viernes, mayo 31, 2013

Robert Lowell / Para hablar del infortunio que hay en el matrimonio




Para hablar del infortunio que hay en el matrimonio

La noche calurosa nos hace mantener abiertas las ventanas del dormitorio.
Nuestra magnolia florece. La vida comienza a acontecer,
mi excitado marido interrumpe sus discusiones hogareñas
y recorre las calles de un lado a otro, en busca de prostitutas,
lanzándose por el filo de la navaja.
Ese insensato podría matar a su mujer y luego jurar no beber más.
Oh la monótona bajeza de su lujuria...
Es la injusticia... él es tan injusto...
ciego de whisky volviendo a casa a las cinco, fanfarroneando.
¿Qué lo mueve? Cada noche ato a mi muslo
diez dólares y la llave del auto...
Aguijoneado por la urgencia de su deseo,
se desploma sobre mí como un elefante.

Robert Lowell (Boston, 1917-Nueva York 1977), Alberto Girri, Versiones, Corregidor, Buenos Aires, 1974 

To Speak of Woe That Is in Marriage

The hot night makes us keep our bedroom windows open.
Our magnolia blossoms.Life begins to happen.
My hopped up husband drops his home disputes,
and hits the streets to cruise for prostitutes,
free-lancing out along the razor's edge.
This screwball might kill his wife, then take the pledge.
Oh the monotonous meanness of his lust...
It's the injustice ... he is so unjust...
whiskey-blind, swaggering home at five.
My only thought is how to keep alive.
What makes him tick? Each night now I tie
ten dollars and his car key to my thigh...
Gored by the climacteric of his want,
he stalls above me like an elephant.

Poetry Org.-

---
Ilustración: Vista de Basilea y el Rin, 1927, Ernst Ludwig Kirchner

jueves, mayo 30, 2013

Verónica Zondek / Instantánea 40




INSTANTÁNEA 40

(Estación República – Estación La Moneda)

Ubicación:
      Alameda de las Delicias.
Altura:
Metro Estación República
Salida:
norte.
Participantes:
         pasajeros que emergen por la desembocadura.

Frente a los ojos de los antes pasajeros ahora transeúntes
(tan desconocidos y tan habitantes de la pública calle)
y sin previo aviso
aparece y camina un suelto de cuerpo envuelto en carne y hueso
aunque esto no lo veamos de inmediato.
¿Qué se ve?:
        dos pies que calzan dos sandalias ajadas
        una espalda que viste un largo impermeable marrón
        una cabeza con capucha.
¿Qué más?:
     una bandera chilena larga/ mugrienta/ raída/ vieja
     que cuelga sobre el impermeable marrón
     y flamea cual poncho malnutrido
     no desde un asta blanca/ alta/ terminada en flecha
     sino desde un cuello arrugado/ sucio/ sumiso
     que empalma y cae por un cuerpo ahíto de vida aciaga.
¿Quién es?:
      Es un ready-made/ un hombre envuelto en jirones
      y roza con los dedos maltrechos de su mano
      un piececito de niño grande
      azulado de fríos y andares vacíos
      en sandalias ajadas
      guarecido.
      Desde su rostro encapuchado
      se ve
      asoma
      un tímido bigote tieso
      dos ojos
      una barba hirsuta.
      Sus manos están sucias y
      cuando no se rascan
      extienden su larga palma como pidiendo algo.
     
¿Mendigo?:
      sí Sras. y Sres.
                 un mendigo.
¿Dónde?
donde comenzó el poema:
      a la altura del Metro Estación República de Chile
      en medio de la Alameda de las Delicias
      hoy Ave. Libertador Bernardo O’Higgins.

El mendigo pasea su cuerpo con intención denotativa.
Va y viene como cualquier otro hombre sándwich
que ejerce la profesión de publicista andante.
¿Qué publicita este hombre?:
la bandera del país de flancos abiertos y expuestos
y cuerpos engañosos encerrados en vitrinas.


Camina.
Menea su poncho tricolor.
Por delante
exhibe un pechito es mío vestido de patria blanca y roja
y luego y por detrás
cubre su espalda con azul y rojo y estrella blanca
y guarro entero
limosnea
con silencio y meollo algo
una alguna sustancia interior/ no
no una efímera de huesos
hoy
que no mañana
que la roña es muy suya e incrustada quizás cuándo
en esa piel que antes fue nacida recién y ahora así la piensa
porque nada hay que destruya el lleno de sus sueños engastados.

Un momento.
A esta imagen se le superpone otra por un instante.
¿Cuál?:
la de un Hombre-carretón que camina
piltrafas apiladas
por la misma y ya refaccionada acera norte
de este, el Metro Estación República.
Pasa
y al pasar
oculta la figura del mendigo que antes mirábamos.

El Hombre-carretón
un monstruo mitad humano y mitad objeto
acopia prensa y botellas en desuso momentáneo.
Basura
pienso
de esa con la cual nos rebalsa la República.
El Hombre-carretón no recicla
          no es un Verde
          no le importa comer pan blanco y mucho dulce.
El Hombre-carretón vende para vivir.
Por un momento
echamos al olvido al hombre tricolor
que aún y todavía y hasta siempre
camina con la parsimonia suya
por este encuadre del ojo en Metro Estación República.
Con esa marca cainesca que entrega lo andado
continúa su deambulo en busca de …
en pleno mes patrio y festejado septiembre.


P.D.
Ya acabaron las celebraciones bi-centenarias.
La bandera que izó la patria esa jornada
en el mero medio de la nueva Plaza de la Ciudadanía
es el símbolo más puro Chile azulado del festejo.
¿Dónde se cortó la tela y cosió la estrella?:
en ese norte dizque tan lleno de inmigrantes.
Sus días de materia están contados.
Eso lo sabe todo vivo y todo muerto.
Indiferente a este dato de la realidad
ondea/ baila con pañuelo heroico y recién planchado
         con farsa mucha  envuelta en vanidad y zapateo
frente/ justo frente al Palacio reconstruido de la Moneda.
Son doscientos los metros de esta tela tricolor
y festonea
      sin pudicia
su turgente gloria patria
frente a ojos transeúntes y turistas de la periferia.
La Estación Metro La Moneda
dista sólo dos estaciones de la Metro República.
El mendigo camina con su realidad a cuestas
y no se detiene.
Su cuerpo vestido de patria
estrenará su orgullo maltraído en pocos minutos.
Ahí viene.
Entra con su jirón y su carga.
Llega con su aliento a la bocatoma de Estación Moneda.
Todos ven.
Nadie aplaude.
Todos miran y bajan los ojos.

La figura del Hombre-mendigo-bandera
también monstruo mitad humano mitad objeto
detiene su caminata frente al pabellón patrio.
Levanta sus ojos y se desubica.
La bandera que ondea en el asta
frente a su cuerpo y el de todos
es limpia grandiosa y lozana.
Es una instalación para mire y no toque.
No tiene dueño con nombre.
Excepto
quizás
ese sentimiento infiltrado cuándo
no sé
nadie sabe

de que somos algo fuera de serie
y sin parangón.

Soy una observadora imparcial.

