domingo, febrero 27, 2011

Almafuerte / De "El misionero"




El misionero [Fragmentos]

Para Bartolito Mitre, en la gloria
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¡Escúpeme en la frente!
                           Ricardo Gutiérrez


4.- No hay caridad verdadera que no se enferme o
que no se manche.
5.- Para subir hasta Jesús hay que bajar hasta Dimas,
y para llegar hasta Dimas hay que dejar muy arriba el
éter irrespirable de los inocentes y los puros.
9.- El dolor no huele a vinagre aromático: ni habla en
verso ni se lamenta en música, ni va a cenar a la
fonda, como los cómicos, después de llorar.
18.- El corazón del bueno es comparable a las vendas que
circundan las heridas: a medida que éstas van
cicatrizando, aquéllas van arrojándose impregnadas de
pus y sangre.
20.- No creas en la predicación de aquel abate perfumado
de heliotropo, que sube a su púlpito con el corazón
lleno, todavía, de las graves impresiones de la Conferencia
de San Vicente y de las fiestas de caridad de las duquesas
y que cruza después, como un César, sudoroso entre sus
encajes, por aquella elegantísima multitud cuya emoción
artística él ha producido y cuya admiración él ha
conquistado. No creas en esa predicación... ¡es una página de
Rossini!
21.- Cree, sí, en el propio San Vicente de Paul; sí, en el
apostolado de aquel sacerdote ciego de caridad, enloquecido de
evangelización, que ora se lanza por los desiertos de Africa
y ora se mete en los tugurios de la ciudad, que son los
desiertos de la civilización, para salir de ellos torturado de
dudas, cubierto de maldiciones y carcomido de remordimientos.


Almafuerte, Evangélica XV


De compasivos canes escoltado,
Sobre un bloque de piedra de la vía,
Zozobrante, vencido, en agonía,
Un Siervo del Señor cayó postrado.

Cual desgranada, mísera mazorca
Que saltó del maizal en el camino,
Parecía más bien, el Peregrino,
Desecho deleznable de la horca.

Y era desecho mismo. La tonsura
no inmuniza del dolo y los pesares:
Del sagrado mantel de los altares
Se desprende, también, polvo y basura.

Como Pablo, el Apóstol de las Gentes,
Aquel vil protegido de sus perros,
Por mares, por estepas y por cerros
Corrió tras ilusiones eminentes...

Y allí, con su sayal hecho jirones
Y apoyando en un can la flaca diestra,
Aquel Fraile de Dios era la muestra
De cómo trata Dios los corazones.

Tal vez, una visión de faz macabra
Le sacó de su grande abatimiento,
Y al despertar de aquél, su pensamiento
Se deshizo en el mar de la palabra.

Mudo debiera estar; pero, recuerda,
Y hablaría, quizás, amordazado...
Porque impera una ley que al derrotado
Le impone repicar la misma cuerda.

Y es propio del Dolor, joven o viejo,
Despedir melancólico relente
Y derramar, lo mismo que una fuente,
La cáustica lejía del consejo.

¡Virtud de la Tristeza, que percibe
Con profética luz, remotas huellas.
Como se ven más claras las estrellas
Desde la sombra fría de un aljibe!

Cual pudiera un bohemio, el Franciscano
Se puso a platicar con su jauría...
¡No caemos del todo, sino el día
Que cuando pasa un can, pasa un hermano!

¡El ser hombre es gemir, magüer los nombres
Con que tu pobre condición revistes;
Y por eso las bestias, que son tristes,
Cuando sospechan un dolor, son hombres!

Y yendo, sin querer, al punto fijo,
Como quien sus heridas palpa y frota,
Destilando su hiel, gota por gota,
A sus perros y a Dios, el Fraile dijo...

¡Dijo con tal verdad, que desde entonces
Pienso que las protestas de los viles,
Deben ser perpetuadas con buriles
En duras piedras y en solemnes bronces!

"En este bajo, relativo suelo,
También para ser santo hay que ser listo;
No basta ir a una cruz para ir a Cristo,
Ni basta la bondad para el ir al cielo.

"La misma compasión requiere astucia
Para sellar con gloria su cruzada,
Si no quiere, después, ser arrojada
Sucia y hedionda, como venda sucia.

"Los sicarios del Bien han de ser yermos,
Duros, como filósofos estoicos:
Los médicos más nobles, más heroicos,
No lamen el sudor de sus enfermos.

"La luz no triunfa, el Ideal no medra,
Si un cierto brutal extorsionismo:
Como una César sin ley, el pastor mismo
Gobierna con su palo y con su piedra.

