sábado, octubre 04, 2008

Que estamos en el reino de la literatura barrial, nos divertimos con ella y los que se escandalizan por eso son hijos de puta

Lo que hay en la caja
por Santiago Llach

[ "texto no leído en la presentación 
del libro 'Villa Celina' , de Juan Diego Incardona." ]



Tengan ustedes buenas noches, estimados correligionarios de la literatura. Estamos acá, una vez más, ante este hecho más o menos anómalo, más o menos pretencioso, más o menos ritual, como es el de presentar un libro. Antes que nada, podemos hacer algunas constataciones. Mirar detenidamente el objeto cuyo lanzamiento al mercado estamos celebrando. Observar, en primer lugar, que es un objeto industrial, un objeto producido por una industria sofisticada a cuyos espasmos más o menos finales tenemos el privilegio de asistir.

Nada, entonces, una primera constatación: estamos en este lugar del underground, rodeados de un montón de gente de la literatura underground, celebrando que una sociedad anónima acaba de lanzar al mercado un libro, uno de los productos más simples y sofisticados que producen las industrias de la modernidad, y que la industria en particular que produce este tipo de objetos, una industria para la cual trabajamos o querríamos trabajar muchos de los que estamos acá, se ve seriamente amenazada por otra industria mucho más rápida, mucho más sofisticada, mucho menos contaminante. Así, lo que tenemos que saber es que esta modalidad, la modalidad presentación de libro, es una modalidad en desaparición. Tenemos un ritual anacrónico de ingreso al campo cultural. Ahora cualquier boludo abre un blog, cuenta cómo coje, manda un par de puteadas y ya ingresó al campo cultural. Lo que pasa, entonces, es que acá estamos, celebrando, bajo la forma de la amistad, de la literatura, al mercado. Inhumando de manera ritual, de manera anacrónica, a un nicho de mercado en extinción. Así, nosotros, que somos críticos, somos loquitos, somos sensibles, somos revolucionarios, estamos celebrando al mercado.

Vamos a ver.

Otra constatación, muy subjetiva, que proviene de mi experiencia, y que tiene que ver con otra esfera que se toca con la esfera del libro. La esfera de la literatura. El campo literario argentino. El campo literario argentino está hecho mierda, esa es la constatación que yo hago. Ahora cualquiera es escritor, cualquiera escribe, cualquiera publica, y cualquiera escribe cualquier cosa. La literatura vuela bajito, vuela a ras de suelo. No siempre fue así, ¿eh? Hace quince años, en Biblioteca del Sur o cualquier colección de literatura mainstream, ya se notaba mucho la influencia de Carver y de Bukowski, había que contar historias de la gente común, pero igual los writers tenían toda esa gestualidad pretenciosa del que está más allá. Y ese vocabulario que obedecía al prejuicio de que no hay que escribir como se habla.

Pero bueno, eso. Después empezamos a escribir como se habla. Y ahora, directamente, está de moda escribir mal. Y acá estamos. Alimentando a la máquina. Dándole rienda suelta a nuestra necesidad de expresión. Componiendo una serie impresionante de libros malos, libros regulares y libros horribles. Mientras nos golpeamos el pecho asegurando que somos artistas.

Esa sería la segunda constatación.

No sé si seguir con las constataciones o empezar con las opiniones. O, básicamente, empezar a hablar del libro de Juan Diego. Me temo, Juancito, que no voy a llegar a hablar de lo tuyo. Dejame aprovechar este lugar que tu amistad me ha brindado para decir las mismas boludeces que me oís decir siempre, pero ahora ante un público respetable. Y underground. Los libros, finalmente, son excusas para relacionarse con la gente. No hay nada más importante que las relaciones con otros seres humanos. La literatura, en todo caso, es eso: un medio para entablar relaciones con la gente, que puede ser el autor, otros lectores, o incluso, como suele pasar, gente que no leyó pero que igual habla del libro.

Estoy tecleando, son las cinco y cuarto, dentro de veinte minutos tengo que ir a buscar a mi hijo León, después tengo que volver a mi casa, jugar con él a la batalla naval, cocinarle unos giacomo capelletini que dicho sea de paso son un afano y tienen un marketing sensacional entre la infancia actual, y después venir para acá.

Sigo opinando pero rápido, entonces, tratando de llegar a algún punto.

