sábado, agosto 31, 2024

Lidia Rocha / De "Hechicerías"


3

Viniste a mí sin soltarme los ojos. 

Yo cabalgaba una ola 
revolcada de arena y malos pensamientos. 

Sobre el acantilado, 
un nido minúsculo era tu alma. 
Quería alcanzarla en el oleaje. 
Fui llegando a la cima. 

Las fuerzas naturales desconocen la pena. 
El pecado también. 

Desde entonces te fue dada la sabiduría. 
Lo demás ya me pertenece. 
Soy tu ama ahora. 
Llamáme Wanda. 


19

Cerca del lago hay un árbol añoso,
sus hojas secas caen sobre el agua.

Te das vuelta para verme llegar.

No sonrías. 
No vas a derrotarme. 

Las alimañas que viven en lo oscuro 
se aliaron en tu contra. 

Borrá de tu futuro la mañana 
y el sol. 


31

En el invierno de Anglesey acá es verano. 
¿Sentís la luz del bosque de araucarias, 
la brisa que acaricia lupinos y pehuenes? 

Un gato de montaña te está soñando muerto 
aunque tu barco se hunde en el Mar del Norte. 

Pequeño druida, si fueras un náufrago, 
no te rescataría de las aguas heladas.
 
Oigo una ópera oscura, 
un huracán que poda los árboles 
y deja ramas alrededor de tu cadáver,
tieso sobre las losas de un santuario. 

Los pescadores sacan los restos. 
Lo que no se comieron los peces 
se lo llevan los pájaros. 

Los ojos azules colgados del corazón de la borrasca.

Lidia Rocha (Trenque Lauquen, Argentina, 1959)

Hechicerías
,
Olivos, Argentina, 2024









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Foto: Lidia Rocha / Facebook

viernes, agosto 30, 2024

Eugenio Montale / El lirio rojo




El lirio rojo, si un día
echó raíces en tu corazón de veinte años
(brillaba el agua en las cribas
de los areneros, se zambullían
brillantes topos en las cañas, torres,
pendones desafiaban la lluvia,
y el paso feliz al nuevo sol,
inconsciente se cumplió);

el lirio rojo ya sacrificado
en las lejanas crestas
a los muérdagos que el echarpe te acribillan
de una helada incorruptible y las manos, -
flor de foso que se te abrirá
en las orillas solemnes donde el zumbido
del tiempo ya no fatiga...: 
a sacudir el arpa celeste
y hacer a la muerte amiga.

Eugenio Montale (Génova, Italia, 1896-Milán, Italia, 1981), "La bufera e altro", 1956, Tutte le poesie, Mondadori, Milán, 2004
Versión de Jorge Aulicino



Il giglio rosso

Il giglio rosso, se un dì
mise radici nel tuo cuor di vent'anni 
(brillava la pescaia tra gli stacci 
dei renaioli, a tuffo s'inforravano 
lucide talpe nelle canne, torri, 
gonfaloni vincevano la pioggia,
e il trapianto felice al nuovo sole, 
te inconscia si compì); 

il giglio rosso già sacrificato
sulle lontane crode
ai vischi che la sciarpa ti tempestano 
d'un gelo incorruttibile e le mani, -
fiore di fosso che ti s'aprirà 
sugli argini solenni ove il brusio 
del tempo più non affatica... : a scuotere 
l'arpa celeste, a far la morte amica.
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jueves, agosto 29, 2024

Juan L. Ortiz / Los ángeles bailan entre la hierba



Los ángeles bailan entre la hierba.
Ondulan un frío que relampaguea
y que cortaría la tarde.
La tarde dura como un diamante
que desvalora de pronto una nube efímera.

Los ángeles de Cocteau sentados en las cornisas
miraban caer la tarde con ojos violeta.

Es dura la vida. La vida es triste.
Como un mar la muerte viene del sur y anda en el sol.

Los ángeles bailan entre la hierba
y sonríen con una sonrisa filosa,
un poco lúgubre ¿cierto?
Sí, lúgubre, y breve.

Juan L. Ortiz (Puerto Ruíz, Argentina, 1896-Paraná, Argentina, 1978), "El agua y la noche", 1924-|932, En el aura del sauceEditorial Biblioteca, Rosario, 1970 Ignoria, 6 de marzo de 2023

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Foto: s/d

miércoles, agosto 28, 2024

Jorge Curinao / De "Otros animales"



III
Cayendo de un sueño, mis creencias se convierten en juguete. Nada es como decían los sabios. En el fondo del vaso hay un desierto, una moneda arrojada contra el olvido. Nunca sabré si lo hice a favor o en contra de ellos.


V
El horror del silencio bajo un cielo acostumbrado a ser cierto. Nadie recuerda lo que vendrá. Nadie recuerda lo que no vendrá: visiones pasivas convertidas en lágrimas. Soy la visión del absurdo, del hueso en la noche.


XIII
Se aprende, en el pueblito, a caminar despacio. Se aprende a hablar con las estrellas, con los muertos. Escucha, cierra los ojos. Es la piedra que puse entre tus manos.


XVI
Cada tarde, abríamos las ventanas para darle paso al tiempo. La casa tenía el rumor de los grillos perdidos. A veces, el color era el mismo. Descubrir uno distinto era nuestra aventura.


XXIV
Cada mañana miro tus ojos para encontrar en ellos, mis manos. Así aparece la muerte. Primero, en el botón de la camisa. Luego, en las miradas que nadie quiere cruzar.

Jorge Curinao (Río Gallegos, Argentina, 1979)

Otros animales,
 
Buenos Aires, 2024









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Foto: Clarín

martes, agosto 27, 2024

Frederick Seidel / Laudatio


A un joven aristócrata y judío y alemán
El ascenso de Hitler lo envío a Londres.
St. Paul's School hizo de un hombre un caballero.
El caballero creció y se hizo muchacho.

El muchacho vino a América para convertirse en un apuesto oficial del OSS.*
El muchacho se deslizó en Alemania para reunirse
con los colegiales que planeaban matar a Hitler.
El muchacho se convirtió en un corredor de autos de posguerra, no malo.
El muchacho se convirtió en un diseñador de modas heterosexual.

