domingo, diciembre 31, 2023

Jorge Isaías / Dos poemas




Deudas

Los míos nunca entraron a tallar en las historias.
Destriparon terrones en absolutos junios con heladas,
y dieron hijos con penurias fijas a la dureza de esta tierra.
Hubo arados con gaviotas. Hubo lentas trilladoras
junto a las trenzas rubias de mis tías
y el torso desnudo de tanto cosechero.
El sol del verano hacía fintas mientras tanto en sus cabezas.
Debo el poema. Debo la sangre que no derramé y el sudor
que me he guardado y la pena de ver llegar a mi padre
en un septiembre con sangre sin batallas.
Lo vi llegar herido, con los brazos como rotas alas
pero una furia hecha brasa en las pupilas.
Debo el poema a los colonos comprando el pan en la bolsa
blanca de arpillera. El agrio tabaco en latas de té Tigre.
Las calvas cubiertas con gorras amarillas.
Antes estaba la cocina a leña, el techo de cinc bajo tormentas
del invierno, el café y el mate recibiendo a la mañana.
El cuaderno con estampas era cuadrado y grande
y encerraba al mundo en sus cuarenta páginas.
Después la lluvia de abril complicó todo:
hubo historias que recuerdo y otros amores que me olvido,
sin quererlo. Hubo un tren que me trajo de repente,
arrancándome de cuajo, como fruta verde de diciembre.
Debo aún toda la distancia que me pone cada vez más viejo,
y me entristece.

Crónica gringa, Ediciones La Cachimba, Rosario, 1976-1990


XXV

En la formación
marcial
aquella bandada
de siriríes
hendió
formal el aire
luminoso
de mayo.
¿Irían
hacia lejanas islas
aunque por esa zona
el río era una rémora?
¿o a su refugio
en cañadones
de espadaña
barro
y agua
donde tendrían
sus nidos?
Sólo dos cosas
son muy ciertas:
esos gritos monótonos
dando pábulo
a la tarde
y mi segura
incertidumbre.

Esas ramas altas, Ciudad Gótica, Rosario, 2013

Jorge Isaías (Los Quirquinchos, Santa Fe, Argentina, 1946 - Rosario, Argentina, 2023), "Toda aquella travesura vieja. La poesía de Jorge Isaías", nota y selección de poemas por Diego Colomba, Op.cit., 30 de diciembre de 2023

Más poemas de Isaías en Otra Iglesia Es Imposible

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sábado, diciembre 30, 2023

Juan Rodolfo Wilcock / De "Luoghi comuni", 2




3.

Tal vez el alma es divina, pero no es indispensable,
como el cuerpo, en el que mora y que es su ocasión.
Desde la primera infancia ese cuerpo es la prisión
del alma que fermenta como una masa maleable,
para finalmente endurecerse en las formas más raras,
desde pájaro melodioso hasta las peores iguanas;
pero siempre incomodísima pues no logra escapar
de un cuerpo inadecuado y siempre menos fuerte,
que provoca desordenes difíciles de curar,
las complicadas neurosis que aceleran la muerte.

6.

A pesar de los triunfos de las ciencias aplicadas
el mejor instrumento para ver el universo
sigue siendo la lámpara penetrante del verso,
la música, la voz de gargantas privilegiadas,
o en una penumbra con velas de tarde en tarde
el púlpito cosmatesco de diorita incrustada;
cualquier luz que nos muestre una idea que arde,
antorchas muy sencillas o espléndidos candelabros,
monasterios carpáticos en bosques centenarios,
o runas en Islandia de los príncipes bruscos,
falos de ámbar en el bosque, sarcófagos etruscos.
A la luz de esas luces el hombre se mueve más seguro,
ve los atardeceres, ve las orillas del mar,
y pronuncia palabras cuyos sentidos oscuros
finalmente se le comienzan a revelar.

7.

Para el hombre llegado a cierta edad,
el uso de esas luces deviene necesidad.
De jóvenes, nadie nos preparaba para esto,
que, además, no fue predicho por ninguna teoría:
ni un desfile triunfal, ni un banquete modesto,
sino más bien un funeral de cuarta categoría,
con un telón de fondo pintado por diletantes,
entre los fieles tremolantes.
Por tanto, debemos buscar escenografía mejor.
y en la oscuridad del caos quedar iluminados
por el anillo de bronce con su perfil de señor,
o la tumba con escenas de picnic o de amor,
o el auriga con caballos de mar azotados,
entre ancianos que tocan la flauta nostálgicamente;
cualquier cosa alejada de la luz de la mente
del tiempo giratorio, del espacio fluyente.

8.

La idea que nos hacemos del espacio no es distinta
de la idea que se hace la mayor parte de la gente,
pero es mental puramente y se extingue con la mente,
por ejemplo bajo la acción de excitaciones violentas.
El hombre sabe moverse solo, orientarse topográficamente,
y encontrarse con sus semejantes en lugares determinados,
usando la razón y los sentidos combinados;
así traza laberintos sobre la faz de la tierra
y superpone sus pasos a los de sus antepasados
que como él buscaban hembras, alimento y a veces guerra.

10.

Treinta siglos después del viaje de Odiseo,
los turistas recorren las grutas del Circeo,
sin encontrar trazas de la hechicera histérica
ni un resto asignable a la era prehomérica.
Y no sirve explicar que la isla no es tal,
sino un monte del Lacio en la costa occidental,
y que en suma buscar la huella del hada
es un modo como otro de pasar la jornada,
porque el tiempo como un glaciar arrastra sin piedad
los lugares y los transfiere a otra localidad.