No miento.


sept. 2010 – mayo 2013

Verónica Zondek (Santiago de Chile, 1953), del libro en proceso Instantáneas


Ilustración: En el bulevar, 1911, Kazimir Malevich

miércoles, mayo 29, 2013

William Carlos Williams / Paterson, 12


Libro 1

Los delineamientos de los Gigantes 

III (Continuación)

Él estaba más preocupado, mucho más preocupado por quitarle la etiqueta a  un frasco de mayonesa vacío, el frasco de vidrio en el que algún paciente trajo una muestra para que la analizara, que en examinar y tratar a los veinte y pico de niños que esperaban su turno en la sala de espera, sus madres atormentadas y balbuceantes. Permanecía en la habitación fingiendo lavar el frasco, en el fondo de la pileta, lejos de la vista y, mientras un chorro de agua caía raspaba con su uña bajo el chorro el borde de la etiqueta de color, tratando de despegar la etiqueta firmemente pegada. Deben haberla barnizado por encima, argumentaba, para que se haya pegado de este modo. A pesar de todo había despegado una punta, y despegaría el resto eventualmente: mientras tanto hablaba con la madre ansiosa, amablemente y con gran destreza.

¿Me dará un bebé?, preguntó la joven mujer de color
con voz suave, desnuda junto a la cama. Ante la negativa
se encogió hacia adentro. También ella se negó. Me pone
demasiado nerviosa, dijo, y estiró las mantas a su alrededor.

En cambio, esto:

En la época de escasez general
una manada privada, 20 cuartos de leche
para la casa principal y 8 de nata,
todas las verduras frescas, choclo,
una piscina, (¡vacía!) un edificio
que ocupa un acre se conserva caliente
durante el invierno (para mantener las tuberías)
Las uvas en abril, orquídeas
como yuyos sin cortar, al calor
tropical, mientras la nieve vuela, dejando
marchitar sus tallos, que ni siquiera
son exhibidos en la feria de la ciudad. Para cada
empleado de arriba abajo
igual proporción—para todos
ellos: la manteca a diario por
libra, verdura fresca—incluso para
el portero. Una peculiar mucama francesa,
cuyo único deber es cepillar
los cachorros pomeranos—que duermen.

Cornelio Doremus, que fue bautizado en Acquackonock en 1714, y murió cerca de Montville en 1803, poseía bienes muebles tasados ​​en $ 419.58 ½. Tenía 89 años cuando murió, y sin duda legó su granja a sus hijos, para él conservó sólo lo que necesitaba para su bienestar personal: 24 camisas a 0,82 ½ centavo: $ 19.88;  5 sábanas: $ 7.00; 4 fundas de almohada: $ 2.12, 4 pares de pantalones: $ 2,00; 1 sábana: $ 1.37 ½; un pañuelo: $ 1.75; 8 gorras: 0,75 centavos; 2 pares de  hebillas de zapato  y cuchillo: 0,25 centavos; 14 pares de medias: $ 5.25; 2 pares de “mitones”: 0.63 centavos; 1 saco de lino: 0,50 centavos; 4 pares de calzoncillos: $ 2.63; 4 chalecos: $ 3.50; 5 abrigos: $ 4,75; 1 abrigo amarillo: $ 5.00; 2 sombreros: 0,25 centavos; 1 par de zapatos: 0.12 ½ centavos; 1 baúl: 0,75 centavos; 1 silla grande: $ 1,50; 1 baúl: 0.12 ½ centavos; 1 par de morrillos: $ 1,00; 1 cama y ropa de cama: $ 18.00; 2 libretas: 0,37 centavos; 1 pequeño baúl: 0,19 ½ centavos; pomada Kastor: 0,87 ½ centavos; 3 cañas: $ 1,66; 1 reel “Quill”: 0.50 centavos.

¿Quién limita el conocimiento? Algunos dicen
que es la decadencia de la clase media
que abre una brecha imposible entre la alta
y la baja allí donde
la vida una vez floreció. . . conocimiento
de las vías de información—
Así que no sabemos (a tiempo)
dónde se aloja la inercia. Y si no son
los idiotas cultos, la universidad,
ellos, como mínimo, son los no proveedores
deberían crear medios
para saltar la brecha. ¿Entradas? Las máscaras
externas de los intereses particulares
que perpetúan la inercia, haciéndola
rentable.

Ellos bloquean la salida
que debe limpiar y obtener
prerrogativas como recompensa privada.
Los otros también son culpables porque
no hacen nada.

Al caer la noche del 28, pusieron a la vista acres de lodo y la mayor parte del agua que fue drenada. Los peces no cayeron en las redes. Pero desde los coches se veía una multitud negra de gente, de pie bajo los sauces, observando a los hombres y a los niños en el fondo del lago drenado. . . a unas cien yardas de la presa.
Todo el fondo estaba lleno de gente, y las grandes anguilas, que pesaban tres o cuatro libras cada una, se acercaban a la orilla y entonces los chicos las golpeaban. Desde ese momento todo el mundo tuvo todo lo que quería en poco tiempo.
En la mañana del día 30,  los chicos y los hombres aún seguían allí. La cantidad de anguilas,  en particular, parecía no tener fin. A lo largo del año un revoltijo de pescado es extraído del lago,  pero nadie imaginaba la cantidad que vivía en él. Curiosamente, no se vio ni una serpiente. Los peces y anguilas parecían  haber monopolizado el lago por completo. Los chicos que allí se bañaban  a menudo contaban que  el fondo estaba  repleto de grandes serpientes que tocaban sus pies y sus extremidades, pero sin duda se trataba de las anguilas.
Aquellos que preparaban las redes no eran  los que más pescaban. Fueron los rufianes y los hombres que saltaban al barro y al agua, allí donde las redes no servían, los que recogieron del barro y del agua la mejor carga de pescado.
Un hombre que iba al depósito con una canasta de durazno le dio la canasta a un chico y la llenó en cinco minutos, rompiendo con destreza las vértebras de la nuca para meterlas adentro, y cobró la modesta suma de .25 centavos por la canasta llena de anguilas. La masa aumentó. Había millones de peces. Enviaron vagones para que se llevaran las pilas que se amontonaban a ambos lados del camino. Los niños pequeños arrastraban detrás de sí todo lo que podían llevarse a casa, ensartado en palos y en bolsas y canastas.  Había parvas de bagres a lo largo del camino, montones de rémoras y lucios, y había tres róbalos negros en una vara, un hilador de seda los había atrapado. A las siete y cuarto llenaron un vagón con pescados y anguilas. . . ya se había llevado cuatro cargas de vagón.
Al menos cincuenta hombres en el lago eran rudos para el trabajo y tenían estacas con los que golpeaban las grandes anguilas y atontándolas mientras se deslizaban por la superficie del lodo en aguas poco profundas, y así lograban mantenerlas hasta que podían sacarlas: los hombres y los chicos chapoteaban en el barro. . . . La noche puso fin al espectáculo. El trabajo prosiguió durante toda la noche con luces en la costa y linternas sobre el barro. 