Un muchacho judío vistió el uniforme de un oficial de las SS,
Trasvistiéndose a través de Mortalandia en los meses finales de la guerra,
Urbano dentro de su atuendo de tibias y calavera -
¡El primer desfile de modas de John Weitz, querida!

Cuando Weitz quiso borrar su tatuaje de SS,
Lo quemó con un cigarrillo, exactamente igual que un SS real.
La red clandestina en la que se infiltraría se quitó los suyos.
Una misteriosa y hermosa mujer estaba involucrada. Se pone mejor.

Está también la historia de que necesitaba publicidad
Para su línea de ropa y no podía gastar mucho dinero.
Nadie había pensado en poner avisos en la parte trasera
De los ómnibus de la ciudad de Nueva York por entonces.

Weitz escribió koans para el tiempo de Warhol.
NO ENTIENDO LA PUBLICIDAD DE JOHN WEITZ
Fue rodando Quinta Avenida abajo detrás de un bus.
Parecía un distinguido diplomático cuando comía wurst.

Weitz tenía la altanera cordialidad de un duque.
Estaba lleno de goy.
No era discreto.
Admiraba a los grandes.

Podía operar en piloto automático
con sus hermosos modales.
Tenía una casi irreal apariencia.
Usó su voz meliflua.

John Weitz integró clubs, amó los barcos,
Contaba encantadoras anécdotas, chistes malos,
Escribía cordiales biografías
De incoloras personalidades del Tercer Reich.
Amaba los honores y amaba la gloria.

Conservaba la Cruz de Hierro
De su padre, de la Primera Guerra, enmarcada en la pared.
Negó que estaba agonizando.
Nunca suspiró hasta el momento siguiente al que murió.

Frederick Seidel (St. Louis, Missouri, Estados Unidos, 1936), "Ooga-Booga", Poems 1959-2009, Farrar, Straus and Giroux, Nueva York, 2009
Versión de J. Aulicino con Jorge Salvetti

* Office of Strategic Service: servicio de inteligencia estadounidense creado en 1941, durante la Segunda Guerra Mundial. Fue disuelto en 1945. En 1946 se estableció la Central Intelligence Agency (CIA), con las funciones de la OSS

Ooga-Booga,
Farrar Straus & Giroux,
NY, 2006











Laudatio
A young aristocrat and Jew and German / The rise of Hitler sent to school in London. / St. Paul's School made a man a gentleman. / The gentleman grew up to be a boy. // The boy came to America to become a dashing OSS officer. / The boy slipped into Germany to meet the schoolboys plotting to kill Hitler. / The boy became a not bad postwar racecar driver. / The boy became a heterosexual clothes designer. // A Jewish boy donned the uniform of an SS officer, / Cross-dressing across Deathland in the final months of the war, / Urbane inside his skull-and-crossbone attire - / The first John Weitz fashion show, my dear! // When Weitz wanted to obliterate his SS tattoo, / He burned it off with a cigarette just like the real SS. / The underground network he would inflitrate had removed theirs. / A mysterious beautiful woman was involved. It gets better. // There is the story of how he needed publicity / For his fashon line and couldn't spend much money. / No one had thought of putting advertisements on the back / On New York City buses back then. // Weitz wrote koans for the age of Warhol. / I DON'T UNDERSTAND JOHN WEITZ ADVERTISING / Went rolling down Fifth Avenue behind a bus. / He looked like a distinguished diplomat when he ate a wurst. // Weitz had the lofty friendliness of a duke. / He was full of goy. / He was not discreet. / He admired the great. // He could operate on automatic pilot / With his beautiful manners. / He used his mellifluous voice. // John Weitz belonged to clubs, loved boats, / Told lovely anecdotes, bad jokes, wrote cordial biographies / Of colorless Third Reich personalities. / He loved honors and he loved glory. // He kept the Iron Cross / Of his father from the First World War framed on the wall. / He denied that he was dying. / He never sighed until the moment after he died.

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lunes, agosto 26, 2024

Piergiorgio Viti / De "Como un cerezo al mediodía", 2



Había apoyado los ojos, 
con toda su firmeza, 
en tu rostro codiciado 
por las luces en tránsito 
de ciudades que lentamente desaparecían.  
Luego la oscuridad, obedeciéndose a sí misma, 
eclipsó la imagen 
y todos nos convertimos en embriones
en espera del mundo.
Así, tu rostro absorto
solo podía imaginarlo
como una hipótesis,
hasta cuando fuera resucitado
después del túnel.

Piergiorgio Viti (Sulmona, L'Aquila, Italia, 1978), Como un cerezo al mediodía, Barnacle, Buenos Aires, 2024
Traducción de Antonio Nazzaro



Avevo appoiato gli occhi,
in tutta la loro fermezza,
sul tuo volto conteso
dalle luci in transito
di città che spicciolavano.
Poi il buio, obbedendo a se stesso,
ha eclissato l’immagine
e tutti siamo diventati embrioni
in attesa del mondo.
Così, il tuo volto assorto
potevo soltanto immaginarlo
come un’ipotesi,
fino a quando sarebbe risorto
dopo la galeria.
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domingo, agosto 25, 2024

