¡Cuánto amé las metáforas!
Dios, cuánto disfrutaba
su resoplido en torno a mí,
su piafar de caballos agitados -
Les ponía la brida y ¡adelante!
Les soltaba la rienda, y sólo a punto
de desbocarse ya, la recogía,
tirando y refrenando, con el doble
placer en ambos brazos,
de galopar y detener.
Hoy les vuelvo la espalda.
Voy pateando las piedras de la plaza.
Sólo un músculo tiembla con el ruido
De una que otra que viene por la espalda
Y me apoya su testa nervuda sobre el hombro.
Ágnes Nemes Nagy (Budapest, 1922-1991), El reverso de la luz: Cuatro poetas húngaros, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2000. Traducción de Rodrigo Escobar Holguín y Vera Székács
Vía Jonio González
Dios, cuánto disfrutaba
su resoplido en torno a mí,
su piafar de caballos agitados -
Les ponía la brida y ¡adelante!
Les soltaba la rienda, y sólo a punto
de desbocarse ya, la recogía,
tirando y refrenando, con el doble
placer en ambos brazos,
de galopar y detener.
Hoy les vuelvo la espalda.
Voy pateando las piedras de la plaza.
Sólo un músculo tiembla con el ruido
De una que otra que viene por la espalda
Y me apoya su testa nervuda sobre el hombro.
Ágnes Nemes Nagy (Budapest, 1922-1991), El reverso de la luz: Cuatro poetas húngaros, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2000. Traducción de Rodrigo Escobar Holguín y Vera Székács
Vía Jonio González
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Foto: Ágnes Nemes Nagy, 1989 Wikimedia Commons
¿Describe los umbrales de la muerte; describe los estadios de la vejez, del frío, del olvido? En todo caso y sin duda me describe a mí y a los de mi generación.
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