Inmóvil
él envidia a los hombres que corrieron
y que escaparon
hacia las periferias—
a otros centros, directo  —
para mayor claridad (si
es que la encontraron)
belleza y
autoridad en el mundo-

una especie de primavera
que sus mentes aspiraban
pero que él vio,
dentro de sí —entumecido por el hielo

y saltó, “el cuerpo, sino hasta
la primavera siguiente, congelado en
un bloque de hielo”


William Carlos Williams, (Rutherford 1883-1963), Paterson, William Carlos Williams, New Directions, New York, 1963
Versión de Silvia Camerotto


The Delineaments of the Giants
III
He was more concerned, much more concerned with detaching the label from a discarded mayonnaise jar,  the glass jar in which some patient had brought a specimen for examination, than to examine and treat the twenty and more infants taking their turn from the outer office, their mothers tormented and jabbering. He’d stand in the alcove pretending to wash, the jar at the bottom of the sink well out of sight and, as the rod of water came down, work with his fingernail in the splash at the edge of the colored label striving to loose the tightly glued paper. It must have been varnished over, he argued, to have it stick the way. One corner of it he’d got loose in spite of all and would get the rest presently: talking pleasantly the while and with great skill to the anxious parent. //Will you give me a baby? asked the young colored woman /in a small voice standing naked by the bed. Refused  /she shrank within herself. She too refused. It makes me /too nervous, she said, and pulled the covers round her. //Instead, this: //In time of general privation /a private herd, 20 quarts of milk /to the main house and 8 of cream, /all the fresh vegetables, sweet corn, /a swimming pool, (empty!) a building /covering an acre kept heated /winter long (to conserve the plumbing) /Grapes in April, orchids /like weeds, uncut, at tropic /heat while the snow flies, left /to droop on the stem, not even /exhibited at the city show. To every /employee from the top down /the same in proportion —as many as /there are: butter daily by /the pound lot, fresh greens—even to /the gate-keeper. A special French maid, /her sole duty to groom /the pet Pomeranians—who sleep. //Cornelius Doremus, who was baptized at Acquackonock in 1714, and died near Montville in 1803, was possessed of goods and chattels appraised at $419.58½. He was 89 years old when he died, and doubtless had turned his farm over to his children, so that he retained only what he needed for his personal comfort: 24 shirts at .82½ cents, $19.88: 5 sheets, $7.00: 4 pillow cases, $2.12: 4 pair trouser, $2.00: 1 sheet, $1.37½: a handkerchief, $1.75: 8 caps, .75 cents: 2 pairs shoebuckles and knife, .25 cents: 14 pairs stockings, $5.25: 2 pairs “Mittins”, .63 cents: 1 linen jacket, .50 cents: 4 pairs breeches, $2.63: 4 waist coats, $3.50: 5 coats, $4.75: 1 yellow coat, $5.00: 2 hats, .25 cents: 1 pair shoes, .12½ cents: 1 chest, .75 cents: 1 large chair, $1.50: 1 chest,  .12½ cents: 1 pair andirons, $1.00: 1 bed and bedding, $18.00: 2 pocketbooks, .37½ cents: 1 small trunk, .19½ cents: Kastor hot, .87½ cents: 3 reeds, $1.66: 1 “Quill wheal”, .50 cents. //Who restricts knowledge? Some say /it is the decay of the middle class /making an impossible moat between the high /and the low where /the life once flourished . . knowledge /of the avenues of information— /So that we do not know (in time) /where the stasis lodges. And if it is not /the knowledgeable idiots, the university, /they at least are the non-purveyors /should be devising means /to leap the gap. Inlets? The outward /masks of the special interests /that perpetuate the stasis and make it  /profitable. //They block the release /that should cleanse and assume/prerogatives as a private recompense. //Others are also at fault because /they do nothing. //By nightfall of the 28th, acres of mud were exposed and the water mostly had drawn off. The fish did not run into the nets. But a black crowd of people could be seen from the cars, standing about under the willows, watching the men and boys on the drained lake bottom… some hundred yards in front of the dam. //The whole bottom was covered with people, and the big eels, weighing from three to four pounds each, would approach the edge and then the boys would strike at them. From this time everybody got all they wanted in a few moments. //On the morning of the 30th, the boys and men were still there. There seemed to be no end to the stock of eels especially. All through the year fine messes of fish have been taken from the lake; but nobody dreamt of the quantity that were living in it. Singularly to say not a snake had been seen. The fish and eels seemed to have monopolized the lake entirely. Boys in bathing had often reported the bottom as full of big snakes that had touched their feet and limbs but they were without doubt the eels. //Those who prepared the nets were not the ones who got the most fish. It was the hoodlums and men who leaped into the mud and water where the nets could not work that rescued from the mud and water the finest load of fish. //A man going to the depot with a peach basket gave the basket to a boy and he filled it in five minutes, deftly snapping the vertebrae back of the heads to make them stay in, and he charged the modest sum of .25 cents for the basket full of eels. The crowd increased. There were millions of fish. Wagons were sent for to carry away the heaps that lined both sides of the roadway. Little boys were dragging behind them all they could carry home, strung on sticks and in bags and baskets. They were heaps of catfish all along the walk, bunches of suckers and pike, and there were three black bass on one stick, a silk weaver had caught them. At a quarter past seven a wagon body was filled with fish and eels. . . four wagon loads had been carried away. //At least fifty men in the lake were hard at work and had sticks with which they struck the big eels and benumbed them as they glided along the top of the mud in shoal water, and so were able to hold them until they could carry them out: the men and boys splashed about in the mud. . . Night did not put an end to the scene. All night long with lights on shore and lanterns over the mud, the work went on.  //Moveless /he envies the men that ran /and could run off/toward the peripheries— /to other centers, direct — /for clarity (if /they found it) //loveliness and /authority in the world— /a sort of springtime /toward which their minds aspired /but which he saw, /within himself—ice bound //and leaped, “the body, not until/the following spring, frozen in /an ice cake”



Ilustración: Turno de la noche, 1924, Marianne Von Werefkin

martes, mayo 28, 2013

Enrique Molina / De "Una estancia entre los arenales"




De Una estancia entre los arenales

                      (Bella Vista. Corrientes)


II. Soledad: ¡qué hermosa es la tierra!

Soledad: ¡qué hermosa es la tierra!
¡Qué bello oír, bajo las justas alas del invierno,
el resplandor del ocio, el crepitar de días que devoran
la multitud de gestos perdidos en el viento!
Y en la sombra, como antes, las falenas girando,
entre el sonido sobrecogedor de las naranjas muertas
cuando caen en el polvo,
con un golpe sofocado y dichoso,
en la sed de la noche, llena de ocas salvajes.

Nárrame mi pasado. Abre la puerta rota
de la balaustrada sobre el arenal.
Ahí golpearon la aldaba los gitanos
con un pobre pandero,
y las gentes llegaban desde el río
desprendiendo un olor de luces tristes,
hasta dejar sus venas en silencio,
su corazón en medio de la noche.

Ahí está el traficante de tortugas,
el hombre de pollera de lona con el pescado suspendido de un palo
y quien trueca la víbora por un jarro de caña
que agradece sin prisa, con un chasquido peculiar.
¡Encandilada y vívida extensión!
¡Canta, canta por los esteros entre caballos salpicados de espuma!

Hoy los espíritus del caserón se esparcen
con sus errantes tribus de hormigas y lloviznas,
y nadie escucha el son de la arboleda.
Nadie, cuanto el verano se remonta, vaga con el aroma del hinojo
en el patio baldío.
Esa fue mi heredad.
                       Y para siempre
quiero tocan con mis gastadas manos
la tierra que sostiene su memoria.
Escribir con un dedo de polvo sobre el polvo:
"Es Enrique Molina, una cansada rama del olvido".