Gerardo Foia / Cuando tenemos a mano un café o una mandarina



                                                                                                            a Isabel Yumatle

Cuando nos dibujamos las muñecas y brazos
esos tatuajes improvisados que nos hacemos con lo que atente y sellan con pasta de luz lo que aparenta falso sobre la piel

en cada brindis de brasa líquida cuando golpeamos vidrios
con los ojos descalzos sobre esos cielos con grandes olas

cuando salimos a buscar el sol
sin importarnos la hora de la noche

en todas las lunas que ya desovillamos juntos
y vamos amontonando sobre los techos de Colegiales

en nuestro escondite que es el peor del mundo y quien quiera ver que se enamore

en mi auto girando en espiral por Acceso Norte o en la esfera de la muerte del Clown Art
o si no en cualquier auto que nos haya tocado por azar de la calle o del teléfono

estacionado sobre la avenida Juan B Justo con las balizas puestas
esperando que nunca te bajes del auto pero diciéndote hasta mañana mientras afuera nos raspan veloces los que zumban

debajo del toldo destartalado a la vuelta de la sensatez casi al reparo de la lluvia
con una botella de vino en el pico de la noche

también en el umbral de la casa de Vicente López entreverada con la puerta intentando ingresar con dificultad ante el ángulo del instante donde todo se despeja

en aquél picnic lleno de barro y cervezas sobre el pasto de la plaza Armenia 

en las cenas siempre inconclusas
porque somos echados de todas las cantinas a la hora del toque de queda

en la plaza Clemente y en la Mafalda sentados con las rodillas en el mentón
escuchando el canto de los gorriones desafinados

aquél mediodía tardío almorzando
en la cápsula cuadrada entre drogas vencidas por el recuerdo y aquellas que solo nos hicieron carretear entre escombros

en la parrilla abandonada del canal
ante la indiferencia de una colonia de gatos negros

mucho en la oficina de Maradona

en cada dibujo tuyo que hacés frente a mí y que yo guardo en un cajón
por si algún día todos esos rostros desgarran el papel

cuando nuestras risas andan sueltas por los pasillos

acostados en la caja de lápices de colores entre ellos hacinados
casi como si fuésemos dos más

en el momento que dibujaste a oscuras un tren y te subiste a él hasta el día siguiente

la primera vez que me escribiste ilegalmente los ojos

a veces trabajando
concentrados cada uno en lo suyo
armando estrategias de cómo encarar cual cosa

cuando me leés
todas las veces que te escribo

en el silencio de las palabras
y en los gritos de nuestras miradas estrellándose unas a otras salpicando lo que se avecina 

todas las veces que jugamos a tantas cosas
sobre todo cuando nos desafiamos a vencer o morir

en nuestras charlas de aljibe y en las rasantes
honradas unas y otras

las veces que acomodamos las piezas de nuestra confianza frente al otro para que las mueva y haga su jugada

cuando nos esquivamos cuando nos hacemos trampa
cada momento en que alguno de los dos juega sucio

cuando pasa que nos espiamos
y cada cual conversa con sus fantasmas unos buenos tintos de estación

en los temores que invitamos a que sean parte en las conclusiones erradas
en los presagios y los conjuros
y cuando le charlo rezos al gauchito Gil

claramente aquella noche que te llamé desde la Península San Pedro
y aniquilamos al tiempo a puros decires y botellazos

en los puchitos y sus rincones
y en todo lo que el humo nos cementa

cuando tenemos a mano un café o una mandarina

en los miles de nombres de mujeres
que uso para nombrarte cada mañana para llegar siempre a vos

en mis regalos de tus nacimientos hasta alcanzarte

escuchando a Lucio Dalla sintiendo el dolor de la música a Charly o C. Tangana
también paseando por la urbe de la armónica de Hugo Díaz

aquella vez que bailamos tan apretujados en ciudades distintas Paraná Buenos Aires
y aprovechaste para inyectarme de esas ilusiones como heroína y ya no pude dormir en todo el viaje 

recorriendo las cuerdas de nuestros pensamientos en pequeñas letras atadas al cerebro como vinchas

haciendo malabares con nuestras creencias como si fuesen naranjas
y haciéndolas cruzar por el aire
de tus manos a las mías y viceversa

cuando se nos cae al piso alguna naranja del otro

a orillas de todos los días que se nos anuncian incluso los ausentes y los escondidos
y los que estarán hoy como ninguno

en las mareas de cerveza bajo los zapatos y en los vinos que llevamos en los bolsillos

yendo a comprar whisky
en la otra cuadra de todos los martes
y en la petaca moscovita que es nuestra lámpara a frotar

cuando nos escapamos
a caminar por ahí por los alrededores de nosotros mismos

o cuando estamos sentados en lugares que inventamos para estar un rato más juntos

en nuestros planes diminutos

también en nuestras peleas
en cada minuto en que me odiás
y en todos los que no hay disculpas posibles

por supuesto en los peligros que fueren en nuestras discusiones serias
y en las que diseñamos sólo para molestar al otro

mientras el frío nos azota sin piedad también

entre artistas de varieté periodistas
computadoras tachos de luces y cámaras de televisión 

cuando nos mostramos fotos pedazos de vida de antes
y los quiénes son

en los cuadros de tu infancia los hermosos culpables
que aún tienen pegados cientos de tus dedos y tus miles de ojos de aquellos años

en el rostro grande que dibujaste aquella madrugada sobre un lienzo que robé
y tengo colgado en el camino de la escalera que va

en los sueños que soñamos cada uno en su noche más cercanos que de otra manera

al borde de la tarde
y en la forma de tu boca

en los embates del deseo

cuando no hace falta
y cuando ponemos a rodar el corazón como si fuera una pelota en una pendiente

cada vez que nos damos cuenta todas las veces que no

en el equilibrio forzado que nos pretendemos

y en los pasos de los besos que escuchamos acercarse.

                                                    Villa Luro - julio de 2021 / corregido en agosto de 2024
[Inédito]

Gerardo Foia (Buenos Aires, 1967)

Libros de Gerardo Foia en Ediciones en Danza
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Foto: Gentileza del autor

sábado, agosto 24, 2024

Juan Desiderio / De "Pines Sprun"


II

y dulce mira
cómo pelan cables
los huérfanos
en habitaciones
se inyecta de azul
y azul se come
te oxida.

Es de aquellos
donde piden mesa
y cien gramos
de picado fino
que se oxidan
se comen
te oxidan.

Amanece con la yugular
abierta
mojado de tendón
y lluvia
las tardes fijan
su manía
en sus manos el pan
el fiambre que se inhala
y se come
se oxida
te come
te oxida.

Se llamó pies en el cambio
o azafata muda que todo
golpea
puesto en primera
marcapaso
tranca que tranca
salame picafino
pan
la ceremonia

no puede ser tan
místico.

