viernes, octubre 11, 2024

Ivan Blatny / Domingo



Grock ¹ se quitó el maquillaje
los pequeños hermanos Fratellini ² dejaron la pista del circo
Leo mi padre está de nuevo en su jaula
el domador de leones penetró a su esposa

El príncipe Carlos será Carlos III
cuando ascienda al trono
el primero fue ejecutado en 1649
el segundo restauró la monarquía
dando así un poco de alivio al frustrado pueblo
Nell Gwyn ³ vivió en la elegante mansión de Hampton Court

Aún hay luz en la ventana del vicario
está preparando el sermón del domingo por la mañana

Sonntag
es ist verflossen
und eine neue Woche beginnt. ⁴

Ivan Blatny (Brno, República Checa, 1919-Colchester, Reino Unido, 1990), Arthur Redding, "'God the Linguist Teaches Us to Breathe': Ivan Blatny's Poems in English", Brno Sudies in English, nº 23, 1997, Facultad de Filosofía de la Universidad de Brno
Versión de Jonio González del original en inglés
 
Notas. del Traductor:
¹ Se refiere a Karl Adrien Wettach, famoso artista de circo suizo (1880-1959).
² Se refiere a los hermanos Paul, François y André Fratellini, tres payasos franceses, nacidos en el seno de una familia de artistas de circo, enormemente populares en su tiempo, especialmente tras la Primera Guerra Mundial.
³ Actriz inglesa (1650-1687) célebre durante el período de la Restauración, cuando, tras la Declaración de Breda, en 1660, se restableció la monarquía y ascendió al trono Carlos II.
⁴ En alemán: El domingo/ha terminado/y comienza una nueva semana

Ivan Blatny fue un poeta multilingüe que no sólo escribió en checo sino también en francés, alemán y, sobre todo, inglés, en ocasiones mezclándolos. El poema "Domingo" que aquí se presenta fue escrito en inglés.  

Más poemas de Ivan Blatny en Otra Iglesia Es Imposible, La Otra


SUNDAY

Grock wiped off his make-up
Fratellini the little brothers left the circus ring
Leo my father is back in his cage
the lion tamer entered his wife

Prince Charles will be Charles the Third
whe he ascends to the throne
the first one was executed in 1649
the second restaured de monarchy
bringing thus relief to the frustrated people
Nell Gwyn lived in the elegan mansion of Hampton Court

The vicar's window is still alight
he is preparing the sermon for Sunday morning

Sonntag
es ist verflossen
und eine neue Woche beginnt.
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jueves, octubre 10, 2024

Hugo Patuto / De "Magari"



Una palmera corrige otra luz con mil dedos

Una palmera corrige otra luz con mil dedos;
hay pálpito que soñar en el brillo
vertiginoso de la gata,
soltería mecida por flores.
Agrega miel un reloj olvidado,
miran los abuelos el mar del presente
y vas como dictamen
hacia el papel o tu camisa.
Tendrá esa labor nuestra mano:
empeño de agotarse para los vientos
sobre la roja
condición presa en el día.   


Entre mármol y turistas el sabor de la plegaria

Entre mármol y turistas el sabor de la plegaria,
laberinto de máscaras un verano,
impulso, la retina, paz o miedo:
Roma señala caminos por dádiva eterna.  


Al despedirnos, el futuro se agiganta

Al despedirnos, el futuro se agiganta
y borra el café un parpadeo.
(Ah el futuro, incontestable aro de ceniza
que sirve otra copa en el vacío).

Hugo Patuto (Conesa, Argentina, 1961), Magari, 2022-2023, inédito

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Foto: Sur y Sur

miércoles, octubre 09, 2024

Martha Kornblith / Dos poemas



Tus padres te miran.
Ellos habitan en tus delirios.
Te recuerdan las fechas,
el cumpleaños, el aniversario.
Te corrompen tus sueños.
Conspiran en las viejas fotos.
Te anuncian tu próxima liberación.
Tus padres te dicen:
Todo tiene solución
menos la muerte.
Pero yo sé que nunca más
callarán mis nervios
y me hundiré en mi muerte simbólica.
Sin más definiciones.

Oraciones para un dios ausente, 1995


Saga de la Familia

En todas las casas
siempre habitará un poeta
con una hermana (que no es poeta)
que le dirá
que escriba una biografía
sobre su familia.

En todas las casas
habitará una poeta
-loca además-
como aquellas que sostienen
a duras penas
sus propias biografías desdeñables:
Ellas avizoran pasados autistas
mujeres que dicen palabras soeces
dan tumbos a medianoche.

En todas las casas
habitará un primo lejano
-que vive en otro país-
y que busca (en inglés)
la génesis de la familia.
Conoció, hace años,
a esta pariente esquizoide
(tan callada, tan lejana -dijo-)
("So quiet, So withdraw").
No la reconoció en su última foto.
("lucía tan diferente")
("She looked so different,
so atractive, so outlocket")

En todas las casas
habitará una hermana poeta
-loca además-
que busca su propia desdeñable
génesis
(aquella que ya conocemos).

En todas las casas
habitará una hermana
que le pedirá a su hermana poeta
que escriba la historia
de la familia.
Esta poeta (loca de la casa)
pasará a formar parte de esta saga
el día en que deje el teléfono desconectado
en el filo de la madrugada.

Sesión de endodoncia, 1997

Martha Kornblith (Lima, 1959 – Caracas, 1997), Obra completa, Eclepsidra, Caracas, 2016
Vía Digo.Palabra.txt

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Foto: Editorial Eclepsidra/Instagram

martes, octubre 08, 2024

Ana Ussher / De "Letargo y letanía"



Todavía, con frecuencia, espero un sueño revelador
para dejarlo pasar como una canción desde un auto.
Cuando era chica en el bar de al lado de mi casa un hombre
levantaba quiniela
medio ladeado sobre alguna de las mesas
(un experto en la simulación de la lejanía).
En enero a la tarde seguro que de verdad cabeceaba
mientras con mis hermanos hacíamos remolinos de agua
junto al limonero.
Pero empezó la era
de los autoservicios. Elvira vendió los tacos de billar
también las heladeras y el mostrador.
Y tuvieron que morirse varios
incluido el limonero.
Hubo un borracho, Charoláis,
que sobrevivió bastante
–eso me parece a mí–.
Era de Balcarce o Areco y había sido corredor de turismo carretera.
A veces, llegando a la esquina
se le caían los pantalones: Charoláis.
Un punto blanquísimo
y balbuceante.
Laxo, largo lapso detenido.