Enrique Molina (Buenos Aires, 1910-1997), "Pasiones terrestres, 1946", Obra poética. Obras completas Tomo II, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1987


Ilustración: A floresta, 1929, Tarsila do Amaral

lunes, mayo 27, 2013

Hagiwara Sakutaro / El cadáver de un gato





El cadáver de un gato

Como una esponja, el paisaje
es hinchado suavemente por la humedad.
No se ven señales de hombres o de bestias
y nos alejamos de las cosas de la realidad.
Una rueda hidráulica llora.
Desde la borrosa sombra de un sauce
veo la forma de una mujer esperando
envuelta en su delgado chal, arrastrando
su encantador, etéreo ropaje,
vaga calmosamente como un espíritu.
¡Ah, Ura, mujer solitaria!
"Siempre llegas tarde, ¿no es así?"
Nosotros no tenemos pasado ni futuro
y nos alejamos de las cosas de la realidad.
¡Ura!
¡Aquí, en este paisaje sobrenatural,
entierra el cuerpo del gato ahogado!

Hagiwara Sakutaro (Maebashi, prefectura de Gunma, 1886-Tokio, 1942), Alberto Girri, Versiones, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1974

Ilustración: Paisaje con una casa amarilla, Kazimir Malevich, 1906

domingo, mayo 26, 2013

Narcís Comadira / Dos poemas




Aguas profundas

Esta luz de agosto que durante todo el día
ha hecho danzar abusiva sus demonios,
ahora la lasitud la vence, y cae
a plomo, deshecha, tarde abajo,
hacia un mar de tinieblas que la salva
del exceso de certeza.

Yo con ella caigo también. Lento, me despeño
-mientras una luna menguante, medio despectiva,
quiere enmelarlo todo de plácida ironía-
y me hundo en las aguas profundas de mis dudas.


Escarabajos

Lentos, relucientes,
por las cuevas más oscuras
que ellos mismos excavan,
caminan pensativos.
¿Sienten otra presencia?
¿Otros duros élitros?
Dudan, retroceden,
todos con su fardo.
De pronto,
se produce una conmoción instintiva.
¿Alegría o dolor?
Se atacan encarnizadamente,
lanzan jugos venenosos.
Una danza macabra
de ataúdes charolados.
Hay quien pierde y hay quien gana.

Míralos: recuerda
que también son tus hermanos.

Narcís Comadira (Girona, 1942), Formes de l'ombra: Poesie 1966-2002, Edicions 62, Barcelona, 2002.
Versiones de Jonio González


Aigües profundes 
  
Aquesta llum d’agost que tot el dia 
ha fet dansar abusiva els seus dimonis, 
ara la lassitud la venç i cau 
aplomada, desfeta, vespre avall, 
cap a un mar de tenebra que la salva 
de l’excés de certesa. 

Jo amb ella també caic. Lent, m’esllavisso 
-mentre una lluna minvant, mig despectiva, 
ho vol emmelar tot amb ironia plàcida— 
i m’enfonso en les aigües profundes dels meus dubtes.


Escarabats

Lents, lluents, 
per les coves més fosques 
que ells mateixos excaven, 
fan camí consirosos. 
Senten l'altra presència? 
Altres èlitres durs? 
Dubten, retrocedeixen, 
tots amb el seu fardell. 
De cop, 
hi ha un refrec instintiu. 
Goig o dolor? 
S'ataquen acarnissadament, 
llancen sucs verinosos. 
Una dansa macabra 
de taüts xarolats. 
Hi ha qui perd i qui guanya.
 
Tu mira-te'ls: recorda 
que també et són germans.

---
Foto: Narcís Comadira en Aquells Poetes

sábado, mayo 25, 2013

Silvina López Medin / Notas para un fado




Notas para un fado 
   
intervalo: un hombre viejo, viejo
aferrado a un papel
repasa su letra
la punta del zapato
se acerca y se aleja del piso
marca el ritmo, ya no marca
insinúa, en parte ha perdido
el control del cuerpo, lo que queda
entre el piso y su pie
¿es ese el espacio entre las cosas
que Cage pedía no olvidar?
el hombre viejo avanza
lento en su estar
un poco desprendido del entorno
se aferra al micrófono, sonríe
hasta que encuentra
el compás del canto
a veces se le va una frase o la voz,
nosotros con pies firmes sobre el suelo firme de la taberna
en cada silencio le soplamos la letra,
todavía creemos en la necesidad de completar.

Silvina López Medin (Buenos Aires, 1976), inédito


Ilustración: Diseño de vestuario para la ópera Victoria sobre el sol, 1913, Kazimir Malevich

viernes, mayo 24, 2013

Ezra Pound / De Jacopo del Sellaio



De Jacopo del Sellaio

Este hombre supo los caminos
del amor más secretos. Hombre alguno
pudo pintar aquello sin saber.
Y ahora ella se ha ido, la de Cypris.
Tú estás, y eres 'Las Islas' para mí.

He aquí lo que nos sobrevive:
Los ojos de esta dama muerta me hablan.

Ripostes, 1912
Versión de Armando Uribe Arce

Ezra Pound (Hailey, EE UU, 1885-Venecia, Italia, 1972), Antología de Ezra Pound. Homenaje desde Chile, edición de Armando Uribe Arce y Armando Roa Vidal, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 2010


Of Jacopo del Sellaio

This man knew out te secret ways of love,
No man could paint such things who did not know.

And now she's gone, who was his Cyprian,
And you are, who are "The Isles" to me.

And here's the thing that lasts the whole thing out:
The eyes of this dead lady speak to me.


--Poems and Translation, The Library of America
---
Ilustración: Orfeo y Euridice (detalle), 1480, Jacopo del Sellaio

jueves, mayo 23, 2013

Alejandro Crotto / Dos poemas






Una canción tan fría y tan apasionada como el alba

Latas, vasos de plástico tirados al azar. Arranca
el día; arranca y muestra drástico en la playa
vacía el final de la fiesta. En la luz fría,
tapado con arena a nuestros pies, el resto
carcomido de un tronco humea apenas.

Detrás el mar, el ruido
opaco de las olas repetido.


El ojo enamorado ata los cielos y la tierra

Los cielos nos dan miedo,
los cielos de belleza aterradora
donde se queman las estrellas.

La íntima tierra, en ella -un nuevo descrearse-
nuestra gota de vida.

Dando lugar, sacándose lo hace.

¿Ves el jazmín de tu balcón? ¿La mosca
en la pared, que frota sus patitas? ¿La herida
detrás de toda la ciudad cuando amanece?

Alejandro Crotto (Buenos Aires, 1978), Chesterton, Bajo la Luna, Buenos Aires, 2013

Foto: Alejandro Crotto en Festival de Poesía de Buenos Aires

miércoles, mayo 22, 2013

Eugenio Montale / Es probable...




ES PROBABLE que yo pueda decir yo
con conocimiento de causa
si bien no está excluido que un guijarro,
una piña que me cayó en la cabeza
o el ratón que se instaló en el desván
no posean ad abundantiam el sentimiento
que fue llamado autoconciencia. Pero es extraño
que el hombre derroche milagros de intelecto
para lograr que el individuo sea superfluo,
una máquina que quiere
borrando toda huella de su autor.
Ésta es la meta y que nadie se acuerde
de los viejos tiempos (si es que tal cosa es posible).

