martes, febrero 28, 2023

Rafael Cadenas / Derrota



Yo que no he tenido nunca un oficio
que ante todo competidor me he sentido débil
que perdí los mejores títulos para la vida
que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución)
que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos
que me arrimo a las paredes para no caer del todo
que soy objeto de risa para mí mismo que creí
que mi padre era eterno
que he sido humillado por profesores de literatura
que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada
que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida
que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo
que tengo vergüenza por actos que no he cometido
que poco me ha faltado para echar a correr por la calle
que he perdido un centro que nunca tuve
que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo
que no encontraré nunca quién me soporte
que fui preterido en aras de personas más miserables que yo
que seguiré toda la vida así y que el año entrante seré muchas veces más burlado en 
     mi ridícula ambición
que estoy cansado de recibir consejos de otros más aletargados que yo ("Ud. es muy 
     quedado, avíspese, despierte")
que nunca podré viajar a la India
que he recibido favores sin dar nada en cambio
que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma
que me dejo llevar por los otros
que no tengo personalidad ni quiero tenerla
que todo el día tapo mi rebelión
que no me he ido a las guerrillas
que no he hecho nada por mi pueblo
que no soy de las FALN y me desespero por todas estas cosas y por otras cuya 
     enumeración sería interminable
que no puedo salir de mi prisión
que he sido dado de baja en todas partes por inútil
que en realidad no he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno
que me niego a reconocer los hechos
que siempre babeo sobre mi historia
que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento
que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo
que no lloro cuando siento deseos de hacerlo
que llego tarde a todo
que he sido arruinado por tantas marchas y contramarchas
que ansío la inmovilidad perfecta y la prisa impecable
que no soy lo que soy ni lo que no soy
que a pesar de todo tengo un orgullo satánico aunque a ciertas horas haya sido humilde 
     hasta igualarme a las piedras
que he vivido quince años en el mismo círculo
que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado
que nunca usaré corbata
que no encuentro mi cuerpo
que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme, barrer todo y crear 
     de mi indolencia, mi
flotación, mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente me suicido al alcance 
     de la mano
me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí 
     hasta el día del juicio final.

Rafael Cadenas (Barquisimeto, Venezuela, 1930), El Clarín, Venezuela, 31 de mayo de 1963


lunes, febrero 27, 2023

Helene Johnson / Soneto para un negro en Harlem



Eres despectivo y magnífico
Tu cuerpo perfecto y tu andar pomposo
Tus ojos negros, relámpagos de odio
No importa que no puedas imitar
A aquellos a quienes desprecias
Tus hombros elevados sobre la multitud
Tu orgullosa cabeza inclinada hacia atrás
En rica y bárbara canción
Palmeras y mangos se achican ante tus ojos
Deja que otros sufran y trabajen
Y, ambiciosos, aprieten los garfios ávidos de oro
¿Por qué no mostrar tu sensibilidad superior?
El odio borrará las marcas de tus pies
Amo tu risa profunda y arrogante
Demasiado espléndido eres para estar aquí
En esta callejuela del Harlem

Helene Johnson (Boston, Estados Unidos, 1906 - Nueva York, Estados Unidos, 1995), The Book of American Negro Poetry, Brace and Company, Harcourt, 1922 Vía Poems Org
Traducción de Julio Orione


Foto: Literary Ladies Guide. Abajo, el retrato tal como aparece en esta fuente

De la biografía de Helene Johnson en Poetry Foundation:

"Helene Johnson nació en Boston y creció en Brookline, Massachusetts. Nunca conoció a su padre, y su madre era hija de antiguos esclavos. Johnson vivió durante un tiempo en la casa de su abuelo y dos tías, una de las cuales la apodó Helene. Asistió a la Universidad de Boston y a la Universidad de Columbia. Su talento como escritora se notó temprano cuando ganó el primer premio en un concurso de cuentos patrocinado por el Boston Chronicle. En la década de 1920, se mudó a la ciudad de Nueva York con su prima, la novelista Dorothy West, y se convirtió en parte del Renacimiento de Harlem. En su ensayo en el libro The Harlem Renaissance Remembered, Ronald Primeau describió así el trabajo de la poeta: 'Helene Johnson... combina una expresión de deseos insaciable con una descripción realista de la vida del gueto y un descubrimiento de las raíces de su pueblo'." -- Traducción mecánica


Sonnet to a Negro in Harlem

You are disdainful and magnificent—
Your perfect body and your pompous gait,
Your dark eyes flashing solemnly with hate,
Small wonder that you are incompetent
To imitate those whom you so despise—
Your shoulders towering high above the throng,
Your head thrown back in rich, barbaric song,
Palm trees and mangoes stretched before your eyes.
Let others toil and sweat for labor’s sake
And wring from grasping hands their meed of gold.
Why urge ahead your supercilious feet?
Scorn will efface each footprint that you make.
I love your laughter arrogant and bold.
You are too splendid for this city street.




domingo, febrero 26, 2023

Evaristo Carriego / La canción del barrio




Nos eres familiar como una cosa
que fuese nuestra, solamente nuestra;
familiar en las calles, en los árboles
que bordean la acera,
en la alegría bulliciosa y loca
de los muchachos, en las caras
de los viejos amigos,
en las historias íntimas que andan
de boca en boca por el barrio
y en la monotonía dolorida
del quejoso organillo
que tanto gusta oír nuestra vecina,
la de los ojos tristes...
 
