sábado, julio 10, 2010

Miguel Gaya / Dos poemas




Finisterre

Hemos ido perdiendo todo.

Desde esta mañana
la niebla fue tragándose el pasado,
lo que somos,
el futuro.
Creímos que eso éramos
pero lo demás se fue yendo después:
en el puerto los barcos amarrados,
un hombre en un bote,
las casas del camino,
una hilera de hórreos en el campo

Todo disolviéndose
frente a nosotros
y todo lo observamos
en silencio.

Otra hilera se fue
de chopos desvaneciéndose callados
como quien se licúa.

Las nubes bajaron entonces,
nos bañaron
enormes.

Una ceguera blanca después subió desde la tierra,
la humedad final que preña al mundo.

Espiamos por la ventana lo que se esfuma
y nada nos decimos.

Estamos en el centro de algo que termina.

Con un hierro aguzado avivas la llama de los troncos.

“¿Quieres té?”, dices ahora.
También la noche viene. También el viento.
Y la tempestad, y el graznido de pájaros que viajan por el aire.

Navegamos lo inmenso.

[inédito]


(Marsella)
Rimbaud y los perros

Durante sus correrías por África
Arthur Rimbaud era asediado
por los perros.
Amarillos, feroces,
persistentes,
trotaban y gruñían
mezclándose en la sombra del poeta.
Reproduciéndose a dentelladas
famélicas.

Todas las mañanas Rimbaud
llenaba sus bolsillos de piedras afiladas
para mantener a raya a los perros
que palpitaban
por su carroña.
Lo que iba dejando a su paso
los alimentaba.
Ruinas y hombres oscuros
rajados a latigazos
de un idioma incomprensible.

Los perros de Rimbaud lo atormentaban.
A veces lo esperaban
echados en las galerías
y lamían sus manos.
Otras
con los pelos erizados
y las fauces rojas
lo acechaban encorvados
en la oscuridad.
Nunca supo qué le producía más terror.

Los vio en África.
Los procreó en Roche.
En Marsella lo alcanzaron
y les dio de comer su pierna.

Adiós les dijo
al expirar.

17/12/09

en Perras, varios autores, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2010

Miguel Gaya (Ayacucho, Argentina, 1953)

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Ilustración: Paseo nocturno, 1981, Miquel Barceló

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