*

"Inhumano, inconcreto, el Sacerdote
Ame a Dios, sólo en Dios, y no en ninguno;
Y si al triunfo de Dios es oportuno...
¡Bese con la traición del Iscariote!

Clamó con el valor de los insanos
El viejo Apóstol, sin temer su mengua,
Mientras los canes, con cristiana lengua,
Le ungían caridad sobre las manos.

Y siguió, con apóstrofes más duros,
Y hablando a todos, pues hablaba solo:
"Más fría que los témpanos del polo
Tiene que ser el alma de los puros.

*

"Hay entre la Equidad y la Justicia
Nada más que una feble sutileza...
¡Y entre la Caridad y la pureza,
Un abismo, sin fondo, de inmundicia!

Calló el Apóstol, y en su adusto ceño,
Como en un tronco escuálido de otoño,
Se sospechaba el cárdeno retoño
De un deleitable, de un nefando sueño.

Mas, levantando el sórdido capucho,
Toca de su radiante, calva testa,
Dijo con voz de llanto y de protesta:
"Yo soy el miserable que amé mucho,

"Soy el que puso paz en la discordia,
Pan en el hambre, alivio en las prisiones,
Y en la obsesión tenaz, más que razones,
Puso sin razonar, misericordia.

"Yo derramé, con delicadas artes,
Sobre cada reptil una caricia:
No creí necesaria la Justicia
Cuando reina el Dolor por todas partes.

"Con sublime, suprema Democracia,
Cualquier hombre fue hombre en mi presencia;
No dividí jamás en mi conciencia
Cual un escriba infame, la Desgracia.

"Yo miré con espanto al miserable,
Con el espanto del Caín primero,
Cual si yo -¡pobre sombra, todo entero!-
Fuese de su miseria responsable.

"Yo entendí que los éxitos ultrajan
La equidad del Señor y de sus dones;
Pues por un triunfador hay mil millones
Que más abajo de sí mismos, bajan.

"Yo repudié al feliz, al potentado,
Al honesto, al armónico y al fuerte...
¡Porque pensé que les tocó la suerte
Como a cualquier tahúr afortunado!

"Yo tuve la tendencia, la costumbre,
De poner mi saliva en las montañas;
Pero, les di sin pena mis entrañas
Cada vez que dejaron de ser cumbre.

"Yo veneré, genial de servilismo,
En aquel que por fin cayó del todo,
La cruz irredimible de su lodo,
La noche inalumbrable de su abismo.

"Yo devolví su cetro a la Locura,
Fomentando en las almas anormales,
El gesto imperatriz de los fatales,
La rigidez papal de la tonsura.

*

No pudo proseguir... Seco, rabioso,
Con el gemir de formidable llanta,
Restalló, de repente, en su garganta,
Suma de angustias, un sollozo.

Aquel hondo mugido vibró tanto,
Que traspasó recónditos confines,
Y sus propios hermanos, los mastines,
Se volvieron al Fraile con espanto.

Se repuso por fin, y resumiendo
En epílogo intenso su discurso,
Comenzó a despedirse del concurso
Que a su largo gemido fue surgiendo:

"Todo es contradictorio, todo vago,
Todo se ve a través de una penumbra:
La misma antorcha que en la noche alumbra,
Sirve para el incendio y el estrago.

"Siembran dos jardineros su simiente,
Idénticas las dos, una mañana:
Y el primero cosecha una manzana,
Y el otro, miserando... ¡una serpiente!

"Yo no sé qué pragmáticas malditas
Fulminan mis obras más amables,
Cual migración de bestias formidables
Sobre una floración de margaritas.

*

"Se desató el ciclón. Dios me desgaja,
Y el criterio de Dios no se interrumpe...
¡Si el volcán de sus cóleras irrumpe,
Arde su creación como una paja!

"Yo mismo, sin piedad, no me perdono
Ese luchar frenético de Olimpia;
Criminal es un bien que nada limpia,
Castigo es una cruz que no es un trono.

"Sin ley, ni hogar, ni patria, ni destino,
Como las hojarascas de la selva,
¡Dejaré de sufrir cuando me vuelva,
Polvo bien pisoteado en el camino!...

"Pero, no quiero yo, de ningún modo,
Que me perdonen teólogos ateos...
¡A quien se absuelve, al absolver los reos,
Es al sublime Artífice de Todo!

"Prefiero que los sabios, casi estetas,
Que llaman al dolor "idiosincrasias",
Pongan motes en griego a mis desgracias...
Para cobrar más caro sus recetas.

"El perdón es la mácula del cieno
Puesta sobre la clámide de un nombre,
¡Porque tengo amarguras, ya soy hombre,
Y porque soy un hombre, ya soy bueno!

