaciones cuadradas,
Mirando al suelo,
Mirando al techo.
Se limitan
A triángulos rectángulos.
Si intentaran romboides,
Conos, curvas, elipses
-Como, por ejemplo, la elipse de la media luna-
Los racionalistas llevarían sombreros.

Wallace Stevens (Reading, Pennsylvania, 1879-Hartford, Connecticut, 1955), Harmonium (1923), Faber and Faber, Londres, 2001
Versiones de Jonio González


SIX SIGNIFICANT LANDSCAPES

I
An old man sits
In the shadow of a pine tree
In China.
He sees larkspur,
Blue and white,
At the edge of the shadow,
Move in the wind.
His beard moves in the wind.
The pine tree moves in the wind.
Thus water flows
Over weeds.

II
The night is of the colour
Of a woman's arm:
Night, the female,
Obscure,
Fragrant and supple,
Conceals herself.
A pool shines,
Like a bracelet
Shaken in a dance.

III
I measure myself
Against a tall tree.
I find that I am much taller,
For I reach right up to the sun,
With my eye;
And I reach to the shore of the sea
With my ear.
Nevertheless, I dislike
The way ants crawl
In and out of my shadow.

IV
When my dream was near the moon,
The white folds of its gown
Filled with yellow light.
The soles of its feet
Grew red.
Its hair filled
With certain blue crystallizations
From stars,
Not far off.

V
Not all the knives of the lamp-posts,
Nor the chisels of the long streets,
Nor the mallets of the domes
And high towers,
Can carve
What one star can carve,
Shining through the grape-leaves.

VI
Rationalists, wearing square hats,
Think, in square rooms,
Looking at the floor,
Looking at the ceiling.
They confine themselves
To right-angled triangles.
If they tried rhomboids,
Cones, waving lines, ellipses --
As, for example, the ellipse of the half-moon --
Rationalists would wear sombreros. 
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Foto: Wallace Stevens con su hija Holly, 1929. Huntington Library/Wallace Stevens Biography

domingo, noviembre 09, 2014

Del "Edda Mayor"

Los sueños de Balder

Que se apresuren todos los ases a la obra
y todas sus esposas igualmente al consejo;
ésta fue la suprema decisión de los dioses
porque Balder había tenido un sueño malo.

Odin, el héroe anciano, se levantó en seguida,
puso la silla a lomos del caballo Sleipnir
y emprendió el camino que conduce a Nifelheim,
y hallóse con un perro que salió de la cueva.

Con el pecho manchado totalmente de sangre,
al divino hechicero no dejó de ladrar;
pero Odin cabalgaba, resonaba el camino
bajo los cascos hacia la morada de Hel.

Cabalgó hasta la puerta que al Oriente miraba,
desde donde veíase la colina de Wölva,
y el sabio cantó entonces hasta que la Vidente
surgiera y pronunciara sus sombrías palabras:

"¿Qué hombre desconocido llega hasta mí por estos
fatigosos caminos de los que soy la dueña?
Me ha mojado la lluvia y me hiela la escarcha
y mis huesos chorrean porque ha tiempo que he muerto."

(...)

El canto de las runas

Del árbol que los vientos llenan de altos rumores
nueve noches enteras
pendí: me herí a mí mismo con la que era mi lanza,
y yo mismo a mí mismo me ofrecí, Odin a Odin
y consagréme al árbol
de las desconocidas y profundas raíces.

Ni el pan gusté siquiera, ni gusté la hidromiel,
antes bien, inclinado hacia abajo buscaba
las runas que debían darme el significado,
y así, para explicarlas, me arrojé sobre el suelo.

"Cantos nórdicos de los siglos IX al XIII", La poesía alemana de los primitivos al romanticismo, selección, prólogo y notas de Jaime Bofill y Fierro, traducción de Jaime Bofill y Fierro y Fernando Gutiérrez, José Janés Editor, Barcelona, 1947

Nota del d.: El Edda o los Edda son colecciones de textos heroicos y mitológicos compilados en el siglo XIII en el Codex Regius (Edda Poética o Edda Mayor) y en el Edda Menor, Edda en Prosa o Edda de Snorri (por Snorri Sturluson, su autor), a los que deben sumarse cantos no comprendidos en esas colecciones. El Edda Mayor fue escrito en escandinavo antiguo, también llamado islandés antiguo. Incluir el Edda en la historia de la poesía alemana parece legítimo, por cuanto forma parte de la mitología y tradición literaria comunes a todos los pueblos germanos. Los traductores han tomado el alemán como texto base.


