El sol
Siempre vuelve el amarillo sol a la colina.
Es hermoso el bosque, el oscuro animal,
el hombre; pastor o cazador.
Por el verde estanque sube rojo el pez.
En silencio, bajo el redondo cielo,
navega el pescador en la barca azul.
Lentamente maduran la uva y el grano.
Cuando sereno declina el día,
un bien y un mal están dispuestos.
Y cuando cae la noche,
levanta el caminante los pesados párpados,
silenciosamente,
y el sol irrumpe de la barranca sombría.
Canto de un mirlo cautivo
Hálito oscuro en el verde ramaje.
Pequeñas flores azules se ciernen
sobre el rostro del solitario, su paso de oro
se desvanece bajo el olivo.
Con el ala embriagada alza vuelo la noche.
Tan quedamente sangra la humildad,
el rocío gotea lento del espino en flor.
La piedad de brazos resplandecientes
acuna a un corazón que se rompe.
Verano
Al atardecer calla el lamento
del cuclillo en el bosque.
Se inclinan más el grano
y la roja amapola.
Negra tormenta amenaza
sobre la colina.
El antiguo canto del grillo
muere en el campo.
Nunca se mueve el follaje
del castaño.
En la escalera caracol
susurra tu vestido.
Serenamente ilumina la vela
en la habitación oscura,
una mano de plata
la apaga;
noche sin viento, sin estrellas.
Georg Trakl (Salzburgo, Austria, 1887 - Cracovia, Polonia, 1914)
Versiones de Julián de la Torre
Ediciones Kalos,
Buenos Aires, 2024
Más poemas de Georg Trakl en Otra Iglesia Es imposible, A Media Voz, Altazor, Idiomas Olvidados, Vallejo & Co., Círculo de Poesía, Rialta, La Otra, Saltana
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Foto: s/d Vía Poetry Foundation
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