                                   Te queremos
con un cariño antiguo y silencioso,
¡Caminito de nuestra casa! ¡Vieras
con qué cariño te queremos!
                                    ¡Todo
lo que nos haces recordar! 
                                    Tus piedras
parece que guardasen en secreto
el rumor de los pasos familiares
que se apagaron hace tiempo... Aquellos
que ya no escucharemos a la hora
habitual del regreso.
 
                                   Caminito
de nuestra casa, eres
como un rostro querido
que hubiéramos besado muchas veces:
¡tanto te conocemos!
 
Todas las tardes, por la misma calle,
miramos con mirar sereno
la misma escena alegre o melancólica,
la misma gente... ¡Y siempre la muchacha
modesta y pensativa que hemos visto
envejecer sin novio... resignada!
De cuando en cuando, caras nuevas,
desconocidas, serias o sonrientes,
que nos miran pasar desde la puerta.
Y aquellas otras que desaparecen
poco a poco, en silencio,
las que se van del barrio o de la vida,
sin despedirse.

                                    Oh, los vecinos
que no nos darán más los buenos días!
Pensar que alguna vez nosotros
también por nuestro lado nos iremos,
quién sabe dónde, silenciosamente
como se fueron ellos...

La canción del barrio (1915)

Evaristo Carriego (Paraná, Argentina, 1883-Buenos Aires, 1912), "Diez poemas de la década de 1910. Seleccionados por Santiago Sylvester", Otro río que pasa. Un siglo de poesía argentina contemporánea, compilación de Jorge Fondebrider, Bajo la Luna, Buenos Aires, 2010


Imagen: La foto más popular de Evaristo Carriego, difundida sin datos

sábado, febrero 25, 2023

Mario Bravo / Canción de la huelga general



Como un mar resonante la multitud avanza,
la multitud avanza flameando sus pendones,
parece que latieran todas las rebeliones
en el coro del himno que invoca una esperanza.

Como una vasta nube que augura los ciclones
pasa la omnipotente multitud que descansa,
y con el clamor unánime que a los ámbitos lanza
cunde el pavor siniestro de las revoluciones.

Energía perpetua creadora y destructora,
pasa la muchedumbre destructora y creadora
con su fe, con su músculo, su estrofa, su bandera.

Y en tanto que el desfile las calles estremece,
enmudecen las pampas, la ciudad enmudece
y hasta la vida misma se detiene y espera.

Canciones de la soledad (1920)

Mario Bravo (La Cocha, Tucumán, Argentina, 1882 - Buenos Aires, 1944), "Diez poemas de la década de 1910. Seleccionados por Santiago Sylvester", Otro río que pasa. Un siglo de poesía argentina contemporánea, compilación de Jorge Fondebrider, Bajo la Luna, Buenos Aires, 2010


Imagen: Retrato de Mario Bravo en Diego Abad de Santillán, Historia Argentina, Tipográfica Editora Argentina, Buenos Aires, 1971 Wikimedia Commons

viernes, febrero 24, 2023

Carol Bergé / Gato haciendo nada



Está sentado
está siendo un animal
un animal macho
vivo en la tierra
está vivo.
Está vivo
aparentemente inmóvil
dentro de él los átomos regresan
a la tierra
es un gato sentado
que parece no hacer nada.
La caja torácica se mueve
el diafragma se mueve apenas
los pulmones
el tracto digestivo.
Los ojos miran fijamente al frente
hacia el infinito.
Mientras permanece sentado inmóvil
se está moviendo moviendo moviendo

Carol Bergé (Nueva York, EEUU, 1928-Santa Fe, EEUU, 2006), "The Unexpected", Membrane Press, Kenosha, Milwaukee, 1976. 
Versión de Jonio González. 

Foto: Carol Bergé por Alan Dye.en Acts of  Love, The Bobbs-Merrill Company, Inc., 1973


TOMCAT DOING NOTHING

It sits
it is being an animal
a male animal
alive on earth
it is alive.
It is alive
apparently motionless
the atoms within are moving
back toward earth
it is a cat sitting
apparently doing nothing.
The ribcage moves
the diaphragm moves slightly
the lungs
the digestive tract.
Eyes stare straight ahead
into infinity.
As he sits immobile
he is moving moving moving

jueves, febrero 23, 2023

Seamus Heaney / Vida de estante




1. Chispa de granito

Piedra veteada. Aberdeen de la mente.