El peronismo. Hablemos del peronismo, que es un tema pertinente en relación con este libro. Me gustaría decir acá que me cago en el peronismo. Incluso a un par de peronistas de Second Life que hay acá seguramente les gustaría escucharlo de mi boca, así después pueden salir a denunciar que el golpismo oligarca bla bla blah bla liberalismo blah blah infiltración en el campo cultural blah blah golpismo puta oligarquía blah blah blah blah blah blah blah blah blah blah blah. Déjense de joder, chicos. Déjense de hinchar las bolas. Concéntrense, escriban una obra. Total al campo cultural ya entraron. Al campo cultural entra cualquiera.

Decía, entonces: me gustaría decir que me cago en el peronismo. Pero no me cago un carajo. Tengo un respeto gigantesco por ese complejo movimiento político y social. Me cago, sí, pongamos, en el peronismo de salón. En el peronismo de Caballito. Acá sí viene algo que quiero decir acerca de tu libro, Juancito. Pero esperá un poco. Yo creo esto: si vos sos de un lugar, te tenés que hacer cargo. Podés hacerte cargo de muchas maneras. Podés hacer un movimiento, una trayectoria. Uno recibe una herencia material o simbólica, absorbe un lugar o una clase, y hace algo con eso. Si sos de Caballito, ponele, votás lista 3. Lista 3. ¿Alguien todavía sabe acá lo que es la Lista 3? Alfonsín, Sabbatini Amadeo (partido de larga raigambre mediterránea), Balbín, Perette, De la Rúa, Víctor Martínez, Massaccesi: toda la banda. El Viejo Illia. Frondizi, Tróccoli, Mor Roig. Jauretche, Don Hipólito, Marcelo. El Japonés García. Julio Cleto Cobos, un huevón impresionante. Iu-Si-Ar, mes amis. Sos de Caballito, vas al comité y te afliás a la UCR, eso quiero decir. UCR. Otro partido, en su momento movimiento histórico, que también se merece el mayor de mis respetos. Hablo de respeto, pero puedo decir cariño: hay un montón de símbolos, personas y prácticas, tanto de la UCR como del peronismo, que se merecen mi mayor cariño. Son grandes proyectos históricos colectivos que se propusieron con éxito diverso llevar a cabo la representación político-estatal de las clases menos favorecidas.

Entonces, si sos de Caballito, pelás cacerola y asumís tu verdad. Ahora, si sos de Caballito y te declarás peronista, hay algo que me suena mal. Tenés todo el derecho, pa, pero a mí me suena mal. Así como tenés la libertad de cantar a los cuatro vientos las veinte verdades del justicialismo, dejame tomarme la libertad de decirte que a mí me suena que hay un problemita que hay que resolver con mamá y papá.

Los minutos galopan, Juancito, como galopaba el general en ese caballo blanco en su estancia en la Italia mussoliniana. ¿Era blanco el caballo del general? León, adiviná de qué color era el caballo blanco del coronel Juan Perón.

Los minutos galopan, tengo algunas verdades, un par de opiniones y no mucho más. Pero creo que igual no me va a alcanzar.

Estábamos entonces con esto: celebramos el lanzamiento de un objeto industrial de una industria que nos da de comer pero que está en las últimas, pertenecemos a un campo literario que vuela bajo, el peronismo es un movimiento que se merece el mayor de nuestros respetos.

Y esto, también: este es el reino de la literatura barrial. Pero quiero aclarar algo: mucha gente se escandaliza por el cualquierismo. Por lo bajo que vuela la literatura argenta. Y están en un error evidente. Vayan a cantarle a Homero, hijos de puta. Acá y ahora esto es lo que hay. Nos divertimos así. Almas bellas que no escriben para el mercado, abstenerse. El mercado está acá. Esta noche, el nodo central del sistema capitalista es este antro de la literatura underground. Almas bellas, out.

Entonces, eso: hoy la que reina es la literatura barrial. Quería decir algo de la literatura barrial. Lo que quiero decir es que en la literatura barrial hay muchas vedettes. Para comparar con otro espacio cultural que supe conocer, tengo que decir de primera mano que en la literatura barrial hay mucho más vedettismo que en Belleza y Felicidad. Muchísimo más. Las chicas de Belleza eran militantes montoneras sin desviaciones pequeñoburguesas, al lado de este cabaret que es la literatura barrial.

En fin. Querría decir algunas cosas más pero son menos cinco y tengo que salir. Creo que más o menos estuve sugiriendo algunas cosas que pienso del libro de Juan Diego, de manera un poco sutil, no creo que se note, así que voy a tener que explicitarlas un poquito.

