domingo, febrero 22, 2009

Paolo y Francesca


Nota a la polémica ¿Fraude o Traducción?

El Canto V de "Infierno" en la Divina Comedia de Dante Alighieri contiene la historia de Francesca da Polenta, de Ravena, y Paolo Malatesta, de Rimini, amantes adúlteros casi por imprevisión: Paolo ha de gestionar el casamiento de Francesca con su hermano, un contrahecho. Los jóvenes se ven y se enamoran; son muertos por el esposo, tiempo después, y no ha habido entre ellos más que un beso (o ni siquiera: en la historia real, tal vez sólo un acercamiento intolerable para el marido). Dante no incluye los pormenores, conocidos en su tiempo. El adulterio está sobreentendido. Los amantes son condenados a estar juntos en un torbellino que los arrastra sin cesar de un lado a otro. El de Francesca es el único relato romántico de los muchos que se profieren en el Infierno y ha hecho correr tinta. Particularmente difícil para la traducción es su comienzo. Aquí van cinco versiones al castellano. La primera -célebre- línea de este fragmento dice en el toscano original: "Amor, ch'a nullo amato amar perdona", lo que ya es complicado. Se entiende hoy con valor literario el término nullo como nessuno, ninguno (las acepciones corrientes son, como en castellano, no válido, sin vigencia); de modo que "amor a ningún amante amar perdona". Mitre interpreta: "Amor que á amar obliga al que es amado", en la tradicional intra-traducción de los editores italianos ("amore que non permette di non amar ad alcuno che sia amato", anota la Sociedad Dantesca Italiana) que también sigue Battistessa: "Amor, que no consiente que no amemos". Prefieren la literalidad, Crespo, y Soto y Calvo: "Amor, que a nadie amado amar perdona". Juan de la Pezuela omite el verso y va directo a "Amor, en fin, nos deparó igual suerte".


1- Mitre

"Amor que á amar obliga al que es amado.
Me ató a sus brazos con amor tan fuerte,
Que como ves, ni aquí se ha desatado.

«Amor llevónos a la misma muerte.
-En su antro Caín al matador espera.»
Las dos sombras me hablaron de esta suerte.

Al escuchar su voz tan lastimera,
Doblé la frente, y el poeta amado*,
-«¿Qué piensas?», preguntó con voz entera

Y respondíle todo atribulado:
«¡Qué deseos, qué dulce pensamiento,
Les trajeron un fin tan malhadado!»

Y volviéndome á ellos al momento,
Díjeles: -«¡Oh, Francisca! tu martirio
Me hace llorar con pío sentimiento!

«Mas díme, ¿cómo en el delirio
El dulce amor avasalló tu acuerdo,
Y deshojó de tu virtud el lirio?»

Y ella: «¡Nada más triste que el recuerdo
De la ventura en medio á la desgracia!
¡Muy bien lo sabe tu maestro cuerdo **!

Bartolomé Mitre, 1889

* Virgilio
** ibid.

2- Crespo

Amor, que a nadie amado amar perdona,
por él infundió en mí placer tan fuerte
que, como ves, ya nunca me abandona.

Amor nos procuró la misma muerte:
Caín al matador está esperando.»
Ambos me respondieron de esta suerte.

Al oír sus agravios, fui inclinando
el rostro; y el poeta, al verme así,
por fin me preguntó: «¿Qué estás pensando?»

Al responderle comencé: «¡Ay de mí,
cuánto deseo y dulce pensamiento
a estas dolientes almas trajo aquí!»

A ellas después encaminé mi acento
y comencé: «Francesca, tus torturas
me hacen llorar con triste sentimiento.

Mas di: en el tiempo aquel de las venturas
¿cómo y por qué te concedió el amor
conocer las pasiones aún oscuras?»

Y ella me dijo: «No hay dolor mayor
que recordar el tiempo de la dicha
en desgracia; y lo sabe tu doctor.

Angel Crespo, 1973-1977

3- Battistessa

Amor, que no consiente que no amemos,
me ciñó a éste con placer tan fuerte
que, como ves, aún no me abandona.

Amor nos trajo hasta una misma muerte;
Caín espera a quien quitó las vidas!»
Estas palabras de ellos nos vinieron.