Diciendo Brindemos por la unión
me he hecho daño en la mano al apretar
esta hoja de corte de la Torre de Martello
de Joyce, este brillante manchado insoluble

que conservo, pese a tener poco en común con él,
una especie de cuchillo circuncidor de la edad de
      piedra,
un filo calvinista en este mi nido complaciente.
El granito es irregular, como la sal, castiga

y exige. Vengan a mí, dice,
todos aquellos que padecen trabajo y fatiga; no
los refrescaré. Y añade: Aprovechen el día.
Y: Tómenme o déjenme. Allá ustedes.


2. Vieja plancha

Con frecuencia la observé levantarla
desde donde su cuña compacta montaba
la parte trasera de la estufa
como un remolque anclado.

Para saber, de oído, qué tan caliente estaba,
palmoteaba la superficie de acero
o se la acercaba a la mejilla,
adivinando así el peligro en potencia.

Suaves golpecitos sobre el burro de planchar.
Su anguloso codo con hoyuelos
y su inclinación intencional
conforme conducía la plancha

como un cepillo de carpintero entre las sábanas,
el resentimiento de todas las mujeres.
Trabajar, según aquella embestida sorda,
es poner una cierta masa en movimiento

a lo largo de una cierta distancia,
es impulsar el propio peso y sentirse
exacto e igual a él.
Sentirse arrastrado. Y alegre.


3. Viejo cacharro

No pertenece a la edad de plata, sino a un cierto
analfabetismo que habita bajo estas vigas:
un plato abollado, sobado, ahumado,
lleno de tormentas, manchado y corriente.

Me fascina el peltre tal cual, mi suave opción
cuando de metales se trata —después de la soldadura
que llora en contacto con la plancha caliente—;
triste y plácido como un aliso de corteza brillante

reflejado en la orilla nebulosa de un estanque,
donde creyeron que me había ahogado un día de
 invierno,
como lanzar una piedra desde casa, cuando todo el
 campo
era bruma y yo me escondía a propósito.

De destellos se compone el alma.
Retos nebulosos, resplandores lejanos de conciencia
y solapadas verdades a medias de verdadero amor.
Y toda una inundación tardía por el deshielo ancestral.


4. Gancho de acero

Tan parecido a un diente de trilladora,
escucho el rozar de un jaez y el golpeteo
de las piedras en un campo recién arado.
Pero se trataba de la era del vapor

en Eagle Pond, New Hampshire,
cuando este herrumbroso gancho que ahí encontré
fue dirigido y conducido
para arreglar un diente de trilladora.

¿Qué garantiza la permanencia de las cosas
si un sistema de rieles puede levantarse
como una larga zarza desde las hierbas cenagosas?
Sentí que había vuelto en mí

por el sendero de césped silencioso
donde saqué este pedazo de acero como una espina
o una palabra que había creído mía
de la boca de un extraño.

Y aquello que lo hundió
con un último golpe sordo,
muy dentro del durmiente
alquitranado, ¿dónde está?

¿Y el mango curtido de sudor?
Pregúntales a los del vagón de cola,
sordos y en su lugar;
las sombras los han dejado atrás.


5. Piedra de Delphi

Que me lleven a la capilla de madrugada
cuando el mar esparza rumbo al sur sus lejanas
cosechas de sol,
y yo realice la ofrenda matutina una vez más:
que me salve del miasma de la sangre derramada,
que controle la lengua, tema a hybris, tema al dios
hasta que se exprese sin trabas por mi boca.


6. Bota de nieve

La presilla de una bota de nieve cuelga de la pared
sobre mi cabeza, en un cuarto quieto y a la deriva:
es como una cifra escrita a todo lo largo,
un jeroglífico para todos los ámbitos del susurro.

Con tal de seguirle el rastro a una palabra,
abandoné la habitación tras una tormenta de amor
y trepé por las escaleras del tapanco como un
 sonámbulo,
abrigado y con la sangre caliente, restregando la costra
 de nieve.

Luego me senté ahí a escribir, imaginando en silencio
sonidos como los del amor después de larga
 abstinencia.
animado y absorto y dispuesto
bajo el signo de una bota de nieve en la pared.

La presilla de la bota, como papalote de otra época,
se alza al viento y se pierde de vista.
Ahora, sentado, en blanco veo la gradual brillantez
 de la mañana,
su expresión distante, inviolada.

Seamus Heaney (Bellaghy, cerca de Castledawson, Irlanda del Norte, 1939-Dublin, 2013), "Station Island" [1984], Seamus Heaney, Selección, traducción y nota introductoria de Pura López Colomé, Material de Lectura n° 191, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 2013


miércoles, febrero 22, 2023

Denisa Comănescu / Regreso del exilio



Once años, cuatro meses y diecisiete días.
¿Ha sido un exilio corto?
Este no es mi cuaderno de entonces.
He tenido un sinfín.
Unos grandes, en rústica, de tapas doradas,
otros pequeños, ligeros, en papel biblia.
Por las noches los palpaba a escondidas,
acariciaba sus páginas como membranas.
Cada vez más deprisa, más intensamente,
con ansia insaciable.
Por el día no me atrevía a acercarme a ellos,
como si fueran propiedad ajena.
Tiempo después, los repartí entre los amigos,
para tu nuevo libro de poemas, les decía.
A algunos, según afirmaban, les trajo suerte.
Y llegaste tú,
después de once años, cuatro meses y diecisiete días.
Por las mañanas, a la luz que parece excluir a la muerte,
llenamos sin miedo, sencilla y naturalmente, membrana tras membrana.
Siempre que paso una página escrita,
Orfeo vuelve la mirada.