Juan Rodolfo Wilcock (Buenos Aires, 1919-Lubriano di Bagnoregio, Viterbo, 1978), "Luoghi comuni", Poesie, Adelphi Edizioni, Milán, 1993
Versiones: Jorge Aulicino

Poemas de J. Rodolfo Wilcock traducidos por Jorge Aulicino 

Imagen: Fotograma de Un'ora con Rodolfo Wilcock, 1973 Il racconto del Giorno/RAI/YouTube


Luoghi comuni

3.
Forse l'anima è divina, ma non è indispensabile / quanto il corpo in cui dimora e ch'è la sua cagione. / Dalla prima infanzia in poi questo corpo è la prigione / dell'anima che fermenta como una massa malleabile / per finalmente impietrirsi nelle forme più strane, / dall'uccello melodico fino alle peggiori iguane; / me sempre scomodissima perchè non riesce a uscire / da un corpo inadeguato e sempre meno forte, / il che provoca disordini difficili da guarire, / le complicate nevrosi che accelerano la morte.

6.
Nonostante i trionfi della scienza applicata / gli strumenti migliori per osservare l'universo / sono ancora la penetrante lampada del verso, / la musica, la voce di una gola privilegiata, / oppure nella penombra delle candele sparse / il pulpito cosmatesco di dioriti incrostata; / qualsiasi luce indicante dove un pensiero arse, / semplici torce o splendidi lampadari, / monasteri carpatici tra i boschi secolari, / rune d'Islanda con principi bruschi, / falli d'ambra nella foresta, sarcofaghi etruschi./ Alla luce di questi lumi l'uomo si muove più sicuro, / vede i tramonti, vede le rive del mare, / e pronuncia parole il cui senso oscuro / gli si comincia infine a rivelare.

7.
Per l'uomo arrivato a una certa età / l'uso di questi lumi diventa necessità./ da giovani non ci avevano detto di prepararci a questo, / che d'altronde non era previsto da nessuna teoria: / non una sfilata trionfale, nemmeno un convito modesto, / bensì un funerale di quarta categoria / davanti a qualche fondale dipinto da dilettanti / fra i praticabili tremolanti. / Dobbiamo pertanto cercare una scenografia migliore / e nel buio del caos lasciarci illuminare / dall'anello di bronzo col suo profilo di signore, / dalla tomba con scene di picnic o di amore, / o l'auriga che fustiga i cavalli del mare / fra vegliardi che suonano il flauto nostalgicamente; / qualunque cosa sottratta dal lume della mente / al tempo rotatorio, allo spazio fluente.

8.
L'idea che ci facciamo dello spazio non differisce / dall'idea che se ne fa la maggioranza della gente, / ma è puramente mentale e con la mente sparisce / per esempio sotto l'azione delle eccitazioni violente. / L'uomo sa muoversi da solo, orientarsi topograficamente, / e trovarsi con i suoi simili in luoghi determinati, / adoperando la ragione e i sensi combinati; / così traccia labirinti sulla faccia della terra / e sovrapopone i suoi passi a quelli dei suoi antenati / che come lui cercavano femmine, cibo y talvolta guerra.

10.
Trenta secoli dopo il viaggio di Odisseo / i turisti percorrono le grotte del Circeo / senza trovarvi traccia della fattucchiera isterica / né un relitto assegnabile all'età preomerica. / E non serve spiegare che l'isola non è tale / bensì un monte isolato sulla costa laziale, / e che tutto sommato cercare l'orma della fata / è un modo come un altro di passare la giornata, / poiché il tempo come un ghiacciaio trascina senza pietà / i luoghi e li trasferisce in altre località.

viernes, diciembre 29, 2023

Juan Rodolfo Wilcock / De "Luoghi comuni"



Europa, 4. El viejo y el nuevo siglo

Calvo vaga Verlaine en el jardin féérique,
los pies envueltos en hojas de periódico,
se reclina sobre un banco y se adormece.
           Porque el siglo termina en bruma inglesa;
           y el otro mojaba el dedo en el ajenjo,
           dibujaba batallas verdes en el cristal
           del bar adornado para la fiesta de clausura.
No fui yo quien le enseñó a escribir,
a los quince años compuso La Chasse Sprirituelle
y era un prodigio de depravación.
           Convoquemos al parlamento universal.
           obreros y profesoras de piano,
           periodistas y monos sagrados,
           todos en el cine Rusia o en el restaurante América.
Girad, girad, caballos de madera,
he visto lo que el hombre creyó ver,
una refinería metalúrgica sobre los montes de nieve verde pálida.
           Aquí habla Marx, habla Paine, habla el científico sueco Nobel,
           el nuevo siglo reconciliará a los contrarios
           en un abrazo casto de fin del mundo.
Y ya no quiero ver nada más, no quiero
dormir más con esa mujer,
después de todo es vieja, se tiñe el sexo de rubio.

