domingo, mayo 31, 2015

Roberto Guareschi / La caza

 
   
        




                  
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                    Ted Hughes

Una noche capturé un zorro en mi cabeza.
Tenía nieve en el hocico
su aliento hacía vapor
y su mirada me envolvía tranquila y ausente
si podía sostenerla sin miedo y sin apuro,
si no se iba trotando con su inmensa cola.
Otra noche capturé una mujer.
Traía la electricidad de las tormentas
la envolvía el olor que anticipa la lluvia
a veces un miedo desnudo le temblaba en los ojos
no era fácil soportar tanto voltaje.
Ella no huía de mí:
me esperaba en la cama
con su pelo alborotado y su miedo
pero tenía un adiós
en la manera de poner el cuerpo
y en la voz angostada en la garganta.
Yo nunca hacía a tiempo:
cuando llegaba ya se había ido sin su cuerpo,
sólo me quedaba una tibieza
y la oscuridad de su pubis apenas entrevisto.
Pienso que se cansaba de esperarme.
Pobre: irse es fácil los primeros metros
después los escombros se amontonan a tu espalda.
¿Y yo? Quedarse atrás parece más sencillo
pero cada segundo lo pagás después con sangre.
Ahora estoy solo de la peor manera:
al zorro lo comieron mis desgracias
y ella no va a salir de mi cabeza.

[inédito]

Roberto Guareschi (Buenos Aires, 1945)

sábado, mayo 30, 2015

Diego Bentivegna / De "La loca croata"














(Al salir de Istria).

Como de las ventanas de los trenes que salían de Zágreb
en las madrugadas eslavas, que salían de Búdapest
en las noches melancólicas magiares,

como en las formaciones que partían
en las mañanas heladas de la estación de Trieste
de las cuevas de hierro de Údine o Milán,

ahora  yo ya no veo
nada de ciudad desde los rieles:

solo unas tapias marrones, unos ranchos
que se fugan por el borde de la vía;
muros sin revocar,
obras en construcción, ladrillos,
montículos de arena, sacos
de cal, cemento;
óxido, carteles, autos
volcados por los que asoma el pasto
que crece entre los hierros;

una retama que se dobla con el viento,
un tallo que persiste en un paisaje
de Marte, en un desierto.

Porque están todos muertos
yo me visto de negro.
O tal vez sean ellos, mis difuntos,
los que dejan por las noches
en mis cestos
su ropa oscura.

Diego Bentivegna ((Munro, Argentina, 1973), La pura luz, Cabiria, Buenos Aires, 2015

Foto: Diego Bentivegna en FB

viernes, mayo 29, 2015

Clara Muschietti / De "Podría llevar cierto tiempo"














1

Ese caballo fracturado en el medio del campo, rodeado de otros caballos que perciben la imposibilidad de movimiento, pero no pueden hacer nada.

2

Un árbol que de tan grande no permite ver que hay detrás. Una imaginación demasiado poderosa.

3

Alguien que me consuele todo el tiempo, por lo que pasó, por lo que pudo pasar y por lo que va a pasar. Que me sostenga, lo más literalmente posible.

4

Un animal doméstico muy enojado me mostró los dientes, no le había hecho nada. Menos mal que no tengo cuatro años y sé, dentro de todo, separar las cosas.

5

El último paseo familiar, con la familia ya quebrada, una mancha enorme, en todo lo que implique algo de cariño.

6

Un puente que separa lo mejor de la vida de lo peor. Cruzarlo sin sentir nada. Una anestesia generalizada en cada vena.

7

El caballo ya no puede arrastrarse, está tranquilo, los otros caballos no comen y fingen dormir.

8

Una madre a veces, una madre a veces, una madre a veces.

9

La casa en obra. El baño y la cocina sin artefactos, sin pisos. Dos agujeros grises. Hay personas que no nacimos para ver el proceso de las cosas.

10

La nostalgia puede ser eso que no sabías que necesitabas. También el monstruo del lago Ness.

11

Un cajón que no se abre es un cajón que no se abre. El resto corre por mi cuenta.

12

Van a tirar la casa abajo Van a tirar la casa abajo Van a tirar la casa abajo. Nosotros quedamos.

13

Adonde estaba la casa va a haber un edificio con muchos departamentos chiquitos. Mucha gente que no va a tener nada que ver entre sí. Como una familia disfuncional.

14

Cuando algo importante se cae, se vuelve a caer todo lo importante que se cayó en el pasado.