Balder Traeume

Die Asen eilten alle zumb Ding
Und die Asinnen alle zum Rar;
Und las berieten die reichen Götter,
Warun Balder Böses träume.

Auf stand Odin, der alte Held;
und legre Sleipnir den Sattel auf.
Nieder ritt et nach Nifelheim;
Einen Hund traf er, der aus der Höhle kam.

Blutig warer an der Brust vorne,
Des Zaubers Hern umheult er lange.
Der ritt weiter, der Wer dröhnte;
Zum hohen Haus der Hel kam er.

Da ritt Odin ostwärts vors Tor,
Dott wo wusste der Wölva Hügel.
Ei Wecklied sang er der Weisen da,
Bis auf sie tauchte, Totenwort sprach:

"Wer ist der Mann, mir unbekannt,
Der mir vermehrt mühwollen Weg?
Regen schlug mich, bereift war ich
Und taubeträuft: tot war ich lange."


Wodans Runenkunde

Ich weiss, wie ich hing am windigen Baum
Neun ewige Nächte,
Von Speere verwundet, dem Wodan geweiht:
Ich selber geweiht mir selber,
An jenem Baume, der Jedem verbirgt
Wo er den Wurzeln entwachsen.

Sie boten mir nicht Brot noch Met;
De neigt ich mich spähend nieder:
Auf klagenden Ruf wurden Runen mir kund,
Bis ich Baume herabfiel.
---
Ilustración: Le Pendu (el Colgado, en el tarot marsellés)

sábado, noviembre 08, 2014

Sharon Olds / Directamente











Entonces, una tarde,
entiendo: el daño que mi padre nos hizo
se está retirando. Nunca pensé
que fuera posible, pensé que su daño era más fuerte,
como el daño de Dios ─ una inundación, o nacer sin
ojos, con tejido acumulado, sin retina, sin
pupila, de la misma manera en que mi padre en el sofá no
parecía estar usando los ojos
sino no tenerlos, o tener objetos
por ojos ─ prendedores del vestido de Yocasta.
Pero no lo habían odiado, así que no nos odió,
simplemente nos despreció, y eso se está desgastando.
Mi hijo y mi hija están grandes, están bien
como por milagro. La tarde tiene
la cualidad de un milagro, los estorninos todos mirando
al oeste, a su tumba. Me acerco a la ventana
como para abrirla, y susurro,
el daño de mi padre está apagándose. Entonces,
creo que le alegraría escucharlo
directamente de mí,

así que vengo adonde estás, los huesos
asentados debajo de la húmeda maraña
de musgo de Norwood ennegrecido como la madeja
de cabello enredado de un ser querido. Vengo adonde estás, aquí
porque es mi hogar: tu cuerpo acabado
deshecho y devuelto a la tierra, sosteniendo
su solemne belleza inútil.

Sharon Olds (San Francisco, 1942), The Unswept Room, Alfred A. Knopf, NY 2002
Versión de Inés Garland e Ignacio Di Tullio


Directly 

Then, one late afternoon,
I understand: the harm my father
did us is receding. I never thought
it would happen, I thought his harm was stronger than that,
like God´s harm—flood, or birth without
eyes, with mounds of tissue, no retina, no
pupil, the way my father on the couch did not
seem to be using eyes
but not to have them, or to have objects
for eyes – Jocastal dress-brooches.
But he had not been hated, so he did not hate us,
just scorned us, and it is wearing off.
My son and daughter are grown, they are well
as if by some miracle. The afternoon has a 
quality of miracle, the starlings all facing
the west, his grave. I come to the window
as if to open it, and whisper,
My father’s harm is fading. Then,
I think that he would be glad to hear it
directly from me,

so I come to where you are, bone
settled under the dewed tangle
of the blackish Northwoods moss like the crossroads
hair of a beloved. I come to you here
because it is home: your done-with body
broken back down into earth, holding
its solemn incapable beauty.

viernes, noviembre 07, 2014

W. S. Merwin / Dos poemas


















Cuando volví de la Cólquide

Cuando volví de la Cólquide
donde verdes se extendían los campos primaverales,
una tierra afamada por sus linos admirables,
limitada hacia el norte
por el resplandeciente Cáucaso,
y al oeste por el Euxino.

Hablé mucho de los hermosos linos,
pero también, en verdad, algo dije
de Jasón que por mar llegara
y en aquella ribera había puesto
fin a su viaje fabuloso.
Volvieron todos el incrédulo oído.

