lunes, septiembre 30, 2024

Emma Villazón Richter / De "Lumbre de ciervos"



Anuncio de ciervos

Ubica la hija el cuerno
lo tañe distribuye peces en tono alto
el grave es mudo se desbarranca de sus axilas
muerto por caparazón muy blando u opaco
Palmas hace y continúa angurria revuelve
tórax alza penacho y la expulsa a bambúes
al aire escaso donde esperaba allá más
del claustro allá más de virtud en techo
y no emergían ni sus ojales

Ubica la que amanece el cuervo
lo blande y en lumbre nace su espada
en caótico cauce para extremar ovejas
o furor que desmenuce lo plano
De aquí para allá a cortar empieza
paredes vasos umbilicales cordones
de hojas atadas a nombres con amor
no manso Nuevas formas ebria imagina
de procrear ciervos: que la madre duerma
sin croar ni quebrarse por años:
que los hijos colgados no sean
en cruz ni pedidos: que esa vieja trama
renazca más cerca de libélulas o barro

Ubica la rauda el trueno lo acoge
se dedica a raspar y raspar con él
en lo seco hasta que avizora
incendios emanaciones sin letra
flores dobles: un río alzado en la voz que no cesa


Parlamento

No se aleja quien nunca se va,
sale por la puerta real o irreal
y se despide en tono de lluvia ascendente o pájaro.
Nadie parte fácilmente y quizás nunca del todo
de instancias mayores, sobre todo
del lugar del origen, de esa torre ambigua
y amenazadora, siempre hambrienta de sueños idénticos.
No hay quien no requiera tiempo y fricción
para alcanzar la corrida en pos de su lengua.
El punto de tensión entonces
no reside en la cantidad de escenas y abrazos que aletean
o qué ciudad a mediodía se abandona, sino con qué
perfiles, llaves, piernas de sombra y cielos plegables
se parte, con qué
                 gigantes en sonrisas

                       —dijo aquella que se va
                                en la intersección del pájaro


Tu a y tu e

Cuando nace un ruido o pensamiento
no se desvanece el otro, el antiguo;
ambos se juntan en gimnasia oleosa,
se sostienen y fluctúan para darse cabida
en los días y hacer un vivo tiempo medio preso.
Botones los días tejen tu abrigo de pasado y mañana.

Así el niño con manos maternas jala al joven,
y veo de tantos seres estar llena tu boca,
una pecera con prolíficos trémulos estambres.
De tantas alegrías y ahogos bailar llena tu luz
y tu a tu e aperturantes en el poema desnudo
que vos, vos nunca podrías tener un Único nombre
                              ni alguien


Autopista de febrero

cada vez más lejos cada vez
más cerca, en la búsqueda,
asentían los ojos, jalando hacendosos
las velas de las nubes que huían

sobre metros de cemento cada vez más lejos
de cierto origen, más cerca, encandilaba la joven
morte, encrespada, precipitada
–el ansia de agarrar el cuerpo
con un dedal y soltarlo, fugaz–

cada vez desde más lejos, más
cerca danzaba el secreto obvio
en las humildes capillas del camino

cada vez, en ese paisaje, deslumbraba más
tu mano en el volante, hablaba, da-
ba un haz de posibles mar-
avillosos, una vasija
de pócima cósmica

—de tu mano cerca, íbamos a la lejanía

Emma Villazón Richter (Santa Cruz, Bolivia, 1983 - El Alto, Bolivia, 2015), Lumbre de ciervos, Grupo Editorial La Hoguera, Santa Cruz, Bolivia, 2013 / Ultramarinos, Barcelona, 2019

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domingo, septiembre 29, 2024

Carl Rakosi / Paraguay



A primera hora las tórtolas
colonizaron la palmera. 

Estábamos buscando un tótem.
Como no encontramos más
que señales de indios,
contratamos la siguiente lancha hacía Río de Janeiro. 

En la costa oeste,
donde el sol desvía los halcones
de su ruta hacia el mar,
encontramos un fraile bendito
sin catedral
pero con las margaritas de mayo,
viviendo de leche y galletas,
con la cruz en una mano
y la anatomía de la pena en la otra. 

Carl Rakosi (Berlín, 1903 - San Francisco,  Estados Unidos, 2004), Poetry Magazine, volumen XXXIX, número II, noviembre de 1931; Poetry Foundation
Traduccion de Jonio González



PARAGUAY 

In the early hours the lovebirds
colonized the palm.

We were looking for a totem.
Finding nothing
but the Indian smells,
we booked the next boat to Janeiro.

On the east coast,
when the sun deflects the falcons
we found a blessed frère
with no cathedral
but the daisies in May,
living on milk and wafers,
with the cross in one hand
and the anatomy of sorrow in the other.
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Foto: Carl Rakosi, 2002, imagen del video "El último objetivista", Nervio Óptico/YouTube

sábado, septiembre 28, 2024

Luigi Illica / Canción de la Bandera (Aurora)



Alta en el cielo un águila guerrera
audaz se eleva en vuelo triunfal,
azul un ala del color del cielo,
azul un ala del color del mar.

Así en el alta aurora irradial
punta de flecha el áureo rostro imita,
y forma estela al purpurado cuello.
El ala es paño, el águila es bandera.

Estribillo
Es la bandera de la patria mía,
del sol nacida, que me ha dado Dios
es la bandera de la patria mía,
del sol nacida que me ha dado Dios.

[1908]

Luigi Illica (Castell'Arquato, Italia, 1857 - Colombarone, Italia, 1919), aria de la ópera Aurora, de Héctor Panizza, final del segundo acto, Lyric Find, © Sociedad de Autores y Compositores de la Argentina
Traducción de Josué Quesada y Angel Petitta*

* Como es sabido, la traducción de este poema de Illica mereció amplio debate por lo complicado -e incomprensible- de sus analogías entre águila y bandera. Los traductores enrarecieron, ciertamente, el asunto, pero, siendo la letra original, si no diáfana, más clara, la comprensión cabal del canto se da en presencia de la acción insertada entre el segundo y el tercer acto de la ópera Aurora, encargada por el gobierno argentino al prestigioso autor y director ítalo-argentino Héctor Panizza. Éste solicitó para la letra los servicios del libretista italiano Luigi Illica, quien había escrito para Puccini las letras de La Bohème, Tosca y Madame Butterfly. Aurora se estrenó dos años antes del Centenario en el teatro Colón, de Buenos Aires, recién instalado en su sede actual. Se entiende completamente el canto al ver que el protagonista lo entona al amanecer, ante la visión de un águila que alza su vuelo frente al sol naciente. El rostro del águila parece entonces, dorado en su carrera, la punta de una flecha. El tenso cuello (teso collo) del águila purpura (porpora), se tiñe de púrpura, y forma un tallo (stelo) a la bandera, esto es, el asta. Qué hicieron los traductores con todo eso, está a la vista. No tuvieron en cuenta, para empezar, que la "aurora irradiale" es solo el sol naciente, el alba, y que lo que semeja la punta de una flecha no es el "áureo rostro" del sol sino la cabeza dorada (d'or) del águila, con su afilado pico. Allí empiezan las confusiones, que continúan con un stelo que se convierte en estela y que se trasladaron sin más a cientos de miles de escolares desde que, en 1945, el aria de la bandera, conocida desde entonces como "Aurora", fue entonada en todas las escuelas primarias por decisión gubernamental (N. del Ad.)