Clara Muschietti (Buenos Aires, 1978), Podría llevar cierto tiempo, Bajo la Luna, Buenos Aires, 2015


Foto: Clara Muschietti en FB

jueves, mayo 28, 2015

Robert B. Shaw / Un tazón de fruta de piedra










Nunca olvides el rostro de un niño, confundido
cuando toca primero una manzana, luego una pera,
luego un plátano, su mirada perpleja
se torna malhumorada al tiempo que zozobra

su animada confianza en las apariencias que atesoran
los adultos. Los objetos que su paladar incipiente codicia
están en exhibición, y se sacuden con regularidad.
Trata de explicar por qué la gente deleita sus ojos

con ese centro de mesa, por qué admiran
un durazno de cuarzo, cuya piel sonrojada
es la prueba de un pigmento, la piedra que no lleva dentro
una semilla que dé vida a un árbol. Ahora la mesa

está más alta que su cabeza; pero míralo crecer,
crecer sin quedar confundido por las baratijas
frías y duras que aprecian los adultos.
No olvides su rostro, hecho antes que nada para conocer.

Robert B. Shaw (Filadelfia, Estados Unidos, 1947), Líneas conectadas. Nueva poesía de los Estados Unidos, Sarabande, Louisville, 2006
Traducción de Agustina Rodríguez
Envío de Jonio González

Foto: Robert B. Shaw Poetry Foundation



miércoles, mayo 27, 2015

Nicolás Domínguez Bedini / Soñé con relojes de pared










Soñé con relojes de pared
que habían pertenecido a mis tías longevas.

Detenidos desde hace mucho tiempo
habitaban arañas laboriosas en su interior
que hubo que desalojar a escobazos.

Ninguno de los relojes estaba malogrado
y todos tenían una melodía distinta.

Las arñas, pequeñas y elegantes,
murieron por los sonidos de los cucús:
no resistieron a los belos noises.

Somos inimputables ante la SPA
(Sociedad Protectora de Arácnidos)
dado que el uso de escobas fue moderado
y con fines de dispersión.

Insisto, el deceso de las arañas
hay que rastrearlo en los preciosos sonidos
de los pequeños relojes de pared.

Nicolás Domínguez Bedini (Buenos Aires, 1973), Sueño con lavadoras & otros poemas, Bajo la Luna, Buenos Aires, 2013

Foto: Nicolás Domínguez Bedini por Sebastián Realini en Blog de Nicolás Domínguez Bedini




martes, mayo 26, 2015

Sonia Scarabelli / La exterioridad










Es verdad
está todo afuera y, se diría,
el que más afuera
de todo está
es el que está muerto,

acostado allá afuera por así
decir, en esa luz de ahora, de la hora
de la siesta, en ese
claro del tiempo abierto bajo el cielo
de justo esta tarde en que me acuerdo
de él como otras veces, pero viene
mezclado en la materia de los sueños:
se le pega
la cara de otro, y otro,
también querido,
le presta el color de un ojo, le alza el brazo
o le alcanza la ropa que se pone
ahora,
pero no sé si antes la tuvo.

Todo está afuera aunque yo crea
pensar así de claro dentro mío,
en el silencio blanco de esta hora
de la siesta ta blanca, y el calor
que hace, serán
al menos treinta grados
afuera de la piel
y adentro, que es afuera
también, el sol, el día
aquel que nos pasamos
juntando peperina en la montaña
y después nos bañamos en el río.

Vos llevabas puesto ese sombrero
de la foto, el machete en la cintura,
que en la foto
lo llevás en la mano, claro,
y que se vea
cómo a veces es bueno no pensar,
porque empezás
hablando y cuando
te descuidaste,
todo está afuera.

Sonia Scarabelli (Rosario, Argentina, 1968), El arte de silbar, Bajo la Luna, Buenos Aires, 2014


Foto: Sonia Scarabelli Festival de Poesía de Rosario 2011

lunes, mayo 25, 2015

Paura Rodríguez Leytón / Albricias




                                              







                                               

a Lucía

Como un don o como la retribución de un don
cual una fruta presentada en un ritual simplísimo
la niña ha entrado a la casa, lo ha
visto todo con su escuchar,
todo lo ha oído con su ver y así
tan atenta al universo
que acababa de crear
el primer día
            (en el principio era la tiniebla
                        y el espíritu de Dios flotaba
             dulcemente, en posición fetal,
                        bajo la faz de las aguas)
hágase la luz
ha dicho
sin apelación a ningún significante

y Nos hemos comenzado otra vez a existir
briznas de su costilla,

depuesta la flamígera
la desnudez desnuda,
su greda fresca, el jardín
recién regado.

Paura Rodríguez Leytón (La Paz, 1973), La Guacha. Revista de Poesía, año 14, n° 36, Buenos Aires, septiembre de 2011

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Foto: Paura Rodríguez Leyton Revista Altazor

domingo, mayo 24, 2015

Tres anónimos japoneses del siglo XII












Todo el día arranco malas hierbas.
Por la noche duermo.
Por la noche vuelvo a arrancar
en sueños las malas hierbas del día.

***

Tú y yo somos
como agujas de pino
que se secan y caen
pero nunca se separan.

***

La tarde se oscurece hasta
que ya no puedo ver el sendero.
Sin embargo, encuentro el camino a casa,
mi caballo ya lo ha recorrido otras veces.