De Troya, retornando
sobre las aguas, relaté
la historia de las murallas en ruinas,
pero dije que las grises olas lamen
y circundan aquellas playas como a cualquier otra.
Escucharon con una astuta sonrisa.

Si ahora, asombrado, vengo
del límite profundo de tu mano,
extranjero que llega del asoleado
mar de tus ojos, señora,
¿qué fábula podría narrarles
para que me crean?


Los huesos de Palinuro le rezan a la estrella polar

Consuélanos. El viento escoge entre nosotros.
Nuestra blancura es una desordenada estela nocturna.
Solitario candor, sé perenne en nosotros
que desolados fulguramos sin indicar el rumbo.


W. S. Merwin (Nueva York, 1927), Alberto Girri, 15 poetas norteamericanos, Bibliográfica Omeba, Buenos Aires, 1966


When I Came from Colchis

When I Came from Colchis
Where the spring fields lay green,
A land famed for fine linen,
Bounded northerly
By the glistening Caucasus,
By the Euxine westerley.

Most I spoke of fine linen
But did, in truth, tell something
Of Jason who had come sailing
And pised upon that shore
His fabulous excursion.
All turned the incredulous ear.

From Troy, over the water
Returning, I recounted
The tale of wrecked walls, but said
That gray waves lap and surround
That shore as any other.
With a shrewd smile they listened.

Now if, amazed, I come
From the deep bourn of your hand,
A stranger up from the sunned
Sea of your eyes, lady,
What fable should I tell them,
That they should believe me?


The Bones of Palinurus Pray to the North Star

Console us. The wind chooses among us.
Our whiteness is a night wake disordered.
Lone candor, be constant over
Us desolate who gleam no direction.


jueves, noviembre 06, 2014

Circe Maia / Dos poemas












Posibilidades

Hemos resuelto no existir. Mejor dicho
se ha resuelto que no existiéramos.
Así quedamos quietos, en el fondo,
sin hacer nada.

Como niños demasiado buenos
que han renunciado al juego por no hacer ruido
y ni hablar de leer, porque hay crujidos
al dar vuelta las hojas.

Adelgazados, sí, casi sin peso,
sin movernos, ya dije.
Sólo queda mirar a quien no mira,
no nos ve casi nunca.

¡Pero a veces!

A veces existimos todavía
en forma de punzadas silenciosas.
Un pensamiento-aguja, voz-astilla
da el inaudible grito: "¡Todavía!"


Posesión

Ha visto las palmeras de su plaza
casi al amanecer o cuando cae
la sombra y ha cruzado
-y siempre en diagonal- al mediodía.

Esas palmeras, esas anchas calles
por donde el paso anuda
sus rápidas puntadas
¿no son acaso suyas?

Más bien es al revés: él es de ellas
y ahora lo descubre.

Ellas: él mismo en ellas
caminante y camino.

Circe Maia (Montevideo, 1932), "Cambios, permanencias", 1978, La pesadora de perlas. Obra poética. Conversaciones con María Teresa Andruetto, Viento de Fondo, Córdoba, Argentina, 2013
---
Foto: Circe Maia en La Voz

miércoles, noviembre 05, 2014

Kobayashi Issa / Tres poemas



Qué magnífica
por el orificio del tabique
la Vía Láctea


Montañas a los lejos
reflejos sobre la pupila
una libélula


Se convierten en demonios
también en Budas
las nubes del verano

Kobayashi Issa (Kashiwabara, Shinano, 1763-1827), Una taza de té, Interzona, Buenos Aires, 2014
Trad. de Miguel Angel Flores

martes, noviembre 04, 2014

Stephen Crane / En el desierto









En el desierto
vi una criatura, desnuda, bestial,
en cuclillas, que
tenía su corazón en la mano,
y se lo comía.
Le dije: “¿Está rico, amigo?”
“Es amargo—amargo,” me contestó;

“Pero me gusta
porque es amargo,
y porque es mi corazón.”

Stephen Crane (Newark, Nueva Jersey, 1871-Badenweiler, Friburgo, 1900)
Versión de Inés Garland


In the desert

In the desert
I saw a creature, naked, bestial, 
Who, squatting upon the ground, 
Held his heart in his hands, 
And ate of it. 
I said, “Is it good, friend?” 
“It is bitter—bitter,” he answered; 

“But I like it 
“Because it is bitter, 
“And because it is my heart.”

Twentieth-Century American Poetry, 2004. Poetry Fundation

lunes, noviembre 03, 2014

Leonardo Sinisgalli / Tres poemas


El pajarito blanco

Como una estrella en pleno día
ha vuelto el pajarito blanco,
el pajarito del otro año.
¿Quiere mi fortuna
o quiere mi daño?