Alta pel cielo, un'aquila guerriera,
ardita s'erge in volo trionfale.
Ha un'ala azzurra, del color del mare,
ha un'ala azzurra, del color del cielo.

Così nell'alta aurora irradiale,
il rostro d'or punta di freccia appare,
porpora il teso collo e forma stelo,
l'ali son drappo e l'aquila è bandiera.

È la bandiera del Paese mio,
nata dal sole; e ce l'ha data Iddio!
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Foto: Luigi Illica Visit Piacenza

viernes, septiembre 27, 2024

Luis de Góngora / Ayer naciste, y morirás mañana...



XLIX

A una rosa

Ayer naciste, y morirás mañana.
Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
¿Para vivir tan poco estás lucida,
y para no ser nada estás lozana?

Si te engañó tu hermosura vana,
bien presto la verás desvanecida,
porque en tu hermosura está escondida
la ocasión de morir muerte temprana.

Cuando te corte la robusta mano,
ley de la agricultura permitida,
grosero aliento acabará tu suerte.

No salgas, que te aguarda algún tirano;
dilata tu nacer para tu vida,
que anticipas tu ser para tu muerte.

Luis de Góngora y Argote (Córdoba, España, 1561 - 1627), Sonetos, edición de Ramón García González; Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Alicante, 2004  

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Imagen: Retrato de Luis de Góngora (detalle), copia del siglo XVIII en el Museo del Prado, de Madrid, del original de Diego Velázquez, 1622, actualmente en el Museum of Fines Arts, de Boston

jueves, septiembre 26, 2024

Enrique Lihn / De "Al bello aparecer de este lucero", 2



Carne de insomnio

Ruiseñor comí de tu carne y me hice adicto
al insomnio que ella contagia, por el cual
yo ya tenía una afición extraña
   Oigo venir tu canto mudo aún
anudando la noche y el deseo de verte
Y no duermo jamás, sólo las horas
que muerdo el pan de preso y bebo el agua
de su Leteo en el tazón de fierro
Quieren que sobreviva a esta locura
y responda a tu canto con mi grito
por eso duermo poco y muero mucho
ruiseñor, escuchándote
"ave parlera la que fue niña muda".

  Me parece la celda
no más la emanación de un lindo insomnio
y me parece frívolo compararla con otras
de tantas. Es la noche sin ti con el regusto
de tu carne que produce el insomnio, Filomela
y una adicción al canto con que ese pajarillo
virtuoso de mi oído, me desvela
-oh maravilla- y maravilla
porque es su canto mudo el que estoy escuchando
a la niña no al ave, ensangrentada en pájaro.


El bello pánico

Ya se sabe: la belleza
juvenil produce estragos en los hombres de mediana edad
efectos que pueden llegar a ser devastadores. Ellos creen
ser visitados por ángeles
emisarios de la Divina Prostitución Se suponen
acreedores del cielo que les devuelve, por fin, la mano
El bello pánico
asociado a la autocomplacencia Se hunden en la somnolencia
que les quita el sueño vegetal y les impone
la lúcida ensoñación de las intimidades del plancton
Alli se generan abstracciones imperceptibles
palacios perfectos radiolarios
Es un encanto de experiencia
desconsoladora en su temor de serlo
alimentada por el desconsuelo.


Yo, el libro

También el cuerpo se descompagina
porque lo hojeen distraídamente
Soy un imbroglio de maltratado papel
entre las manos de una lectora poco atenta
un magazine en un sala de espera
que irá a parar en unos días más
a la bolsa negra de polietileno
Antes de que esto ocurra, lee en mí
el último capítulo de nuestra historia en común
para que sepas.


Piedra sacificial

No me quiero hacer la víctima
A lo sumo estoy cómodamente tendido sobre la piedra
           de los sacrificios
y un tipo que se limpia las uñas con un cuchillo
me dice: ¿qué es de tu vida?
¿No te parece que sobra?

Enrique Lihn (Santiago de Chile, 1929 - 1988), Al bello aparecer de este lucero [1983], LOM Ediciones, Santiago de Chile, 1997

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miércoles, septiembre 25, 2024

Elizabeth Bishop / Pequeño ejercicio


                         para Thomas Edwards Wanning

Pensá en la tormenta vagando inquieta por el cielo
como un perro buscando un lugar para dormir,
escuchala gruñendo. 

Pensá en cómo estarán ahora los manglares
flotando, insensibles a los relámpagos
en familias oscuras y muy fibrosas, 

donde ocasionalmente una garza levanta su cabeza,
sacude sus plumas, hace un comentario ambiguo
cuando el agua brilla a su alrededor. 

Pensá en el bulevar y en las palmeras bajas
bien clavadas en sus filas, de repente convertidas
en puñados flexibles de esqueletos de pescado. 

Está lloviendo ahí. El bulevar y sus veredas agrietadas
con yuyos saliendo de cada quebradura,
aliviados por mojarse, y el mar por refrescarse. 

Ahora la tormenta se aleja otra vez en una serie
de pequeñas escenas de batalla mal iluminadas,
cada una “en otra parte del lugar de la pelea”. 

Pensá en alguien durmiendo en el fondo de un bote
atado a la raíz de un manglar o al pilote de un puente,
pensá en él como intacto, apenas perturbado.

Elizabeth Bishop (Worcester, Estados Unidos, 1911 - Boston, Estados Unidos, 1979), El iceberg imaginario, Postales Japonesas, Córdoba, Argentina, 2019
Versión de Laura Crespi



Little Exercise

                  for Thomas Edwards Wanning

Think of the storm roaming the sky uneasily
like a dog looking for a place to sleep in,
listen to it growling.

Think how they must look now, the mangrove keys
lying out there unresponsive to the lightning
in dark, coarse-fibred families,

where occasionally a heron may undo his head,
shake up his feathers, make an uncertain comment
when the surrounding water shines.

Think of the boulevard and the little palm trees
all stuck in rows, suddenly revealed
as fistfuls of limp fish-skeletons.

It is raining there. The boulevard
and its broken sidewalks with weeds in every crack
are relieved to be wet, the sea to be freshened.

Now the storm goes away again in a series
of small, badly lit battle-scenes,
each in "Another part of the field."