Denisa Comănescu (Buzău, Rumania, 1954), Regreso del exilio, Adamaramada, Madrid, 2008
Traducción de Joaquín Garrigós
Envío de Jonio González


Foto: FIPB

martes, febrero 21, 2023

Konstanty Puzyna / De las ciencias ocultas del maestro B.B.




Un poema son hierbas prensadas.
Hay vida en ellas para extraer su espeso jugo
primero hay que masticarlas cuando aún están frescas.
Debes exprimirlas entre los dedos carcomerlas a tu modo
hasta que queden como una bolita de pan
lo cual también te está permitido hacer incluso
en un campo de concentración.

Envuelve la bolita en las palabras comunes de un periódico
protectoras del hábil objeto fácil de transportar
en un frasco de aspirinas en un paquete de cigarrillos.
Lo esconderás baja el forro tras una tabla del barracón
y cuando con el látigo te descosan las huellas de los bolsillos
podrás guardarlo en la punta de la lengua
para después entregárselo repentinamente a alguien
para que lo esconda.

Donde no se tiene en cuenta ni los crímenes ni los ascensos
donde los logros mañana serán objeto de puja
donde murió la filosofía donde se apagó el infierno
y las películas y las novelas son cosa de la industria
donde la crítica es una puta la pintura se ha vuelto ciega
quizá un poema sea lo único
que tenga alguna posibilidad.

Konstanty Puzyna (Varsovia, 1929-Augustow, Polonia, 1989), Guijarros, Huerga & Fierro, Madrid, 1997
Traducción de Fernando Presa González
Envío de Jonio González


Foto: Konstanty Puzyna, 1972 Andrzej Pisarski/FOTONOVA/Wyborcza

lunes, febrero 20, 2023

Diego Muzzio / De "Nadar bajo la tierra"



De Hombre en desorden (1993):

Carta a mi padre 

La luz que crecía detrás del palomar, 
entre las patas de los pájaros;
esos pequeños filamentos de luz 
entre una pata y otra, 
esa luz ya no está.
Lanzábamos piedras a las palomas
rojas del barro del aire,
y esperábamos, junto a los pinos,
que volaran a dormir en nuestras manos.
Las hormigas que iban y venían
en la cocina,
entre cáscaras de papa y fósforos apagados
han cambiado de territorio;
ya no se las ve, laboriosas,
correr entre las legumbres.
Los primos las perseguían;
debajo de la lupa
el sol las calcinaba.
Yo miraba, fuera del círculo infantil,
y pensaba en nosotros en lugar de las hormigas. 

El tiempo sólo me ha dado tiempo. 
Ahora recuerdo
estas pequeñas cosas que nos pertenecían.
Ayer una paloma quedó enredada
en las ramas de un árbol
como el barrilete rojo hecho de cañas;
ya no seré sacerdote,
sigo creyendo en Cristo. 
A veces siento que hunde sus manos
en la neblina verde que rodea mi cabeza,
y su sangre entra en mi sangre
como un torrente oscuro, un río melancólico; 
entonces apoya sus labios en mi mejilla
y en un susurro me dice:
“Resiste. Debo abandonarte.” 


De Los lugares donde dormimos (2010-2019):

Carne 

Un hombre con media res al hombro 
cruza una calle bajo la lluvia.
El hombre, vestido de blanco,
doblado bajo la carne, trabaja;
concentra la fuerza de sus músculos vivos 
en soportar el peso de la carne muerta. 
Desde donde estoy, el hombre parece 
uno de los ángeles que asoló Sodoma, 
y la res que carga otro hombre
cuya carne será pasto del fuego.
Hombre y ángel, res y hombre
pueden confundirse, mirados desde aquí, 
y uno puede pensar que ciertas escenas 
son signos de un alfabeto oscuro. 
Hombre y ángel, res y hombre 
pueden confundirse.
La lluvia y la carne pueden confundirse, 
también, en sus últimos gestos:
la lluvia
cae porque cae. 

 
Los lugares donde dormimos 

Los muertos se amontonan a mirarnos
en la noche dentro de otra noche oblicua, inclinada.
Los oigo hurgar como topos, murmurar
las últimas palabras que en vida pronunciaron,
en distinto orden. Pero si siembra la sombra su sueño
en los lugares donde dormimos y aun así soñamos,
si ellos, los muertos, veloces como nubes
o altísimos incendios
se internaran laterales en la ola:
¿no habrá una forma de organizar esa arquitectura ausente, 
alguna manera de ordenar las palabras?
Escucho el tren, en la madrugada, cuando nadie
ha despertado aún. Viene de lejos, de mi infancia,
cargado de caballos mojados y libros amarillos.
Esta es tu casa; este, tu cuerpo.
Aquí mora tu espíritu. 