100 Poems from the Japanese, New Directions, Nueva York, 1955
Tradudcción del japonés al inglés, Kenneth Rexroth
Traducción del inglés, Jonio González

Ilustración: Detalle de la escritura de un sutra, atribuida al político y cortesano Minamoto no Toshifusa (1035 - 1121), sobre papel decorado con pájaros y plantas (Museo Nacional de Tokio)



sábado, mayo 23, 2015

Peter Milčák / No es posible saber













No es posible saber si es importante
la pasión
con la que la flor
se encamina a la nada,
la huella invisible
que deja
en el aire
su larga, lenta caída
sobre el mantel de plástico a flores,
el rostro de cera, cubierto
de su propio
polvo.
No es posible saber qué es importante
de aquello que yace en la mesa
inmóvil, la cual
nunca se atrevió
a hacer nada.

Peter Milčák (Krompachy, República Eslovaca, 1966), Nayagua. Revista de poesía, 2ª época, nº 19, Madrid, julio de 2013
Traducción de Alejandro Hermida de Blas
Envío de Jonio González
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Foto: MAC365

viernes, mayo 22, 2015

Dorothea Lasky / Dos pelotudos













Quedé atrapada en el esquema de dos pelotudos
Pero estaba demasiado involucrada en su esquema para saber cómo salir de él
Así que todo lo que hice fue esperar
Hasta que las sugerencias de la mujer parecieron algo sensatas
Quedé tan atrapada en el poema
Que el chico bueno detrás mío en la calle
Me sobresaltó con su caminar
Hasta que me convertí en el anticristo
Escribo mejor cuando estoy indispuesta
Pero no quiero decir que soy feminista
Quiero decir que cuando estoy de cierta forma
Ciertas palabras aparecen
Y soy susceptible a los grandes ritmos
Y los grandes ritmos de ver
Cómo cuando leo las palabras de la mujer
Las encuentro sin dudas del tipo cultivado
Ese que viene de un estilo educado de inteligencia
Posiblemente un tipo de snobismo
Pero también un verdadero sentido de qué vende
Yo no vendo
Pero eso es algo bueno
Paso mes a mes siendo la cosa mundana
En la que me convertí
Cuando entré en este mundo
Mientras otra gente se vuelve más y más
Plástica y menos espiritual
Yo no soy lo que este mundo necesita
Nunca voy a interactuar con el mundo
De la forma en que el mundo necesita que lo haga
Pero nunca voy a disculparme por eso
La luz roja cuelga en la ventana del vecino
En la calle hay hombres que habitaron mis pesadillas
Todos vestidos con ropa mundana
En algún lugar a ocho kilómetros se acá hay gente que voy
A envolver en su vida y después se va a olvidar de mí
En seis años voy a tener dos hijos cuyos nombres se me van a escapar
Mientras yo me escape hacia la gran enfermedad que se llevó a mi padre
La gran enfermedad donde tu mente es el peor lugar a donde ir

Dorothea Lasky (St. Louis, Estados Unidos, 1978), Pájaro de trueno, versión de Valeria Meiller, Triana, Lobos, Buenos Aires, 2014

jueves, mayo 21, 2015

Marina Serrano / Si llueve, y ella dijo que sucede a menudo...













VI

Si llueve, y ella dijo que sucede a menudo
en Bulgaria,
llueven flores amarillas,
no mentiría acerca de algo tan importante:
—la espora de mi primordio
fue una flor
que llovió en Bulgaria.
Las otras lluvias
de los otros mundos
parecen envidiar:
recostadas, alcantarillas mediocres y caminos,
suben por los techos para florecer, con su raíz
de piel.
Hay tormenta, el día es casi una tarde, y salgo a la calle:
llueve un mar de flores amarillas.

Marina Serrano (Quequén, Argentina, 1973), Segunda fundación, inédito, en Medusaria

miércoles, mayo 20, 2015

Muna Lee / De escribir versos










Cuando la montaña de granito vacila en la sombra
u ondea como una bandera en el cielo.
cuando el verde maíz al agitarse transforma en un océano el valle,
o una noche de mirlos pasa como un rayo;

no es fácil observar los cambios de la montaña
u oír la alegría de los pájaros,
y tercamente apretar la paciente lapicera entre los dedos
consignando mi pequeñez con palabras.

Muna Lee (Raymond, Estados Unidos, 1895-San Juan de Puerto Rico, 1965), A Pan-American Life: Selected Poetry and Prose of Muna Lee, Jonathan Coe ed., University of Wiscosin Press, Madison, Wiscosin, 2004
Versión de Jonio González



OF WRITING VERSE

When the granite mountain wavers into shadow
Or streams like a banner on the sky,
When the green corn waving makes an ocean of the valley,
Or a night of blackbirds rushes by;

It is hard to watch the changes of the mountain
Or hear the exultation of the birds,
And stubbornly to grip the patient pen between my fingers
Setting down my littleness in words.



martes, mayo 19, 2015

Ezequiel Alemian / Una entrevista con el Sr. Ministro














(Fragmento)