Eugenio Montale (Génova, 1896-Milán, 1981), "Otros versos", 1972-1980, Poesía completa, traducción de Fabio Morábito, Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, Barcelona, 2006


È PROBABILE che io possa dire io
con conoscenza di causa
sebbene non possa escludersi che un ciottolo,
una pigna cadutami sulla testa
o il topo che ha messo casa nel solaio
non abbiano ad abundantiam quel sentimento
che fu chiamato autocoscienza. È strano
però che l'uomo spenda miracoli d'intelligenza
per fare che sia del tutto inutile
l'individuo, una macchina che vuole
cancellando ogni traccia del suo autore.
Questo è il traguardo e che nessuno pensi
ai vecchi tempo (se mai fosse possibile!).

---
Ilustración: Desnudo masculino con brazo levantado, mirando hacia abajo, 1910, Egon Schiele

martes, mayo 21, 2013

Richard Wilbur / Tres poemas breves

























Epistemología

I

Dale una patada a la roca, Sam Johnson *, rómpete los huesos:
Pero como nube, como nube es la materia de las piedras.

II

Ordeñamos la vaca del mundo, y mientras lo hacemos
Le susurramos al oído: “No eres verdad.”


Salen

Poco a poco el verano muere;
En la linde del prado una margarita vive solitaria;
Un último chal de calor yace
sobre la piedra gris del campo.

Todos los gritos son diáfanos y breves;
El prado ha susurrado la última misa del verano:
Un grillo como un coche fúnebre que aminora la marcha
Se arrastra desde la hierba seca.


Excusa

Una palabra se clava en la garganta del viento;
Una lancha de viento es llevada por el oleaje de centeno;
A veces, en el extenso silencio,
Las colgantes manzanas destilan su oscuridad.
Tú, llamando, con un vestido verde y el cabello marrón,
Que ahora llegas por el sendero y cuyo nombre pronuncio
Suavemente, perdóname amor si te llamo también
Palabra de viento, corazón de manzana, refugio de hierba.


Richard Wilbur (Nueva York, Estados Unidos, 1921-Belmont, Estado Unidos, 2017)), Collected Poems: 1943-2004, Harcourt (San Diego, CA), 2004.
Versiones de Jonio González


* "Al salir de la iglesia [en Colchester] nos detuvimos por un rato a hablar de los ingeniosos sofismas del Obispo Berkeley para demostrar la no existencia de la materia y que todo el universo es tan solo ideal. Yo hice la observación de que aun cuando estábamos convencidos de la no verdad de su doctrina, era imposible refutarla. Nunca olvidaré la alharaca (alacrity) con la que respondió Johnson, estrellando su pie contra una gran piedra, hasta rebotarlo de ella, 'Yo la refuto así'". James Boswell, The life of Samuel Johnson, 1785. Citado en Comentarios filosóficos, Introducción manuscrita a Los Principios del Conocimiento Humano, Correspondencia con Johnson, de George Berkeley, "Biobibliografías", UNAM, México, 1989


Epistemology 

I. 
Kick at the rock, Sam Johnson, break your bones: 
But cloudy, cloudy is the stuff of stones. 

II. 
We milk the cow of the world, and as we do 
We whisper in her ear, 'You are not true.' 


Exeunt 

Piecemeal the summer dies; 
At the field's edge a daisy lives alone; 
A last shawl of burning lies 
On a gray field-stone. 
All cries are thin and terse; 
The field has droned the summer's final mass; 
A cricket like a dwindled hearse
Crawls from the dry grass. 


Apology

A word sticks in the wind’s throat;
A wind-launch drifts in the swells of rye;
Sometimes, in broad silence,
The hanging apples distill their darkness.

You, in a green dress, calling, and with brown hair,
Who come by the field-path now, whose name I say
Softly, forgive me love if also I call you
Wind’s word, apple-heart, haven of grasses.
---
Ilustración: "I refute it Thus!" Dr. Samuel Johnson, 2008, William Fawke, Londres

lunes, mayo 20, 2013

Pier Paolo Pasolini / De "Poesie marxiste", 3




Diario

"No tengo más ganas", me digo - casi en voz alta -
a las nueve de la noche, por la Tuscolana, la noche de Santo Stefano,
con el cielo de nuevo sereno tras la lluvia - delante del Mandrione -
los "otros" inocentes sobre autos terroríficos, o a pie, que vuelven
de paseos familiares - en la noche enemiga - o van en busca de amor,
más allá de la fuente del Seiscientos, y los arcos sobre la vía -
en el fragor pasajero de las littorinas * o los vagones de carga, entre
chaparrones de lluvia seca - de dolor - y estrellas furiosas como agujas en el cielo,
al que las nubes blancas confieren un celeste oscuro aterrador -
"no tengo más ganas... - me digo, con los zapatos pesados por el barro -
de ese amor..."
Sonrío, pienso en un verso de la mañana, en Asís:
"Sustituirme por otro en el amor de sí mismo", era ese el verso.
"No tengo más ganas de amor".
Entre los abrigos de los transeúntes, agitados por el viento, bajo estrellas espantosas,
nace por sí misma la pregunta: "Entonces...
¿en qué invertir mi libertad?".
Y la rápida respuesta: "¡En la muerte!". Y el sentido
de verdad de todo esto. Camino, aun
sabiendo que se debe morir... - de una muerte
¡"como inversión de la libertad"! Pienso
en otra cosa, en otra cosa. Comienza una vida desconocida.

Pier Paolo Pasolini (Bolonia, Italia, 1922-Ostia, Italia, 1975) "Poesie marxiste, 1964-1965", Tutte le poesie, Mondadori, Milán, 2003
Versión: Jorge Aulicino

* Vagón autopropulsado de la fábrica Fiat, que debe su nombre popular a la ciudad de Littoria (hoy Latina, fundada en 1932 por Benito Mussolini), donde fue estrenado en 1936.


Diario

"Non ho più voglia" mi dico - quasi ad alta voce -
alle nove di sera, per la Tuscolona, la notte di Santo Stefano,
col cielo rasserenato dopo la pioggia - davanti al Mandrione -
gli "altri" innocenti, su macchine agghiacciate, o a piedi, che tornano
da gite famigliari - nella notte nemica - o vanno in cerca d'amore,
oltre la fontana del Seicento, e gli archi sulla ferrovia -
al rombo passeggero di littorine o treni merci - tra rovesci
di pioggia secca -di dolore- e stelle furiose como aghi nel cielo,
che le nuvole bianche rendono cupo d'un turchino terrorizzante -
"non ho più voglia - mi dico, con le scarpe pesanti di fango -
di quell'amore..."
Sorrido, penso a un verso della mattina, ad Assisi:
"Sostituirmi a un altro nell'amore di se stesso", era quel verso.
"Non ho più voglia di amore..."
Tra cappotti di passanti mossi dal vento, sotto stelle spaventose,
da sé nasce la domanda: "Allora...
¿su che invistire la mia libertà?"
E la pronta risposta: "Sulla morte!". E il senso
di verità di tutto questo. Tuttavia cammino,
sapendo di dover morire... - di una morte
"come investimento della libertà"! Penso
ad altro, ad altro. Comincia una vita sconosciuta.


Ilustración: Motociclista, 1924, Mario Sironi

domingo, mayo 19, 2013

Peter Viereck / La gallina ciega





La gallina ciega

Los guardianes nocturnos piensan en el alba y las cosas aurorales.
Los empleados que sueñan con las Bermudas piensan en el coral.
El poeta de Nueva York piensa todavía en el laurel.
(Pero los amantes piensan en la muerte y el uno y el otro se tocan
como para probar que el amor aún está vivo.)