Think of someone sleeping in the bottom of a row-boat
tied to a mangrove root or the pile of a bridge;
think of him as uninjured, barely disturbed.

Poetry Foundation
Copyright Credit: Elizabeth Bishop, "Little Exercise" from Elizabeth Bishop: The Collected Poems 1927-1979. Copyright © 1989 by Elizabeth Bishop. Farrar, Straus & Giroux, LLC, www.fsgbooks.com.
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Imagen: Foto de juventud de Elizabeth Bishop en la portada de Obra completa, tomo 1, Vaso Roto, Madrid, 2016

martes, septiembre 24, 2024

Eduardo Dalter / De "Semeruco"


Lecuna y Baralt

Desolaciones, nuevos paisajes, cielos tórridos
mientras el autobús avanzaba por la autopista
bajo los altos reflectores de luces amarillas,
próximo a entrar a la terminal, seguro semidormida.
Entonces, recuerdo, pensaba en mi madre
y siempre en las calles de mi país muy lastimado.
Tomaba un café o dos, entre mendigos
y noctámbulos, con sus frentes sudadas,
y aguardaba el clarear de la ciudad de mala fama,
sin comprender mucho en dónde estaba.
(Los exilios de alguna forma nos dejan en el aire,
como levitando; ¿en cuál mar desembocará
esta historia que parece sin ley y sin medida?)
La avenida Lecuna, con sus comercios, se extendía
aún en sueños, bajo la mañana que ya se prometía
olorosa a monóxido, a café largo y frituras.


La realidad me escribe

Hay poemas, Lubio, que es mejor no escribirlos;
sería como deslizar la lapicera sobre algo ya escrito
y cuyos signos se fueron arraigando en los años,
no con vocales, consonantes, sino con aires, voces...;
estaríamos haciendo una copia, o un intento
de copia, que nunca podría ser sino un agregado.
La realidad también escribe sus poemas en nosotros
hondamente, como si fuéramos una pizarra o un papel
repleto de caminos y muelles que se fueron dibujando.
A menudo, sobre todo cuando me detengo en los tiempos
(o en sus momentos más vívidos, o entrañables),
yo los leo y releo, no sin emoción y no sin sorpresa.


Entre Puerto La Cruz y Cumaná
Apunte en el autobús

Tiene sus colores y resplandores, y tiene gracia
y aire abierto, pero es dura, muy dura, la vida
en Venezuela, locha a locha, en la costa, la sabana
y los cerros. A veces, todo se borra con un trago,
pero hacia el fondo de la pizarra, alguna letra
a medio borrar y honda siempre queda
como un murmullo o una lágrima de nadie.
Se anuncia en los rostros, en la parada de autobuses
y en las miradas de las mujeres de los pueblos.
Tiene sus colores y tiene, como en un poema
de Palomares, ese sabor a seguir andando
entre parientes, caminos, memorias y sudores
de estos nacimientos silvestres y estas suertes...

Eduardo Dalter (Buenos Aires, 1947), Semeruco. De Güiria a Maracaibo, inédito
Envío de Rolando Revagliatti

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Foto: Gentileza del autor

lunes, septiembre 23, 2024

Federico Schopf / El espía que regresó del frío



No logró acostumbrarse a ninguna lengua extraña.
Se desplazó por capitales de importancia
bebió interminables tazas de café, ensayó diálogos
con extraños cercanos a su mesa, ascendió a la torre de varias catedrales
-desde allí vio el trazado medieval de muchas calles-,
pretendió descifrar tapices, se interesó en la teoría de la información
pero no logró ningún contacto interesante.
Sólo conversaciones acerca de flores en una lengua borrosa
recetas de botica, preguntas por el tiempo,
         citas a destiempo con extranjeras recién conocidas,
paseos por la orilla del lago de Zurich con un frío que calaba los huesos,
los cabellos largos, las cinturas lo apasionaban, pero eran frías,
parecían hechas de mármol o eran maniquíes sedosos
expertos en abrir las piernas con medias que llegaban hasta la cintura.
Caminó por el jardín de Luxemburgo
-allí fue capaz de enumerar una a una las estatudas-, 
le parecía que las calles cambiaban de nombre
           tan pronto las abandonaba.
Ruido interminable de botellas de cerveza, borracheras espantosas para su misión,
películas en que las imágenes escapaban de sus ojos
           como los presuntos sospechosos en las esquinas de los bulevares:
maquinarias de arte incomprensibles -mensajes vacíos que proclamaban el vacío-
centros de acción en forma de espiral donde pequeños toques de corneta
mantenían al margen de la voluntad,
fornicaciones no disfrutadas, operetas, idas y venidas en diversos metros
y un recuerdo permanente de la patria con que no se lograba cumplir.

Federico Schopf (Osorno, Chile, 1940), revista Trilce, año VI, tomos II y III, n° 15-16, pp. 25 y 26, Valdivia, febrero-agosto de 1969
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domingo, septiembre 22, 2024

Arnaldo Calveyra / De "Maizal del gregoriano"



Acudimos al espectáculo en derredor de un plato incandescente y de una danza, y yo, entrerriano recién llegado a la abadía de Solesmes en busca de retiro y de silencio, me siento en un lugar apartado de la iglesia a oír el gregoriano que cunde a lo maizal de nave a nave en procura de los techos entibiados por la luz de las velas, oigo al monje a mano derecha, de pie junto a la columna, en busca de notas que se amen.

*

El hombre sale del rancho a contemplar las nubes. Entre los pastizales, a golpecitos blandos, los primeros goterones, hombre despertado por su propia lluvia. Dios hecho de hombre, de hombre solo por el campo anochecido de la mañana. Avanza entre los teros que se guarecen en los pastos, la perdiz se hizo perdiz, avanza por la lluvia como animal por los rincones de su madriguera. Avanza por lo mismo de hombre. Callada la lluvia y callada la tierra. Hombre que se fuera llamando a silencio.

*

De las velas que se prenden y se apagan no te olvides. Del calor de las velas , de los pabilos en hilera. No te olvides que en un momento se apagaron para volver a prenderse mientras la cara del difunto rejuvenecía, ganaba libertad, ganaba las puertas de la adolescencia, se abría paso entre nosotros que todavía estábamos en la falla de la vida, que ignorábamos todo del mundo de los muertos. De la vocal que se derrama como aceite hirviente de un labio -labio color páramo, labios que dan al páramo, al páramo dedicados.

*

Custodien, custodien el plato blanco incandescente.