"¡Hablen los impecados a porfía:
Desescamen la red de sus escamas...
¡Digan si saben al dejar sus camas,
Cuál será la belleza de aquel día!

"Cuando el hijo de Dios, el Inefable,
Perdonó desde el Gólgota al perverso...
¡Puso sobre la faz del Universo,
La más horrible injuria imaginable!

"Sepa por prima vez, el presidiario,
Y alce su frente mustia y lapidada:
El más vil... es un alma destinada
Como el propio Jesús, a su Calvario!

"Somos los anunciados, los previstos,
Si hay un Dios, si hay un Punto Omnisapiente;
Y antes de ser, ya son, en esa Mente,
Los Judas, los Pilatos y los Cristos!"

*

Dijo, y al ver que con cobarde espanto
Murmuraba la turba, gritó fiero:
"¿Dónde está el miserable que primero
Vino a rasgar mi pecho con su llanto?

"¿Dónde está, dónde rasca los residuos
De su mordiente lepra inveterada?...
¡Para lanzar a él, toda esta nada,
Y untarle mis consuelos más asiduos!

"¿Dónde está, donde gime, sin la sombra
De mi pecho de madre sin rencores?
¡Para tejerle un camarín de flores,
Y tenderme a sus pies como su alfombra!

"¿Dónde oculta sus pálpitos de lobo?
¿Dónde esgrime su trágica energía?
¡Para ponerme yo como vigía
Mientras urde su crimen y su robo!

"¿En qué frío pretorio, en qué portales
Tiembla bajo la toga de sus jueces?...
Para decir, para gritar mil veces:
¡El Juez y el Criminal son anormales!

*

"¿Quién habla de Deberes, de Derechos,
De arrojar los malos a una pira?...
¡Si ellos viven sus vidas, sin mentira;
Si no pueden dejar sus propios pechos!

"¿Qué sable justiciero es esa daga
Que sólo hiere frentes sin diadema?...
¿Por qué no abisma el sol, cuando nos quema?
¿Por qué no seca el mar, cuando nos traga?

"¿Por qué ha dejar el Universo
Vasto campo a la luz para que vibre,
Y el corazón de Adán no ha de ser libre,
Y el alma ha de rimarse como un verso?

"¿Qué ciencia miserable es esa ciencia
Que nada sabe más que el primer día?...
¿Qué remedia con ver una insanía
Donde antes vio pasión y no demencia?

*

"Ven a mí, rey enfermo, vil canalla,
Quiero que con tus lágrimas me mandes:
Yo soy como aquel grande entre los grandes
Que no dobló su frente en la batalla."

"Sombra y luz, piedra y alma, seso insano
Y ángel lleno de dudas y malicia:
Yo no sé de Razón ni de Justicia...
¡Sólo quiero saber que soy tu hermano!

"Chusma ruin, que tus dedos como sondas
Hurguen en las heridas de mi brega,
Y palparás al menos, si eres ciega,
Que las hechas por ti, son las más hondas.

*

"Ven a mí, monstruo amigo, no estoy muerto,
Como no muere nunca una gran lira:
Que otros vivan la ley, que es la mentira.
Yo vivo los impulsos, que es lo cierto.

"Aquí estoy, si me manchan tus minucias,
Tus terribles minucias, más me place:
El obrero mejor, el que más hace,
Tiene las manos más que todos, sucias.

"Y odie el feliz, que es bestia, ésta, mi fiebre;
Y me ultraje y repudie, y me dé coces...
¡Yo amo la libertad, como los dioses,
Y el feliz, como el asno, su pesebre!

"No me causa pavor, ni me difama,
Envolver con mi llanto tu persona:
No soy el Cristo-dios que te perdona...
¡Soy un Cristo mejor, soy el que te ama!

*

¡Pulpa sin gratitud, no sabrás nunca
Que yo luché con Dios que te moldea!..."
Y se quedó de pie, como una idea,
Que se va del cerebro y queda trunca.

Pedro Bonifacio Palacios, Almafuerte (San Justo, 1854- La Plata, 1917), Obras completas, Editorial Claridad, Buenos Aires, 1993

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Foto: De la portada de Poesía completa, Almafuerte ISBN: 978-950-03-5415-8

4 comentarios:

  1. Décadas que no lo leía. De acá se pueden extraer ideas acrisoladas en dípticos sentenciosos.

    Hay dos o tres versos en los que, parece, al transcribir, te comiste alguna palabra. Por ejemplo: "¿En qué pretorio, en qué portales"; porque no da el endecasílabo.

    Saludos.

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  2. Faltaba la palabra "frío", gracias

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