[Poesie, Adelphi, Roma, 1980]

Juan Rodolfo Wilcock (Buenos Aires, 1919 - Lubriano di Bagnoregio, Viterbo, Italia, 1978), "De Lugares Comunes", Poemas, prólogo, selección y traducción de Ana María de Re, serie Breves, Fundarte, Caracas, 1985

Versiones de poemas de Juan Rodolfo Wilcock por Jorge Aulicino en Otra Iglesia Es Imposible

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jueves, diciembre 28, 2023

Fanny Howe / Mira




Mira la nieve, el hielo, la roca
que semeja una cascada.
Ni azafrán ni alubias
ni fruta o lluvia iridiscente
empapada por el sol.
No habrá lista
frente a la puerta de un juzgado
en la que figure tu nombre o la hora
de tu comparecencia.
Ningún anuncio sobre
cuál de tus amigos
fue el primero, el último, el del medio.
Basta de nostalgia.
Ahora eres un granjero en invierno.

Fanny Howe (Buffalo, Estados Unidos, 1940), The Needle's Eye, Graywolf Press, Minneapolis, 2016
Versión de Jonio González.



LOOK

Look at the snow, the ice, the rock
that looks like a waterfall.
No crocus, no beanstalk,
no fruit or sun-dripping
iridescent rain.
There will be no list
outside a courthouse door
giving your name or the hour
of your appearance.
No announcement of
which of your friends
was first, last, or in the middle.
No more nostalgia.
You are a farmer in winter now.

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miércoles, diciembre 27, 2023

Marina Serrano / De "Marinero del cielo y de la tierra"




CUERPO SIN FIN. MILLONES DE PIES RESPONDEN AL NOMBRE DE CHOI

Choi está muerto, bien muerto
pero, como si nada hubiera sucedido y aun 
fuera páter noster, fuente nutricia, omnipotente
cálido pingüino magallánico sobre los huevos,
de sus femeniles pezones, de sus copas planas, resecas
día tras día en el Cementerio de los Mártires Patrióticos,
junto al excremento junto a la tibia materia 
sin digerir se amontonan,
se agarran, una lechigada tras otra,
ciegas crías desorientadas exprimen 
hasta el infantil y sonoro provecho
y, en el breve lapso de la saciedad, 
sueltan el mamelón oscuro y se hacen llamar: 
maestros, 
mejor aún: gran-master, discípulo predilecto, hija adoptiva,
amigo de
mano derecha, sajionim, sensei, samurái, sifú, ¿quién, en realidad, comprende
la diferencia? ¿quién para en el bochorno veraniego a considerar
el tiempo, la calidad, los resultados?
¿quién, con lúcida miosis, lee los detalles
de una repetitiva saga transoceánica, Odisea, Comedia, etc.? 
Los párvulos/maestros, envalentonados salen de la guachera 
y no mueven un dedo sin justificarse en la gran voz,
como los literatos Borges-dijo
no afirman sino bajo el estandarte
y la tan añorada foto de pie, a su lado, al lado del cuerpo fundacional -incluida 
          en el costo del seminario, Meca de sus vidas, 
          publicidad segura, prueba irrefutable
buenos hijos 
de Isaac, hermanos de Esaú, repiten incansables la ley del padre:
Choi dijo. Borges dijo, Perón dijo, 
Y son miles de Choi dijo, dispares
como las yemas de Juan Vucetich Kovacevich,
dogmas o cruzamientos meióticos.


SU SEMEN CORALINO TERMINÓ EN MILLONES DE AGUJAS DE PÍCEA COREANA

Choi, ¿ves ahora desde el turbio más allá,
          cómo cuelgan en la noche, cabeza abajo 
          tus amorcillados hijos
          llenos de grietas, su carne blandengue en las ramas,
          el pesado vaivén de sus fondillos? 
¿Ves los doboks blancos e impolutos
          bordados, con ribetes a lo largo de las piernas, en los brazos 
          hasta las charreteras, el pecho adelantado 
          de tantos escudos, los vientres como tambores inflados sobre los cintos
          cigarrillo en mano, en bares del Bajo Flores, de Belgrano, de Almagro, 
          en constante discusión sobre futuros y pasados negocios
          que pretenden cotizar por millones
          mientras no largan un mango para el café
          y atisban como pájaros de ciudad las migas 
          sobre la mesa para quedarse, si otro no les gana de mano,
          con la propina del mozo?
Vos, que por un rato fuiste karateka en Kioto,
aprendiz de calígrafo en Corea, rebelde y vanidoso,
conocés el tiempo de la pulcritud, 
la demora en los brotes amarillos
bajo de los sobacos selváticos, en la espalda baja.
¿Ves la falta de núbil entrega, la voluntad
          perdida de un pueblo cubierto por cardos y yuyos?
¿A quién llega la voz, adónde
           terminó tu política democrática de monarca?
Hay bichos necrófagos por todos lados, Choi, 
por todos lados
y el blanco en el pecho no puede durar más 
que un instante, 
los chupasangre se extienden
planetarios, interraciales, un virus mediocre.