Cuando oí a estas almas ofendidas,
incliné el rostro, y bajo lo mantuve
hasta que el vate dijo al fin: «¿Qué piensas?»

Al responder, yo comencé: «¡Oh pena,
cuánto grato pensar, cuánto deseo
los empujó al doloroso trance!»

Luego me volví a ellos para hablarles,
y comencé: «Francesca, tus martirios
me entristecen y apiadan hasta el llanto.

Dime: ¿en el tiempo del dulce suspiro,
en qué y cómo os concedió el amor
que conocieseis los deseos dudosos?»

Y ella a mí: «Ningún dolor más grande
que el recordar el tiempo venturoso
en la desdicha: tu doctor lo sabe.

Angel J. Battistessa, Ed. Carlos Lohle s/f

4- Soto y Calvo

Amor que a nadie amado amar perdona,
ese supo inspirarme de tal suerte
que cual lo veis, aun no me abandona.

Amor prodújonos la misma muerte...
¡Caín contempla el fin de su trabajo!»
Este dolor, que dijo con voz fuerte.

Me hizo inclinar el rostro y como bajo
me lo viera el Poeta. -«¿Y tú qué piensas
del gran placer que tal amor les trajo?».

Y yo exclamé: -«¡Oh lágrimas intensas!
Dulcísimo sufrir. Cuántos anhelos
llenáronlas con ansias tan inmensas...¡»

Y volviéndome a ella: -«En mis desvelos
yo, te ofrezco, Francesca, en tus martirios
cómo un relente en lágrimas, mis duelos!

Pero dime. ¿En tus prístinos delirios
cuándo, y aun cómo, concedió tu amor
la dulce posesión de tus empírios?»:

Y ella a mí: -«Ningún más gran dolor
que recordar el tiempo antes feliz
en tal angustia ¡pregunta a tu Doctor!

Francisco Soto y Calvo, 1940


5- De la Pezuela

Amor, en fin, nos deparó igual suerte;
Y el cerco dó Caín gime violento,
Aguardando está á aquél que nos dio muerte.-

No bien calló, doblé yo sin aliento
Mi frente opresa de dolor no escaso;
Y él me dijo: -¿Dó está tu pensamiento-

Y yo exclamaba por respuesta: -¡Ay laso!
¡Cuánta dulzura de zozobras llena
Llevarlos pudo al miserando paso!-

Y a ellos vuelto, empecé: -Tan honda pena,
Rasga el pecho, Francisca, y la faz siente
Correr de pío llanto larga vena.

Mas dime: al tiempo de tu mal creciente,
¿Cuándo y cómo los ímpetus sentiste
De ir hasta el fondo del deseo ardiente?-

Y ella exclamó: -Mayor dolor no existe
Que el feliz tiempo recordar consunto,
Y éste lo sabe, en la miseria triste.

Juan de la Pezuela, Conde de Cheste, 1879

Revista Digital Saltana


-Inferno, Canto V, Divina Commedia, Dante Alighieri
Fragmento

Amor, ch'a nullo amato amar perdona,
mi prese del costui piacer sì forte,
che, come vedi, ancor non m'abbandona.

Amor condusse noi ad una morte:
Caina attende chi a vita ci spense».
Queste parole da lor ci fuor porte.

Quand'io intesi quell'anime offense,
china' il viso e tanto il tenni basso,
fin che 'l poeta mi disse: «Che pense?».

Quando rispuosi, cominciai: «Oh lasso,
quanti dolci pensier, quanto disio
menò costoro al doloroso passo!».

Poi mi rivolsi a loro e parla' io,
e cominciai: «Francesca, i tuoi martìri
a lagrimar mi fanno tristo e pio.

Ma dimmi: al tempo de' dolci sospiri,
a che e come concedette amore
che conosceste i dubbiosi disiri?».

E quella a me: «Nessun maggior dolore
che ricordarsi del tempo felice
ne la miseria; e ciò sa 'l tuo dottore.

Ulrico Hoepli Editor, Milán, 1979


Ilustración: "Paolo and Francesca", por G.F. Watts, 1872-1884 Watts Gallery

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