Las hormigas escarban la naranja olvidada.
Se llevan la cáscara
en ágil fila.
Lo orgánico triunfa exultante.
Los colores no cambian. Andan.
En un corso
sonaba el tema –me parece– sobre unicornios
cuando perdí un pedazo de diente
por una serie de meneos concatenados que
involucraron una botella
y nos hicieron en vano buscarlo unos minutos por el piso.
De los consultorios odontológicos del gremio docente de mi padre tengo
todavía, en mi boca, un insumo.
Una camioneta verde estaciona.
Entonces, bajan y se dispersan los hacendosos.
Tienen, en sus orejas,
protección auditiva;
llevan, además,
gorro y sobre el gorro capucha.
Para hacer montículos con las hojas secas
prenden sopladores eléctricos de ulular estertóreo
que acaso no concuerda con lo grácil de la acción,
calma excepto para la tierra
que parece revuelo de bichitos.
Por último, usan el rastrillo y las bolsas, se ríen y se van.
¿Cuántas moscas entran –me pregunto–
en un solo poema
y por qué aparecen?
Hace poco una gris tornasolada
se posó en mi hombro izquierdo como si fuera
a decirme un secreto.
Sí…, plata no hay, plata no hay
nunca hay, hay que hacerla.
Pero entre el dicho y el hecho
ya ves bajan del techo
las palomas gordas y sentenciosas del estacionamiento.
A ellas no les interesa la naranja
ni siquiera se acercan a gorjear en mi oído,
aunque dele estamos mirarnos las pupilas:
se nos dilatan, se nos achican.
Y no deberíamos hablar de los caranchos.
Una mañana yo estaba en esta plaza
era temprano para los deportistas y
planeando de un árbol a otro
el pájaro lanzó su grito
¡kraaak!
de resonancia más bien angulosa
¡kraaak!, y duplicó la cosa.
Pero no deberíamos pensar
en el nido del carancho
en su pico curvo abriéndole el cuello a la paloma
en la destreza que logran sus garras.
No, no deberíamos
indagar en la vida de los caranchos.
Una mujer –conozco el nombre de sus hijos–
toma en bicicleta la dirección opuesta a la mía.
Su huella –la veo– es un continuo de rombos
que bordea un lado de los juegos
para niños.
Pero los regadores automáticos activarán
una lluvia invertida que insistirá en subir
simultánea a la puesta del sol
y tras su tris de vuelo a contraluz
(en error de cálculo)
caerá sin más sobre el dibujo
mutilando su forma plana.

Ana Ussher (Haedo, Argentina, 1982)

Letargo y letanía
,
Tren Instantáneo,
Buenos Aires, 2024









Más poemas de Ana Ussher en Otra Iglesia Es Imposible
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lunes, octubre 07, 2024

W. H. Auden / Nota sobre los intelectuales



Para el hombre de la calle, que es, por cierto,
Un agudo observador de las cosas
"Intelectual" sugiere, de un modo directo
Un hombre que es infiel a su esposa.

W. H. Auden (Inglaterra, Reino Unido, 1907 - Viena, 1973), "Dover y otros poemas", Diario de Poesía nº 9, Buenos Aires, invierno de 1988
Traducción de Mirta Rosenberg y Daniel Samoilovich


Note on intellectuals

To the man-in-the-street, who, I'm sorry to say
Is a keen observer of life,
The word Intellectual suggests straight away
A man who's untrue to his wife.

The Double Man, 1941
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Foto: W. H. Auden, c.1968 Underwood Archives/Getty Images

domingo, octubre 06, 2024

Georg Trakl / Tres poemas



El sol

Siempre vuelve el amarillo sol a la colina.
Es hermoso el bosque, el oscuro animal,
el hombre; pastor o cazador.

Por el verde estanque sube rojo el pez.
En silencio, bajo el redondo cielo,
navega el pescador en la barca azul.

Lentamente maduran la uva y el grano.
Cuando sereno declina el día,
un bien y un mal están dispuestos. 

Y cuando cae la noche,
levanta el caminante los pesados párpados,
silenciosamente,
y el sol irrumpe de la barranca sombría.


Canto de un mirlo cautivo

Hálito oscuro en el verde ramaje.
Pequeñas flores azules se ciernen
sobre el rostro del solitario, su paso de oro
se desvanece bajo el olivo.
Con el ala embriagada alza vuelo la noche.
Tan quedamente sangra la humildad,
el rocío gotea lento del espino en flor.
La piedad de brazos resplandecientes
acuna a un corazón que se rompe.


Verano

Al atardecer calla el lamento
del cuclillo en el bosque.
Se inclinan más el grano
y la roja amapola.

Negra tormenta amenaza
sobre la colina.
El antiguo canto del grillo
muere en el campo.

Nunca se mueve el follaje
del castaño.
En la escalera caracol
susurra tu vestido.

Serenamente ilumina la vela
en la habitación oscura,
una mano de plata
la apaga;

noche sin viento, sin estrellas.

Georg Trakl (Salzburgo, Austria, 1887 - Cracovia, Polonia, 1914)
Versiones de Julián de la Torre

Canto de un mirlo cautivo
Ediciones Kalos, 
Buenos Aires, 2024









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sábado, octubre 05, 2024

León de Greiff / Dos poemas




Tergiversaciones

I

Porque me ven la barba y el pelo y la alta pipa
dicen que soy poeta..., cuando no porque iluso
suelo rimar -en verso de contorno difuso-
mi viaje byroniano por las vegas de Zipa...,

tal un ventripotente agrómena de jipa
a quien por un capricho de su caletre obtuso
se le antoja fingirse paraísos... al uso
de alucinado Pöe que el alcohol destripa!,

de Baudelaire diabólico, de angelical Verlaine,
de Arthur Rimbaud malévolo, de sensorial Rubén,
y en fin... hasta del Padre Víctor Hugo omniforme...!

Y tánta tierra inútil por escasez de músculos!
tánta industria novísima! tánto almacén enorme!
Pero es tan bello ver fugarse los crepúsculos...

(1916)

(Tergiversaciones, 1925) 



Balada del tiempo perdido

I

El tiempo he perdido
y he perdido el viaje...

Ni sé adónde he ido...
Mas sí vi un paisaje
sólo en ocres:
desteñido...