IMITA EL PUMA EL ALMA ANTIGUA DE CADA PUMA

No hay campo de combate, solo imágenes,
inesperada masa, seis octavos líquida, algo espiritual,
vuelta por momentos mercader, guerrero, 
carga sus armas ocultas, camaleónicas,
cabeza de metacarpiano, borde calcáneo, bulto descolocado,
y en la ebullición de la matanza,
en las empachosas ganas de escuchar y responder 
al ruido chasqueado de una carne contra otra
enfrenta,
manada íntima de cánidos y ofidios, 
es un largo tubo hueco de la boca al ano
relleno de explicaciones
sin pie ni cabeza,
consecuente a la voz en off de su sabón,
a su vara flexible e irritante.
Parece mejor así: do es lo inexplicable. 
¿Qué sería si no, el camino?
¿Qué podría ser
el camino, el método, la milenaria filosofía?
Se arrodilla ante cualquier discurso que suene
a pies en barrosos charcos, india divinidad encarnada 
en todos, chino, japonés, coreano, 
se vuelve imitador,
música en la música de la orden, 
parada a media vereda entre milico americano y samurái 
de película, vicios en los elásticos del casco, semilunar duro, 
bacinilla, recibe, copia, lo que queda de Bruce Lee,
cine, televisión, copia 
lo que no es, modelitos éticos, estéticos, sintéticos,
rinde su costoso examen, paga 
e instala su nueva versión 
colonizada, porción última de un sistema, luchador 
modelo occidental 2.9, packaging y plástico.
Ay de mi 
antiguo yo, dulce soldado, hwarang,
veo tu foto de aquel día, cruzado bajo el rígido plástico inguinal,
el arma adelantada, el trofeo barato en las manos,
las botamangas dejando tus patas flacas al descubierto,
esa locura repetitiva, paciente, hecha de humor negro, amarillo, 
y tornasoladas noches
en fríos tinglados de mil clubes del Gran Buenos Aires,
vida en mi cuerpo máquina, corazón en mi pecho ingenuo,
cuánto creías, 
te mandabas para adentro de un bocado
toda esa gansada de las artes marciales, 
y la convertías 
en aminoácido esencial, en glucosa, energético lípido,
entregado
a Choi, a los subversivos discípulos de Choi, 
ya sin resistencia, acostumbrado 
como a los largos y fríos inviernos en la montaña de Taebaek.

Marina Serrano (Quequén, Argentina, 1973)

Marinero del cielo y de la tierra
,
Griselda García Editora,
Buenos Aires, 2023










martes, diciembre 26, 2023

Joaquín Valenzuela / De "Estación cotidiana"



¿qué canta en voz saco de hojas 
caídas de tanto baile un coro 
como señal de tierra para pobres
pájaros a empujones, correntadas 
de las huracanadas, desasidas
sin nudo ni pronóstico, mundo
en sus detalles de entreguerras
ráfagas en cascada (las rastreras)
ventolera de cascotes por las ramas?

¿qué canta un brote, árbol de solos?
punto ojo halcón ¿es su estatura?

*

mientras regresan en la vez mil 
(motor del agua) le hacen reflejo 
a la rompiente en otro frío 
un punto estrella de norte a sur ¿qué carraspean 
por la ruta del cielo hasta aleteos? 

los que se pierde en la rosa de la nube 
rosa del sol ¿de cordillera? 
desde montañas estirarse ¿y es montaña?
¿y ese punto estrella que en la cima 
donde la rosa tirabuzón ya es la marea? 
¿y cuántos picos-nube es la bandada?
¿dónde anidan y como bichos de luz suben 
desde los campos baldíos de la infancia? 

¿y de día 
qué se harían? 
¿duermen en colmenar? ¿se agrutan 
en un reverso? ¿se tiran 
con el remedio del cansado 
a su mar de las serenidades?

*

tragaluz de un ala, escena
primera a la vista, niño: 
la mañana se despierta en casa ajena 
ojo ventanal, naranja caramelo 
de todos los crayones 
necesariamente caja

toda la caja al sol, y surfea 
con la mano la baranda de la ola de madera
y toca tierra 
y salta 
los últimos escalones de escollera

lo que sigue: -y chorrea (dice 
medusas, rosa náutica) - ¿quién más
baja cantando si, la, sol, fa?

una estela de él
aventura bajo techo en cerrazón
brumas del comedor cerrado, tapa 
al cielo y orillas filigrana -del revés: 
naipe es la alfombra

está en quintales métricos, descalzo 
talón sin paso
una tibieza dando flecos por el piso

Joaquín Valenzuela (Dolores, Argentina, 1971)

Estación cotidiana
,
La Gran Nilson,
Buenos Aires, 2023









lunes, diciembre 25, 2023

María Rosa Maldonado / De "Acúfenos"




el asedio de dubrovnik

el viento bora pasa y el adriático se convierte en caldero
peligroso para los navegantes

desde el cielo azul nitrógeno
las bombas bajan sobre la ciudad vieja

por la misma razón que la manzana de newton 

la gravedad es una fuerza débil
dicen más de mil veces
menor que aquella que sostiene unidos a los átomos 
pero aun así 
caen sin pausa las bombas 
dentro de las murallas

en el arboretum de trsteno
entre sulfúricas manchas de energía 
el alcanforero
expande su vastedad narcótica 
su vapor
que seda a los enfermos 
y envenena a los pájaros


la tierra no pasa dos veces 
por el mismo lugar del universo

la tierra no pasa dos veces por el mismo lugar del universo 
no se ordenan los átomos
dos veces de la misma manera ni en un tiempo infinito

el melanoma crece a ritmo propio
rodea tu pezón crea un sol negro dentro de tu coroides
y no hay un homólogo ay de ti que la apoptosis salve de la
                           muerte

no sonará el teléfono en un mundo gemelo
no hay gemelo ni acaso continuidad exacta de lo mismo

pero aquí se origina el alumbramiento de las aguas 
las marismas de la luz
el escaso tungsteno 
los cedros azulados 
y la sagrada higuera


keeling descubrió la respiración
exquisita de la tierra

keeling descubrió la respiración exquisita de la tierra 
el lento ritmo de inspiración y exhalación
dióxido de carbono
entrando y saliendo de sus profundos alveolos vegetales

mientras
la vida engorda y adelgaza en los bosques del norte

intercambio preciso
delicado equilibrio del calor corporal 
del planeta azulino
su historia
sellada en el frío límpido de las nieves antiguas

volcanes y cianobacterias preparando la fuente 
el ácido y volátil alimento

pero también también
podríamos haber nacido de la energía venenosa del cadmio

María Rosa Maldonado (Barcelona, 1944; reside en la Argentina desde 1949), acúfenos, Kriller 71 Ediciones, Barcelona, 2022