Barrio trucho, 1990, 1997, 2020


I

Argentina
¿cuándo beberé tu sangre
hasta hacerme fuerte?
¿cuál de tus siete cabezas
me corresponde?
aliado
entre tus brazos negros
haciendo equilibrio
en una de tus pistas
volcando mi cabeza
en un baño de tren
argentina
esta es mi carne
mi mecanismo perfecto
pero tus brazos
ya no son los mismos
tus pulmones podrían reventar
nena
las piernas las dejé sobre la
mesa
no sea que corras hacia el mar
dormida


VIII

aquí la parábola de los hijos
de nena:
llamó a su primogénito “nada”
a su hermano se lo conoce
como “asilo”
y nena amó a nada
y depositó en asilo
todos sus horrores
en los pasillos mentales
de asilo
la carne no se entierra
y pudo
matar a nada
una noche de lluvia
si no fuera que su madre
se interpuso
y así fue que nada
mama de las tetas de
nena
y asilo baila
en las pistas de ezeiza
a las tres de la mañana

Argentina, 1992


II

Esto es un laboratorio
bienvenidos
el brazo derecho
arrodíyese ahí
la sangre espesa
no respire
a usté no le sale nada
deme el otro brazo
aprete esta piedra
largue
aprete
largue.
La piedra
en la cabeza del enfermero.
Y esto pasó.
Los dos están prófugos.
El enfermero
no recuerda su nombre.


III

-Bitácora de vuelo-
-no te hagás el Espok
y corré más rápido
que nos matan
esto marciano de la 19
y te van a rodar
las orejas
hasta la zanja.
-La zanja. La recuerdo
tomando sol
a orillas de la zanja
sus pelos con abrojos
excitaban
a lo vendedore
de sandía
y su risa
helaba el barrio
todos la veían
le creían santa
por el barro seco
que frotaba en su pierna
y aparecía como
santa rita envuelta
en una nube
con su cara
color acero y
-seguí corriendo
que nos cagan a palo
-y te acordá del viejo
que creía ser san jorge
y yevaba al matungo
a tomar agua
a la zanja
se sentaba siempre
sobre el caño ese
que estaba roto
y miraba a la gente
y veía dragone corría
 a los pibes les quería
sacar lo dragone
de la cabeza
¿te acordá?
-si, eran piojo
-no, loco
eran dragone en serio
-espok
no digá boludece
y decile a tu piba
que compre faso y gayetita.

La zanjita, 1996, 1999


Hijo
tuve mi cabeza medieval
un póster de Hendrix
y el chaleco de jean
correspondiente.

Ahora 
me siento a esperar
imágenes
en este cine de cráneo.

*

Desde la torre once
los espejos le gritan.
Hematomas en su cara
toque lila entre las piernas.
Una luz verde
divide su cuerpo
a lo largo.

Habla de su credo
en los pasillos
que hay detrás 
de la pared.

Ángeles parricidas, 1998


¿podar el fresno?
¿las ramas de Einstein?
Martilleo sobre
la parte podrida 
de la casa. Tomo
en jardines de avenida
y el azar es vuelo
por cielos de capot.

Suerte de ser
mitad cuerpo
y una parte de la reja
¿o es la pasión
con la que evito
ser un souvenir
en la fiesta?

Tos, 2002


Un hombre anciano,
sentado en el living de cemento
de un parque. Sobre la mesa, una naranja.
El anciano observa la copa de un árbol. Baja la vista
hacia la naranja. Ella, posa y él, la estudia.
Ambos, en trance.

Hipnosis, 2005

Juan Desiderio (Buenos Aires, 1962)

Pines Sprun
Obra reunida 1990-2014,
Buenos Aires, 2023








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Foto: Juan Desiderio/Facebook

viernes, agosto 23, 2024

Dolores de Elizalde / Dos poemas



lo que queda
suma o resta
según cómo se mire

¿hay todavía 
tiempo para vivir?

lo inexorable
tirarse a los pies
de los dioses
y suavizarles los dedos
y las garras
con los últimos perfumes

ceder al deseo
dejarle el peso 

y después
cerrar la puerta
y no jugar

*
en madrugadas como esta
escucho un silencio amargo
o doloroso
como la partida del hijo

pero también 
huelo el eucaliptus
del ramo nuevo
tanteo con mis manos ciegas
la huella
que tira de mis pies
hacia adelante

el silencio me abraza
con collares luminosos
tierno 
esquivo

alumbran las cavernas
y corredores
como una luna plena

Dolores de Elizalde (Buenos Aires)

El lugar de mi quietud
Barnacle,
Buenos Aires, 2024









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Foto: Barnacle

jueves, agosto 22, 2024

Mary Oliver / Perdóname




Los ángeles son maravillosos, pero muy..., bien, reservados.
Es lo que siento en el barro y las raíces de los
árboles, o el pozo, o el granero, o la roca con
su amarillento mapa de líquenes que interrumpe mi paso y
hace que me brillen los ojos al sentir la presencia de algún
espíritu, algún pequeño dios que allí habita.

Si yo fuera una persona perfecta, no pararía de inclinarme.
No lo soy, y aun así me detengo allí donde siento esta
espiritualidad, y es por eso que a menudo tardo tanto en regresar
de dondequiera que haya ido.

Perdóname.

Mary Oliver (Maple Heights, Estados Unidos, 1935 - Hobe Sound, Estados Unidos, 2019), Blue Horses, The Penguin Press, Nueva York, 2014
Versión de Jonio González.



FORGIVE ME 

Angels are wonderful but they are so, well, aloof.
It’s what I sense in the mud and the roots of the
trees, or the well, or the barn, or the rock with
its citron map of lichen that halts my feet and
makes my eyes flare, feeling the presence of some
spirit, some small god, who abides there.

If I were a perfect person, I would be bowing
continuously.
I’m not, though I pause wherever I feel this
holiness, which is why I’m often so late coming
back from wherever I went.

Forgive me.
---
Foto: Colección Bill y Amalie Reichblum de documentos personales de Mary Oliver, Library of Congress, Estados Unidos

miércoles, agosto 21, 2024

Safo / Como esa dulce manzana...