Lodo, barro, nieblas; brumas, nieblas, brumas
de turbio pelaje,
de negras plumas.
Y luces mediocres. Y luces mediocres.
Vi también erectos
pinos: señalaban un dombo confuso,
ominoso, abstruso,
y un horizonte gris de lindes circunspectos.
Vi aves
graves,
aves graves de lóbregas plumas
—antipáticas al hombre—,
silencios escuché, mudos, sin nombre,
que ambulaban ebrios por entre las brumas...
Lodo, barro, nieblas; brumas nieblas, brumas.

Ni sé adónde he ido,
y he perdido el viaje
y el tiempo he perdido...

II

El tiempo he perdido
y he perdido el viaje…

Ni sé adónde he ido...
Mas supe de un crepúsculo de fuego
crepitador: voluminosos gualdas
y calcinados lilas!
(otrora muelles como las tranquilas
disueltas esmeraldas).
Sentí, lascivo, aromas capitosos!
¡Bullentes crisopacios
brillaban lujuriosos
por sobre las bucólicas praderas!
Rojos vi y rubios, trémulos trigales
al beso de los vientos cariciosos!
Sangrantes de amapolas vi verde-azules eras!

Vi arbolados faunales:
Versallescos palacios
fabulosos
para lances y juegos estivales!
Todo acorde con pitos y flautas,
cornamusas, fagotes pastoriles,
y el lánguido piano
chopiniano,
y voces incautas
y mezzo-viriles
de mezzo-soprano.

Ni sé adónde he ido...
y he perdido el viaje
y el tiempo he perdido...

III

Y el tiempo he perdido
y he perdido el viaje...Ni sé adónde he ido...
Por ver el paisaje
en ocres,
desteñido,
y por ver el crepúsculo de fuego!

Pudiendo haber mirado el escondido
jardín que hay en mis ámbitos mediocres!
o mirando sin ver: taimado juego,
buido ardid, sutil estratagema, del Sordo, el Frío, el Ciego.

(1923)

(Libro de signos, 1930)

León de Greiff  (Medellín, Colombia, 1895 - Bogotá, 1976), Material de Lectura n° 84, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2010

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Foto: Otraparte

viernes, octubre 04, 2024

Jorge Teillier / De "Para un pueblo fantasma", 3



Un taxi más

           A los amigos dominicales de "La Fama"

Un taxi más. Vanidad de vanidades.
Un taxi más. Belvederes de espuma.
Sangre de narices y no hay gin fizz mañana,
El cielo se persigna. Palais Royal galopa.

Un taxi más. My love is far away.
El "Audax" ha cerrado. Ha perdido el Green Cross.
Un taxi más. No hay vagos en los parques
porque al sueño lo invaden las hierbas venenosas.

Un taxi más. Jolson sings again.
Gabin será mañana marítima ceniza.
Las dos de la tarde son triángulo de las Bermudas
pero es bueno pedir penúltimos pipeños.

Un taxi más. Antes de que en las comisarías
te sorprendan los rosados dedos de la aurora.
No has sido ni serás el joven de la película.
Plaza Egaña here I am, sin un techo amarillo.

                                  28 de diciembre de 1976

Bienes

                    Todo lo que he perdido 
                    volverá con las aves.
                                  Jorge Guillén

Un libro de Edgar Poe, un pasaje de tren,
un remolino, un llavero sin llaves, una manta
          araucana, un calendario, un jarro, un
          payaso de trapo,
un mapa de Cautín, el retrato de un gato,
          una maleta vieja, una peineta, una camisa
          negra,
un programa del Hípico, un poema inconcluso, una
          ficha de teléfono, un disco de Zarah
          Leander,
un puñado de cartas, la torre del Tarot, un alfil
          blanco, un revólver sin nuez, una manzana.

Jorge Teillier (Lautaro, Chile, 1935 - Viña del Mar, Chile, 1996), Para un pueblo fantasma, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso/Concejo Nacional del Libro y la Lectura, Valparaíso, 2004

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jueves, octubre 03, 2024

Juan José Hernández López / Tres poemas


Solo de jazz para un Apocalipsis

             La luz de la luna y los aparcamientos desolados.
                                                               Charles Simic

Suena el saxo de Lou Donalson en un club de New Jersey
esculpiendo el humo que lo separa del público,
como un picapedrero del llanto.
Afuera, el único aparcacoches blanco
a este lado del Delaware
soporta una nevada vengativa
y recoge las notas que huyen escondidas
en cada oído insomne que abandona el local,
no sea que las más agudas rayen
el barniz de algún impoluto Cadillac.
La luna, con su sordo haz blanquecino,
barre los aparcamientos desolados
como si fueran el patio de una cárcel
en la condena del último invierno.


Niño con pala en la playa

Alfonso ha construido una torre
de arquitectura vagamente perfecta,
tan solo hundiendo una pequeña pala azul
empujada por el ansia de sus manos diminutas.
Al Capone también fue niño.
Bajo sus castillos de arena,
a medio metro de profundidad,
ya se descomponían los cadáveres.

Un taxidermista entre jirafas, 2021


Salpicadura

En otro intento de escribir un poema sucio,
uno que me permita entrar en el circuito de poetas
que le comen la polla a Bukowski
y, sin embargo, luego echan sacarina al café
y no deben ni una cuota de hipoteca,
me he vuelto a escupir en la barba.

Como el que monta una ferretería en el centro del Sáhara, 2021

Juan José Hernández López (Reading, Inglaterra, 1970, vive en Gran Canaria, España), Trasdemar, septiembre 15, 2021

Más poemas de Juan José Hernández López en El Humo, Octavo Boulevard, Palabra y Verso
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miércoles, octubre 02, 2024

Antonio Cisneros / De "Como higuera en un campo de golf", 2



La casa de Punta Negra
(Ese imperio)