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Foto: Kriller71

domingo, diciembre 24, 2023

San Juan de la Cruz / Del Nacimiento



Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía,
abrazado con su esposa,
que en sus brazos la traía,
al cual la graciosa Madre
en su pesebre ponía,
entre unos animales
que a la sazón allí había,
los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,
festejando el desposorio
que entre tales dos había,
pero Dios en el pesebre
allí lloraba y gemía,
que eran joyas que la esposa
al desposorio traía,
y la Madre estaba en pasmo
de que tal trueque veía:
el llanto del hombre en Dios,
y en el hombre la alegría,
lo cual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.

Juan de Yepes, San Juan de la Cruz (Fontiveros, España, 1542 - Úbeda, España, 1591), "Romances sobre el Evangelio, 9°. Del Nacimiento", Poesía, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes 

[Nota preliminar: Edición digital a partir de Cántico espiritual y poesías de San Juan de la Cruz según el códice de Sanlúcar de Barrameda, Burgos, El Monte Carmelo, 1928, 2 vols. Reed.: Juan de la Cruz, Santo, Cántico espiritual y poesías. Manuscrito de Sanlúcar de Barrameda, Sevilla, Consejería de Cultura y Medio Ambiente; Turner, 1990, 2 vols. Y la edición de Juan de la Cruz, Santo, Cántico espiritual y poesías (Manuscrito de Jaén), Madrid, Junta de Andalucía ; Turner, 1991, 2 vols., y cotejada con las ediciones críticas de Raquel Asún (Barcelona, Planeta, 1989), Domingo Ynduráin (Madrid, Cátedra, 1987), Paola Elia (Madrid, Castalia, 1993) y Luce López-Baralt y Eulogio Pacho (Madrid, Alianza Ed., 1991). Recomendamos la consulta de la edición preparada por el doctor Ynduráin para la correcta valoración crítica de la obra. Hemos actualizado la ortografía y la puntuación.] [Nota de los editores de esta edición digital]


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Imagen: Retrato al óleo San Juan de la Cruz (póstumo), atribuido a Francisco de Zurbarán, 1656. Wikimedia Commons

sábado, diciembre 23, 2023

Encuesta lírica / Los libros de 2023, 34 (fin de la encuesta)


Santiago Sylvester *


Lamento no tener a mano la biblioteca que tengo en Buenos Aires, porque lógicamente allá tengo los libros que necesitaría ahora. Un libro que recuerdo, que me pareció notable, es Esa materia que se fuga, de Daniel Freidemberg. Fue publicado por la editorial Barnacle. Es un poema-libro, escrito desde un conocimiento indagador, por un poeta que conoce las claves de la poesía, sabe usarlas y, a la vez, busca algo que no está sabido del todo. Es cuando el lector se beneficia con ambas cosas: experiencia y sorpresa, algo que se transmite y obliga a la relectura.
Adjunto fragmentos de un comentario de Leonor Fleming:

(Salta, diciembre de 2023)


Con una estructura a modo de insistente letanía, un He visto… reiterado y seguido de
la visión correspondiente, va saltando de uno a otro asunto, desbrozando el camino,
organizando (es un decir) la materia y la forma de este poema-libro. En varias
ocasiones, la mirada se revierte sobre el propio poeta que se contempla a sí mismo
incluido en la escena. Esa letanía, resaltada con negrita en los títulos, y repetida al inicio
de distintos versos, según lo necesite el sentido y el ritmo, ofrece un diseño de libertad
en el que cabe un ir y venir desordenado por los más diversos asuntos, con un
denominador común de desánimo por una sociedad destartalada.

Al comenzar la lectura el libro desconcierta con estas y otras estrategias; puede hacer
pensar en un pseudo y curioso surrealismo, pero no tiene nada que ver con la creación
automática, sino más bien con un fluir caprichoso de la memoria, un vaivén insistente
sobre lo visto y oído, en el que los hechos hablan por sí solos, muestran la evidencia a
pesar de las incertidumbres del emisor, inmerso y a la vez ajeno, buscando las palabras
que aclaren la visión.

(...)

El testimonio aturdido por el permanente ruido de la calle va presentando las piezas de
un rompecabezas desarmado: la sombría imagen de nuestra sociedad; allí están la
corrupción, la miseria, la frivolidad, la injusticia, el fracaso de la política y las
religiones, la insaciable codicia, en suma, los flagelos de un tiempo “apaleado por todas
las ideologías” con palabras del poeta Joaquín Giannuzzi.

¿Una metáfora de la Argentina actual? El correlato sugerido podría ser Buenos Aires, la
metrópolis desestructurada, o cualquier otra megápolis de nuestro tiempo, pero es
mucho más: es una mirada cruda y objetiva sobre el mundo que construimos, en el que
estamos, y al que posiblemente vamos.