Como esa dulce manzana se ruboriza en la punta de la rama,
En la punta más remota, y la pasan por alto los recolectores…
No la desdeñaron, no: es que no pudieron alcanzarla.

Safo (Mitilene, Grecia, VII a. C – probablemente Léucade, Grecia, VI a. C.), Lobel-Pag. 105a, Oxford, 1955
Traducción de Jan De Jager

N. del T.: Se conjetura que estos versos provienen de un epitalamio, una canción de bodas compuesta por Safo con motivo del casamiento de una mujer hermosa pero, según los criterios de aquella época, ya no tan joven para casarse



Οἶον τὸ γλυκύμαλον ἐρεύθεται ἄκρῳ ἐπ᾽ ὔσδῳ
ἄκρον ἐπ᾽ ἀκροτάτῳ λελάθοντο δὲ μαλοδρόπνες,
οὐ μὰν ἐκλελάθοντ᾽, ἀλλ᾽ οὐκ ἐδύναντ᾽ ἐπίκεσθαι.
---
Imagen: Jules-Élie Delaunay, Sapho embrassant sa lyre, siglo XIX

martes, agosto 20, 2024

Marcelo D. Díaz / De "Los gamos"


Luz de otra parte

No será agua del cielo la que cae
y te moja, y nos moja
o será el agua del río
cayendo a la inversa
a qué animal nos parecemos en la lluvia.
A un delicado ciervo
cuando anuncia la nieve
y en el medio del río congelado comienza a hablar:
la técnica más cruel es la de la luz
con aquellas flores
que reflejan el corazón de tu mente
flores que no hacen otra cosa
más que atraer peces voladores
Es como una idea fija
las flores, el ciervo, más adelante en el ojo de los peces
vos y yo llegando para dibujar
nuestros nombres en el barro;
los animales así mueren en la memoria
de los árboles
¿te imaginaste un leño carcomido por los vocablos
que traía el río?
Un salvavidas ardiendo en el medio del agua.
Una forma de decir otra vez
hemos llegado al mismo mundo.
Cuántas veces el mismo mundo
como el hada del invierno
que toca con una especie de varita
todo a su paso. ¿Y los animales?
¿Y nuestra lengua de esquimal olvidando la primavera?
¿Y la forma primaria del pez que captura
la forma más compleja de los otros peces?
Nada más romántico que los peces ardiendo
en tu mente perdiéndose
en el hielo;
ahora tu ojo más adelante tu boca después tu corazón
dónde te tocó decir:
esta es mi forma sensible.
El ciervo perdiendo su orfandad entre la nieve
que lo creas o no
siempre brillará para vos.


A través del tiempo

“Hablemos, encendamos el fuego.”
Alberto Szpunberg

                                         a Rodrigo Astorga

Mi amigo me cuenta un sueño en el que el mundo
se convierte en un témpano infinito
más adelante se multiplica el frío
como una helada alrededor del planeta
después me dice: “mi primo estudia
matemática, en una realidad cuántica -me dijo 
dos cosas diferentes ocurren en simultáneo
Y yo me acuerdo de vos, y de tu voz
y pienso en una dimensión invertida
donde lo perdido se recupera.
¿No es un milagro tener el corazón helado así
en pleno verano? ¿No querías ser invierno?
¿O ya no? ¿Qué es lo que brilla en el futuro?
El sol arde a la medida de nuestras pérdidas
y la emoción se vuelve más radiante
cuando decís una y otra vez
somos animales tristes buscando la felicidad
en los vocablos del silencio,
una hoja en un árbol luminoso por momentos
transformado más tarde en leño
y más tarde en fuego,
siempre en un mundo paralelo
Esa es tu definición de la tristeza
una cosquilla, sí, o un aprendizaje a oscuras
de las cosas que son significativas
como cuando yo soñé con vos
y pensar que ahora tu nombre descansa
en un punto ciego de mi mente
mientras mi amigo me narra
la teoría de los mundos posibles
y yo me digo si no estás aquí más adelante
quizá tu corazón, no la imaginación, o mejor
el movimiento afectivo, o sentimental, de los astros
nos devuelva al cauce del río
de una época anterior
de cuando el cielo todavía era soleado.

Marcelo D. Díaz (Villa Mercedes, Argentina, 1981), Los gamos, edición electrónica, Cooperativa Cultural Trafkintu, 2024 

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Imagen: Marcelo D. Díaz por Pablo Elías. Marcelo Díaz/Facebook

lunes, agosto 19, 2024

Irene Gruss / Fue una fiesta




              Es difícil escribir un paraíso
              cuando todas las indicaciones
              superficiales hacen pensar
              que debe escribirse el Apocalipsis.      
                                                Ezra Pound

Ya no.
Despreocuparse
en medio de plena guerra, cuando
todo era diversión, y pasión,
y era guerra.
Entretenidas anécdotas entre Picasso y
sus mujeres; Gertrude Stein
manejando una camioneta de la
Cruz Roja Internacional, en el paisaje
del frente.
Eluard haciendo el amor en medio de
la guerra: "¿Qué íbamos a hacer?".
Ya no. El amor ahora apenas
sostiene,
apenas descubre,
salva,
corrobora conclusiones, situaciones
tontas.

Irene Grus (Buenos Aires, 1950 - 2018), Diario de Poesía n° 1, Buenos Aires, invierno de 1986
[El mundo incompleto, Libros de Tierra Firme, 1987; Poesía completa, En Danza, 2021]


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Foto: Irene Gruss, Buenos Aires, c.2014. Archivo del Administrador

domingo, agosto 18, 2024

Nuno Júdice / De "Meditación sobre ruinas"



Poema

Las cosas más simples las oigo en el intervalo
del viento, cuando el simple caer de la lluvia en los
vidrios rompe el silencio de la noche, y su ritmo
apaga el de las palabras. En ocasiones, es
una voz cansada, que repite incansablemente
lo que la noche enseña a quien la vive; otras
veces, corre apresurada, atropellando sentidos
y frases como si quisiera llegar al fin, más
rápido que la madrugada. Son cosas simples
como la arena que tomamos y se escurre
entre los dedos mientras los ojos buscan
una línea definida en el horizonte; o son las
cosas que recordamos de pronto, cuando
el sol se asoma en el hueco de una nube.
Estas son las cosas que pasan, cuando el viento
se queda; y son las que tratamos de recordar, como
si las hubiéramos oído, y el ruido de la lluvia en los
vidrios no hubiera borrado su voz.