Los astronautas marcianos, al descender hacia la Tierra,
piensan en el dulce país sobrenatural que dejaron Allá Arriba,
donde los graciosos monstruos retozan en un aire sin aire
(Los amantes piensan en la muerte y el uno y el otro se tocan.
temiendo ese día en que sólo quedará uno de ellos.)

Nosotros pensamos en el dinero, pero el dinero no llega.
Pensamos en la diversión, pero el destino no la consiente,
Nunca mencionamos la muerte. ¿Sobreviviremos?
(Los amantes piensan en la muerte y el uno y el otro se tocan
y de todos los vivientes ellos son los más vivos.)

Los ganadores de premios son tan ávidos en todos sus esfuerzos;
corren tan lejos; apilan tan alto sus juguetes
que solamente alguien grosero podría hacerlos caer. Y sin embargo mueren.
(Los amantes piensan en la muerte y el uno y el otro se tocan
y de todos los vivientes ellos son los más vivos.)

Cuando todos los realistas intentan, como lemmings,
nadar -¿hacia dónde?- en la seductora corriente de la vida
sólo un tonto se detendría a esperar en la orilla.
(Los amantes se detienen y esperan y el uno y el otro se tocan.
Quienes piensan juntos en la muerte están doblemente vivos.)

Rollizas criaturas se relamen los labios y piensan que medran;
el oso que inverna, sólo a medias vive;
sueña con una miel gratuita en un panal sin aguijones.
Piensa en la vida en cada exangüe hálito.
(Los amantes piensan en la muerte.)

Peter Viereck (Nueva York, 1916-South Hadley, 2006), Alberto Girri, 15 poetas norteamericanos. Segunda serie, Editorial Bibliográfica Omeba, Buenos Aires, 1969 (edición no bilingüe)


---
Ilustración: Street and Railway Bridge, 1946, John Minton

sábado, mayo 18, 2013

Mario Morales / Nos une





Nos une

       el silencio que no hemos dicho
       los días infinitos, la lluvia, la tristeza,
       la ternura y sus ojos ciegos, pero azules

Nos une
       algo oscuro como delirio y cenizas
       como la palabra adiós cuando la soledad calla pero vence

¿Sabes lo que es la vida
                         cuando se ama pero estamos solos?
ES NO PODER DECIRLO
                         y ser una herida sin respuesta
Es abrir los brazos
                    y encontrar la ausencia
Y escribir nada más que un eco,
                    una campana de oro sepultada en la bruma.
Es gritar la palabra recuerdo
                  en la mitad de un beso, en la mitad de un verso
tan violento y tan inútil como todo el recuerdo.

Es amarnos
          con el corazón vacío
                              como un pájaro cuando nace.
Es amarnos hasta el fin
en la soledad,
              en el día interminable,
                                     aniquilado.


Mario Morales (Pehuajó, 1936-Buenos Aires, 1987), "El juglar de ojos ciegos", La distancia infinita. Antología poética 1958-1983, selección y prólogo de María Julia de Ruschi, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2012


Ilustración: The Blue Night, Venice, 1897, Arthur Melville

   

viernes, mayo 17, 2013

Louis MacNeice / Notas del natural






Notas del natural

Dientes de león

Incorregibles, descarados,
Iluminaron el sendero de cenizas de mi infancia,
Nada sutiles, lo opuesto a las prímulas,
Pero, a diferencia de las prímulas, capaces
De crecer en donde sea, en las vías del tren, en el muelle,
Como esas amigas extrovertidas que nunca
Nos hacen enamorarnos, pero que llenan
Los huecos sin rosas y sin prímulas.


Gatos

Incorregibles, desapegados,
Fermentaron las largas horas planas de mi infancia,
Sutiles, lo opuesto a los perros,
Pero, a diferencia de los perros, capaces
De coquetear, tendiéndose y bostezando en donde sea,
Como esas mujeres que no quieren contratos
Y que siguiendo su propio camino
Hacen el camino de sus amantes más ligero.


Codornices

Incorregibles, poco musicales,
Tendieron un puente sobre el seto que rodeó mi infancia,
Nada sutiles, lo opuesto a los mirlos,
Pero, a diferencia de los mirlos, capaces
En donde sea que se encuentren de avalar el verano
Como esos hombres ruidosos que nunca vemos
Al otro lado de la esquina pero cuyas estridentes
Voces nos llenan de confianza.


El mar

Incorregible, despiadado,
Hizo traquetear la playa de guijarros de mi infancia,
Sutil, lo puesto de la tierra,
Pero, a diferencia de la tierra, capaz
De proclamar en cualquier momento la eternidad,
Como algo o alguien a quien
Uno tuviera que rendirse para hallar
En esa misma rendición, la vida.

Louis MacNeice (Belfast, 1907-Londres, 1963), versión de Alberto Blanco, Traslaciones. Poetas traductores 1939-1959, recopilación de Tedi López Mills, Fondo de Cultura Económica, México, 2011 [edición no bilingüe]

Ilustración: Early Morning, Newlyn, 1926, Dod Proctor

jueves, mayo 16, 2013

Mirta Rosenberg / De "El paisaje interior", 3







La morena o
la soberanía no es una mascota doméstica

        Vive voraz en el agua
la morena carnicera
de profundidad,
                     pequeña
si se compara
con la ballena o tiburón -metro y medio
de extensión en el mar Meditarráneo.
Pez foráneo que no crece
                                     acá,
en el Paraná, sin excepción la morena
a la anguila se parece
                                   que se parece
a la víbora: si no se arrastra,
es que nada. Toda
una ese carnívora, sinuosamente
garganta, traga porque querría
mostrar que no sabría vivir
de otra manera. Si espera
ondula ese cuerpo que ella finge
no tener: por mujer, pura-cabeza
y de mula, está esperando una presa
que la haga suya y la deje,
                                   además,
hacer. Es difícil ser un pez,
                                   pero se es
lo que se es, y en la duda
se está en paz:
                       una
centella con ojos
de criatura o creación, perfectamente
                                           sola
tras el cristal del acuario, es ella
sin ser fatal. A diario
hay que hacer cola
para verla en exposición.

Mirta Rosenberg (Rosario, 1951-Buenos Aires, 2019), El paisaje interior, Bajo la Luna, Buenos Aires, 2012

Ilustración: Peces rojos en interior, 1912, Henri Matisse

miércoles, mayo 15, 2013

Anna Crowe / Visitando la casa de los bravos















Visitando la casa de los bravos


1. Túnica arahuaca

Colón confundió su delicadeza
con cobardía, y les marcó la oreja
a ellos y a sus caciques como esclavos.

Una nota en el muro nos dice
que cuando están tejiendo dejan siempre
un pequeño, deliberado error,

como si comprendieran que el corazón,
proclive a la perfección, termina
atrapado en su propia red.

Unos bordados rojinegros tartamudean
sus cardiográfos
de manga a manga desplegada,

pero en algún lado, me digo,
estará el invisible salto, una
pequeña, equivocada

puntada por la que
el alma del tejedor
pueda aún escapar.