*

No te olvides de estar en varias partes a la vez,
en forma casual a veces, ubicua tantas otras,
como los dioses que de joven saludaste en Grecia.
No te olvides del calor de las manos.
No te olvides que al comienzo y al final de la frase
la misma sensación de impotencia nos rondaba.
De esa nada, del polvillo de las velas prendidas,
no te olvides.
Se encuentran entre dos corrientes de aire,
no te olvides.
Del libro que se apretuja entre tus manos.
De la palabra destartalada.
Del labio que se ausenta del rezo.
Del calor de las velas.
De los pabilos prendidos como ríos meditabundos
por calles de Copacabana, Bolivia.
Del ojo izquierdo de santa Eulalia,
cierva acosada por la jauría,
de Renunciada, de Gertrudis, de Angélica Delicia María.
De los ojos de los padres de las santas.
De los oídos que entonces fuimos,
del viaje emprendido a la luz de las velas.
Del dialecto gregoriano.
Mientras la teoría de luces se concentra hasta apagarse.
Del dialecto de miradas.
De la reunión de santas bajo tierra.
Del muerto bajo tierra.
Del encuentro de la palabra con su silencio.
De los pabilos alineados.
De los padres de las santas que fueron, uno a uno,
padre de santa.
No te olvides que esa tarde fuimos los ojos de esas imágenes.
Imágenes que proferiste en sueños.
No te olvides de estar en varias partes a la vez.
Por si consiguieras dar con la palabra y el lugar exacto, exactos.
Del maíz que asoma de tierra,
cosechado por una mano o por el viento.
De la lámpara que se apaga por falta de querosén.
De los pabilos en pugna con la oscuridad de Copacabana.
De la frase gritada en sueños, a la que contestabas en sueños, ¿era
en el mismo sueño?
Del propio olvido.
Del invierno, padre y madre de raíz de los árboles.
De tu infancia de pie grande.
De la vocal descarnada.
Del trino que al cesar se vuelve al árbol,
ya es del árbol, es árbol.
Del labio que no sabía de rezos no te olvides.
Y de esa nada, del polvillo de la luz de las velas
no te olvides.
De las diferentes maneras de olvidar.
Del calorcito que sube del regazo, llega a las manos.
De la comunión de las santas.
De los muertos bajo tierra.
De esta habla gregoriana.
Del plato de blanco reluciente.
De la luz que no cierra.
Del paisaje en fuga, paisaje demorándose tras el árbol.
Del prenderse y apagarse las velas.
Torrentes de oscuridad en el cuarto abandonado.
Del olvido no te olvides.
No importa de qué. Lo que importa es no olvidar,
no olvidarse.
De la forma de olvidar no te olvides,
del propio olvido no te olvides.
Abandonado en su nombre,
nombre de alguien que ahora es nadie.
Del paisaje anestesiado no te olvides.
Apunado.
Del hombre incapaz de toda música.
Del calor que se va de las manos.
De este cuaderno borrador.
Grandes lluvias de oscuridad, con la oscuridad por destino, por
lecho único.
No importa de qué, de nada, importa no olvidar.
Del poder del olvido no te olvides.
De las diferentes maneras de olvidar.
De la página por venir del libro.
De los años ya muertos o a punto de morirse.
De este palpitar en sueños.
De la luz sobre la página, luz que cae sobre la página.
No te olvides de esa nada entre dos vientos, nada que surge del
encuentro de los vientos.
De la vocal derramada sobre el labio.
De la luz de rezar, luz que a sí misma se reza.

Arnaldo Calveyra (Mansilla, Argentina, 1929 - París, 2015) "Maizal del gregoriano", 2005, Poesía reunida, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2008

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Foto: Arnaldo Calveyra, París, 2014 Ulf Andersen / Getty Images

sábado, septiembre 21, 2024

Nikos Kavadias / Mal du départ



Seré siempre un amante idealista e indigno
de los largos viajes y los mares azules,
y moriré una tarde, como todas las tardes,
sin hendir la línea turbia de los horizontes.

Hacia Madrás, Singapur, Argelia y Fez
partirán los barcos, orgullosos como siempre,
y yo, encorvado en un despacho ante mapas marítimos,
haré sumas en gruesos libros de contabilidad.

Dejaré ya de hablar de viajes lejanos;
mis amigos pensarán que los olvidé
y mi madre, contenta, dirá a quien le pregunte:
"Fue una curiosidad juvenil, pero ya pasó...".

Mi yo se alzará una tarde ante mí
y, como un juez sombrío, me pedirá una razón
y esta indigna mano mía temblorosa se armará,
señalará y golpeará sin miedo al culpable.

Y yo, que tanto deseé ser enterrado un día
en un mar profundo de las lejanas Indias,
tendré una muerte común y tristísima
y un entierro como los entierros de muchos hombres.

Nikos Kavadias (Cerca de Harbin, Manchuria, China, 1910 - Atenas, 1974), Antología de la poesía griega, Ediciones Clásicas, Madrid, 1997
Edición y traducción de José A. Moreno Jurado
Envío de Jonio González



MAL DU DÉPART  

Θα µείνω πάντα ιδανικός κι ανάξιος εραστής
των µακρυσµένων ταξιδιών και των γαλάζιων πόντων, 
και θα πεθάνω µια βραδιά, σαν όλες τις βραδιές, 
χωρίς να σχίσω τη θολή γραµµή των οριζόντων. 
Για το Μαδράς, τη Σιγγαπούρ, τ’ Αλγέρι και το Σφαξ
θ‘ αναχωρούν σαν πάντοτε περήφανα τα πλοία, 
κι εγώ, σκυφτός σ’ ένα γραφείο µε χάρτες ναυτικούς, 
θα κάνω αθροίσεις σε χοντρά λογιστικά βιβλία. 
Θα πάψω πια για µακρινά ταξίδια να µιλώ
οι φίλοι θα νοµίζουνε πωςτ α ‘χω πια ξεχάσει, 
κι η µάνα µου χαρούµενη, θα λέει σ’ όποιον ρωτά: 
«Ήταν µια λόξα νεανική, µα τώρα έχει περάσει…» 
Μα ο εαυτός µου µιαν βραδιά εµπρός µου θα υψωθεί
και λόγο, ως ένας δικαστής στυγνός, θα µου ζητήσει, 
κι αυτό το ανάξιο χέρι µου που τρέµει θα οπλιστεί, 
θα σηµαδέψει, κι άφοβα το φταίστη θα χτυπήσει. 
Κι εγώ, που τόσο επόθησα µια µέρα να ταφώ
σε κάποια θάλασσα βαθιά στις µακρινές Ινδίες, 
θα ‘χω ένα θάνατο κοινό και θλιβερό πολύ
και µια κηδεία σαν των πολλών ανθρώπων τις κηδείες.
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Foto: Niko Kavadias, 1934 Lifo

viernes, septiembre 20, 2024

Norah Lange / Dos poemas



Amanecer

En el corazón de cada árbol
se ha estremecido la medianoche.

La noche se desmenuza
en lenta procesión de niebla.

Todas las tardes terminan su cansancio.

Los letreros luminosos duermen
el asombro de sus colores
y anticipan la contemplación de cada pobre.