Leonor Fleming, revista La Guacha, septiembre de 2023


* Santiago Sylvester (Salta, 1942). Abogado. Poeta. Ensayista. Miembro de la Academia Argentina de Letras. Entre otros libros de poesía publicó La realidad provisoria, Café Bretaña, El punto más lejano, Calles, El reloj biológico, La palabra Y, El que vuelve a ver, Llaman a la puerta y Los casos particulares. Publicó los ensayos La identidad como problema, Sobre la forma poética y Estar de paso.

Encuesta lírica / Los libros de 2023, 33

María Jesús Zabala *


Por encima del agua, Anahí Flores (Trapezoide Ediciones)
Es el retrato de una relación que está viva y muerta a la vez, una paradoja. Un vínculo que coquetea con el abismo, araña las nubes y amenaza con saltar al vacío. Un amor que desafía la gravedad.



* María Jesús Zabala (San Luis, 1992), publicista, tallerista en talleres de escritura, lectora. 

viernes, diciembre 22, 2023

Encuesta lírica / Los libros de 2023, 32

Silvana Franzetti *


Todos los lugares se llamaban promesa, Raquel Jaduszliwer (Ediciones Ruinas Circulares, 2023):








Te diría también: esta es la hora única.
Como un don recién caído de la serenidad
baja la noche. Asiste plena.
La noche asiste como una medicina,
como el gramo de opio para los heridos,
los cegados perpetuos.
Los encandilados y los pobres de espíritu
recobran la visión, los calma el sueño.
El equilibrio del sonámbulo es certero.
Las flautas y los címbalos reaniman
el mundo de la sombra.

*

No, cómo habrías de negarle al pez sonámbulo
todo abierto al río que lo espera
-su caudal es destino.

Todo a nadie: abierto, todo abierto,
cómo no deberías no negárselo a nadie.

Y el caudal que es la música,
ese caudal a ciegas que nos traen los muertos
llevados por sus tímpanos, cómo no deberías.

Capa por capa la materia ofrece 
a su perfecta notación, a su abstracción pensante
que sin embargo es flecha y lo atraviesa
todo. Así, desde los viejos días en que dormían
los ángeles
y hasta el fin de los tiempos.
No entiendo.
Cómo harías.

*

¿Y qué se hizo del tiempo, esa caída
de un enjambre de hojas y dónde estuve
durmiendo, en qué piedra descansó mi cabeza
mientras se demostraba
la inclinación del mundo por lo póstumo?

Ahora que el pensamiento vuela lo dedico
al resplandor secreto de este otoño
y más en general, al oro de los días.


Nadar en el tiempo. Una invención apócrifa, Osvaldo Picardo (Paradiso Ediciones, 2023):

La esperanza del regreso de los pescadores, 
en Bretaña

Estoy recordando un cuadro, 
es de Henry Moret (1856-1913).

Un grupo de mujeres y también
algunos hombres asoman a un acantilado.
Dan la espalda, miran o han mirado
el oleaje, el diluvio.
Con los pañuelos blancos en las cabezas 
de las mujeres, componen dos remolinos
de voces. ¿Qué pueden estar diciendo?
Una vez que descartaron lo improbable
¿creerán en lo imposible?

Recuerdo oír más que ver el cuadro.
Ni siquiera el arrecife en el centro
parece estar en silencio. Acechante,
emerge con sus tres puntas
en un estallido de pinceladas
que se superponen como el ruido
de las olas martillando las rocas.

¿Qué alcanza a escuchar el ojo
cuando se calla la esperanza?


En la paleta empastada del ojo que lo mira

En la ciudad, a finales de otoño,
casi en invierno, amanece con una niebla fina.

Poco después, el sol naciente la disuelve
en la paleta empastada del ojo que lo mira.

No es fácil convencerse de que hubo niebla
cubriendo la materia concreta.

Casi siempre, logra 
la irrealidad trabajosa de un Monet.

Como si tocara nuestros ojos y volviera la luz
a penetrar toda la dureza de las cosas.

N. del Traductor:
El poema está escrito detrás de una foto en que hay un paisaje costero
de la ciudad de Mar del Plata, Argentina. No hay fecha.


Serbal, Léonce Lupette (Editora de los Bugres, 2023):

ESCORNACABRAS

hay   un   lado
     opuesto
                      con
  domicilio
                  en
    un                médano
          sin            dominio
de   medianeras
las             ventanas
       desafilan            en   el
   filo                   de      la
luz          entre        cada  dos
           de
               un                lado

   nervios   secundarios
    que parten   de   ambos   lados

           o   los   parten

                ambos


YERBATAL

         tal   serbal
nombre   que   no

                             corresponde

       insoletra
une   seule   lettre

                             manquante
                       má cuántes

                                                me   faltarán

       siempre


* Silvana Franzetti (Buenos Aires, 1965). Poeta. Traductora. Publicó los libros de poesía Sujetos a variación, Notas al pie (traducido al alemán por Monika Rinck y Tara Mauritz), Edición bilingüe y Mobile, entre otros. Colabora en la revista digital Op.Cit.