Un pegajoso aire helado de arena
barre todo el tiempo
las calles de tu ciudad fantasma,
dejando sobre cada una de las cosas
y en la distancia que las separa
una espesa película de humedad
opaca. Por lo menos así es
como se ve en la web:
un intenso azul nervioso
que la ventisca confunde
con las sombras
de todos los que se desdibujan
al pasar.
Tal vez sea tu terrible mar desatado
contra la costa de conchilla
y piedra, la amenaza contenida
en las mareas heladas y los cuarteles
las impresiones dominantes
que dejarán su marca
como un tatuaje
en el alma
de los que viven en el lugar.
O una simple y repetida vida burocrática
de la que nadie se fuga
nunca, por más que quiera.
En el mismo movimiento de hacer
o quizás todavía antes
me voy hundiendo en las dificultades
hasta alcanzar el punto extraño
en que el trabajo se parece cada vez más
a no dejar
que algo
quede.

Ezequiel Alemian (Buenos Aires, 1968), Dos textos, Triana, Lobos, provincia de Buenos Aires, 2014

Foto: Ezequiel Alemian Eterna Cadencia

lunes, mayo 18, 2015

Jonio González / Boca abajo














I
la niebla envuelve
tus rodillas
y oyes los ladridos del viento:
el capitán es optimista
hasta que una ola
lo arranca de la cubierta

alguien cree
recordar su cara

la espuma muere
entre los helechos
los insectos te interrogan
bajo las hojas

II
quieres decir algo
pero no lo dices
callas aquello
en lo que no has pensado

¿en qué se diferencia
un silencio de otro?

III
aquél ha perdido su vida
éste no la encuentra

sigues mirándome
en la habitación vacía

Jonio González (Buenos Aires, 1954), en FB

Foto: Jonio González FB

domingo, mayo 17, 2015

María Mascheroni / La tristeza de los primeros días persuadió con facilidad a las acacias


















la tristeza de los primeros días persuadió con facilidad a las acacias,
a las gargantas fatigadas y cada tarde
la conversación inadvertidamente
halló sus fuentes en aguas lánguidas y claveles del aire
gentilezas materiales a modo de recuerdos

allí se encuentran las amigas
en el muro de las palabras y la idea del amor
algo inquietas    incrédulas de madurez

preguntan por la mañana en los espejos cómo es
cómo estoy aquí
en este rostro que me mira con edad

ríen y raspan la superficie de los comentarios
desfilan con alegría bien intencionada por las habitaciones
                                                          espaciosas
como si hubiera bien o cercanía

mientras una necesidad terrible    mal trazada   se hunde
subrepticia en la zona que no se siembra
y produce pequeños desórdenes en sus tocados
pensamientos de aire confuso
arraigo    a los claveles

María Mascheroni (Buenos Aires, 1958), Buscando un dios, 5 poemas, en Vallejo & Co.
---
Foto: María Mascheroni / Facebook

sábado, mayo 16, 2015

William Blake / La mosca













Pequeña mosca,
tus juegos veraniegos
mi atolondrada mano
se ha llevado.

¿No soy yo
una mosca como tú?
¿No eres tú
un hombre como yo?

Pues bailo
y bebo y canto
hasta que alguna mano ciega
se lleva mis alas.

Si el pensamiento es vida
y fuerza y aliento
y el carecer
de pensamiento es muerte,

soy
una mosca feliz
así viva
o muera.

William Blake (Londres, 1757-1827), Poesía completa, Ediciones 29, Barcelona, 1980
Traducción de Pablo Mañé Garzón
Envío de Jonio González

[The Fly

Little fly,
Thy summer’s play
My thoughtless hand
Has brushed away.

Am not I
A fly like thee?
Or art not thou
A man like me?

For I dance
And drink and sing,
Till some blind hand
Shall brush my wing.

If thought is life
And strength and breath,
And the want
Of thought is death,

Then am I
A happy fly,
If I live,
Or if I die.]

Poets.org

viernes, mayo 15, 2015

Marcelo D. Díaz / Ultima canción del samurái


 







               


                              a Javier Adúriz 

No escuches al río Okusai
escúchame a mí

ensaya mejor movimientos aeróbicos
a través del sendero de bambú
y no te preguntes dónde termina
el camino flota porque flotas

No escuches al río Okusai
escúchame a mí

será el corazón una figura tridimensional
de terracota, en otra vida practicabas
arquería con blancos móviles
siente los latidos como el temblor
de los peces al salir del agua.

No escuches al río Okusai
escúchame a mí

es tu insignia igual a la inscripción
de los aeroplanos: una circunferencia roja
el ojo del dragón descansando
una máquina navegando por el aire
te recuerda la visión periférica
el filo de una rama en la tarde del otoño

No escuches al río Okusai
escúchame a mí

en el bosque los árboles entonan una canción
"abre el oído. Somételo al silencio de las flores”
–dice– el roble más viejo,
“sardinita: pez blanco el agua se lleva
finalmente los pétalos a la orilla” repiten
a coro las hojas de los cerezos.