Las santas místicas

Hay mujeres resplandecientes bajo el manto
que las oculta. Sus cuerpos son blancos como el lino
áspero en que se tienden, y su piel es suave
cuando el frío de la mañana la recorre con las manos
duras del invierno. Sus cabelleras negras se esparcen
a lo largo de la espalda, y cuando las vemos de frente
son la cortina que oculta sus senos. Esas mujeres
se sientan en una banca de piedra junto a la ventana
desde donde observan el mundo. Con los finos
dedos de sus manos cuentan los días que faltan
para el fin de su eternidad. Cuando rezan, arrodilladas,
se lastiman los codos en la piedra del corredor. Sus labios
murmuran la oración con la que piden a dios
que descienda al nivel de sus rostros; y abrazan
la nube que se forma cuando la humedad
se escapa de sus bocas, cuando respiran, y el vidrio
se empaña para que ellas miren dentro de sí,
y no hacia afuera, donde el cielo se oscurece con las razones
de la lluvia. Y observo el fondo de su alma, donde
se abre el camino del éxtasis que las posee.


La apariencia mística del cisne engaña a los creyentes

En el cuarto donde colgué el grabado de dos
mujeres desnudas en una fuente, el agua empezó
a escurrir de las vigas del techo. Una nueva
fuente, diría un agnóstico; de hecho, era la
lluvia que caía, y pronto las ninfas se arrojaban
toallas una a la otra para secarse, aunque
las toallas estuvieran empapadas. Pero
el silencio era total en el cuarto, y lo que ellas gritaban,
porque el agua estaba fría, o porque
las toallas eran ásperas, sólo se oía
en mi cabeza. Era posible, claro, que
todo sucediera ahí; y que el agua que escurría del techo
fuera en realidad la luz que surgía de lo
profundo de mi memoria, donde las dos
mujeres desnudas se transformaban en cisnes
que salían del lago y abrían las alas. La pared
del cuarto, sin el grabado, se secó; y de las
vigas del techo surgió otra luz,
parecida a la que yo imaginaba, la misma que ahora
cae en el piso donde me puse a recogerla con
la escoba de la estrofa, para que no se pierda.

Nuno Júdice (Mexilhoeira Grande, Portugal, 1949 - Lisboa, 2024), Meditación sobre ruinas, Textofilia / Universidad Autónoma de Nuevo León, México, 2018
Versiones de Blanca Luz Pulido



Poema

As coisas mais simples, ouço-as no intervalo
do vento, quando um simples bater de chuva nos
vidros rompe o silêncio d noite, e o seu ritmo
se sobrepõe ao das palavras. Por vezes, é uma
voz cansada, que repete incansavelmente
o que a noite ensina a quem a vive; de outras
vezes, corre, apressada, atropelando sentidos
e frases como se quisesse chegar ao fim, mais
depressa do que a madrugada. São coisas simples
como a areia que se apanha, e escorre por
entre os dedos enquanto os olhos procuram
uma linha nítida no horizonte ou são as
coisas que subitamente lembramos, quando
o sol emerge num breve rasgão de nuvem.
Estas são as coisas que passam, quando o vento
fica; e são elas que tentamos lembrar, como
se as tivéssemos ouvido, e o ruído da chuva nos
vidros não tivesse apagado a sua voz.


Las santas místicas

Há mulheres resplandecentes sob o manto
que as esconde. Os seus corpos são brancos como o linho
áspero em que se deitam, e a sua pele é macia
quando o frio da manhã a percorre com as mãos
duras do inverno. Os cabelos negros soltam-se
ao longo das costas, e quando as vemos de frente
são a cortina que lhes esconde os seios. Essas mulheres
sentam-se no banco de pedra junto à vigia
de onde espreitam o mundo. Com os dedos
finos das suas mãos contam os dias que faltam
para o fim da sua eternidade. Quando rezam, de joelhos,
ferem os cotovelos na laje do corredor. Os lábios
murmuram a oração em que pedem a deus
que desça até junto dos seus rostos; e abraçam
a nuvem que se forma quando a humidade
se solta das suas bocas, quando respiram, e o vidro
se embacia para que elas olhem para dentro de si,
e não para fora, onde o céu escurece com as contas
da chuva. E espreito o fundo da sua alma, onde
se abre o caminho do êxtase que as possui.


A aparência mística do cisne engana os crentes

Na sala onde pendurei a gravura de duas
mulheres nuas numa fonte, a água começou
a jorrar das madeiras do tecto. Uma nova
nascente, diria um agnóstico; de facto, tratava-se
das águas do céu, e as ninfas em breve atiravam
toalhas uma à outra, para se limparem, embora
as toalhas estivessem encharcadas. Mas
o silêncio era total, na sala, e o que elas gritavam,
ou porque a água estivesse fria, ou porque
as toalhas as magoavam, só se ouvia no fundo
da minha cabeça. Podia ser, por outro lado, que
tudo se passasse aí; e a água que corria do tecto,
na verdade, era como a luz que brotava do
mais fundo da minha memória, onde as duas
mulheres nuas se transformavam nos cisnes
que saíam do lago e abriam as asas. A parede
da sala, sem a gravura, ficou seca; e das
madeiras do tecto soltava-se uma outra luz,
como a que estava na minha cabeça, e agora
caía no chão onde me pus a apanhá-la com
a vassoura da estrofe, para que não se perdesse.
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sábado, agosto 17, 2024

Circe Maia / Posibilidad



¿De qué manera ataco con palabras
cosas tan delicadas?
                   La mirada de un niño de tres meses
¿puede acaso tocarse
con las palabras "meses", "tres", "mirada"?