Primero
se marcaron las fronteras
con estacas y cal,
y las antiguas tribus
que habitan los campos
–culebras, lagartijas–
fueron muertas
sobre la tierra plana:
sólo manchas de sal
y restos de gaviotas
como toda heredad,
y en los últimos días
del verano
llegaron los camiones
con ladrillos
y arena de agua dulce:
así vi edificarse
ante mis ojos
Tebas,
Jerusalem,
Nínive,
Roma,
Atenas,
Babilonia,
y apenas la casa
fue techada
hubimos grande fiesta:
el maestro albañil
hizo una cruz de palo
y amarré
geranios,
mimosas,
lluvia-de-oro,
hubimos también
panes con carne asada
y yerbas
y cebollas
–un bosque de botellas
de cerveza–
y el mar era una loma
de algas muertas
mezcladas con la niebla:
los pelícanos viejos
celebraron mi canto
antes de alimentar
a las arañas,
a los cangrejos peludos
de las rocas.
La casa fue clavada
con la cara al Oeste,
a más de 80 metros
de las aguas
en arenas seguras
–y ese sol–
tras los muros del Este
los camiones
y los autos veloces
ardían en la brea
como torres de paja,
y al fondo
inacabables
las colinas de arcilla,
el aire rojo,
los perros salvajes,
y fue todo,
y ese mar
ya no puede lavarnos
otra vez
–aunque brillé
en los siete veranos–
(y yo fui
dorado,
alegre,
veloz)
y busco algunas veces
esas piedras
chatas
y redondas
para tirar al agua
–revuelta a 87
millas-sur
de esta vieja caverna
edificada
en la isla del viento
donde llevan
los hombres
a sus muertos
colgados
de la espalda
y brilla
este mal sol
más frío
que un cangrejo
entre la boca:
el parque de St. James
sembrado de muchachos
y muchachas
que se enredan
como blandas culebras
bajo el aire
(y fue un desenredarme
y enredarme
sobre todos los campos
de la sal
y la arena mojada,
antes de la caída
de ese Imperio).


En el 62 las aves marinas hambrientas llegaron hasta el centro de Lima

Toda la noche han viajado los pájaros desde la costa -he aquí la migración 
     de primavera:
las tribus y sus carros de combate sobre el pasto, los templos,
    los techos de los autos.
Nadie los vio llegar a las murallas, nadie a las puertas
-ciudadanos de sueño más pesado que jóvenes esposos-
y ninguno asomó a la ventana, y aquellos que asomaron
sólo vieron un cielo azul-marino sin grieta o hendidura entre su lomo
-antes fue que el lechero o el borracho final- y sin embargo
el aire era una torre de picos y pellejos enredados,
como cuando dormí cerca del mar en la Semana Santa
y el aire entre mi lecho y esas aguas fue un viejo gallinazo de
   las rocas holgándose en algún patillo muerto
-y las gaviotas-hembra mordisqueando a las gaviotas-macho y
   un cormorán peludo rompiéndose en los muros de la casa.

Toda la noche viajaron desde el Sur.
Puedo ver a mi esposa con el rostro muy limpio y ordenado
   mientras sueña
con manadas de morsas picoteadas y abiertas en sus flancos por
   los pájaros.


Poeta inédito en el baño del bar Palermo

Escribió tres o cuatro sonetos contra la Virgen
y uno a favor.
Y todo fue arrastado por las aguas.

Antonio Cisneros (Lima, 1942-2012), Como higuera en un campo de golf [1972], Kriller71 Ediciones, Barcelona, 2012

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martes, octubre 01, 2024

Ezra Pound / Paracelsus in excelsis



 
"No siendo ya humano, ¿para qué simular humanidad
o usar el frágil atavío? 
Hombres y hombres he conocido, pero nadie jamás
que se haya vuelto una esencia tan libre 
o sólo un elemento, como yo. 
La niebla sale del espejo y miro. 
¡Helo aquí! Abajo se extiende el mundo de las formas;
debajo de nuestra paz se ve la agitación. 
Y nosotros, que abandonamos la forma, ascendimos.
Fluidos intangibles que antes fueron hombres 
parecemos estatuas, y un río desbordado 
corre enloquecido a nuestros pies. 
Solo en nosotros el elemento de calma."

Canzoni, 1911

Ezra Pound (Hailey, Estados Unidos, 1885 - Venecia, Italia, 1972), Argentarium. Antología de los poemas cortos de Ezra Loomis Pound, traducidos por autores argentinos, Edciones en Danza, Buenos Aires, 2009 
Versión de Gerardo Gambolini



Paracelsus in excelsis

"Being no longer human, why should I
Pretend humanity or don the frail attire?
Men have I known and men, but never one
Was grown so free an essence, or become
So simply element as what I am.
The mist goes from the mirror and I see.
Behold! the world of forms is swept beneath-
Turmoil grown visible beneath our peace,
And we that are grown formless, rise above-
Fluids intangible that have been men,
We seem as statues round whose high-risen base
Some overflowing river is run mad,
In us alone the element of calm."
---
Foto: Ezra Pound, Rutherford, Nueva Jersey, 30 de junio de 1958  Richard Avedon / Richard Avedon Foundation

Nota del Ad.: Avedon tomó una serie de fotografías durante la visita del Pound a William Carlos Williams, en Rutherford, no bien salido del hospicio psiquiátrico de St. Elizabeth, donde estuvo confinado 13 años para recuperarse de una supuesta enfermedad mental. Su internación fue decidida por un jurado que no quiso sentenciarlo a la pena de muerte, bajo el cargo de "traición a la patria", a causa de sus tramisiones desde Radio Roma durante la Segunda Guerra Mundial.

lunes, septiembre 30, 2024

Emma Villazón Richter / De "Lumbre de ciervos"



Anuncio de ciervos

Ubica la hija el cuerno
lo tañe distribuye peces en tono alto
el grave es mudo se desbarranca de sus axilas
muerto por caparazón muy blando u opaco
Palmas hace y continúa angurria revuelve
tórax alza penacho y la expulsa a bambúes
al aire escaso donde esperaba allá más
del claustro allá más de virtud en techo
y no emergían ni sus ojales

Ubica la que amanece el cuervo
lo blande y en lumbre nace su espada
en caótico cauce para extremar ovejas
o furor que desmenuce lo plano
De aquí para allá a cortar empieza
paredes vasos umbilicales cordones
de hojas atadas a nombres con amor
no manso Nuevas formas ebria imagina
de procrear ciervos: que la madre duerma
sin croar ni quebrarse por años:
que los hijos colgados no sean
en cruz ni pedidos: que esa vieja trama
renazca más cerca de libélulas o barro

Ubica la rauda el trueno lo acoge
se dedica a raspar y raspar con él
en lo seco hasta que avizora
incendios emanaciones sin letra
flores dobles: un río alzado en la voz que no cesa


Parlamento

No se aleja quien nunca se va,
sale por la puerta real o irreal
y se despide en tono de lluvia ascendente o pájaro.
Nadie parte fácilmente y quizás nunca del todo
de instancias mayores, sobre todo
del lugar del origen, de esa torre ambigua
y amenazadora, siempre hambrienta de sueños idénticos.
No hay quien no requiera tiempo y fricción
para alcanzar la corrida en pos de su lengua.
El punto de tensión entonces
no reside en la cantidad de escenas y abrazos que aletean
o qué ciudad a mediodía se abandona, sino con qué
perfiles, llaves, piernas de sombra y cielos plegables
se parte, con qué
                 gigantes en sonrisas

                       —dijo aquella que se va
                                en la intersección del pájaro


Tu a y tu e

Cuando nace un ruido o pensamiento
no se desvanece el otro, el antiguo;
ambos se juntan en gimnasia oleosa,
se sostienen y fluctúan para darse cabida
en los días y hacer un vivo tiempo medio preso.
Botones los días tejen tu abrigo de pasado y mañana.