No escuches al río, eres el amuleto del bosque
en el reverso yace un hogar en miniatura
unas ramitas de bonsaí señalan tu regreso
sostenlas hasta desaparecer en las sombras
y olvídate de mi voz:
Okusai.

Marcelo Díaz (Villa Mercedes, San Luis, Argentina, 1981) en FB
---
Foto: Marcelo Díaz /Facebook

jueves, mayo 14, 2015

Charles Simic / Miedo















El miedo pasa de un hombre a otro
inadvertido,
del mismo modo que una hoja pasa su estremecimiento
a otra.

Todo el árbol tiembla de repente
y no hay señal alguna de viento.

Charles Simic (Belgrado, 1938), Dismantling the silence, Braziller, Nueva York, 1971.
Versión y envío de Jonio González


FEAR 

Fear passes from man to man
Unknowing,
As one leaf passes its shudder
To another.

All at once the whole tree is trembling
And there is no sign of the wind.

miércoles, mayo 13, 2015

Li Shangyin / Difícil el encuentro y también la despedida










Difícil el encuentro y también la despedida.
Decae el viento del este, cien flores se marchitan.
El gusano hasta la muerte sigue lanzando sus hilos,
la vela hasta consumirse sigue vertiendo lágrimas.
Al alba frente al espejo la entristece una cana nueva.
De noche, mientras recita, siente tal vez la luna fría.
De acá al monte Peng el camino no es tan largo:
ve, pájaro verdeazul, en busca de noticias.

Li Shangyin (Henei, actualmente Qinyang, China, 813-Zhengzhou, China, 858)
Versión de Miguel Angel Petrecca en Como una mosca de largas zancas

Imagen: Supuesto retrato de Li Shangyin, de autor desconocido (detalle)

Nota del traductor: Li Shangyin es uno de los poetas más importantes del período Tang tardío, y su fama tiene que ver en gran parte con su serie de poemas "sin título": poemas de amor, oscuros, cuya destinataria o destinatario es un misterio. Este poema es uno de esa serie. Formalmente, un lushi,  la forma llevada a la perfección por los poetas de esta dinastía, y específicamente por Du Fu: 8 versos (de 5, 6 o 7 ideogramas), regidos por un patrón tonal muy estricto y paralelismos entre el tercer y cuarto verso y entre el quinto y el sexto.


无题
相见时难别亦难,
东风无力百花残。
春蚕到死丝方尽,
蜡炬成灰泪始干。
晓镜但愁云鬓改,
夜吟应觉月光寒。
蓬山此去无多路,
青鸟殷勤为探看。

martes, mayo 12, 2015

Constantino Mpolás Andreadis / Era un caballo

















25

          a Joao Guimaraes Rosa

era un caballo
nada más que un caballo
sólo que no era un caballo
ni caballo ni juguete
caballo caballo
con cabeza
y patas de caballo
pero quieto
como una puerta
no como un pájaro
ni como una hojita
como un caballo
como el caballo que era y que no era
tan igualito
sin embargo
que daba pena
no risa
pena
de que siendo un caballo
no fuera un caballo
sino un caballo
como si quieto corriera
galopara
no como la estatua de un caballo
sino un caballo que en cualquier momento
y tanto
que daba pena
de tanta admiración el admirable
daba pena
tristeza
de tan inmortal como era
de tan vivo
como parecía y era

Constantino Mpolás Andreadis (Buenos Aires), Poemas en blanco, en FB

lunes, mayo 11, 2015

Silvia Bre / Si nuestro lugar es donde













Si nuestro lugar es donde
el silencioso mirarse de las cosas
necesita de nosotros,
decir no es saber, es la otra vía,
siempre fatal, de ser.
Tal la geografía.
Se está así en el mundo,
pensativos aventureros de lo humano,
se es la forma
que se forma ciegamente
en su decir de sí
por vocación.

Silvia Bre (Bérgamo, Italia, 1953), La fine di quest'arte, Einaudi, Turín, 2015 Vía Silvia Rosa
Versión de Jorge Aulicino


Se il nostro luogo è dove
il silenzioso guardarsi delle cose
ha bisogno di noi
dire non è sapere, è l'altra via,
tutta fatale, d'essere.
Questa la geografia.
Si sta così nel mondo
pensosi avventurieri dell'umano,
si è la forma
che si forma ciecamente
nel suo dire di sé
per vocazione.

domingo, mayo 10, 2015

Edgar Bayley / De "El día", 4
























El día

uno dice no es hora no es hora todavía
oscurece el día huye sobre los árboles
huye vuela solitario sobre el terraplén
sobre el muelle
sobre los brazos extendidos
uno dice no es hora
el camino se interrumpe vuelve
huye muy alto arriba
el día
¿qué diré? ¿qué diré?
amigos de ayer de hoy
los caminos vuelven
pero seguirá la sal de los coros