Hay que dar un rodeo
dar vueltas y volver sobre sonidos
sobre voces, oídas, leídas,
tal vez muy usadas...

                  Es posible que un día se abran
y en la hendidura brote
la mirada.

Circe Maia (Montevideo, 1932), "El puente", 1970, La pesadora de perlas. Obra poética. Conversaciones con María Teresa Andruetto, Viento de Fondo, Córdoba, Argentina, 2013

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Foto: Mura

viernes, agosto 16, 2024

Marcelo Ajubita / De "¿A dónde van los muertos?"




Fumigaciones

El sicario del Anticristo
limpia la lente en el fumadero
esperando en silencio
armado con un diccionario negativo
y las aves vuelan…
por la azotea del templo literario
ajusta una corneta al caño
observando a los tullidos
beber té verde sobre la alfombra.

El sicario del Anticristo
se parece a un niño humillado
esperando el momento de enterrar la garra
en el estado       y no hay lugar para enmiendas
porque las aves vuelan…

Envenenar el verbo
para que el ataque médico no sea denunciado
elevando lo inútil al rango de anticuerpo
sólo lo inútil nos hará portadores de luz
mientras la directora se revuelca en el cuarto
beneficiado por poéticas estatales
el sicario del Anticristo
prepara el fulminante
frente a la mirada atierrada de los niños y…

¡Bummmm!  Scratchhhhhh    Uahhhahhhh

es la hora de la limpieza.


Vaquitas de San Antonio

Joyas con patas
en extravagantes pilotos
cuando a martillazos derrumbaron
el muro
construyeron una pared sonora
¿me escuchas?
¿puedes escucharme?
brillando
como amapolas en la nieve
el camello
pasó por el ojo de la aguja
y la novedad
trajo el empujón químico
las mariquitas
subidas a un mojón
apenas pueden ver
las medias del búho
limpiando
el avispero nocturno
no son
siquiera queridas
como aspiradoras
las catitas
brillan sin mostrarse
a no ser que terminen
en el pico de un mirlo.

Marcelo Ajubita (Venado Tuerto, Argentina, 1958), ¿A dónde van los muertos?, inédito

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Foto: Marcelo Ajubita / Facebook

jueves, agosto 15, 2024

Alicia Silva Rey / De "La casa"



LA CASA

La medianera como tope del camino de lajas. Alta, blanca, lisa. Se puso de espaldas a la pared, como si primero hubiera tenido que alzarse desde los talones, apoyando luego las plantas de los pies y finalmente las puntas de los dedos en un movimiento que se le antojaba contrario al de la danza, opuesto al equilibrio, deseado. 
Realizó luego la inflexión contraria, puntas, plantas, talones.
La puntada en los huesos, reminiscencia de la infección. 
Palpó con la palma de las manos, la nuca, las pantorrillas, su textura  como si se tratara de un señuelo de otras cosas, “materiales”, se dijo que pensaría, “otras cosas materiales”, como si ningún significante hubiera estado en condiciones de definir aquello para lo cual la textura de la pared se comportaba como señuelo; “materiales” era aludir a la condición de lo viviente pero en su carácter de opaco real impenetrable. 
Opaco real impenetrable, “material”. Como aquello que se permuta por las monedas del sueño, como lo que del sueño no se permuta por nada que no sea esa cosa definitiva “opaca real impenetrable”.
Giró sobre su cuerpo, su casa. Su cuerpo su casa. Su cuerpo su caza. 
Posó la superficie entera de ese cuerpo sobre la pared, ya de espaldas a la casa a la cual, con solo darse vuelta o retroceder desde donde se había posicionado, podía darle alcance.
De espaldas a la verdadera  casa – sujeto- de- la- cosa- material- opaca -impenetrable que tironeaba desde ella hacia ella. 
Si se desprende si 
retoma el camino de lajas si 
abre la puerta cerrada y 
pasa 
al  otro lado 
que la aguarda 
en su concreta causa de imposibilidad –no, no a las alegorías, nada de fábulas-.
El aire cavando el interior de la piedra. El lento estallarse de la piedra en miríadas de partículas pero sin modificaciones externas o visibles; piedra en trance.
Luego cosería con mano impropia aquellas prendas desgarradas. La costura debía corregir y aún reponer las partes ausentes.  Cortar, hundir, coincidir, traspasar. A mano alzada, toda aguja, con pequeñísimas puntadas, lo perdido reaparecía a causa de su costura invisible. La tela de reposición, idéntica  a la que ya no estaba, copiaba y remedaba a la auténtica. Como si estuviera recordando al revés. Alzó la cabeza, la ventana aún conservaba sus colgajos de niebla que no tardaría en evaporar. Como ciertas sustancias de la materia, en su  propio vapor, el  mar sublima. Cosería hasta alcanzar la perfección.

*

AGOSTO, 2014.

Ahí están los benteveos llamando a uno de sus hijitos que ha caído del nido.
La peripecia que sigue es: el pichoncito, de manera proporcionalmente directa a sus fuerzas y plumón, terminará escondido detrás del macetero del helecho más grande. Finalmente, habrá que ir haciéndolo escalar paulatinamente las distintas alturas de los diversos objetos que vayan acercándolo al techo o a algún árbol próximo desde donde los padres puedan remontarlo.
Esto puede durar de uno a tres días.
Si no lo logra, lo sabremos porque, en algún momento de esos tres días, los padres cesarán su llamado. Si lo logra, también voy a saberlo porque la insistencia se multiplicará y no solo los padres llamarán y revolotearán hasta guiar al caído a lugar seguro. Así sucede en la naturaleza. Nadie llora ni se rasga la piel ni pierde su tiempo en lamentaciones. Lo que se llama júbilo.

Alicia Silva Rey (Quilmes, Argentina, 1950), La casa, inédito

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Foto: Alicia Silva Rey / Facebook

miércoles, agosto 14, 2024

Anne Stevenson / Sobrentendido



Sous-entendu *

No pienses
que no sé
que mientras hablas conmigo
la mano de tu mente
me quita discretamente
una media,
asciende con hábil ceguera
por mi muslo.