Así el niño con manos maternas jala al joven,
y veo de tantos seres estar llena tu boca,
una pecera con prolíficos trémulos estambres.
De tantas alegrías y ahogos bailar llena tu luz
y tu a tu e aperturantes en el poema desnudo
que vos, vos nunca podrías tener un Único nombre
                              ni alguien


Autopista de febrero

cada vez más lejos cada vez
más cerca, en la búsqueda,
asentían los ojos, jalando hacendosos
las velas de las nubes que huían

sobre metros de cemento cada vez más lejos
de cierto origen, más cerca, encandilaba la joven
morte, encrespada, precipitada
–el ansia de agarrar el cuerpo
con un dedal y soltarlo, fugaz–

cada vez desde más lejos, más
cerca danzaba el secreto obvio
en las humildes capillas del camino

cada vez, en ese paisaje, deslumbraba más
tu mano en el volante, hablaba, da-
ba un haz de posibles mar-
avillosos, una vasija
de pócima cósmica

—de tu mano cerca, íbamos a la lejanía

Emma Villazón Richter (Santa Cruz, Bolivia, 1983 - El Alto, Bolivia, 2015), Lumbre de ciervos, Grupo Editorial La Hoguera, Santa Cruz, Bolivia, 2013 / Ultramarinos, Barcelona, 2019

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domingo, septiembre 29, 2024

Carl Rakosi / Paraguay



A primera hora las tórtolas
colonizaron la palmera. 

Estábamos buscando un tótem.
Como no encontramos más
que señales de indios,
contratamos la siguiente lancha hacía Río de Janeiro. 

En la costa oeste,
donde el sol desvía los halcones
de su ruta hacia el mar,
encontramos un fraile bendito
sin catedral
pero con las margaritas de mayo,
viviendo de leche y galletas,
con la cruz en una mano
y la anatomía de la pena en la otra. 

Carl Rakosi (Berlín, 1903 - San Francisco,  Estados Unidos, 2004), Poetry Magazine, volumen XXXIX, número II, noviembre de 1931; Poetry Foundation
Traduccion de Jonio González



PARAGUAY 

In the early hours the lovebirds
colonized the palm.

We were looking for a totem.
Finding nothing
but the Indian smells,
we booked the next boat to Janeiro.

On the east coast,
when the sun deflects the falcons
we found a blessed frère
with no cathedral
but the daisies in May,
living on milk and wafers,
with the cross in one hand
and the anatomy of sorrow in the other.
---
Foto: Carl Rakosi, 2002, imagen del video "El último objetivista", Nervio Óptico/YouTube

sábado, septiembre 28, 2024

Luigi Illica / Canción de la Bandera (Aurora)



Alta en el cielo un águila guerrera
audaz se eleva en vuelo triunfal,
azul un ala del color del cielo,
azul un ala del color del mar.

Así en el alta aurora irradial
punta de flecha el áureo rostro imita,
y forma estela al purpurado cuello.
El ala es paño, el águila es bandera.

Estribillo
Es la bandera de la patria mía,
del sol nacida, que me ha dado Dios
es la bandera de la patria mía,
del sol nacida que me ha dado Dios.

[1908]

Luigi Illica (Castell'Arquato, Italia, 1857 - Colombarone, Italia, 1919), aria de la ópera Aurora, de Héctor Panizza, final del segundo acto, Lyric Find, © Sociedad de Autores y Compositores de la Argentina
Traducción de Josué Quesada y Angel Petitta*

* Como es sabido, la traducción de este poema de Illica mereció amplio debate por lo complicado -e incomprensible- de sus analogías entre águila y bandera. Los traductores enrarecieron, ciertamente, el asunto, pero, siendo la letra original, si no diáfana, más clara, la comprensión cabal del canto se da en presencia de la acción insertada entre el segundo y el tercer acto de la ópera Aurora, encargada por el gobierno argentino al prestigioso autor y director ítalo-argentino Héctor Panizza. Éste solicitó para la letra los servicios del libretista italiano Luigi Illica, quien había escrito para Puccini las letras de La Bohème, Tosca y Madame Butterfly. Aurora se estrenó dos años antes del Centenario en el teatro Colón, de Buenos Aires, recién instalado en su sede actual. Se entiende completamente el canto al ver que el protagonista lo entona al amanecer, ante la visión de un águila que alza su vuelo frente al sol naciente. El rostro del águila parece entonces, dorado en su carrera, la punta de una flecha. El tenso cuello (teso collo) del águila purpura (porpora), se tiñe de púrpura, y forma un tallo (stelo) a la bandera, esto es, el asta. Qué hicieron los traductores con todo eso, está a la vista. No tuvieron en cuenta, para empezar, que la "aurora irradiale" es solo el sol naciente, el alba, y que lo que semeja la punta de una flecha no es el "áureo rostro" del sol sino la cabeza dorada (d'or) del águila, con su afilado pico. Allí empiezan las confusiones, que continúan con un stelo que se convierte en estela y que se trasladaron sin más a cientos de miles de escolares desde que, en 1945, el aria de la bandera, conocida desde entonces como "Aurora", fue entonada en todas las escuelas primarias por decisión gubernamental (N. del Ad.)


Alta pel cielo, un'aquila guerriera,
ardita s'erge in volo trionfale.
Ha un'ala azzurra, del color del mare,
ha un'ala azzurra, del color del cielo.

Così nell'alta aurora irradiale,
il rostro d'or punta di freccia appare,
porpora il teso collo e forma stelo,
l'ali son drappo e l'aquila è bandiera.