En toda esquina vigila el sueño
y es tu recuerdo la única pena
que humilla la altivez de las aceras.

Lejos, el primer mendigo,
traiciona el portal donde ha dormido.

Y la ciudad se abre como una carta
para decirnos la sorpresa de sus calles.

La calle de la tarde, 1925


Vacía la calle donde tantas veces...

I

Vacía la casa donde tantas veces
las palabras incendiaron los rincones.

La noche se anticipa
en el piano mudo
que nadie toca.

Voy a solas desde un recuerdo a otro
abriendo las ventanas
para que tu nombre pueble
la mísera quietud de esta tarde a solas.

Ya nadie inmoviliza las horas largas y cerradas
tanto pudor de niña.

Y tu recuerdo es otra casa

Y mis latidos forman una hilera de pisadas
grande y quieta
por donde yo tropiezo sola.
que van desde su puerta hacia el olvido.

II

Ventana abierta sobre la tarde
con generosidad de mano
que no sabe su limosna.

Ventana, que has ocultado en vano
tanto pudor de niña.

Ventana que se da como un cariño
a las veredas desnudas de niños.

Luego, ventana abierta al alba
con rocío de júbilo riendo en sus cristales.

¡Cuántas veces en el sosiego
de su abrazo amplio
dijo mi pena
su verso cansado!

Los días y las noches, 1926

Norah Lange (Buenos Aires, 1905 - 1972); Biblioteca Ignoria

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jueves, septiembre 19, 2024

Alberto Cisnero / En los días del futuro, sentados junto al brasero


en los días del futuro, sentados junto al brasero,
recordaremos que con miedo, con amor y todo,
buscamos una estrella, una estrella perdida,
en los poblados del camino, en las hogueras
del año uno; y que las cosas siguieron en su sitio.
foro, edicto, yuta, noticioso, silobolsa. pendones 
rojos, vítores, carros a tracción humana, piezas 
dentarias podridas. alimentados a base de arroz, 
fideos y polenta. nunca comimos lo mismo 
que los otros y ya no sonreímos igual a los otros. 
nos volveremos a encontrar, poetas oficialistas
y consulares, nos volveremos a encontrar, 
paz social. la historia se repite dos veces. 
la primera como tragedia, la segunda flamea 
sobre sus ruinas. odiamos y sabremos esperar.

Alberto Cisnero (La Matanza, Argentina, 1975), 30 años sin dormir 1993-2023, inédito

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Foto: Alberto Cisnero, 2024 @manu.lance

miércoles, septiembre 18, 2024

Rolando Cárdenas / De "En el invierno de la provincia"


Pasa la tierra

Pasa la tierra de la noche,
casi como una ventana que no se abre
a la presencia de la lluvia.
Pasa la tierra con su vieja corteza
humedecida y sola, como la primera vez.
Su aliento no se detiene ante esta casa dormida.
Es un viento despeinando una cabellera negra.

Y no tiene ojos esta tierra que nunca termina.
Y no tiene descanso,
como los ríos que la hienden.

Pasan los que primero vivieron en ella
convertidos en bosques o en cerros,
y un día desaparecieron detrás de los planetas.
Pasan mis antepasados muertos hace años.
Son sus fantasmas que se mueven en un soplo.
Son los que siempre vagan entre el agua y el follaje.

No termina de crecer este cielo lleno de voces,
este cielo obscuro, endurecido de secretos
que deja su sueño blando entre nosotros
y me toca con una mano de agua.

Confundida de sonidos que no cesan,
oculta bajo un cielo espeso y en constante vigilia,
pasa la tierra de la noche
con sus sombras
y el misterioso olor de sus raíces.


Muelles

Reaparecen las despedidas.
Alguien dejó olvidadas las palabras de siempre
junto a la madera y los fierros.
Los muelles también quieren marchar
con sus gaviotas y sus grúas enormes.

Un humo negro hace más obscura el agua.

Cae un verano tibio sobre el último puerto.
Lejos, junto a los muelles rotos,
yacen oxidados esqueletos de barcos
sacudidos por un mar espeso.
El tiempo echa raíces en sus costados.
Las leyendas isleñas se repiten por las noches.
Resucitan iluminados bajo la tormenta
y como extraños espectros deformes
navegan de nuevo los canales.

Un pitazo hace volar más alto las gaviotas.
Esta mañana apenas existe.
Se aleja igual que palabras confusas.
Cuando atrás ya no queden contornos
y sólo podamos ver con el pensamiento,
la Cruz del Sur
señalará el camino del Estrecho.


Regreso

Un día regresaremos a la ciudad perdida
como las estaciones todos los años,
como una sombra más en las tardes,
preguntando por antepasados
o por el río en cuyas aguas se quebraba el cielo.

Será en invierno
para revivir mejor los grandes fríos,
para ver de nuevo
el humo negro de los barcos cortando el aire,
para escuchar en las noches
los pequeños ruidos de la nieve.

Nos sentaremos a la mesa como si tal cosa
a probar el pan de otros días.
Un pájaro que cruce por la ventana
nos hará pensar en el bosque de pinos
donde el viento se revolvía furioso.

También preguntaremos por antiguos amigos
pensando quizás en el rostro de alguna muchacha.
Aún existirá el boliche
donde se reunían viejos campesinos.
Nos invitarán a beber y a conversar
asuntos que nadie olvida.
El tiempo no es más que regreso a otro tiempo.
"Todos nos reuniremos alguna vez bajo tierra".

Alguien nos reconocerá a la vuelta de una esquina.
Será como venir a saludar desde otra época.

Rolando Cárdenas (Punta Arenas, Chile, 1933 - Santiago de Chile, 1990), En el invierno de la provincia, Sociedad de Escritores de Chile, Talleres de la Universidad de Chile, 1963

Más poemas de Rolando Cárdenas en Aullido, Ciudad Siglo Cero, El Jardín del Pulpo, Proyecto Patrimonio
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Foto: Rolando Cárdenas, c.1979, Biblioteca Nacional Digital de Chile

martes, septiembre 17, 2024

Walter Hoefler / De "Las cosas del oficio", 2



No podría contar la historia

Escribo desde otra orilla de la vida. 
Pasan aves refrenando el vuelo,
palpando el aire y la llovizna.
Ya no regresarán.
Otro tiempo empieza al margen del reloj.
Pausado, interior, reiterado.
La historia ahora sólo es carne en
los pequeños recuerdos.
Algún trozo entre
      los dientes.
La boca no está para palabras.
Las aves se detienen y dejan
de croar las ranas.
Sólo los peces, sordos a todo rumor,
prosiguen su labor
agitando el barro del fondo.


Narciso

Narciso absorbido
por el encanto del espejo
ignora los poderes del rostro,
su resonancia opaca
en aquellos que lo inquieren.


