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Si la materia no contuviera
sus propias leyes de autodestrucción
es probable que un demiurgo previsor
dejase precisas instrucciones
para la destrucción de lo rosado
blanquecino, beige, azul y oro,
lo rojizo, verdusco o incoloro,
en fin... de todo lo creado.
Pero las "Instrucciones para sostenerle
la vela a una anciana" son más bien imprecisas.
En ellas no figura cuánto tiempo
hay que sostener la vela,
si hasta el fin de nuestros días
o hasta que las pupilas se nos vuelvan cuadradas.
Y lo más preocupante, inquisidor de la conciencia,
si en todo caso cuando la vela se consuma
quien la sostiene estará muerto
y la anciana vivirá para contarlo.
Eduardo Ainbinder, Con gusano, Interzona, Buenos Aires, 2007
"Sostener la vela" frase del sentido común, encima a una anciana. Buen poema-relato de lo siniestro.
ResponderBorrarLinda página. Un gusto. Me gustaría que pases por mi blog.
Un saludo.