È la bandiera del Paese mio,
nata dal sole; e ce l'ha data Iddio!
---
Foto: Luigi Illica Visit Piacenza

viernes, septiembre 27, 2024

Luis de Góngora / Ayer naciste, y morirás mañana...



XLIX

A una rosa

Ayer naciste, y morirás mañana.
Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
¿Para vivir tan poco estás lucida,
y para no ser nada estás lozana?

Si te engañó tu hermosura vana,
bien presto la verás desvanecida,
porque en tu hermosura está escondida
la ocasión de morir muerte temprana.

Cuando te corte la robusta mano,
ley de la agricultura permitida,
grosero aliento acabará tu suerte.

No salgas, que te aguarda algún tirano;
dilata tu nacer para tu vida,
que anticipas tu ser para tu muerte.

Luis de Góngora y Argote (Córdoba, España, 1561 - 1627), Sonetos, edición de Ramón García González; Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Alicante, 2004  

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Imagen: Retrato de Luis de Góngora (detalle), copia del siglo XVIII en el Museo del Prado, de Madrid, del original de Diego Velázquez, 1622, actualmente en el Museum of Fines Arts, de Boston

jueves, septiembre 26, 2024

Enrique Lihn / De "Al bello aparecer de este lucero", 2



Carne de insomnio

Ruiseñor comí de tu carne y me hice adicto
al insomnio que ella contagia, por el cual
yo ya tenía una afición extraña
   Oigo venir tu canto mudo aún
anudando la noche y el deseo de verte
Y no duermo jamás, sólo las horas
que muerdo el pan de preso y bebo el agua
de su Leteo en el tazón de fierro
Quieren que sobreviva a esta locura
y responda a tu canto con mi grito
por eso duermo poco y muero mucho
ruiseñor, escuchándote
"ave parlera la que fue niña muda".

  Me parece la celda
no más la emanación de un lindo insomnio
y me parece frívolo compararla con otras
de tantas. Es la noche sin ti con el regusto
de tu carne que produce el insomnio, Filomela
y una adicción al canto con que ese pajarillo
virtuoso de mi oído, me desvela
-oh maravilla- y maravilla
porque es su canto mudo el que estoy escuchando
a la niña no al ave, ensangrentada en pájaro.


El bello pánico

Ya se sabe: la belleza
juvenil produce estragos en los hombres de mediana edad
efectos que pueden llegar a ser devastadores. Ellos creen
ser visitados por ángeles
emisarios de la Divina Prostitución Se suponen
acreedores del cielo que les devuelve, por fin, la mano
El bello pánico
asociado a la autocomplacencia Se hunden en la somnolencia
que les quita el sueño vegetal y les impone
la lúcida ensoñación de las intimidades del plancton
Alli se generan abstracciones imperceptibles
palacios perfectos radiolarios
Es un encanto de experiencia
desconsoladora en su temor de serlo
alimentada por el desconsuelo.


Yo, el libro

También el cuerpo se descompagina
porque lo hojeen distraídamente
Soy un imbroglio de maltratado papel
entre las manos de una lectora poco atenta
un magazine en un sala de espera
que irá a parar en unos días más
a la bolsa negra de polietileno
Antes de que esto ocurra, lee en mí
el último capítulo de nuestra historia en común
para que sepas.


Piedra sacificial

No me quiero hacer la víctima
A lo sumo estoy cómodamente tendido sobre la piedra
           de los sacrificios
y un tipo que se limpia las uñas con un cuchillo
me dice: ¿qué es de tu vida?
¿No te parece que sobra?

Enrique Lihn (Santiago de Chile, 1929 - 1988), Al bello aparecer de este lucero [1983], LOM Ediciones, Santiago de Chile, 1997

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miércoles, septiembre 25, 2024

Elizabeth Bishop / Pequeño ejercicio


                         para Thomas Edwards Wanning

Pensá en la tormenta vagando inquieta por el cielo
como un perro buscando un lugar para dormir,
escuchala gruñendo. 

Pensá en cómo estarán ahora los manglares
flotando, insensibles a los relámpagos
en familias oscuras y muy fibrosas, 

donde ocasionalmente una garza levanta su cabeza,
sacude sus plumas, hace un comentario ambiguo
cuando el agua brilla a su alrededor. 

Pensá en el bulevar y en las palmeras bajas
bien clavadas en sus filas, de repente convertidas
en puñados flexibles de esqueletos de pescado. 

Está lloviendo ahí. El bulevar y sus veredas agrietadas
con yuyos saliendo de cada quebradura,
aliviados por mojarse, y el mar por refrescarse. 

Ahora la tormenta se aleja otra vez en una serie
de pequeñas escenas de batalla mal iluminadas,
cada una “en otra parte del lugar de la pelea”. 

Pensá en alguien durmiendo en el fondo de un bote
atado a la raíz de un manglar o al pilote de un puente,
pensá en él como intacto, apenas perturbado.

Elizabeth Bishop (Worcester, Estados Unidos, 1911 - Boston, Estados Unidos, 1979), El iceberg imaginario, Postales Japonesas, Córdoba, Argentina, 2019
Versión de Laura Crespi



Little Exercise

                  for Thomas Edwards Wanning

Think of the storm roaming the sky uneasily
like a dog looking for a place to sleep in,
listen to it growling.

Think how they must look now, the mangrove keys
lying out there unresponsive to the lightning
in dark, coarse-fibred families,

where occasionally a heron may undo his head,
shake up his feathers, make an uncertain comment
when the surrounding water shines.

Think of the boulevard and the little palm trees
all stuck in rows, suddenly revealed
as fistfuls of limp fish-skeletons.

It is raining there. The boulevard
and its broken sidewalks with weeds in every crack
are relieved to be wet, the sea to be freshened.

Now the storm goes away again in a series
of small, badly lit battle-scenes,
each in "Another part of the field."

Think of someone sleeping in the bottom of a row-boat
tied to a mangrove root or the pile of a bridge;
think of him as uninjured, barely disturbed.

