viernes, febrero 05, 2010

Ernesto Cardenal / Entrevista


de archivo

Poesía, religión y política

¿Qué cambio ha habido en la vida de Ernesto Cardenal [Granada, Nicaragua, 1925] que lo llevó de la Trapa a un cargo de gobierno? ¿Cómo se unen aquel Cardenal al margen de la vida pública con este Cardenal representante hoy [1984] de un poder?
Cardenal responde de este modo:
-Ha habido un cambio radical, pero antes de que asumiera el cargo de ministro de Cultura del gobierno de Nicaragua. Desde dos años antes del triunfo sandinista [julio de 1979] acepté tareas políticas. Y me destinaron a tareas en el extranjero, promoviendo la solidaridad, después de tantos años de soledad y aislamiento. Una vida muy activa, es claro, gran parte del tiempo en aviones, recorriendo los continentes... Pero considero que es un deber, aun teniendo que posponer mi creación literaria.
-¿La ha pospuesto del todo?
-Del todo. Esperaba que después del triunfo de la revolución volvería a escribir, pero pocos días antes del triunfo, cuando ya estaba constituido el gobierno provisional, me preguntaron si aceptaba el cargo de ministro de Cultura y dije que no quería, pero que lo haría si lo consideraban necesario. De modo que lo acepté, pero como un sacrificio.
-¿Cómo ve su propia obra ahora, que está en un período en el que no puede producir? ¿Cómo la ve a través del tiempo?
-No podría hacer un juicio, porque es muy diversa. El estilo ha variado de acuerdo con los distintos temas. Hay temas políticos, sociales, de amor místico y de amor humano; poemas históricos, crónicas, poemas de la vida contemporánea y de las culturas indígenas. Estos distintos temas son diferentes estilos.
-Pero parecen todos atravesados por un denominador común, que es el amor, que usted ha mencionado.
-El amor es también el interés por los asuntos sociales y por la humanidad entera.
-En sus "Salmos" usted habla mucho del poder y del Partido, como de una especie de divinidad maligna que quisiera conjurar. Ahora que participa de una forma de poder, ¿qué piensa?
-Que es el poder popular. Estamos al servicio del pueblo cumpliendo el precepto de Cristo: debemos ser para servir. De ese modo participo yo en este gobierno. Lo que tenía en mente en aquellos tiempos, los tiempos de los Salmos, era el partido totalitario, cualquiera que fuera, porque era tan terrible el stalinismo como el partido de Franco, el partido nazi o el partido de Somoza. Naturalmente, no pensaba en el partido revolucionario. Puse al partido con mayúscula porque hablaba del partido que aplasta tanto al individuo como a la sociedad, y no le di nombre porque simplemente hablaba de un fenómeno de la sociedad moderna.
-¿Cómo se produjo aquella interrupción de su vida, por llamarla así; el momento en que usted ingresa a la Trapa luego de haber luchado contra el régimen de Somoza?
-Fue una conversión, un encuentro con Dios, un descubrimiento de Dios y un enamoramiento de Dios; fue una experiencia mística.
-¿Sólo la abandonó por otra experiencia mística, que sería la revolución?
-Resulta que cuando ingresé al monasterio trapense, en el 59, lo hice buscando una vida a solas con Dios, por eso elegí esa orden, que es una orden de las más rigurosas. Pero allí conocí a Thomas Merton, el famoso escritor, poeta y místico norteamericano, y él me fue dando la formación religiosa haciéndome ver que la contemplación no significa desentenderse de lo social y lo político. De manera que me reencontré con Dios y conmigo mismo. Entendí que yo no renunciaba a lo que había sido antes. Cuando salí de la Trapa y estudié el sacerdocio fue aun más claro, a la luz de la lucha que se daba en Nicaragua.
-¿Cómo fue aquel episodio de la reprimenda pública del Papa Juan Pablo II [marzo de 1982], que divulgaron todas las agencias internacionales?
-El Papa simplemente me dijo: "Usted debe regularizar su situación."
-Pero su situación en la Iglesia es regular, ¿o no?
-Pues, estaba regularizada. Los obispos nos habían autorizado a estar en cargos de gobierno, con un documento público. El Papa quiso expresar sus sentimientos personales. No especificó cómo debía regularizar mi situación.
-Durante esa visita a Nicaragua, el Papa reprochó también que usted y otros religiosos eligen otras doctrinas, cuando tienen la doctrina de la Iglesia, que es muy buena.
-Yo creo que la doctrina de la Iglesia no son las encíclicas de los papas del siglo pasado, ni de este siglo. Es la doctrina del Evangelio y de los primeros padres y de los primeros cristianos.
-Usted habló largamente de la relación entre el cristianismo y el marxismo en su libro "En Cuba". Debe de haberla vivido como un conflicto.
-Allí yo explico que muchos no entendieron la revolución y crearon el conflicto. Pero en el caso de mi país no ha sido así. Y creo que en otras revoluciones no será así. Igual que en Nicaragua, están participando masivamente los cristianos y los sacerdotes y los obispos, y hasta algún cardenal, como en Brasil. De modo que en estos casos no es posible el conflicto entre cristianismo y revolución.
-Cuando habló de la Trapa, mencionó usted la dureza. Se me ocurre que esa dureza, ese despojamiento, tiene que ver con toda su poesía, además de con su vida. ¿Apareció esa necesidad como reacción literaria contra algo?
-Sí. En gran parte, sí. Reacción, diría yo, en primer lugar contra Neruda, que había sido mi maestro. No quería ser su eco. Eso por un lado. Por el otro, me gustaba más ese otro camino poético. No era fácil de hacer y me costó varios años. Hasta que, poco a poco, fui encontrando su técnica.
-La encontró en la poesía en lengua inglesa.
-En la norteamericana, especialmente. En Ezra Pound, William Carlos Williams y otros maestros.