Una es que a mí me interesa la literatura que tiene densidad política. Me recontracago en el kirchnerismo y en la revolución. Eso también lo quiero decir. Yo también la voté a Cristina, y volvería a votarla, como voté a Néstor y al Cabezón. No así al Turco. Pero quiero preguntarles esto, chicos: ¿hubo muchas bajas en la batalla cultural? ¿Cuántos muertos dio el movimiento juvenil cultural kirchnerista en la resistencia contra el lockout de la puta oligarquía? A mí lo que me parece es que los kioscos que ustedes atienden florecieron a lo bestia. Déjense de hinchar las bolas. Con los muertos no se jode. Y dejen de interpretar documentos como Villa Celina como documentos que dan cuenta del estado prerrevolucionario del suburbio.

Es a pesar de todo ese entusiamo juvenilista del ala neomonto del incardonismo que Villa Celina y la literatura de Incardona tienen densidad política.

Quiero decir: hay matices. Ese mundo industrial, anacrónico, esos anillos que lleva y trae de Celina a Palermo, del suburbio al centro artístico y cultural, esos relatos que trae de Celina, como un bardo oral, a los antros del under: ese movimiento tiene matices. A mí, Juan, vos lo sabés mejor que nadie, me gustan las chicas de Valentín Alsina, y a vos, Juancito, te gustan las de Núñez. Y eso también es densidad política. En la política, como en el amor, hay matices, chicos. Pero si quieren vayan, golpeen sus pechos descamisados, pongan huevo, grítenle putos a los de la puta oligarquía. Después vuelvan a casa, que mamá les haga la leche, y se sientan en la PC a escribir la obra. Como hace Juan Diego antes de irse a laburar.

Ese es un punto. El otro punto, y ya termino, es la verdad. Básicamente, lo nuevo en literatura viene dado o bien por el mundo o bien por el procedimiento. Nos queda pendiente la parte del procedimiento, y es quizás el núcleo que dejamos pendiente para la presentación del tercer libro de Juan Diego, o más bien lo dejamos para que lo piensen otros. Los anillos que Juan trae desde Villa Celina a Palermo, a la literatura argenta, son una verdad, y una verdad quiere decir una expresión artística que da cuenta de un mundo social y económico. Acá es donde deberíamos precisar mejor, pero no tenemos tiempo y se lo dejamos a otros.

28.8.2008


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1 comentario:

  1. Hola. Sí, todo eso que se dice y más sobre la poesía argentina actual. Te felicito por darte cuenta. Sin embargo, ponele que una persona escribe diferente, que medianamente aporta algo nuevo al panorama actual. Entonces... y? porque podés mandar tus poemas donde sea que se esté diciendo que todo está perdido y no vas a obtener una puta respuesta si no te conocen la jeta. No sé qué prefiero, si el hecho de que se siga el circo o que se denuncie fraude de versos y total para qué, para que todo siga igual a pesar de la conciencia que hay sobre lo que sucede. Parece que a muchos se les da por hablar pero no veo que muevan el culo para promover otra cosa (gente que puede hacerlo, digo). Es ya como una suerte de cargada a los que escriben bien.
    Yo agregaría que no sólo goza de difusión y esas yerbas una poesía banal sino otra corriente de poesía "seudo-maldita", que intenta ser profunda y se queda en veremos. Guácala. Hace años que, aún teniendo a consagrados entrados en años, no hay nada nuevo bueno. Pero es lo que hay y no me vengan con la cantinela de la preocupación porque no la cree nadie. El que se preocupa se ocupa.

    Saludos a todos y ah, no rompan las pelotas con el asuntito del anonimato; uno sabe cuando es lo suficientemente anonimo como para que la rúbrica interese menos que la idea. Tampoco es "resentimiento", como les gusta decir cuando no pueden refutar una idea... el resentimiento es una proyección de cada uno, no se puede decir (nunca) sobre alguien que no se conoce. ¿Por qué no se puede tratar simplemente de un asunto de rigurosa "justicia estética"? sólo porque a uno ni se le cruce por la cabeza defender un interés personal no es motivo para anular una reflexión.

    Por eso, ojo, no hablo por mí. Un poeta como la gente no se gasta en enviar palabras como éstas al más absoluto vacío.

    saludos a todos los palabreros del vacío.

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