Encuesta lírica / Los libros de 2023, 31

Marcelo Leites *


Astronomía para nictálopes, Juan Meneguín (El Suri Porfiado, 2023)
Para comenzar este comentario considero pertinente copiar lo que escribió el poeta Miguel Ángel Federik al comienzo del prólogo del libro: "La voz nictálope es tanto un sustantivo como un adjetivo, se escribe igual en femenino y en masculino, es de origen griego y su significado contradictorio- pues implica tanto a los que ven mejor de noche como a quienes tienen incapacidad de ver con poca luz". Meneguín titula su obra de ese modo porque la astronomía recorre gran parte del libro, como un centro de irradiación. Constructor de telescopios, se ha pasado la vida viendo los planetas y las estrellas, junto con un grupo de amigos con los que hace avistamientos nocturnos desde distintas zonas. También le apasionan las motos, es herrero, carpintero, editor y gestor entre otros oficios manuales. Y de alguna manera esos elementos aparecen yuxtapuestos, con una serie de conocimientos científicos, historiográficos, políticos,  dando como resultado una poesía que si tuviera que definirla diría que es una suerte de “Renacimiento contemporáneo”. Muchos de sus poemas son larguísimos, como si necesitaran el largo aliento ,y aún así no terminaran de decir lo que quieren decir. El algunos de ellos es inevitable no pensar en Juan Laurentino Ortiz, aunque no ya desde la armonía del mundo sino más bien desde su destrucción. Sin embargo, la naturaleza sigue estando, de hecho que se trata de un poeta entrerriano que se inscribe en la tradición literaria de esta provincia. Astronomía para nictálopes es una selección de varios libros y poemas inéditos en libro, desde aproximadamente el 2000. Cito dos poemas que no son los más representativos del libro porque los que me gustan resultan demasiado largos para este blog:

 AUTOBIOGRAFÍA DE UN RETRATO

18.

Soy un holograma de mí mismo.
Me veo como parado entre la pantalla y el proyector 
donde hay una película pasada en cámara lenta 
donde las épocas mueren cuando mueren las personas.
Las imágenes me atraviesan, el mundo pasa a través de mí 
como una niebla de luces y de sombras.
Otros mundos me traspasan otros mundos me trascienden. 
No era un río que me pasaba, era todo una época, 
salvaje y hermosa. Era una mera formación 
cuya sustancia estaba hecha de tiempo.
            Me mira aquella mirada.
                     La tarde declina más temprano.

Las imágenes pasan. Son como fotogramas de un 
         / mundo cambiante.
Un fragmento del Samsara en una cinta continua
donde pasan rostros, pasan acontecimientos,
caras recordadas y caras desconocidas,
retazos de conversaciones, días que amanecen
con vientos del sur, y hacia ese cuadrante dirijo la mirada:
calzo un pesado saco de lana cruda
y salgo a caminar el día.

                   Soy también ese mundo que me rodea 
                              y me atraviesa
                   como un holograma de mí mismo.

7.

Pero la mirada se mantiene cuando 
los días pasan, las estaciones pasan, 
el verano que una vez fue también se hace viejo, 
y ya no quedan amores frenéticos de carnaval 
- pantalones acampanados y bailarines mocasines-
aquella muchacha desconocida que ame una madrugada 
a la salida de un baile.
Ahora, las pupilas que se adaptan a la oscuridad
siguen mirando una noche de otro siglo
donde hay sábados de paga y unos pesos en los bolsillos
                                / del mediodía,
el salario de una semana en la carpintería.
El polvillo de la caoba pesa una tonelada, también
pesan esos billetes que hay en el bolsillo al mediodía del sábado.


Ahora los olores vuelven en sueños.
El carbón de hulla quemándose en una fragua 
de la herrería de Perull cuando el día estaba naciendo, 
el olor a petróleo de las locomotoras cuando 
                   el día estaba naciendo,
alcanfor y citrus de los inviernos 
cuando todavía había inviernos.


Las vías del ferrocarril separaban el mundo de arriba 
del mundo de abajo. El mundo del sur del mundo del
norte.
El sitio de juegos en el campito 
al costado de las vías y los largos trenes cargueros, 
al costado del atelier de pintura donde nacían 
mundos fabulosos como un libro de aventuras
escribiéndose cada dia cada tarde cada noche
con el aceite de lino crudo y el aguarrás y el cedro de los
                     /lápices
que inunda las fosas nasales y sentimos y decimos
"éste es el olor de un lápiz, éste es el olor de un color"
                       pero antes, mucho antes de este retrato 
                       que ahora sigue pintándose 
                       en el mentón que se perfila,
los bordes de la nariz, los ojos que miran más allá 
                       más allá de toda posible mirada.


Nadar en el tiempo, Osvaldo Picardo (Paradiso ediciones, 2023)
La primera particularidad de este libro se encuentra en el pie de página del primer poema, con lo que estamos frente a otro poeta que escribe, es decir, Antonio J. Orbe, un heterónimo que a la vez es el  traductor de los poemas. El hablante es entonces Oribe. Pero al final del libro, en el “Epílogo”, Picardo, como si hubiera sido un juego, se quita la máscara y escribe: (Donde el traductor celebra al poeta futuro que -con perdón de la gramática- nunca existió). En fin, me pareció muy interesante la vuelta de tuerca del procedimiento, heredado de Pessoa, naturalmente. En uno de los poemas lo hace hablar al poeta Kavafis y escribe un poema de amor: “Poco y nada entre las cenizas deja el tiempo, no dejes que los idiotas apaguen la llama”. Nadar en el tiempo es un libro reflexivo o más bien de una lírica reflexiva, pero el pensamiento surge a través de las imágenes: "Nada es tan real ni tan literario 
en la memoria primera, madre”. Nadar en el río es nadar en el tiempo. Quizá porque el espacio -el agua- deja de ser un espacio para convertirse en el tiempo que lleva dar cada brazada y ese estar fuera del espacio, en una especie de éxtasis en el tiempo. La poesía de Osvaldo Picardo es apacible, modesta, sin rebuscamientos retóricos y consigue la secreta complejidad de lo simple:


Nadar en el río es nadar en el tiempo

Nadar un río es diferente. Mi cuerpo 
recuerda. Conoce la diferencia.
Resiste la corriente, se aleja de la orilla, 
cada brazada da un golpe en la quietud.

