Fusión
Para Joaquín Sabina
Varón de 53 años.
Misántropo. Frustrado. De ánimo pendular.
Viene de Silos,
de meditar bajo el ciprés
enhiesto surtidor de sombra y sueño...,
entre monjes con aura de luciérnaga.
Satélite de su obsesión,
huésped de trámites,
deambulaba por los claustros,
archipiélago de islas solitarias,
su soledad de soledades.
De maitines a laudes
vagaba por el huerto, donde crecen las hierbas
que dan espíritu al Benedictine;
en sus esencias encontró, por fin,
el tónico para su voluntad.
Conduce un Fiat Brava,
viene oyendo a Cristóbal de Morales
(Misa “Quaeramus cum pastoribus”)
a más de ciento treinta.
Le llega al paladar el retrogusto
de los copazos de Benedictine
con que se despidió del monasterio;
sus efluvios le llevan en volandas...
Se advierte al conductor del Fiat
que en la tercera estrofa hay un STOP.
* * *
Galán caduco de sesenta.
Conduce un BMW deportivo.
En el cuello contagios de Chanel
y en el lóbulo restos de carmín;
en la mente, la orgía del hostal
se le repite con obstinación.
Acaba de cazar el carpe diem
y eufórico regresa del encuentro;
le bullen por las venas
burbujas de champán Dom Perignon.
Conduce a ciento ochenta y tantos,
mientras escucha y tararea
canciones de Joaquín Sabina.
Se advierte al BMW deportivo
que en la siguiente estrofa hay un STOP.
* * *
En un Citroën Saxo,
con las pupilas dilatadas,
conduce un joven con las botas puestas;
lleva en la sangre lo que aguante el cuerpo.
Priápico y frenético,
con aliento de ron se desgañita;
suena chunda, tachunda, el bacalao.
* * *
Se advierte a los que van en el poema
que tengan precaución con las señales,
si no, terminarán en un soneto.
Cuidado con el cruce, ceda el paso.
En el siguiente verso hay un STOP.
En este mismo verso se la dieron...
el místico, el erótico, el frenético...,
las tres celeridades en un punto,
las tres desdichas en el mismo estrépito...
BMW, Citroën, Fiat Brava...
funden chatarras, marcas y retales
con sus historias en los maizales
que bordean los campos de La Nava.
La culpa es de la física, que acaba
donde empiezan los puntos cardinales,
la culpa es de sus fórmulas letales
y del azar, que las interpretaba.
La química descubre las verdades:
champán, Benedictine, cocaína,
Ron Negrita... Y entre la barahúnda,
Cristóbal de Morales y Sabina
se funden con el chunda, chunda, chunda...
con el ansia, el amor, las soledades...
Manolo Romero (Guareña, 1948), Música de sombras, Visor, Madrid, 2004, vía Batania
Foto: Cosmopoética -Poetas del mundo en Córdoba (España)
Para Joaquín Sabina
Varón de 53 años.
Misántropo. Frustrado. De ánimo pendular.
Viene de Silos,
de meditar bajo el ciprés
enhiesto surtidor de sombra y sueño...,
entre monjes con aura de luciérnaga.
Satélite de su obsesión,
huésped de trámites,
deambulaba por los claustros,
archipiélago de islas solitarias,
su soledad de soledades.
De maitines a laudes
vagaba por el huerto, donde crecen las hierbas
que dan espíritu al Benedictine;
en sus esencias encontró, por fin,
el tónico para su voluntad.
Conduce un Fiat Brava,
viene oyendo a Cristóbal de Morales
(Misa “Quaeramus cum pastoribus”)
a más de ciento treinta.
Le llega al paladar el retrogusto
de los copazos de Benedictine
con que se despidió del monasterio;
sus efluvios le llevan en volandas...
Se advierte al conductor del Fiat
que en la tercera estrofa hay un STOP.
* * *
Galán caduco de sesenta.
Conduce un BMW deportivo.
En el cuello contagios de Chanel
y en el lóbulo restos de carmín;
en la mente, la orgía del hostal
se le repite con obstinación.
Acaba de cazar el carpe diem
y eufórico regresa del encuentro;
le bullen por las venas
burbujas de champán Dom Perignon.
Conduce a ciento ochenta y tantos,
mientras escucha y tararea
canciones de Joaquín Sabina.
Se advierte al BMW deportivo
que en la siguiente estrofa hay un STOP.
* * *
En un Citroën Saxo,
con las pupilas dilatadas,
conduce un joven con las botas puestas;
lleva en la sangre lo que aguante el cuerpo.
Priápico y frenético,
con aliento de ron se desgañita;
suena chunda, tachunda, el bacalao.
* * *
Se advierte a los que van en el poema
que tengan precaución con las señales,
si no, terminarán en un soneto.
Cuidado con el cruce, ceda el paso.
En el siguiente verso hay un STOP.
En este mismo verso se la dieron...
el místico, el erótico, el frenético...,
las tres celeridades en un punto,
las tres desdichas en el mismo estrépito...
BMW, Citroën, Fiat Brava...
funden chatarras, marcas y retales
con sus historias en los maizales
que bordean los campos de La Nava.
La culpa es de la física, que acaba
donde empiezan los puntos cardinales,
la culpa es de sus fórmulas letales
y del azar, que las interpretaba.
La química descubre las verdades:
champán, Benedictine, cocaína,
Ron Negrita... Y entre la barahúnda,
Cristóbal de Morales y Sabina
se funden con el chunda, chunda, chunda...
con el ansia, el amor, las soledades...
Manolo Romero (Guareña, 1948), Música de sombras, Visor, Madrid, 2004, vía Batania
Foto: Cosmopoética -Poetas del mundo en Córdoba (España)