Volvió el padre

Volvió el padre
a gozar de la brisa.
Vio los troncos
de las encinas malvendidas.
Qué hacen, dijo,
desde esa ventana
que mira las luciérnagas.
No dan paz los muertos
a quien los olvida.


La luna de San Martino

Soy un viejo obtuso
sentado al escritorio, encantado
de mirar la luna
que se eleva y desaparece
con su perrito.
El cielo lo he mirado poco
de joven, distraído de la vida.
No había espacio para la reflexión.
No me muevo más,
no me vuelvo atrás,
estaré toda la noche
delante de este vidrio.

Leonardo Sinisgalli (Montemurro, Lucania, 1908-Roma, 1981), Mosche in bottiglia, Mondadori, 1975
Versiones de Jorge Aulicino
Foto: Sinisgalli, 1964, en Fondazione Leonardo Sinisgalli


L'ucellino bianco

Come una stella in pieno giorno
è tornato l'uccellino bianco,
l'uchellino dell'altr'anno.
Vuole la mia fortuna
o il mio danno?


Tornò il padre

Tornò il padre
a godersi la brezza.
Vide i tronchi
delle querce svendute.
Che ve ne fate, disse,
di quella finestra
che guarda le lucciole.
Non danno pace i morti
a chi li dimentica.


La luna di San Martino

Sono un vecchio ebete
al tavolino incantato
a mirare la luna
che s'impenna e scompare
col suo cagnolino.
Il cielo l'ho guardato poco
da giovane distratto dalla vita.
Non c'era spazio per la riflessione.
Non mi muovo più,
non mi volto indietro,
starò tutta la notte
davanti a questo vetro.

domingo, noviembre 02, 2014

Ulla Hahn / Envejecer




Vacilar en medio de la frase

Preguntar cuando cree
haber comprendido

No tener más prisa
por querer saber

Retener una piedra un cristal
una mano más de lo necesario

Tocar al hablar el brazo del interlocutor
para sentir que aún se está aquí

Perder un libro una mirada una piel
y no querer ya encontrarlos

Recordar en vez de anhelar

Entrenar como un músculo el pensamiento:
todo esto estará aquí después de mí

Sentir como si hubiera alguien en la habitación

Ulla Hahn (Brachthausen, hoy Kirchhundem, Alemania, 1946), Arquitrave nº 56, agosto de 2014, versión de José Luis Reina Palazón
Envío de Jonio González

sábado, noviembre 01, 2014

Czeslaw Milosz / A cierta edad












Buscábamos confesar nuestros pecados, pero no había a quién.
Nubes blancas se negaron a aceptarlos, y el viento
Estaba muy ocupado visitando un mar tras otro.
No tuvimos éxito en interesar a los animales.
Los perros, decepcionados, esperaban una orden.
El gato, como siempre inmoral, se fue quedando dormido.
Una persona aparentemente muy cercana
No estaba dispuesta a oír sobre cosas pasadas.
Conversaciones con amigos entre vodka o café
No deberían prolongarse más allá de la primera señal de aburrimiento.
Sería humillante pagar por hora
A un hombre diplomado, sólo por escucharnos.
Iglesias. Tal vez, iglesias. ¿Pero para confesar qué?
Que solíamos vernos hermosos y nobles,
Pero más tarde, en nuestro lugar, un feo sapo
Entreabre su grueso párpado
Y uno ve claramente: “Esto soy yo”.

Czesław Miłosz (Szetejnie, Lituania, 1911-Cracovia, Polonia, 2004), Hablar de poesía n° 25, julio 2012, Córdoba, Argentina
Nota preliminar y versiones del inglés de Carmen Iriondo y Rafael Felipe Oteriño


AL A CERTAIN AGE // We wanted to confess our sins but there were no takers./ White clouds refused to accept them, and the wind/ Was too busy visiting sea after sea./ We did not succeed in interesting the animals./ Dogs, disappointed, expected an order./ A cat, as always inmoral, was falling asleep./ A person seemingly very close/ Did not care to hear of things long past./ Conversations with friends over vodka or coffee/ Ought not be prolongad beyond the first sign of boredom./ It would be humiliating to pay by the tour/ A man with a diploma just for listening.// Churches. Perhaps churches. But to confess there what?/ That we used to see ourselves as handsome and noble/ Yet later in our place an ugly toad/ Half-opens its thick eyelid / And one sees clearly: “That´s me”. 
---
Foto: s/d