Caminé hacia el camposanto para ver los muertos.
Las puertas de hierro estaban cerradas, no pude entrar,
un dorado faisán en las oscuras ramas del abeto
miraba con temerosa regularidad la puesta del sol.
Yo dije, señor pájaro, no me hagas más guiños,
he tenido bastante con mi oscuro ardor de ojos;
no te puedo mirar, ni alabarte,
pero trasládate a las vigas de Montaigne.
El que habla con el Absoluto saluda a una sombra,
el que a sí mismo se busca a sí mismo se perderá;
y los dorados faisanes no son una ayuda,
y la acción debe ser aprendida del amor del hombre.
Richard Eberhart (Austin, Minessota, 1904-Hanover, New Hampshire, 2005), Alberto Girri, 15 poetas norteamericanos [primera serie], Bibliográfica Omeba, Buenos Aires, 1966
"I Walked out to the Graveyard to See the Dead"
I walked out to the graveyard to see the dead.
The iron gates were locked, I couldn't get in,
A golden pheasant of the dark fir boughs
Looked with fearful method at the sunset.
Said I, Sir bird, wink no more at me,
I have had enough of my dark eye-smarting,
I cannot adore you, nor do I praise you,
But assign you to the rafters of Montaigne.
Who talks with the Absolute salues a Shadow.
Who seeks himself shall lose himself;
And the golden pheasants are no help,
And action must be learned from love of man.
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