2. Camisa fantasma Dakota de rodilla herida

Los cheyenes y los dakotas tejían
unas camisas de muselina cruda: éstas eran
las camisas de la Danza Fantasmal, la cual,

si se interpretaba correctamente, otorgaba
invisibilidad a quien la vestía.
Nosotros aún creemos que cierto orden de palabras

o rituales intervendrán entre
nosotros y la ira de otro. Sin ver
que se requiere nuestra invisibilidad,

tampoco, que lo que punce será el súbito
recuerdo de algún deleite pasado,
y deje este chamuscado agujero.

Anna Crowe (Devonport, Plymouth, 1945), versión de Pedro Serrano, Traslaciones. Poetas traductores 1939-1959, recopilación de Tedi López Mills, Fondo de Cultura Económica, México, 2011 [edición no bilingüe]


Foto: Anna Crowe por Jemimah Kuhfeld en Scottish Poetry Library

martes, mayo 14, 2013

Valerio Magrelli / Carta sobre la invasión de los dinosaurios






Carta sobre la invasión de los dinosaurios

¿Qué líneas nos unen a este Walhalla zoomorfo
que atraviesa las eras para brotar ante los ojos de los chicos
con sus héroes vencidos, anómalos, acorazados en colchas
epiteliales, ramificaciones ortopédicas, apéndices caudales?
Bestias, pero nada bestial queda
en los ojos, por donde pasa la pena indefensa
de una especie condenada a la extinción
El gran silencio de la sangre
pesa sobre estos huérfanos del futuro
y los convierte en animales retirados,
fieras de la melancolía, criaturas agónicas.
Detrás de su rigidez de tótem
la gota negra de la mirada muestra
una extenuada dulzura liminar,
una pasiva potencia inexplicada,
una violencia sin genealogía.
Entonces no rujas, Tyrannosaurus Rex, deja
entre el montón de piedras de la corteza cerebral,
sobre el repiqueteante chasis de la caja torácica,
en el árbol caudaloso y fresco de tu sistema nervioso central,
deja brillar inerme la pupila
lejana e irrevocada de la infancia.


Valerio Magrelli (Roma, 1957), "Altre poesie", Poesie (1980-1992) e altre poesie, Einaudi, Turín, 1996
Versión de Jorge Aulicino


Lettera sull'invasione dei dinosauri

Quali linee ci uniscono a questo Walhalla zoomorfo
che attraversa le ere per sbocciare tra i occhi dei bambini,
con i suoi eroi prostrati, abnormi, corazzati di coltri
epiteliale, propaggine ortopediche, appendice caudali?
Bestie, ma nulla di bestiale resta
neglo occhi dove passa disarmata la pena
di una specie destinata all'estinzione.
Il grande silenzio del sangue
pesa su questi orfani del futuro
e li fa tristi animali da congedo,
belve della malinconia, creature agoniche.
Dietro la loro fissità di totem
la goccia nera dello sguardo reca
una stremata dolcezza liminare,
una passiva potenza inesplicata,
una violenza senza genealogia.
E dunque non ruggire, Tyrannosaurus Rex, ma lascia,
fra il pietrame della corteccia cerebrale,
sul ticchettante châssis della gabbia toracica,
dell'albero frondoso e ventilato del tuo sistema nervoso centrale,
lascia brillare inerme la pupilla
lontana e irrevocata dell'infanzia.


Ilustración: Círculos concéntricos, 1913, Vassily Kandisky

lunes, mayo 13, 2013

Ricardo Güiraldes / De "Poemas místicos", 2





-18-

Fe

Me he perdido a mí mismo.
A veces tomo entre mis manos los recuerdos con cariño y busco largamente mi infancia, mi fe y mi fuerza. Las veo allá, detrás de una infranqueable transparencia de años, señalando con desprecio mi actual desvío y admiro su firmeza de brújula.
Me he perdido a mí mismo cuando más hondo me buscaba, como si a fuerza de vivir hubiese muerto.

  -19-  

Tiendo adelante mis brazos y todo es adelante ¿Cómo saber?
Espero.
Una voz más grande me dirá: ¡Ven!
Y desde entonces caminaré con la vista de mi frente abierta, de rodillas, en un campo de heridas, llevando en la garganta el trago de la victoria.
Y una cesación de dolores precederá la hoz de mi paso con salutación de trigo unísono ante la segadora.
Me he perdido a mí mismo y espero.

Ricardo Güiraldes (Buenos Aires, 1886-París, 1927), Poemas místicos, Talleres Gráficos Colón, San Antonio de Areco, 1928. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Alicante, 2000



Ilustración: Strada di casa, 1900, Carlo Carrà

domingo, mayo 12, 2013

João Cabral de Melo Neto / Cosa de puntuación





Cosa de puntuación

La gente acepta que al hombre
le cabe puntuar su vida:
que viva en punto de exclamación
(dicen: tiene alma dionisíaca);

que viva en punto de interrogación
(fue filosofía, ahora es poesía);
que viva equilibrándose entre comas
y sin puntuación (en la política);

el hombre sólo no acepta del hombre
que utilice la puntuación fatal:
que use, en la frase que él vive,
el inevitable punto final.

João Cabral de Melo Neto (Recife, 1920-Río de Janeiro, 1999), versión de Eduardo Milán, Traslaciones. Poetas traductores 1939-1959, recopilación de Tedi López Mills, Fondo de Cultura Económica, México, 2011 


Questão de Pontuação 

Todo mundo aceita que ao homem
cabe pontuar a própria vida:
que viva em ponto de exclamação
(dizem: tem alma dionísica);

viva em ponto de interrogação
(foi filosofia, ora é poesia);
viva equilibrando-se entre vírgulas
e sem pontuação (na política):

o homem só não aceita do homem
que use a só pontuação fatal:
que use, na frase que ele vive
o inevitável ponto final

Agrestes, Nova Fronteira, Río de Janeiro, 1985

Foto: João Cabral de Melo Neto Veja

sábado, mayo 11, 2013

Ricardo Güiraldes / De "Poemas místicos"






  -12-
Algunos habían seguido tu martirio.
La pequeña Jerusalén inquieta de harapos y discusiones, seguía picoteando sus migajas de ideas y nada supo de los siglos por venir y de tu advenimiento en el hombre.
La pequeña Jerusalén inquieta como un sarpullido y piojosa y mugrienta seguía tirada en sus calles.
-Te doy tres por veinte.
-No, te doy veinte por cuatro.
-¡Me arruinas!
-¡Me robas!


  -13-
Tu serenidad no tocaba siquiera las cúpulas de sus templos.
Así pasaste y viniste hacia nosotros.


  -14-  
Tenías los brazos abiertos y en tu pecho cabía el mundo.
Las estrellas andaban siempre a pesar de tu dolor reducido a la estatura del hombre.
Y había una palabra en todas partes. Y los que en torno tuyo no comprendían eran un cuadro pequeño de carne ignorante y egoísta.
Al fin abriste los brazos definitivamente para sobrevolar tu imagen humana.
Y hubo un pensamiento obscuro, obscuro -15- en las cosas y los hombres tuvieron miedo.
Tres días esperaste para surgir.


  -16-
Mi cuerpo sabe el dolor de la herida y el dolor del placer.
Mi corazón conoce sus propios engaños y la impotencia de los otros.
Mi inteligencia ha caído tantas veces que prefiere quedar de rodillas.
Estoy desnudo como una médula dolorida de encontrarse en contacto descubierto con la vida.
¡Que mis brazos levantados sean la plegaria fuerte que eleva al que pide!
¡Que sobre mi soledad caiga una astilla de   -17-   iluminación como sobre el campo un rayo de aurora noble!