Diego Muzzio (Buenos Aires, 1969)


Nadar bajo la tierra.
Poesía reunida,
Salta el Pez,
Buenos Aires, 2023









Foto: Diego Muzzio, Punta del Este, Uruguay, 2016 J. Aulicino

domingo, febrero 19, 2023

Vita Sackville-West / Los gatos más grandes



Los gatos más grandes con ojos dorados
Miran hacia afuera entre los barrotes.
Hay desiertos y diferentes cielos
y noches con diferentes estrellas.
Rondan por las montañas aromáticas;
Con igual ferocidad matan y se acoplan
Y mantienen libre la voluntad
Para vagar, vivir y beber hasta saciarse;
Pero más allá de su entendimiento
Esto sé yo:
El hombre quiere un poco y morirá por mucho tiempo.

Estas especies a través del desierto moran
Donde los tulipanes florecen entre piedras,
Ignorando que sufrirán cambios
O que los buitres picotearán sus huesos.
La fuerza es eterna para ellos,
Gobiernan el terror de la noche,
Cazan el ciervo en su fuga
Y con arrogancia hieren;
Pero yo soy sabia sí ellos son fuertes:
El amor de los hombres es transitorio como es larga la muerte.

Mas ¡qué poder de engaño!
Mi entendimiento se ha transformado en esperanza,
En este instante creo
En el amor y me burlo de la muerte.
Vine de ninguna parte y seré
fuerte, inmutable, rápida eternamente.
Soy un león, una piedra, un árbol,
Y como la estrella Polar en mí
Está clavado mi constante corazón en ti.
Ah, quede yo para siempre ciega
Con leones, tigres, leopardos y sus semejantes.

Vita Sackville-West (Sevenoaks, Kent, Inglaterra, 1892-Castillo Sissinghurst, Kent, Inglaterra, 1962), revista Sur, nº 153-156, octubre de 1947
Traducción de Silvina Ocampo
Envío de Jonio González


Foto: Vita Sackville-West por John Gay, 1948 National Portrait Gallery, Londres
 
THE GREATER CATS

The greater cats with golden eyes
Stare out between the bars.
Deserts are there, and the different skies,
And night with different stars.
They prowl the aromatic hill,
And mate as fiercely as they kill,
To roam, to live, to drink their fill;
But this beyond their wit know I:
Man loves a little, and for long shall die.

Their kind across the desert range
Where tulips spring from stones,
Not knowing they will suffer change
Or vultures pick their bones.
Their strength's eternal in their sight,
They overtake the deer in flight,
And in their arrogance they smite;
But I am sage, if they are strong:
Man's love is transient as his death is long.

Yet oh what powers to deceive!
My wit is turned to faith,
And at this moment I believe
In love, and scout at death.
I came from nowhere, and shall be
Strong, steadfast, swift, eternally:
I am a lion, a stone, a tree,
And as the Polar star in me
Is fixed my constant heart on thee.
Ah, may I stay forever blind
With lions, tigers, leopards, and their kind.

sábado, febrero 18, 2023

Víctor Pesce / De "Mal de ojo"




La luz se amansa,
los días son más cortos,
¡suena un portazo!

CABA
30
enero
2022

*
La tierra tibia
en la que planto el cactus, 
presente puro.

CABA
6
Marzo
2022 

*
La sirena de
un barco de noche es la
de un alma en pena.

CABA
12
Marzo
2022 

*
El Herpes Zóster
deja huellas en mi piel, 
como en la arena.

CABA 
16
marzo
2022

*
Alguna pared
dice: el dolor otorga el
breve sentido.

CABA
23
marzo
2022

*
En el andamio
mi padre sigue liando 
los cigarrillos.

CABA
25
marzo
2022

Víctor Pesce (San Francisco, Córdoba, Argentina, 1952)

Mal de ojo
,
Ediciones en Danza,
Buenos Aires, 2022










Foto: Ediciones en Danza

viernes, febrero 17, 2023

Damaris Calderón / Mi cabeza está en otra parte



Literalmente:
fuera del camino.
Como el herido
convaleciente que
no puede ser
llevado en hombros.
Monsieur Guillotin
inventó una máquina
para separar
la cabeza del cuerpo.

     (La cabeza cortada
     contempla las cosas tal como son,
     el Presente puro, sin ningún significado,
     sin arriba ni abajo,
     sin simetría, sin figuras.
     Sin desesperación.)

Rápida y eficaz
como el racionalismo.

Damaris Calderón (La Habana, 1967), "Sílabas. Ecce Homo", 2000  Mi cabeza está en otra parte, Alquimia, Chile, 2017


jueves, febrero 16, 2023

Irving Layton / Economía política



Hijo mío, dijo el repelente anciano,
asegúrate de que nunca necesitas hacer
el trabajo sucio de la civilización.

Todos los credos políticos, todas las religiones
son creencias necesarias
para conseguir que los mendigos trabajen en las minas.

Para que unos pocos sigan intactos, muchos deben romperse.
Toda reforma se basa en la hipocresía:
incentivos adicionales para esclavos y sirvientes.