Autopsia del surrealismo

La belleza y quizás el deseo
son fugaces y asaz ambiguos.
Los surrealistas perseguían el azar,
el encuentro fortuito,
retener ese momento único
en que el abismo de su atracción
se detenía y consumía.
Lo que realza consagra,
y a partir de ahí
comienza el deterioro.
Apenas alcanzada la gloria,
nada detiene su inexorable curso.
También el vacío es doble:
profundidad del deseo
y rostro de la muerte.
La carne complace
y devela sus defectos,
ascenso y descenso
culminan al unísono.


"Stuntman"*

La palabra se desliza imperceptiblemente,
se deja caer del caballo.
Ya no insinúa lo mismo,
ya no desmiente,
se traslada de boca a oído,
pero ya otro,
la misma de hace veinte años,
pero sin decir nada, sin decir nada,
sólo apariencia de vaho,
nuestro aliento sobre el espejo,
para decir que aún estamos vivos,
pero apenas.
---
*A partir de una lectura de Erich Fried, Büchnerpreis 1987, 
sobre el empobrecimiento idiomático en el exilio. [N. del A.]

Walter Hoefler (Valdivia, Chile, 1944), Las cosas del oficio, Ediciones Kultrún, Valdivia, 2007

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lunes, septiembre 16, 2024

Rivka Basman Ben-Haim / Tres poemas



Decir

Decir
significa emprender el camino
y asomarse al abismo
del ayer.

Decir
significa despertar con cautela,
como un búho,
que se traga la luz
de la noche.

Decir
significa lanzarse a ciegas
y permanecer con la herida y
noches
sin dormir.


El ayer

En cuanto al ayer,
no deberíamos
ir a su encuentro.
Produce amargura
el encontrarlo
para dejarlo de nuevo.
Deberíamos huir -
Dejar que el sendero
recuerde un paso,
dejar que el poema
recuerde los senderos -
Dejar que el tiempo
se envuelva
en recuerdos
en los que ni una hora
se pierde.
El ayer
existe
en un lugar u otro.


Recuerdo

Ellos recuerdan que yo solía escribir poemas
gritar poemas
acallar poemas
en los rojos adoquines.
Me recuerdan contra la alambrada,
mi piel joven
tatuada por las puntas de las púas,
para ver el delgado hilo del ocaso,
de mi propio crepúsculo con el último sol.
Entonces cantaba
y mi poema
era nuestro sol.

Rivka Basman Ben-Haim (Umkerge, Lituania, 1925 - Herliya, Israel, 2023), The Thirteenth Hour, Mayapple Press, Bay City, 2016
Traducción del yiddish al inglés, Zelda Kahan Newman
Versiones del inglés al castellano, Jonio González

Rivka Basman Ben-Haim perdió a sus padres y a su hermano asesinados por los nazis. Tras pasar dos años en el ghetto de Vilna fue trasladada al campo de trabajo de Kaiserwald, en Riga. Luego de la liberación del campo, vivió dos años en Belgrado. En 1947 se trasladó a Israel. Recibió los premios más importantes para la literatura en yiddish, entre ellos el Itzik Manger y el Chaim Zhitlowsky. (N. del T.)


TO TELL

To tell
means to set out on the path
and to come to the chasm
of yesterday's days.
To tell

means to become warily awake
as an owl,
which swallows the light
of the night.

To tell
means to go into a blind swoop
and remain with the wound and with
sleepless
nights.


YESTERDAY'S DAYS

As for yesterday's days,
one must not go
to meet them.
There's such a bitterness
in meeting them
and again leaving them.
So one must flee—
Let the path
remember a step,
let the poem
remember the patsh—
Let time
wrap itself
in memory
where not one hour
is lost.
Yesterday's days
exist somewhere or other.


REMEMBRANCE

The remember how I used to write poems,
crying poems,
silence poems
on the red cobblestones.
Remember me at the barbed fence,
my young skin
tattooed from barbed points,
to see a teeny-thread of sunset,
of my own setting in the last sun.
I sang then
and my poem
was itself our sun.
---

domingo, septiembre 15, 2024

Vladimiro Maiacovski / Adolescente



La juventud tiene mil ocupaciones.
Estudiamos gramática hasta atontarnos.
A mí,
me echaron del quinto año,
y fui a apolillar en las cárceles de Moscú.
En nuestro pequeño mundo doméstico,
para las camas aparecen poetas de pelo rizado.
¿Qué saben estos líricos anémicos?
A mí, pues,
me enseñaron a amar en la cárcel.
¿Qué vale comparado con esto,
la tristeza del bosque de Boulogne?
¿Qué valen comparado con esto,
los suspiros ante un paisaje de mar?
Yo, pues,
me enamoré de la ventanilla de la cámara 103, [1]
de la "oficina de pompas fúnebres".
Hay gente que mira al sol todos los días
y se enorgullece.
"No valen mucho sus rayos" -dicen.
Pero yo,
entonces,
por un rayito de sol amarillo,
reflejado sobre mi pared,
hubiera dado todo en el mundo.

[1] Número de la cámara de la cárcel donde estuvo Maiacovski durante un año (N. de la T.)

Vladimiro Maiacovski (Baghdati, Georgia, 1893 – Moscú, 1930), "Amo", 1922, Obras escogidas, tomo I, Editorial Platina, Buenos Aires, 1957
Traducción de Lila Guerrero

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Foto: Vladimiro Maiacovski por Alexander Rodchenko, Moscú, 1924 adoc-photos/ Corbis/ Getty

sábado, septiembre 14, 2024

Octavio Paz / De "Ladera este"


Golden Lotus

1

No brasa
        Ni chorro de jerez:
La descarga del gimnoto
O, más bien, el chasquido
De la seda
          Al rasgarse.

2

En su tocador,
Alveolo cristalino,
Duermen todos los objetos
Menos las tijeras.

3

A mitad de la noche
Vierte,
      En el oído de sus amantes,
Tres gotas de luz fría.

4

Se deliza, amarilla y eléctrica,
Por la piscina del hall.
                        Después, quieta
Brilla,
      Estúpida como piedra preciosa.


Maduraí

En el bar de British Club
-Sin ingleses, soft drinks-
Nuestra ciudad es santa y cuenta
Me decía apurando su naranjada,
Con el templo más grande de la India
(Mainakshí, diosa canela)
Y el garaje T.S.V. (tus ojos son dos peces)
El más grande también en el subcontinente:
Sri K. J. Chidambaram,
Yo soy familiar de ambas instituciones.
Director de The Great Lingam Inc.,
Compañía de Autobuses de Turismo.


Paso de Tanghi-Garu

Tierra tasajeada:
La marcó el invierno con sus armas,
Vestiduras de espinas fue la primavera.

Montes de mica. Cabras negras.
Bajo las pezuñas sonámbulas
La pizarra relumbra, ceñuda.