-Usted ha dicho que ya no podía establecer distingos con la poesía. Que se podía escribir poesía con cualquier cosa, una especie de disolución de las fronteras entre todos los textos.

-Yo decía que no había distinción en cuanto a temas. En la poesía se puede tratar cualquier cosa: agricultura, economía, filosofía; se pueden introducir chistes, estadísticas, anécdotas, crónicas históricas. La poesía no tiene ningún límite. La poesía tiene tantas posibilidades como la prosa.
-¿Convendría más la poesía del despojamiento para América latina o aquella otra poesía rica y barroca que usted rechazó?
-Conviene más a la situación política de América latina.
-¿La refleja más?
-Es la única que la puede reflejar. Lo cual no quiere decir que deba ser la única, porque no creo que toda poesía deba tener un carácter político y social. La poesía puede perfectamente ser ajena a estos problemas. Pero si alguien quiere reflejar los problemas de su tiempo y de su pueblo, creo que tiene que hacerlo con esa clase de poesía.
-Hubo quien dijo que el barroco tiene más que ver con la idiosincrasia de América latina.
-También puede reflejarse la situación de América latina con toda esa imaginación barroca de García Márquez, pero me estoy refiriendo a otro tipo de poesía, que diría onírica o hermética o podría ser cierto tipo de poesía automática. Y que es una poesía que no comunica objetivamente. Y no es que combata esa poesía. No es que yo diga que debe desaparecer. Pero si alguien quiere expresar las realidades de su pueblo, no es ésa la poesía más adecuada.
-¿Usted se siente en armonía como sacerdote, revolucionario, poeta, funcionario? ¿No son muchas cosas a la vez?
-
Es una sola cosa. Es la voluntad de Dios que se expresa en mi vida, de diferentes formas, exigiéndome ahora este sacrificio.

Jorge Aulicino
Clarín, Cultura y Nación, 29 de noviembre de 1984

Foto: Ernesto Cardenal en su casa de la isla de Mancarrón del archipiélago de Solentiname, en el Lago de Nicaragua; 2007 La Nación, Costa Rica
Nota: Cardenal había fundado un monasterio en Solentiname en los sesenta, después de haber permanecido un tiempo en el convento trapense Our Lady of Gethsemani, en Kentucky, EE.UU., y en un convento benedictino en Cuernavaca, México, y de haberse ordenado sacerdote en Managua, en 1965. En 1995 se separó del Frente Sandinista de Liberación, a cuyos dirigentes acusó de corrupción y autoritarismo.

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