Fija y eterna es la ley de la gravedad:
así son, hijo mío, la injusticia y la lucha de clases.
Vivir es asunto de aristócratas.

Israel Pincu Lazarovitch, Irving Layton (Târgu Neamț, Rumania, 1912-Montreal, Canadá, 2006), A Wild Peculiar Joy. Selected Poems 1945-1982, ‎McClelland & Stewart, Toronto, 1982
Versión de Jonio González



POLITICAL ECONOMY

My son, said the repellent old man,
make certain you never need do
the dirty work of civilization.

All political credos, all religions
are necessary persuasions
to get the poor beggars into the mines.

That a few be whole, many must broken.
All reform rests on hypocrisy:
fringe benefitis for slaves and menials.

Fixed and eternal is the law of gravity:
so, my son, are injustice and the class war.
Living is an affair for aristocrats.

miércoles, febrero 15, 2023

Gabriel Reches / De "Falta un motivo"




Paisajismo

Hay en la prédica de los estambres
esta inquietud 
que la turba desconoce.
Una y otra vez la primavera irrumpe
con amenaza restauradora.
Incrustados en el muro
vidrios ocultos 
por el brote de la hiedra
un fondo donde lo humano
persiste a pesar
de la traza del sol.
Sistema de riego, tijeras, que nada
se escurra en nuestras manos
aunque no haya crecido
en nuestras manos, aunque nunca 
haya dormido
nunca haya muerto en nuestras manos.


La parte más débil

En las vías respiratorias de la parte
más débil de la humanidad, el fresno
disemina sus partículas.
La parte más débil de la humanidad
es algo que tose cuando sale de la iglesia
y la iglesia está cerrada y no es
que no haya débiles.
Se agolpan en las puertas de la iglesia
hasta que abran las puertas de la iglesia
aquellos bienaventurados que van a morir
en las puertas de la iglesia.
La iglesia disemina sus partículas
en la parte más débil del fresno
que se agolpa en las puertas de la humanidad.
Algo en nuestro mundo bulle
me pongo una campera cool y salgo
para traerte a salvo de esto que vuela
y que florezca lo que tenga qué o por fin desista.


Antes de subir al terciario nocturno

Quién sabe si soy este tipo
que mira a los ojos, dice qué tal
¿Y, chicos? Vamos, cuenten, ¿qué trajeron?
No estoy seguro de ser quien vaya a hablarles
de las cosas o los sacos, los cosacos
si avanzaron un poco en la consigna
del zampopo o en aquello que el zampopo y la consigna
permitieran avanzar en el caso en que avanzar
fuera posible, hacia algún lado, dentro de todo
si aún hubiera puntos cardinales, progresión.
¿Estamos a salvo de una lógica sísifa?,
Si lograron, si volvieran, me pregunto,
si acaso cumplieron
con la tarea de este grupo de tareas que formaron
si ustedes ameritan la rastra
por escalones impávidos o como yo
piden más tiempo.

Gabriel Reches (Buenos Aires, 1968)

Falta un motivo
,
Salta el Pez Ediciones,
Buenos Aires, 2022











martes, febrero 14, 2023

Meta Kušar / Agua



Un griego te resucitará con agua de luna.
El amor no sabe de cadáveres, aunque un cuerpo muerto es lo que aguarda.
No malgastes poemas.
No malgastes amor.
El poema absorbe la fragilidad.
Compone las pequeñas partes en la brillante luz de una valva.
Los pingüinos hacen lo mismo con su pequeña alma inmortal.
Su fe es un huevo a los pies de la naturaleza. 

Meta Kušar (Liubliana, Eslovenia, 1952), Circumference. Poetry in translation, agosto de 2015
Traducción del esloveno al inglés: Ana Jelnikar y Barbara Siegel Carlson 
Traducción del inglés: Jonio González


Foto: Dnevnik

WATER

A Greek will revive you with moon water.
Love knows not of corpses, although a dead body is fate.
You don’t throw away poems.
You don’t throw away love.
The poem absorbs fragility.
Composes the small parts into the white light of a shell.
Penguins with their small immortal souls do the same.
Their faith is an egg at nature’s feet.

lunes, febrero 13, 2023

Juan Vitulli / De "Primavera indiana"



5.

Sedal o tanza no lo sé
pero en la historia antigua
el personaje se llama Acetes,
es pescador y deja
lo poco que en las costas tiene
para irse a navegar
con el dios;
sin sedal ya o sin tanza,
ni anzuelos, no lo sé,
el joven ahora timonel
permanecerá en silencio
por mucho tiempo,
y no va a decir nada
a nadie 
sobre su origen o patria
porque él no es más
que uno más en
la ruidosa tropa 
de la deidad ebria.
Pero será en la lujosa corte
de un rey descreído
que tendrá que ponerse
a contar, él también como
tantos otros,
su historia. Y en ese momento
dirá que nació sin tierras
ni rebaños ni ganado
a orillas del Egeo
donde su padre,
pescador antes que él, 
con la tanza
o el sedal
engañaba a los peces para ganarse,
apenas,
la vida;
un viejo que al morir
no pudo dejarle nada
excepto el mar.
Después la acción continúa
y Acetes volverá al silencio.
La corte será tomada
por un lascivo triunfo oriental
de panteras y pámpanos.
No sabremos nada más
de Acetes, salvo
que podía, al igual que otros,
hilar
con el sedal o la tanza
no lo sé,
imágenes con la misma habilidad
con que su padre lo hacía
antes
con los peces del Egeo.