Sol fijo, clavado
En la enorme cicatriz de piedra.
La muerte nos piensa.


Pueblo

Las piedras son tiempo
                      El viento
Siglos de viento
               los árboles son tiempo
Las gentes son piedra
                     El viento
Vuelve sobre sí mismo y se entierra
En el día de piedra

No hay agua pero brillan los ojos

Octavio Paz (Ciudad de México, 1914-1998), "Ladera este (1962-1968)", La centena (Poemas 1935-1968), Barral Editores, Barcelona, 1969

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viernes, septiembre 13, 2024

Jane Kenyon / De habitación en habitación


Aquí en esta casa, entre fotografías
de tus antepasados, sus libros de cantos
y sus zapatos viejos...

                   voy de habitación en habitación,
un poco aturdida, como la mosca. La veo
chocar contra cada ventana.

Soy torpe aquí, mientras meto
en la estufa astillas de arce.
Fuera de mi cuerpo por un rato,
ingrávida en el espacio...

                   A veces
el viento contra las tablas
suena como un auto que se acercase a la casa.

Mi gente no está aquí, mi madre
y mi padre, mi hermano. Hablo
del tiempo con los gatos.

"Bendito sea el lazo que une..."
cantamos en la iglesia que está bajando la calle.
¿Y qué viene después? El lazo...

la soga, el tubo que lleva
oxígeno al astronauta,
que gira y gira más allá de la escotilla,
echando un vistazo alrededor.

Jane Kenyon (Ann Arbor, Estados Unidos, 1947 - Wilmot, Estados Unidos, 1995), From Room to Room,  Alice James Books, Farmington, 2016
Versión de Jonio González



FROM ROOM TO ROOM

Here in this house, among photographs
of your ancestors, their hymnbooks and old
shoes ...

I move from room to room,
a little dazed, like the fly. I watch it
bump against each window.

I am clumsy here, thrusting
slabs of maple into the stove.
Out of my body for a while,
weightless in space....

Sometimes
the wind against the clapboard
sounds like a car driving up to the house.

My people are not here, my mother
and father, my brother. I talk
to the cats about weather.

"Blessed be the tie that binds ..."
we sing in the church down the road.
And how does it go from there? The tie ...

the tether, the hose carrying
oxygen to the astronaut,
turning, turning outside the hatch,
taking a look around.
---

jueves, septiembre 12, 2024

Charles Bukowski / Están por todos lados



los oledores de tragedias están
por todos lados
se levantan a la mañana
y empiezan a encontrar las cosas
mal.

y se sumergen
en la rabia,
una rabia que dura hasta
que se van a la cama,
e incluso ahí
se retuercen en su
insomnio,
incapaces de sacar
de sus mentes
los pequeños obstáculos
que han hallado.

se sienten en contra,
es un complot.
y por estar constantemente
furiosos sienten que
siempre tienen
razón.

los ves en el tráfico
tocando bocina como salvajes
ante la más leve infracción.
puteando.
desparramando sus
insultos.

los sentís
en las colas
de los bancos,
de los supermercados,
de los cines
presionan
en tu espalda
te pisan los talones
están impacientes por
una furia.

están por todos lados
y en 
todas las cosas,
esas almas
violentamente
infelices.

en realidad están asustados,
como siempre quieren
tener razón
fustigan
sin cesar…
es un mal
una enfermedad de
esa raza.

el primero de ellos
que vi fue
mi padre
y desde entonces
he visto mil padres
malgastando sus vidas
en el odio,
arrojando sus vidas
al pozo ciego
y
gritando
enloquecidos.

Charles Bukowski (Andernach, Alemania, 1920 - Los Ángeles, Estados Unidos, 1994), Poemas, AC, Buenos Aires, 1995
Traducción de Federico Ludueña



they are everywhere

the tragedy-sniffers are all
about.
they get up in the morning
and begin to find things
wrong
and they fling themselves
into a rage about
it,
a rage that lasts until
bedtime,
where even there
they twist in their
insomnia,
not able to rid their
mind
of the petty obstacles
they have
encountered.

they feel set against,
it’s a plot.
and by being constantly
angry they feel that
they are constantly
right.

you see them in traffic
honking wildly
at the slightest
infraction,
cursing,
spewing their
invectives.

you feel them
in lines
at banks
at supermarkets
at movies,
they are pressing
at your back
walking on your
heels,
they are impatient to
a fury.

they are everywhere
and into
everything,
these violently
unhappy
souls.

actually they are
frightened,
never wanting to be
wrong
they lash out
incessantly…
it is a malady
an illness of
that
breed.

the first one
I saw like that
was my
father

and since then
I have seen a
thousand
fathers,
ten thousand
fathers
wasting their lives
in hatred,
tossing their lives
into the
cesspool
and
ranting
on.
---
Foto: Charles Bukowski en el programa televisivo Apostrophes, París, 1978 Ulf Andersen / Getty Images

miércoles, septiembre 11, 2024

Bei Dao / Dos poemas



Acento local

Le hablo en chino al espejo
un parque tiene su propio invierno
pongo música
en invierno no hay moscas
en mi tiempo libre preparo café 
las moscas no saben cuál es tu patria
añado un poco de azúcar
tu patria es tu acento local
al otro lado del teléfono
puedo oír mi miedo.


Veneno

Para el mundo
soy un eterno desconocido
no entiendo su idioma
no entiende mi silencio
lo que intercambiamos
es mero desprecio
como si nos encontrásemos en un espejo

Para mí
soy un eterno desconocido
temo la oscuridad
pero uso mi cuerpo para tapar
esa única lámpara
mi sombra es mi amante
mi corazón mi enemigo.

Bei Dao (Pekín, 1949), Maghiel van Crevel, Chinese Poetry in Times of Mind, Mayhem and Money, Brill, Boston, 2008
Traducción del chino al inglés, Maghiel van Crevel
Versiones del inglés al castellano, J. G.



LOCAL ACCENT

I speak Chinese to the mirror
a park has its own winter
I put music on
in winter there are no flies
I make coffee, at my leisure
flies don’t know what your homeland is
I add some sugar
your homeland is your local accent
at the other end of the phone line
I can hear my fear.


POISON

To the world
I am an eternal stranger
I do not understand its language
it does not understand my silence
what we exchange
is mere disdain
as if meeting in a mirror

To myself
I am an eternal stranger
I dread the darkness
but use my body to obstruct
that one and only lamp
my shadow is my lover
my heart the enemy
---

martes, septiembre 10, 2024

Luis Benítez /Tres poemas


La bestia de la aurora

El gato perpetuo en la mañana absoluta
está gritando que es bestia de la aurora,
¿y quién oye al mínimo animal que encarna,
sino el árbol de oro a cuyo pie repite,
se desgañita?
Está hecho de animales
como una fábula antigua,
pero ni aquellos frisos  encanecidos
por el polvo donde duermen los imperios,
ni la fresca novia del amanecer alcanzan
para adelgazar el oído que duerme,
que duerme aunque hace mucho es de día.
Brutal sombra que ves
con indiferencia la sombra de tu sombra
y la de todos hundirse lenta como un barco
en el océano que alardea de ser
la única, posible sombra,
como todo lo terrible tú pareces pedir apenas
una caricia inconsciente de lo frágil,
simulas ser un sirviente y eres el amo que distingue
entre el árbol de oro y la raíz,
por siempre hundida en la tierra,
volumen apenas de la sombra.


