miércoles, noviembre 22, 2023

Guillermo Saavedra / De "Diario de la costa"


Ayunos

Bach no 
creía
en Dios
del modo
en que 
suele
pensarse
la fe.
Escuchando,
al menos,
sus Variaciones
Goldberg
-el cristal
de la luz
se expone
en ellas
en un solo
plano
de felicidad-,
se sospecha
que Bach
prefirió
los beneficios
de la duda,
una tranquila
incertidumbre
al cabo de
la cual
siempre 
encontró la
prueba
de una existencia 
divina.
Despojado
de la carga
de alimentarse
diariamente
de una imposible
certeza,
pudo escribir,
en el aire
ligero
de sus
polifonías,
la clara
y sencilla
alegría
de sospechar
que Aquel
está presente
de modo
discontinuo.
Y es esa
intermitencia
la que confiere
a los hiatos
de su ausencia
la voz de una
necesidad
que permanece
y que llamamos
música.


Heráclito

Luego de emprender
la guerra cotidiana
contra el mundo,
finalmente Ella desiste,
más hermosa
que nunca.
Un gato intenta
compartir esta tregua
pero es expulsado
con un plato de leche
más allá de los límites
del corazón de fuego
de la casa.
Ella, entonces,
comenta en voz alta
un florilegio
de los presocráticos.
Mientras Heráclito
reina entre nosotros
-"el logos es algo
más importante
que el discurso",
se queja Ella
de los malos exégetas-,
recuerdo que la he soñado
como un monumento
sensual:
entre pliegues de tiempo,
yo intentaba colocar
en Ella
una pequeña placa
conmemorativa.
No era mero discurso
sino pensamiento
hecho carne
lo que esas pocas
palabras
me dictaban
en aquel sueño
donde todo ardía
en el fuego impiadoso
de los griegos
de Oriente.

Guillermo Saavedra (Buenos Aires, 1960), "Diario de la costa", 2002, La voz inútil (Poemas 1980-2003), Ediciones Bajo la Luna, Buenos Aires, 2003


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