Abrigo

Hace frío y cuando entramos
decidimos callarnos por un rato
para ver si así nos sacábamamos
de encima toda esa gélida
maraña.
Pero ya en la mesa
el que mira sabe que las cosas pasan
diferentes cuando se cruza el umbral.
De este lado del bar
dejan algunos
sus abrigos a la vista
o en una cruz sobre el respaldo.
Y otros los lanzan al perchero
como quien aleja
un pájaro ciego
atrapado en una sin fin
telaraña de postigos.
En la escena se suceden dos virajes:
colgando la pesada cosa quema
de tan grávida
que apenas se deja interpretar;
o el doblez de la caída
le impone un salto
atento de animal indiferente.
Son esas dos las pausas
que en la noche se suceden
y arrastran la mirada hacia otra parte
de cantos largos como tangos
insufribles.
El tono es lo que evoca el paso
de un estado a otro,
y los ojos fríos, fijos ya
se aferran a lo que pueden.
Cuando volvamos a mirar
será la cosa que pende cosa ajena.
Y a esta hora, mi amigo,
parece ya no quedan
tokonomas que valgan la pena,
ni que ayuden a borrarse un poco
rasgando una pared
o haciendo una inscripción etrusca
con un clavo o con la uña.
Y a esta hora parece que acontece
la idea de irse yendo
en eco, y en un rato
levantar la cosa que pende
del perchero,
y afuera ver si
madruga en frío
la luna nueva.

Juan Vitulli (Rosario, Argentina, 1975)

Primavera indiana
,
Tren Instantáneo,
Buenos Aires, 2020










domingo, febrero 12, 2023

Cesare Pavese / Mediterránea



Habla poco el amigo, y ese poco es diverso.
¿Vale la pena encontrarlo una mañana de viento?
Uno de los dos, al alba, ha dejado una mujer.
Se podría discurrir sobre el viento húmedo,
sobre la calma o cualquier peatón, mirando la calle;
pero ninguno comienza. El amigo está lejano,
y cuando fuma no piensa. No mira.

                                                        Fumaba
también el negro que vimos una mañana juntos,
firme, de pie en un rincón, bebiendo aquel vino
-afuera, el mar esperaba. Pero el rojo del vino
y la nube vaga no eran suyos:
no pensaba en los sabores. Tampoco la mañana
parecía una mañana de aquellas al alba;
era un día monótono, fuera de los días,
para el negro. La idea de una tierra lejana
le hacía de fondo. Pero él no cuadraba.

Había mujeres por la calle y una luz muy fresca,
y el aroma del mar corría por las avenidas.
Nosotros, ni mujeres ni vagar: bastaba
estar sentados y escuchar la vida y pensar que el mar
estaba allá, bajo el sol, todavía fresco de sueño.
Mujeres blancas, nuestras, pasaban frente al negro
que ni siquiera bajaba la mirada a las manos,
demasiado oscuras, y ni siquiera se movía al respirar.
Habíamos dejado una mujer, y cada cosa,
bajo el alba, sabía de nuestra posesión:
calma, calles y aquel vino.

                        Esta vez los transeúntes
me distraen y me olvido del amigo
que en el viento húmedo se ha puesto a fumar,
pero no parece que disfrute.

Al rato me pregunta:
¿te acuerdas de aquel negro que fumaba y bebía?

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, Italia, 1908-Turín, Italia, 1950), "Trabajar cansa" (1936, 1943), Trabajar cansa. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, Griselda García Editora, Del Dock, Cartografías, Buenos Aires, 2018
Versión de Jorge Aulicino



Meditarranea

Parla poco l'amico e quel poco è diverso.
Val la pena incontrarlo un mattino di vento?
Di noi due uno, all'alba, ha lasciato una donna.
Si potrebbe discorrere del vento umidiccio,
della calma o di qualche passante, guardando la strada;
ma nessuno comincia. L'amico è lontano
e a fumare non pensa. Non guarda.

                                                     Fumava
anche il negro, un mattino, che insieme vedemmo
fisso, in piedi, nell'angolo a bere quel vino
e la nuvola vaga non erano suoi:
non pensava ai sapori. Neanche il mattino
non pareva un mattino di quelli dell'alba;
era un giorno monotono fuori di giorni
per il negro. L'idea di una terra lontana
gli faceva da sfondo. Ma lui non quadrava.