Poetry Foundation
Copyright Credit: Elizabeth Bishop, "Little Exercise" from Elizabeth Bishop: The Collected Poems 1927-1979. Copyright © 1989 by Elizabeth Bishop. Farrar, Straus & Giroux, LLC, www.fsgbooks.com.
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Imagen: Foto de juventud de Elizabeth Bishop en la portada de Obra completa, tomo 1, Vaso Roto, Madrid, 2016

martes, septiembre 24, 2024

Eduardo Dalter / De "Semeruco"


Lecuna y Baralt

Desolaciones, nuevos paisajes, cielos tórridos
mientras el autobús avanzaba por la autopista
bajo los altos reflectores de luces amarillas,
próximo a entrar a la terminal, seguro semidormida.
Entonces, recuerdo, pensaba en mi madre
y siempre en las calles de mi país muy lastimado.
Tomaba un café o dos, entre mendigos
y noctámbulos, con sus frentes sudadas,
y aguardaba el clarear de la ciudad de mala fama,
sin comprender mucho en dónde estaba.
(Los exilios de alguna forma nos dejan en el aire,
como levitando; ¿en cuál mar desembocará
esta historia que parece sin ley y sin medida?)
La avenida Lecuna, con sus comercios, se extendía
aún en sueños, bajo la mañana que ya se prometía
olorosa a monóxido, a café largo y frituras.


La realidad me escribe

Hay poemas, Lubio, que es mejor no escribirlos;
sería como deslizar la lapicera sobre algo ya escrito
y cuyos signos se fueron arraigando en los años,
no con vocales, consonantes, sino con aires, voces...;
estaríamos haciendo una copia, o un intento
de copia, que nunca podría ser sino un agregado.
La realidad también escribe sus poemas en nosotros
hondamente, como si fuéramos una pizarra o un papel
repleto de caminos y muelles que se fueron dibujando.
A menudo, sobre todo cuando me detengo en los tiempos
(o en sus momentos más vívidos, o entrañables),
yo los leo y releo, no sin emoción y no sin sorpresa.


Entre Puerto La Cruz y Cumaná
Apunte en el autobús

Tiene sus colores y resplandores, y tiene gracia
y aire abierto, pero es dura, muy dura, la vida
en Venezuela, locha a locha, en la costa, la sabana
y los cerros. A veces, todo se borra con un trago,
pero hacia el fondo de la pizarra, alguna letra
a medio borrar y honda siempre queda
como un murmullo o una lágrima de nadie.
Se anuncia en los rostros, en la parada de autobuses
y en las miradas de las mujeres de los pueblos.
Tiene sus colores y tiene, como en un poema
de Palomares, ese sabor a seguir andando
entre parientes, caminos, memorias y sudores
de estos nacimientos silvestres y estas suertes...

Eduardo Dalter (Buenos Aires, 1947), Semeruco. De Güiria a Maracaibo, inédito
Envío de Rolando Revagliatti

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Foto: Gentileza del autor

lunes, septiembre 23, 2024

Federico Schopf / El espía que regresó del frío



No logró acostumbrarse a ninguna lengua extraña.
Se desplazó por capitales de importancia
bebió interminables tazas de café, ensayó diálogos
con extraños cercanos a su mesa, ascendió a la torre de varias catedrales
-desde allí vio el trazado medieval de muchas calles-,
pretendió descifrar tapices, se interesó en la teoría de la información
pero no logró ningún contacto interesante.
Sólo conversaciones acerca de flores en una lengua borrosa
recetas de botica, preguntas por el tiempo,
         citas a destiempo con extranjeras recién conocidas,
paseos por la orilla del lago de Zurich con un frío que calaba los huesos,
los cabellos largos, las cinturas lo apasionaban, pero eran frías,
parecían hechas de mármol o eran maniquíes sedosos
expertos en abrir las piernas con medias que llegaban hasta la cintura.
Caminó por el jardín de Luxemburgo
-allí fue capaz de enumerar una a una las estatudas-, 
le parecía que las calles cambiaban de nombre
           tan pronto las abandonaba.
Ruido interminable de botellas de cerveza, borracheras espantosas para su misión,
películas en que las imágenes escapaban de sus ojos
           como los presuntos sospechosos en las esquinas de los bulevares:
maquinarias de arte incomprensibles -mensajes vacíos que proclamaban el vacío-
centros de acción en forma de espiral donde pequeños toques de corneta
mantenían al margen de la voluntad,
fornicaciones no disfrutadas, operetas, idas y venidas en diversos metros
y un recuerdo permanente de la patria con que no se lograba cumplir.

Federico Schopf (Osorno, Chile, 1940), revista Trilce, año VI, tomos II y III, n° 15-16, pp. 25 y 26, Valdivia, febrero-agosto de 1969
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domingo, septiembre 22, 2024

Arnaldo Calveyra / De "Maizal del gregoriano"



Acudimos al espectáculo en derredor de un plato incandescente y de una danza, y yo, entrerriano recién llegado a la abadía de Solesmes en busca de retiro y de silencio, me siento en un lugar apartado de la iglesia a oír el gregoriano que cunde a lo maizal de nave a nave en procura de los techos entibiados por la luz de las velas, oigo al monje a mano derecha, de pie junto a la columna, en busca de notas que se amen.

*

El hombre sale del rancho a contemplar las nubes. Entre los pastizales, a golpecitos blandos, los primeros goterones, hombre despertado por su propia lluvia. Dios hecho de hombre, de hombre solo por el campo anochecido de la mañana. Avanza entre los teros que se guarecen en los pastos, la perdiz se hizo perdiz, avanza por la lluvia como animal por los rincones de su madriguera. Avanza por lo mismo de hombre. Callada la lluvia y callada la tierra. Hombre que se fuera llamando a silencio.

*

De las velas que se prenden y se apagan no te olvides. Del calor de las velas , de los pabilos en hilera. No te olvides que en un momento se apagaron para volver a prenderse mientras la cara del difunto rejuvenecía, ganaba libertad, ganaba las puertas de la adolescencia, se abría paso entre nosotros que todavía estábamos en la falla de la vida, que ignorábamos todo del mundo de los muertos. De la vocal que se derrama como aceite hirviente de un labio -labio color páramo, labios que dan al páramo, al páramo dedicados.

*

Custodien, custodien el plato blanco incandescente.