Catón, el Censor

“Duda como un griego pero actúa como un romano”,
acaba de decir  hace un rato,
perdido entre los pliegues del pasado,
a un niño poderoso que domina
su suerte y la del mundo que lo escucha.
Hace  un rato, apenas: el tiempo es el tiempo  que repite
las voces de Catón y otras maneras.
Sobre el eco del aplauso se ha enroscado la hiedra,
hoy otro Mediterráneo divide la tierra de la tierra.
Pero él sigue envolviéndose en su manto,
victorioso sobre el emperador y los mortales,
huyendo hacia su villa donde el ánfora
y el pecho de dos adolescentes aún le esconden
el peso del papel representado,
las arduas consecuencias para otros
que son la duda griega, quién  y cuándo.


Deja que hable Ezra Pound 

Si no tienes nada que decir cállate
deja que hable Ezra Pound
desde las sombras el espléndido anciano
desde la fina línea de agua
el magnífico anciano
te muestra los genuinos billetes de su fortuna
y todos brillan legítimos peces
de un río infinito que sí
ése nunca se detiene.
Si no tienes nada que decir cállate
los altos caballeros las damas abigarradas
que vivieron y murieron y nacieron por esta sola causa
no pueden tener al lado
el tartamudeo de un enano
la cojera de un monedero falso
que delata que el oro de sus verbos
carece de aquella delgada línea de agua
esa finesse salvaje la impecable mancha
que no adorna la cabeza del animal escrito
-que cruza sólo un instante por el papel-
sino que sale de adentro del animal desfondado
de las vísceras vivas donde corre la sangre real
-ésa de donde proviene el color del colorado-
y palpita afuera como un monstruo de luz
como una imagen sin otra capilla que cada cosa
de cada universo posible e imposible
la que podría muy bien ser adorada
de pie y sin velos sin altares ni nada
-ni siquiera acólitos-
bajo el nombre de nuestra señora de los verbos
nimbada de estiércoles y nervios
de eclipses y novas oh tú
alta y baja sublime maliciosa
poesía que reinas sobre la amplia noche
y el delgado día

Luis Benítez (Buenos Aires, 1956), Lexia, Portal de Poesía

Más poemas de Luis Benítez en Vallejo & Co., Babab, Foja de Poesía
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lunes, septiembre 09, 2024

Ismael Gavilán / Tres poemas


Fabulaciones del aire de otros reynos, 2002:

Atardecer en Capri

El crepúsculo arde en su marea
atestiguando la finitud de las catástrofes.

Como garganta estocada por vientos de Tunicia
ninguna raíz crece más allá de todas estas ruinas.
Es que ninguna voz nos pertenece
cuando el humo de las ráfagas se inclina
ante los muros acechantes, ninguna voz
que sea símil creíble de la misericordia,
ninguna que pueda igualar la ebriedad
derramada en febriles noches de agosto.

El rumor del mundo se aleja como un perfume azul
pero en rara creencia a nuestro lado aún está la copa:
perlas, languidez, el pecho surcado en un vuelo mágico.
Desear y huir: curiosa conjunción que puede más
con nuestros párpados que la misma sed,
esa sed que después del sueño
va suave por la densidad de las columnas carcomidas.
Sí, ninguna raíz crece más allá de todas estas ruinas.

Con nosotros, Tiberio apura el vino,
rehuyendo la mirada de las náyades.


Constantino Céfalas redacta la Antología

                                       para Cristian Gómez

En el palacio vacío las palabras no bastan.
A veces un rumor llega lejano
y se agita entre pasillos:
dagas, incienso,
mantos púrpura, lanzas
con sangre fresca.
Casi ciego sabe que la bella violencia del mundo
sólo es un espejo de arquitectura demasiado frágil.
Sabe que un puñado de palabras
dibujan lo que se teme perder
y resisten la caída de cualquier imperio.


Vendramin, 2014:

Citerea

                               C’est lá que j’ai vécu dans les voluptes calmes
                                                                      Charles Baudelaire

Tal vez un día festivo, a fines de septiembre, al inicio de la cruel primavera
cuando lo que nos resta es un trato indiferente
que va más allá de un listado de cosas relevantes:
la ilusión de la ganancia, la fantasía igualitaria del trabajo bien hecho
o simplemente la felicidad doméstica de la borrachera semanal.
Entregados a una aparente estética del ocio
hemos doblado, según Lord Byron, los treinta y seis años
con su importuno, pero bello cielo arrasado.

Por eso, cuando vayas a dormir a solas y muy tarde,
la nostalgia sucederá a la envidia y el deseo.
Nostalgia de una edad del corazón y de otra edad del cuerpo,
para, de noche, imaginar playas, espejismos
o espaciosos pórticos que viejos soles marinos
iluminan con mil fuegos, balanceando una imagen celeste
que mezcla, gracias al vaivén de las olas,
una música solemne y casi mística.

De esa forma, la vida se filtra en la oscuridad
y los días requieren de nosotros una entrega más allá del fracaso,
una imago mundi por la cual autocerciorarnos de toda aprehensión
para desterrar de este privilegiado clima mediterráneo
esa mitad nuestra entregada al cadalso de lo indistinto.

Hoy, con la nave a punto de partir con su seductora monotonía,
los colores de un mar de ceniza advierten sobre la posible frontera
que ni un sueño de piedra pudo verificar más que como simple expectativa
teñida de decadence o dulce hastío decimonónico.

Ciertamente la veracidad de cualquier promesa
o lo verosímil de esa gallardía iconoclasta que en un lenguaje de décadas
inundó de contradicción toda posibilidad,
podría, quizás, deletrear la fantasía necesaria a este extraño silencio.
En definitiva, siempre ha habido muchas esperanzas,
aunque, al parecer, ninguna nos ha sido destinada:
basta cerrar el libro, entregarse a esos curiosos ritos bizantinos
y poner en el altavoz del jardín un melancólico lied de Hugo Wolf.
Por lo demás, ya estoy cansado de imaginar.

Ismael Gavilán (Valparaíso, Chile, 1973), Mundo visible. Poesía reunida 1995-2020, Ediciones Altazor, Viña del Mar, 2021

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Foto: Página web Ismael Gavilán