C'era donne per strada e una luce più fresca,
e il sentore del marre correva le vie.
Noi, nemmeno le donne o girare: bastava
star seduti e ascoltare la vita e pensare che il mare
era là, sotto il sole ancor fresco di sonno.
Donne bianche passavano, nostre, sul negro
che nemmeno abbasava lo sguardo alle mani
troppo fosche, e nemmeno muoveva il respiro.
Avevamo lasciato una donna, e ogni cosa
sotto l'alba sapeva di nostro possesso:
calma, strade, e quel vino.
                                    Stavolta i passanti
mi distraggono e più non ricordo l'amico
che nel vento bagnato si è messo a fumare,
ma non pare che goda.

Tra poco mi chiede:
Lo ricordi quel negro que fumava e beveva?

-Poesie, Mondadori, Verona, 1969

sábado, febrero 11, 2023

Cesare Pavese / Retrato de autor




(a Leone) *

La ventana que mira el empedrado se ahonda,
siempre vacía. El azul del verano sobre la cabeza
parece en cambio más firme y despunta ahí una nube.
Aquí no despunta nadie. Y estamos sentados en el suelo.

El colega -que huele mal-, sentado conmigo
sobre la vía pública, sin mover el cuerpo
se sacó los pantalones. Yo me saco la camiseta.
Sobre la piedra está frío, y el colega disfruta
más que yo, que lo miro, y no pasa nadie.
La ventana, de pronto, contiene una mujer
de color claro. Tal vez sintió el mal olor
y nos mira. El colega está ya de pie y observa.
Tiene una barba, el colega, desde la cara a las piernas,
que le excusa estar sin pantalones y brota entre los agujeros
de la camiseta. Es una barba que se basta sola.
El colega ha saltado por esa ventana
dentro de la oscuridad, y la mujer desapareció. Se me van los ojos
a la franja de cielo, bien sólido, desnudo también.

Yo no huelo mal porque no tengo barba. Me hiela, la piedra,
esta espalda mía desnuda, que les gusta a las mujeres
porque es lisa: ¿qué cosa no les gusta a las mujeres?
Pero no pasan mujeres. Pasa, en cambio, una perra
seguida de un perro que seguro se mojó con la lluvia,
porque huele muy mal. La nube sola, en el cielo,
mira inmóvil: parece un montón de hojas.
El colega ha encontrado la cena esta vez.
Tratan bien, las mujeres, a quien está desnudo. Aparece
finalmente en la esquina un muchachito que fuma.
Tiene las piernas de anguila también, la cabeza rizada,
piel dura: las mujeres querrán desvestirlo
un buen día y olfatear si tiene buen olor.
Cuando llega, extiendo un pie. Se va al suelo
y le pido un pucho. Fumamos en silencio.

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, Italia, 1908 - Turín, Italia, 1950), "Trabajar cansa" (1936, 1943), Trabajar cansa. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, Griselda García Editora, Del Dock, Cartografías, Buenos Aires, 2018
Versión de Jorge Aulicino

* Leone Ginzburg (1909-1944), cofundador con Pavese de la editorial de Giulio Einaudi. Esposo de la escritora Natalia Ginzburg y padre del historiador Carlo Ginzburg. Murió tras ser torturado por la Gestapo en la prisión Regina Coeli, de Roma. (N. del Ad.)


Ilustración: "Desnudo rosa" (Large Reclining Nude), Henri Matisse, 1935, Museo de Arte de Baltimore


Ritratto d'autore

(a Leone)

La finestra che guarda il selciato sprofonda
sempre vuota. L'azzurro d'estate, sul capo,
pare invece più fermo e vi spunta una nuvola.
Qui non spunta nessuno. E noi siamo seduti per terra.

Il collega - che puzza - seduto con me
sulla pubblica strada, senza muovere il corpo
s'è levato i calzoni. Io mi levo la maglia.
Sulla pietra fa un gelo e il collega lo gode
più di me che lo guardo, ma non passa nessuno.
La finestra di botto contiene una donna
color chiaro. Magari ha sentito quel puzzo
e ci guarda. Il collega è già in piedi che fissa.
Ha una barba, il collega, dalle gambe alla faccia,
che gli scusa i calzoni e germoglia tra i buchi
della maglia. E' una barba che basta da sola.
Il collega è saltato per quella finestra,
dentro il buio, e la donna è scomparsa. Mi scappano gli occhi
alla striscia del cielo bel solido, nudo anche lui.

Io non puzzo perchè non ho barba. Mi gela, la pietra,
questa mia schiena nuda che piace alle donne
perchè  è liscia: che cosa non piace alle donne?
Ma non passano donne. Passa invece la cagna
inseguita da un cane che ha preso la pioggia
tanto puzza. La nuvola liscia, nel cielo,
guarda immobile: pare un ammasso di foglie.
Il collega ha trovato la cena stavolta.
Trattan bene, le donne, chi è nudo. Compare
finalmente alla svolta un gorbetta che fuma.
Ha le gambe d'anguilla anche lui, testa riccia,
pelle dura: le donne vorranno spogliarlo
un bel giorno e annusare se puzza di buono.
Quando è qui, stendo un piede. Va subito in terra
e gli chiedo una cicca. Fumiamo in silenzio.


Poesie, Mondadori, Verona, 1969