Edgar Bayley (Buenos Aires, 1919-1990)

"El día", 1960-1963, 
Antología poética
selección y prólogo de Jorge Aulicino, 
Fondo de Cultura Económica, 
Buenos Aires, 2015







Más poemas de Edgar Bayley en Otra Iglesia Es Imposible
---
Imagen: Edgar Bayley por Hermenegildo Sábat Herederos de Hermenegildo Sábat/Archivo del blog

sábado, mayo 09, 2015

Patrick McGuinness / El lugar blanco













Una tarde mirábamos un programa sobre experiencias
cercanas a la muerte: una mujer que desandaba la vida por un túnel

a lo que venía después, y era reacia
a volver, ya que su vida era lívida comparada al lugar blanco

del que había sido devuelta. Ahora vivía entre los dos,
nostálgica por el después al que para entrar había muerto.

Al día siguiente, en la modorra de un tren detenido
te despertaste e hiciste la pregunta que se había despertado

en tu mente como si fuese en la mía:  “¿En el lugar blanco
-preguntaste-, habrá… alguien más?”

No supe. No me pregunté –nadie lo había
hecho- si en el lugar blanco estaríamos solos

o con otra gente. Preguntaste por tus
amigos, si lo mejor de acá se traslada

allá, o si nos vamos, como llegamos, solos.
Sigo sin saberlo. Creo que no estamos solos.

Lo creo menos por tí que por mí mismo.

Patrick McGuinness (Túnez, 1968), Canals of Mars, Carcanet Press, Manchester, 2006
Traducción de Jorge Fondebrider


The White Place

One afternoon we watched a programme on near-death
Experiences: a woman tunnelled back through life

to what came after, and was reluctant
to return, since her life paled beside the white place

she’d been pulled back from. Now she lived between the two,
nostalgic for the afterwards she’d died into.

The next day, dozing on a stationary train
you woke and asked the question that had woken 

in your mind as if it were on mine: ‘The white place’
you asked, ‘will anybody else be there?’

I didn’t know. I hadn’t though to ask – no one
had – if in the white place we’d be alone

or with other people. You asked about
your friends, if the best of here translates

to there, or if we leave, as we come in, alone.
I still don’t know. I think that we are not alone.

I think it less for your sake now than for my own.

viernes, mayo 08, 2015

Luis Luchi / El Sena para mí









Sé un poco para mí
Sena, que otros poetas te poseyeron.
Me encuentro tan lejos
para nadarte o andarte en bote.
Si tuviera montones de dinero
bien sabes que apoyaría en las barandas
de tu ruta encajonada
mi cabeza con penas.
Y diría, esto lo imaginaba,
aquello está en su lugar.
O pronto descubriría un recodo
que gocé y viví
y estaré en condiciones de prever:
ahora voy a ejecutar tal palabra,
tendré una aventura
imitaré la luna
o reconoceré que estoy soñando.
Lo más seguro es que estaré soñando.
Y cómo me gustaría, Sena, andar por tus orillas
en una ola sin reposo
de tus períodos de paz.
Presiento que las primaveras
me envolverán
y estarán inquietas cuando no me sienta feliz
y yo les explicaré,
nunca podría dejar de explicarles,
que no estoy triste por ellas,
que todo lo que pueda irme bien
aquí me ocurre.
Que a pesar de haber llegado
sin ser joven,
es posible que me miren y estimen
nada más
que porque escribo versos,
nada más que por eso.
Y puede ser que me decida,
por qué no,
a tirarme en tus aguas y morir.
Y contarán de mí,
eso espero,
un poeta,
argentino,
dejaré mis documentos en regla;
se hundió en el Sena porque lo quería
habiendo tantos ríos en el mundo
y en su país.

Luis Luchi (Buenos Aires, 1921-Barcelona, España, 2000), El ocio creador, Stilcograf, Buenos Aires, 1960
Envío de Jonio González

Foto: Luis Luchi por Ana Portnoy

jueves, mayo 07, 2015

Mirella Muià / La madre (I)










Cuando nací
ya existía ese sordo rumor:
alguien tejía,
no supe nunca quién
(¿tal vez una vecina,
una mujer de negro
olvidada?).
No importaba - era siempre
ese sordo sonido
que iba y venía
en un cuarto lejano.
Lo he oído por años.
Cuando nació mi hija
todas estaban
a mi alrededor:
yo buscaba
qué era lo que faltaba
- era ese sordo ruido.
Alejé entonces con mis propias manos
el paño fresco de la frente
y dije a las mujeres que una de ellas
fuera a un cuarto lejano
y se sentara al telar.
Fue así que volví a oírlo,
y hubo de nuevo aquel
escandido silencio.
Mi hija nació en ese silencio.

