sábado, febrero 03, 2024

Roberto Malatesta / De "El que bruñe la piedra de la gracia"



Dragones

Por la ventana de la sala veíamos pasar dragones blancos.
Es cierto que los chinos, desde verdes praderas
o en la falda de sus montes, les ofrendaban
admiración, como no menos cierto es que 
le eran escamoteados al obrero, esclavo del sol, 
doblado sobre el arrozal, o al prisionero 
desde su mínimo ventanuco cruzado 
por barrotes, donde la luz es yerma e hiriente.
Para vos, yo hubiese escogido praderas o montes
y no esta esclavitud de tubos y líquidos. 
Para vos, mirando dragones, yo deseaba 
otro cuento fantástico y no esta vida aplazada
de chico prisionero de su enfermedad. 
Miraba, y me era costoso comprender por qué
los mismos que mutan en el cielo, 
los mismos gratuitos dragones blancos, 
para unos denotan luz, para otros, deseo. 
No obstante, allí estábamos, admirándolos,
como si nada en el mundo importase jamás. 
Quién sabe si acaso no nos atisbaban,
si acaso los embelesados no fuesen ellos, 
de la forma azul de tu entereza, de la forma azul
de mi sombra inclinada hacia vos.


Amistad con lo imperfecto

Un oscuro rincón del hospital
como una habitación más de su casa.
La cama, su cuarto de juegos.
Ni rosas ni jazmines: medicinas.
Así mudó una parte de sus días,
flujos artificiales corriendo por su sangre.
Así es él, no es preciso ni posible
modificarlo.
Su ser transporta casi todo
aquello que mi infancia no probó,
esa extraña amistad con lo imperfecto
y lo sufriente.
Lo que no fui, ahora
es lo que soy:
el duro amor que me forjó
y el gusto salitroso
del mundo.

Roberto Malatesta (Santa Fe, Argentina, 1961)

El que bruñe la piedra de la gracia
,
Ediciones La Piedra de la Gracia,
Santa Fe, 2023









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Foto de Sergio Rigazio. Roberto Malatesta/Facebook

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