Susana Szwarc
(Quitilipi, Chaco, 1954)
La mujer de Lot, de Wislawa Szymborska
Elegí un poema por el gusto de compartirlo. En el 97 “conocí” a la Wislawa Szymborska, gracias a que me regalaron la antología que había sacado Hiperión.
Me tocó especialmente, a tal punto que hoy la elijo a ella sobre aquellos que me marcaron, acompañaron, formaron. En mil nueve sesenta y algo (en la secundaria) llegó en el tren que pasaba por el pueblo, un libro de tapa dura, la antología poética de Saint-John Perse de Fabril Editora (que sigue a mi lado). Y encuentro renglones marcados en "Anábasis", que copiaría (y copiaría). Y Pessoa, traducido por un joven Rodolfo Alonso, también de Fabril editora (tapa blanda).
Pero la Symborska, con esa forma de reírse en la tragedia misma, de mostrarnos las relaciones (de poder), así como el desconsuelo del cada uno, me hizo quererla.
La mujer de Lot
Miré atrás dicen que por curiosidad.
Pero, curiosidad aparte, pude haber tenido otras razones.
Miré atrás de pena por la fuente de plata.
Por descuido, mientras ataba la correa de mi sandalia.
Para no mirar más el cogote justo
de mi esposo, Lot.
Por la súbita certeza de que, si muriera,
ni siquiera se habría detenido.
Por la desobediencia de los sumisos.
A la escucha de la persecución.
Tocada por es silencio, esperando que Dios cambiara de parecer.
Nuestras dos hijas ya desaparecían detrás de la cima de la colina.
Sentí la vejez en mí. La lejanía.
La vanidad de la andadura. El sueño.
Miré atrás al poner el hatillo sobre el suelo.
Miré atrás por temor a dónde dar el paso.
En mi sendero aparecieron serpientes,
arañas, ratones, polluelos de buitres.
Ya ni lo bueno ni lo malo –simplemente, todo lo vivo,
reptaba y saltaba en pánico colectivo.
Miré atrás por mi soledad.
Por vergüenza de estar huyendo a hurtadillas.
Por ganas de gritar, de volver.
O quizás sólo cuando arreció el viento,
soltó mi cabello y me levantó el vestido.
Sentí que me miraban desde las murallas de Sodoma
y rompían en carcajadas sonoras, una y otra vez.
Miré atrás por rabia.
Para saciarme de su gran perdición.
Miré atrás por todas las razones arriba expuestas.
Miré atrás de forma involuntaria.
Fue sólo una piedra la que giró rugiendo bajo mi cuerpo.
Fue una grieta la que, de súbito, me cortó el camino.
En el borde un hámster se agitaba sobre sus dos patas.
Y fue entonces cuando ambos miramos atrás.
No, no. Yo seguí corriendo,
arrastrándome y levantando el vuelo,
hasta que la oscuridad cayó del cielo,
y con ella la gravilla ardiente y las aves muertas.
Por falta de aliento giré repetidas veces.
Quien lo viese habría pensado que bailaba.
No descarto que tuviera los ojos abiertos.
Es posible que me desplomara con el rostro vuelto hacia la ciudad.
Wislawa Szymborska (Kórnik, 1923-Cracovia, 2012)
Versión de Elzbieta Bortkiewicz
Foto: Susana Szwarc en Susana Szwarc
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