[La tela, 1986]

Mirella Muià (Siderno, Calabria, Italia, 1947), El astro disperso. Últimas transformaciones de la poesía en Italia, Editorial Brujas, Córdoba, 2015
Traducción de Pablo Anadón


La Madre (I)

quando nacqui
c’era già quel tonfo sordo:
qualcuno tesseva
non seppi mai chi
(una vicina forse
o una donna in nero
dimenticata?)
Ma non importava —
era sempre lo stesso sordo rumore
che andava e veniva
in una stanza lontana
Per anni l’ho udito
Quando nacque mia figlia
erano tutte attorno a me
Ma cercavo
che cosa mancasse:
era quel rumore sordo
Allora respinsi con le mani
il panno fresco sulla fronte
e dissi alle donne
che una andasse in una stanza lontana
e si mettesse al telaio
Così l’udii ancora
e fu di nuovo quel silenzio scandito
Mia figlia nacque
in quel silenzio.



miércoles, mayo 06, 2015

Alicia Gallegos / Abriendo los ojos a la impudicia del mundo













Abriendo los ojos a la impudicia
del mundo

Creyendo
abrir los ojos a la impudicia
del mundo

A la vuelta de la taza de café
un carrusel
gira
sobre  esa nube multicolor
gira
a través del hielo
dentro
del jugo de naranja

No es el más allá
ni el inframundo

Mi jardín está lleno de pestes
y plagas
que trato con cariño
que alimento

Una bola de cristal
que agito
como si fuese Dios
Un Papá Noél
surfea esta tormenta de nieve
 y observa riendo
la impudicia del mundo

Alicia Gallegos (Buenos Aires, 1959), en Cinco minutos antes del tornado

Foto: Alicia Gallegos FB

martes, mayo 05, 2015

Ibaragi Noriko / Lo que una niña pensaba













Lo que una niña pensaba, era:
¿Por qué los hombros de las esposas de otros hombres
despiden un fuerte olor como de magnolias,
o como de gardenias?
¿Qué es
ese tenue velo de niebla
sobre los hombros de las esposas de otros hombres?
Quería tener uno,
esa cosa maravillosa
que ni siquiera las vírgenes más piadosas pueden tener.

La niña creció.
Se convirtió en esposa y después en madre.
Un día, de pronto se dio cuenta;
la ternura
que se deposita sobre los hombros de las esposas
sólo es cansancio
por amar a otros día tras día.

Ibaragi Noriko (Osaka, Japón, 1926-2006), Women Poets of Japan, New Directions, Nueva York, 1982
Traducción al inglés de Kenneth Rexroth e Ikuko Atsumi
Traducción al castellano, Jonio González
Envío de Jonio González

Foto: Ibaragi Noriko, c.1950 (detalle) Tanikawa Shuntarō/The Asia-Pacific Journal


WHAT A LITTLE GIRL HAD ON HER MIND

What a little girl had on her mind was: 
Why do the shoulders of other men’s wives 
give off so strong a smell like magnolia; 
or like gardenias? 
What is it, 
that faint veil of mist, 
over the shoulders of other men’s wives? 
She wanted to have one, 
that wonderful thing 
even the prettiest virgin cannot have.

The little girl grew up. 
She became a wife and then a mother. 
One day she suddenly realized; 
the tenderness 
that gathers over the shoulders of wives, 
is only fatigue 
from loving others day after day.

lunes, mayo 04, 2015

Lawrence Ferlinghetti / El poeta como pescador













Cuanto más viejo me hago percibo
que la Vida se muerde la cola
y otros poetas otros pintores
no me hacen ningún tipo de competencia
Es el cielo ahora el desafío
el cielo que aún necesita ser descifrado
igual que los astrónomos se esfuerzan por escucharlo
con sus enormes oídos eléctricos
el cielo que nos susurra constantemente
los secretos últimos del universo
el cielo que aspira y expira
como si fuera el interior de una boca
del cosmos
el cielo que es filo de la tierra también
y el filo del mar también
el cielo con sus muchas voces y ningún dios
el cielo que engulle un mar de sonido
y nos devuelve su eco
como una ola que rompe contra un dique
Poemas enteros diccionarios enteros
envueltos en un trueno
y cada puesta de sol una pintura gestual
y cada nube un libro de sombras
a través de las que vuelan frenéticas
las vocales de pájaros a punto de llorar
Y el cielo es claro para el pescador
incluso cuando está nublado
Lo ve por lo que es:
un espejo del mar
a punto de caer sobre él
en su bote de madera sobre el oscuro horizonte
Tenemos que pensar de él como el poeta
por siempre cara a cara ante la vieja realidad
donde no hay pájaros que vuelen antes de una tormenta
Y él sabe lo que cae
antes del amanecer
y él es su mejor atalaya
escuchando el sonido del universo
y anunciando a gritos sus avistamientos
de la tierra de los vivos

Lawrence Ferlinghetti (Yonkers, Nueva York, Estados Unidos, 1919),  These Are My Rivers. New and Slected Poems 1955-1993, New Directions, Nueva York, 1994.
Versión y envío de Jonio González


