jueves, junio 04, 2009

Leopoldo María Panero / Cuatro poemas














A Cavalcanti

“Per ch’i no spero
per ch’i no spero di tornar,
per ch’i no spero di tornar giamaix”.

Guido Cavalcanti

Espero que nos hagas la historia de todos los olvidos
del olvido de mi frente en la marea de la copa
donde un cielo diminuto se asfixia
en la marea cruel de la cerveza
do yace el hombre
como un invierno muerto entre la yedra,
entre la hiedra cruel de la memoria.

Ayúdame a vencer a los pájaros que
persiguen al hombre.

Todo vendrá tan silenciosamente en el viento
como un árbol que en la página crece.

de Guarida de un animal que no existe, 1998


Piedra negra

Señor del mal, ten piedad de mi madre
que murió sin sus dos tetas
y sobre la que yo escupí,
y ahora amo
ahora en vano reclamo al país de los muertos
que murió envuelta en víboras y víctima
de una podredumbre que nos hacía mirarnos a los ojos
como dicen que Dios mira a los hombres, con horror
con pena del asesino, con tibia extrañeza
de la jibia que entre sus manos se retuerce
por temor a ser mirada por Dios,
y ver en su luz que no merece
ni mereció nunca la vida: y que él arroja
desde lo alto del cielo a Despeñaperros
diciendo: tan alto subió tu orgullo
mira ahora que cae igual de rápido.
Pero ya voy, madre, a encontrarme
con la única mujer que he conocido, y que es la muerte
cuyo cuerpo con vicio tantas veces he tocado
riéndome de todos mis cadáveres,
y que sea la rosa infecunda de la nada,
que tantas veces cultivé porque se parecía a la muerte,
la que recuerde mis heces a otros condenados
a escribir y mear, bajo el sol entero
en esta habitación parecida a un retrete
donde la crueldad dora la piedra negra
en que toda vida acaba, y se celebra
tirando de la cadena.

de Piedra negra o del temblar, 1992


Thomas Muntzer, teólogo de la revolución

Quemaban a los ricos con antorchas
y tal que hierba seca ardían sus cuerpos.
Que el clero, con sus falsas oraciones
te consuele de desaparecer.
Todos los hombres se creían dios.
Mataban y luego eran despedazados.
Lutero maneja con mayor elegancia los libros:
su mano que no trabajó nunca sabe
mover las páginas y engañar a los hombres.
Muntzer tiene la pasión y no la idea:
sin duda morirá despedazado.

de El último hombre, 1983


Haiku

Si no es ahora ¿cuándo moriré?
Si no es ahora que me he perdido en medio
del camino de mi vida, y voy
preguntando a los hombres quién soy, y
para qué mi nombre, si no es ahora
¿cuándo moriré?
Si no es ahora que aúllan los lobos a mi puerta
si no es ahora que aúllan los lobos de la muerte
si no es ahora que está como caído
mi nombre al pie de mí, y boquea, y pregunta
a Dios por qué nací: si no es ahora
¿cuándo moriré?

de Last River Together, 1980

Leopoldo María Panero (Madrid, 1948-Las Palmas de Gran Canaria, 2014), Poesía Completa (1970-2000), Visor, Madrid, 2003

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Foto: Panero Cristóbal Manuel /El País, Madrid, 2007

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