No pienses
que no sé
que tú sabes
que todo lo que digo
es una prenda de vestir.

Anne Stevenson (Cambridge, Inglaterra, 1933 - Durham, Inglaterra, 2020), Poems 1955-2005, Bloodaxe Books, Hexham, 2005
Versión de Jonio González. 

* En francés, "sobreentendido", "implícito", "supuesto" (N. del T.)


SOUS-ENTENDU

Don't think
that I don't know
that as you talk to me
the hand of your mind
is inconspicuously
taking off my stocking,
moving in resourceful blindness
up along my thigh.

Don't think
that I don't know
that you know
everything I say
is a garment. 
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Foto: Anne Stevenson, The Colony Club, Nueva York, 2008 Star Black / Library of America

martes, agosto 13, 2024

Raquel Jaduszliwer / Dos poemas



¿Cuál de todas las horas será la hora tranquila?
Al bies de aquellas nubes no se le puede preguntar,
dormidas como están sobre los abedules.

Dicen que cuanto más se aleja el que se aleja,
más se lo sentirá.

Más vibrará esa copa hasta dejar que caiga
el espíritu púrpura que habitaba en ella.

Dicen que cuando se haya derramado el vino,
también se habrá volcado el desenlace.

*

Sí, a derecha y a izquierda cada cosa corría
pero en verdad todo estaba muy quieto:
realidades que parecían sucederse, no sucedían
-atadas a los alambrados que bordean los rieles,
lo que se recorría era un interior, era todo por dentro.

Por fuera, el sol estaba inmóvil como lo demás:
casas, casillas, alguien saludando lejos con una mano 
estática.

Interminable transcurría la enredadera en primer plano,
casi junto a la vía.

Mareaba, cómo mareaba el torbellino de la inmovilidad.

Raquel Jaduszliwer (San Fernando, Buenos Aires, Argentina, 1946), Espigas de los días *, inédito

* XXVII Premio Flor de Jara, Cáceres, España, 2024

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lunes, agosto 12, 2024

Robert Francis / Nada está lejos



Aunque nunca he escuchado la palabra
de Dios en el canto de ningún pájaro,
oigo todo lo que los ancianos oyen.

Aunque no he visto ninguna deidad
entrar o salir de ningún árbol crepuscular,
veo todo lo que los videntes ven.

Una piedra común y corriente puede sin embargo revelar
algo que no es piedra, que no vemos, pero que es real.
¿Qué puede una piedra común y corriente ocultar?

Nada está lejos si una vez estuvo cerca.
Nada está oculto si una vez fue evidente.
Nada fue Dios que no esté aquí.

Aquí está el pájaro, el árbol, la piedra.
Aquí estoy yo, sentado al sol, solo
entre lo conocido y lo desconocido.

Robert Francis (Upland, Estados Unidos, 1901 - Northampton, Estados Unidos,1987), Collected Poems, 1936-1976, University of Massachusetts Press, Amherst, 1976
Versión de Jonio González.

Robert Francis en Otra Iglesia Es Imposible


NOTHING IS FAR

Though I have never caught the word
Of God from any calling bird,
I hear all that the ancients heard. 

Though I have seen no deity
Enter or leave a twilit tree,
I see all that the seers see. 

A common stone can still reveal
Something not stone, not seen, yet real.
What may a common stone conceal? 

Nothing is far that once was near.
Nothing is hid that once was clear.
Nothing was God that is not here. 

Here is the bird, the tree, the stone.
Here in the sun I sit alone
Between the known and the unknown.
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Foto: Jones Library, Amherst, Massachusetts

domingo, agosto 11, 2024

Piergiorgio Viti / De "Se le cose stanno così", 3


Me dejas afuera
hasta de tus paréntesis;
aquí, lejos de tu abrazo,
los prados se hielan,
el mar, a la noche,
se seca entre las manos
y yo vivo
una vida
              involuntaria.

Piergiorgio Viti (Sulmona, Italia, 1978), Se le cose stanno così, Italic, Ancona, 2015
Versión de Jorge Aulicino

Más poemas en castellano, traducidos por Antonio Nazzaro, en Como un cerezo al mediodía, Editorial Barnacle

Mi lasci fuori
anche dalle tue parentesi;
lì, lontano dal tuo abbraccio
i prati sono ghiacciati,
il mare, alla sera,
si prosciuga tra le mani
ed io vivo
una vita
               involontaria.
---
Foto: Piergiorgio Viti/Facebook

sábado, agosto 10, 2024

Roo Borson / La última noche del año...



La última noche del año
los cisnes partieron al ponerse el sol.
Después entre barcas y fuegos artificiales
podemos ver el agua negra,
la ciudad en el río.
Es ahí donde está nuestra vida,
más allá del dolor y de la pérdida,
la estela entre los juncos.
Allí 
allí 
¿qué es ese lugar ahora
sino una colina salpicada de luces
y un pino que no se mueve con el viento?
Dondequiera que sea verano,
dondequiera que los grillos le canten,
ese lugar es.
Pero el deseo es un viento que sopla a través de ti,
y como el pino que no está en ningún lugar
no te mueves.

Roo Borson (Berkeley, Estados Unidos, 1952), Short Journey Upriver Toward Oishida, McClelland & Stewart, Toronto, 2004
Versión de Jonio González

N. del T.: Borson está considerada una de las más destacadas poetas contemporáneas de Canadá, país en el que vive desde principios de los años setenta.


ON THE LAST NIGHT...

On the last night of the year
the swans set sail at evening.
Then among the boats and fireworks
we can see the black water,
the city in the river.
That’s where all our life is,
beyond the grief and failure,
the wake among the reeds.
Down there
down there
what is that place now
but a hill studded with lights
and a pine tree that doesn’t move with the wind?
Wherever there is summer,
wherever the crickets sing to it,
that place is.
But longing is a wind that blows through you,
and like the pine that is nowhere
you do not move.
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