"La Porteña"
Agosto 22-1923.


Ricardo Güiraldes (Buenos Aires, 1886-París, 1927), Poemas místicos, Talleres Gráficos Colón, San Antonio de Areco, 1928. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Alicante, 2000



Ilustración: Efigies en equilibrio, 1992, Alfredo Hlito

viernes, mayo 10, 2013

Rodolfo Edwards / en el transcurso de cincuenta metros...





en el transcurso de cincuenta metros...

en el transcurso de cincuenta metros
y con diferencia de minutos
contemplé dos besos apasionados:
el primero
en la esquina de Perón y Callao
fueron dos besos largos
profundos
con intención de eternizarse
en una humedad
de lenguas permanentes
el segundo
en la entrada de un departamento
cerca del restaurant Cervantes
este beso fue cortito
pero inmensamente cariñoso
como una especie de resumen
o frasquito de azafrán
o jugo para diluir

la ciudad se arrodilló
ante los besadores
recuperó la esperanza
y desde el cielo
Dios guiñó un ojo
y todo se apagó de repente
pero se volvió
a encender enseguida

Rodolfo Edwards (Buenos Aires, 1962), inédito


Ilustración: La ciudad de los sueños, 1921, Paul Klee

jueves, mayo 09, 2013

Antonio Machado / A Líster, jefe en los ejércitos del Ebro




Tu carta -oh noble corazón en vela,
español indomable, puño fuerte-,
tu carta, heroico Líster, me consuela,
de esta que pesa en mí, carne de muerte.
Fragores en tu carta me han llegado
de lucha santa sobre el campo ibero;
también mi corazón ha despertado
entre olores de pólvora y romero.
Donde anuncia marina caracola
que llega el Ebro, y en la peña fría
donde brota esa rúbrica española,
de monte a mar, esta palabra mía:
"Si mi pluma valiera tu pistola
de capitán, contento moriría".

Antonio Machado (Sevilla, 1875- Collioure, Francia, 1939),"Poemas de guerra", Poesías completas, Espasa Calpe, Colección Austral Poesía, Madrid, 2007

---
Foto: Enrique Líster (Ameneiro, La Coruña, 1907 - Madrid, 1994), durante la Guerra Civil española (1936-1939)

miércoles, mayo 08, 2013

William Carlos Williams / Paterson, 11





Libro 1

Los delineamientos de los Gigantes 

III (Continuación)

¡Qué raro eres, idiota!
¿Crees entonces que porque la rosa
es roja tendrás el dominio?
La rosa es verde y florecerá,
superándote, verde, verde
furioso cuando tú ya no hables, o
sientas o incluso seas. Toda mi vida
ha dependido demasiado tiempo de una victoria parcial.

Pero, criatura del tiempo, yo
no deseo ir más rápido de lo
necesario para ganar.
Musicalízalo para ti.

Tomó la horquilla del suelo
y la metió en su oído, escudriñándola
por dentro—

La nieve derretida
goteaba desde la cornisa de su ventana
90 golpes por minuto—

Vislumbró
en el linóleo a sus pies, una cara de
mujer, se olió las manos,

impregnadas con la loción que usaba
desde hacía poco, lavanda,
pasó el pulgar

sobre la punta de su dedo índice izquierdo
y observó cómo se humedecía cada vez,
como la cabeza

de un gato lamiéndose la pata, oyó el
leve sonido a lijadura que hacía: de
tierra sus oídos están llenos, no hay sonido

: Y sus pensamientos se elevaron
hasta la grandeza de los placeres imaginados
que él escudriñaría

como en la pupila de un ojo
como a través de un aro de fuego, y para emerger
envuelto en un manto

chorreando luz. ¿Qué heroico
despertar del deseo
se niega a sus pensamientos?

Son árboles
de cuyas hojas empapadas de lluvia
su mente bebe del deseo :

¿Quién es más joven que yo?
¿La ramita despreciable?
¿que fui? ¿estancado de mente
al que la mugre

recientemente abandonó? Frágil
al viento.
¿Grácil? Sin ocupar ningún lugar,
demasiado estrecho para ser grabado
en los mapas

de un mundo que nunca conoció,
los verdes y
grisáceos países de
la mente.

Una simple rama que tiene
veinte hojas
contra mis circunvoluciones.
¿En qué se convertirá

mocoso ignorante, que yo
no haya sido?
Lo encierro y
persisto, continúo.

Dejemos que se pudra, en mi centro.
¿El centro de quién?
Permanezco y supero
la debilidad de la juventud.

Mi superficie soy yo.
Bajo ella
compruebo que la juventud
está enterrada. ¿Raíces?

Todos tienen raíces.

Seguimos viviendo, nos permitimos
continuar— pero por supuesto
no para la universidad, lo que publican

por separado o en grupo: empleados
fuera de control que olvidan en su mayoría
con quién están en deuda.

escupiendo conceptos fijos como
cerdos al asador, salpicando, su gotas crepitando
en el fuego,

Algo más, algo más de lo mismo.

William Carlos Williams (Rutherford, 1883-1963), Paterson, New Directions, New York, 1963
Versión de Silvia Camerotto


The Delineaments of the Giants
III How strange you are, you idiot! /So you think because the rose  /is red that you shall have the mastery? /The rose is green and will bloom, /overtopping you, green, livid /green when you shall no more speak, or /taste, or even be. My whole life /has hung too long upon a partial victory. //But, creature of the weather, I /don’t want to go any faster than /I have to go to win. //Music it for yourself. //He picked a hairpin from the floor /and stuck it in his ear, probing /around inside—  //The melting snow /dripped from the cornice by his window /90 strokes a minute— //He descried /in the linoleum at his feet a woman’s /face, smelled his hands, //strong of lotion he had used /not long since, lavender, /rolled his thumb //about the tip of his left index finger /and watched it dip each time, /like the head //of a cat licking his paw, heard the /faint filing sound it made: of /earth his ears are full, there is no sound //:And his thoughts soared /to the magnificence of imagined delights /where he would probe //as into the pupil of an aye /as through a hoople of fire, and emerge /sheathed in a robe //streaming with light. What heroic /dawn of desire /is denied to his thoughts? //They are trees /from whose leaves streaming with rain /his mind drinks of desire : //Who is younger than I?  /The contemptible twig? /that I was? stale in mind  /whom the dirt //recently gave up? Weak /to the wind. /Gracile? Taking up no place, /too narrow to be engraved  /with the maps //of a world it never knew,  /the green and /dovegrey countries of  /the mind. //A mere stick that has /twenty leaves /against my convolutions. /What shall it become, //Snot nose, that I have  /not been? /I enclose it and  /persist, go on. //Let it rot, at my center.  /Whose center? /I stand and surpass /youth’s leanness. /My surface is myself. //Under which /to witness, youth is /buried. Roots? //Everybody has roots. //We go on living, we permit ourselves /to continue—but certainly /not for the university, what they publish //severally or as a group: clerks /got out of hand forgetting for the most part /to whom they are beholden. //spitted on fixed concepts like /roasting hogs, sputtering, their drip sizzling /in the fire //Something else, something else the same.

Ilustración: Vista de Notre Dame, quai Saint Michele, primavera, 1914, Henri Matisse