*

No te olvides de estar en varias partes a la vez,
en forma casual a veces, ubicua tantas otras,
como los dioses que de joven saludaste en Grecia.
No te olvides del calor de las manos.
No te olvides que al comienzo y al final de la frase
la misma sensación de impotencia nos rondaba.
De esa nada, del polvillo de las velas prendidas,
no te olvides.
Se encuentran entre dos corrientes de aire,
no te olvides.
Del libro que se apretuja entre tus manos.
De la palabra destartalada.
Del labio que se ausenta del rezo.
Del calor de las velas.
De los pabilos prendidos como ríos meditabundos
por calles de Copacabana, Bolivia.
Del ojo izquierdo de santa Eulalia,
cierva acosada por la jauría,
de Renunciada, de Gertrudis, de Angélica Delicia María.
De los ojos de los padres de las santas.
De los oídos que entonces fuimos,
del viaje emprendido a la luz de las velas.
Del dialecto gregoriano.
Mientras la teoría de luces se concentra hasta apagarse.
Del dialecto de miradas.
De la reunión de santas bajo tierra.
Del muerto bajo tierra.
Del encuentro de la palabra con su silencio.
De los pabilos alineados.
De los padres de las santas que fueron, uno a uno,
padre de santa.
No te olvides que esa tarde fuimos los ojos de esas imágenes.
Imágenes que proferiste en sueños.
No te olvides de estar en varias partes a la vez.
Por si consiguieras dar con la palabra y el lugar exacto, exactos.
Del maíz que asoma de tierra,
cosechado por una mano o por el viento.
De la lámpara que se apaga por falta de querosén.
De los pabilos en pugna con la oscuridad de Copacabana.
De la frase gritada en sueños, a la que contestabas en sueños, ¿era
en el mismo sueño?
Del propio olvido.
Del invierno, padre y madre de raíz de los árboles.
De tu infancia de pie grande.
De la vocal descarnada.
Del trino que al cesar se vuelve al árbol,
ya es del árbol, es árbol.
Del labio que no sabía de rezos no te olvides.
Y de esa nada, del polvillo de la luz de las velas
no te olvides.
De las diferentes maneras de olvidar.
Del calorcito que sube del regazo, llega a las manos.
De la comunión de las santas.
De los muertos bajo tierra.
De esta habla gregoriana.
Del plato de blanco reluciente.
De la luz que no cierra.
Del paisaje en fuga, paisaje demorándose tras el árbol.
Del prenderse y apagarse las velas.
Torrentes de oscuridad en el cuarto abandonado.
Del olvido no te olvides.
No importa de qué. Lo que importa es no olvidar,
no olvidarse.
De la forma de olvidar no te olvides,
del propio olvido no te olvides.
Abandonado en su nombre,
nombre de alguien que ahora es nadie.
Del paisaje anestesiado no te olvides.
Apunado.
Del hombre incapaz de toda música.
Del calor que se va de las manos.
De este cuaderno borrador.
Grandes lluvias de oscuridad, con la oscuridad por destino, por
lecho único.
No importa de qué, de nada, importa no olvidar.
Del poder del olvido no te olvides.
De las diferentes maneras de olvidar.
De la página por venir del libro.
De los años ya muertos o a punto de morirse.
De este palpitar en sueños.
De la luz sobre la página, luz que cae sobre la página.
No te olvides de esa nada entre dos vientos, nada que surge del
encuentro de los vientos.
De la vocal derramada sobre el labio.
De la luz de rezar, luz que a sí misma se reza.

Arnaldo Calveyra (Mansilla, Argentina, 1929 - París, 2015) "Maizal del gregoriano", 2005, Poesía reunida, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2008

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Foto: Arnaldo Calveyra, París, 2014 Ulf Andersen / Getty Images

sábado, septiembre 21, 2024

Nikos Kavadias / Mal du départ



Seré siempre un amante idealista e indigno
de los largos viajes y los mares azules,
y moriré una tarde, como todas las tardes,
sin hendir la línea turbia de los horizontes.

Hacia Madrás, Singapur, Argelia y Fez
partirán los barcos, orgullosos como siempre,
y yo, encorvado en un despacho ante mapas marítimos,
haré sumas en gruesos libros de contabilidad.

Dejaré ya de hablar de viajes lejanos;
mis amigos pensarán que los olvidé
y mi madre, contenta, dirá a quien le pregunte:
"Fue una curiosidad juvenil, pero ya pasó...".

Mi yo se alzará una tarde ante mí
y, como un juez sombrío, me pedirá una razón
y esta indigna mano mía temblorosa se armará,
señalará y golpeará sin miedo al culpable.

Y yo, que tanto deseé ser enterrado un día
en un mar profundo de las lejanas Indias,
tendré una muerte común y tristísima
y un entierro como los entierros de muchos hombres.

Nikos Kavadias (Cerca de Harbin, Manchuria, China, 1910 - Atenas, 1974), Antología de la poesía griega, Ediciones Clásicas, Madrid, 1997
Edición y traducción de José A. Moreno Jurado
Envío de Jonio González



MAL DU DÉPART  

Θα µείνω πάντα ιδανικός κι ανάξιος εραστής
των µακρυσµένων ταξιδιών και των γαλάζιων πόντων, 
και θα πεθάνω µια βραδιά, σαν όλες τις βραδιές, 
χωρίς να σχίσω τη θολή γραµµή των οριζόντων. 
Για το Μαδράς, τη Σιγγαπούρ, τ’ Αλγέρι και το Σφαξ
θ‘ αναχωρούν σαν πάντοτε περήφανα τα πλοία, 
κι εγώ, σκυφτός σ’ ένα γραφείο µε χάρτες ναυτικούς, 
θα κάνω αθροίσεις σε χοντρά λογιστικά βιβλία. 
Θα πάψω πια για µακρινά ταξίδια να µιλώ
οι φίλοι θα νοµίζουνε πωςτ α ‘χω πια ξεχάσει, 
κι η µάνα µου χαρούµενη, θα λέει σ’ όποιον ρωτά: 
«Ήταν µια λόξα νεανική, µα τώρα έχει περάσει…» 
Μα ο εαυτός µου µιαν βραδιά εµπρός µου θα υψωθεί
και λόγο, ως ένας δικαστής στυγνός, θα µου ζητήσει, 
κι αυτό το ανάξιο χέρι µου που τρέµει θα οπλιστεί, 
θα σηµαδέψει, κι άφοβα το φταίστη θα χτυπήσει. 
Κι εγώ, που τόσο επόθησα µια µέρα να ταφώ
σε κάποια θάλασσα βαθιά στις µακρινές Ινδίες, 
θα ‘χω ένα θάνατο κοινό και θλιβερό πολύ
και µια κηδεία σαν των πολλών ανθρώπων τις κηδείες.
---
Foto: Niko Kavadias, 1934 Lifo