POET AS FISHERMAN

As I grow older I percieve
Life has its tail in its mouth
and other poets other painters
are no longer any kind of competition
Its the sky that's the challenge
the sky that still needs deciphering
even as astronomers strain to hear it
with their huge electric ears
the sky that whispers to us constantly
the final secrets of the universe
the sky that breathes in and out
as if it were the inside of a mouth
of the cosmos
the sky that is the land's edge also
and the sea's edge also
the sky with its many voices and no god
the sky that engulfs a sea of sound
and echoes it back to us
as in a wave against a seawall
Whole poems whole dictionaries
rolled up in a thunderclap
And every sunset an action painting
and every cloud a book of shadows
through which wildly fly
the vowels of birds about to cry
And the sky is clear to the fisherman
even if overcast
He sees it for what it is :
a mirror of the sea
about to fall on him
in his wood boat on the dark horizon
We have to think of him as the poet
forever face to face with old reality
---
Foto: s/d

domingo, mayo 03, 2015

Wendy Mulford / Dos poemas











Mago y oráculo

en una ocasión nada resultó del monzón sino
piedra y nieve y frío
vientos desgarrando la calidez de una
cabaña desordenada y elemental

sucedía esa luz
asomando por sobre las montañas

en la madrugada un sendero excluye la nada
persiguiendo una jungla
de mariposas blancas
y cobras inofensivas

y alto en su roca un pequeño
pájaro rojo canta un villancico al sol
de invierno que ilumina
manadas distantes

en silencio absoluto bajo la luz variable
cada flanco cada peñasco púrpura
rozado se derrama hacia
la quietud, hacia

una luz más absoluta, más
intensa que le procura un halo
al niño de la cuna



El hombre de ojos celestes

Según lo veo
         justo
              cuando crees tenerlo
todo muy claro
entra
     en escena un globo azul desde la izquierda
martillando

Wendy Mulford (Valle de Usk, Gales, Gran Bretaña, 1941), La isla tuerta. 49 poetas británicos (1949-2006), selección y traducción de Matías Serra Bradford, Lumen, Barcelona, 2009


Magic & oracle

once out of monsoon nothing but
rock & snow & cold
winds tearing warmth in a
rough unitidy hut

there was that light
breaking over the mountains

at dawn a path excludes nowhere
following a jungle
of white butterflies
& harmless cobras

& high on his rock a small
red bird carols the winter
sun illuminating
distant flocks

stone silent under shifting
light each flank each purple crag
caressed pours into
stillness, into

light more absolute more
intense haloeing
the cradle child


The man with blue eyes

In my view
       just
          when you think you have it
all hanging clear
enter
    a blue balloon off-stage left
hammering

sábado, mayo 02, 2015

Ahmad al-Shahawy / Tres poemas














5
¿Por qué me gusta el papel blanco?
¿Y la tinta negra?
¿Y el color negro?
¿Y el pelo negro?
¿Y la poesía negra?
¿Y el negro lecho?
Me alegra acariciar con los dedos
las hierbas negras que nadan en las aguas del corazón
y arraigan en la puerta de entrada.

6
Mi luna creciente
dormía en su boca
Despertó...
y escribió un nuevo Corán.
Selló el mensaje,
y asoció la boca a otras creencias
lo que se había revelado.

7
Siempre miente
y oculta muchas cosas.
Pero su lecho
la pone en evidencia.

Ahmad al-Shahawy (Damietta, Egipto, 1960), Agua en los dedos y otros poemas, Instituto Egipcio de Estudios Islámicos, Madrid, 2002
Traducción de Milagros Nuin

---
Foto: Ahmad al-Shahawy Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, 2015

viernes, mayo 01, 2015

Lars Huldén / Un gran poeta puede ser un hombre mezquino, gruñón, fastidioso, sí, hasta un hombre corriente










El hombre descendió una vez de los árboles.
Con ello perdió la seguridad que dan los árboles.
No hay seguridad que se sienta como la seguridad en los árboles.
¿Cuál es la meta de nuestra nostalgia? Quizá sean los árboles.
El idioma le ofrece al poeta una vida en los árboles.
En el idioma vive como antes se vivía en los árboles.
El idioma es frondoso, flexible, grande como los árboles.
El poeta se cuelga del idioma como de los árboles.
En el idioma se siente seguro como en el hogar de los árboles.
Delicioso es vivir y ser uno con los árboles,
alto y derecho y fuerte y dulce y rico como los árboles.
La canción más antigua del mundo es el susurro del viento en los arboles.
No invites nunca a un poeta a bajar de los árboles
¿Qué es él cuando mora en el suelo bajo los árboles?
Es un gusano, como todos los que vivimos bajo los árboles.
No hay seguridad que se sienta como la seguridad en los árboles.

Lars Huldén (Jakobstad, Finlandia, 1926), Lecturas para caminantes, Bassarai Ediciones, Vitoria, País Vasco, 2000
Traducción de Francisco J. Uriz
Envío de Jonio González


Foto: Lars Huldén AnciHolm/Vasabladet