La luz fluida casi dorada se desprende 
en grumos que multiplican los reflejos.
El río ya no es el mismo en el centro 
que en sus bordes donde reina asomada 
la sombra de la selva. En el río 
nada otro río. Se ve en la piel del agua, 
en sus arrugas plegadas a la ribera 
y en la tersura sedosa pero distante 
donde el otro respira pleno, rebosante.

El pasado se alza en cada ola que avanza.
El brillo de las cosas y las palmeras oscuras 
son reflejo de un museo de colores, y 
el diente de las bestias, y el ojo asomado 
al redondo presente que los acecha 
y la noche que avivan las llamas.

El pasado se alza en cada ola que avanza.
El brillo de las cosas y las palmeras oscuras 
son reflejo de un museo de colores, y 
el diente de las bestias, y el ojo asomado 
al redondo presente que los acecha 
y la noche que avivan las llamas.

Recuerdo la plegaria en cada bocanada 
y al niño que en una playa sin nubes 
pesca lo que no importa si existe.
 
El río respira con uno.
Me deslizo apretado a la desnudez 
y a la corriente. No es fácil el trabajo. 
Nadar es perdonar el tiempo, olvidar.


El viejo Cavafis te mira desde el mostrador de un bar

No, no sepas que te amo
ni la noche esconda a este viejo
más que a un gato. Es algo de mi aspecto humano,
que asusta o da pena,
pero estás viendo una máscara arrugada
detrás de la que un dios no se cansa de mirarte.
Y él quiere saber
el mundo de quién le está prohibido.
En el incendio de tu cuerpo,
mira la belleza del humo que hace creíble al viento. 
Poco y nada entre las cenizas deja el tiempo, 
no dejes que los idiotas apaguen la llama.
Estoy acá, donde podés alcanzarme 
donde el recuerdo no ha nacido, 
ni envejecen los ojos.


23, Alfredo Lemon (Barnacle, 2023)
Conocí este poeta gracias a Alberto Cisnero. Alfredo Lemon titula su libro 23, que es también el título de uno de sus poemas: “Enero 2023”. Van tres versos: ¿Quién habla cuando escribes? ¿Quién dicta la primera frase? ¿Alguien grita su obsesión? “El poema es la conciencia de un consuelo” escribe en otro de sus poemas. El libro no sólo habla de la muerte y de la fugacidad; de Dios y la belleza, el amor, todos temas clásicos, sino también de un colibrí, de Gandhi, del lenguaje, de Jacobo Fijman, y de otros temas. “¿Por qué escribir si nadie nos lee?”, se pregunta en otro poema. Pero obviamente no se trata sólo del contenido sino de la forma. Y la escritura de este libro es muy interesante; se mueve entre la transparencia del discurso y la simplicidad. Las imágenes fluyen claras y concisas. La enunciación suele ser en primera persona, alternando con una tercera. 23 es un libro auténtico y lírico:


1° de enero en San Marcos Sierras

Atrás quedó el bullicio del año viejo

Respiro alzo los brazos
veo el paisaje encajonado entre los cerros
fluye el río ante mis ojos
el pulso existencial en el agua

Cobijo de la hora
concédeme un milagro

La poesía es un alma cargada de futuro

Tengo tres libros alrededor de una sombrilla
y una botella de cerveza bajo los sauces

Los dragones descansan en la casa de piedra
y un duende saltó del callejón al santuario

Siempre la belleza sorprende y supera
 
Dios es una pasión desbordante

Quiero quedarme aquí 
divagando en un poema
descalzo desnudo 
en estado de gracia


60 años

Ahora, cuando el paladar todavía puede gozar las frutas,
en un momento en que las dudas parecen aquietarse,
oportuno resulta intentar un balance.

Pero: 
¿cómo decir la fugacidad 
mientras el acontecer sucede siendo?   

La vida dibuja nuestros rasgos
con rastros de memoria y arenisca.

Somos un soplo, una tiza en el viento del tiempo.

La máscara dice la verdad 
y el rostro miente.

La muchacha que baila a orillas del mar
será mañana la anciana que no podrá sostenerse.

Retorciéndose, el pensamiento sufre en secreto.

Las palabras también anochecen
y el color del olvido las cubre de negro.

Dios es un poema que no terminaré de escribir.


* Marcelo  Leites (Concordia, Entre Ríos, 1963). Poeta y crítico literario. Publicó los libros de poesía El margen de la aldea, Ruido de fondo (con prólogo de Leónidas Lamborghini), Tanque australiano y Adentro y afuera y los ensayos Cuatro poetas entrerrianos, Percepción de la música, La música de la poesía, Poesía y estilo y En un mundo sin cielo todo es despedida, este último, sobre la poesía de Mark Strand. Colabora en la revista virtual Op.Cit. Administra desde 2008 el blog La Biblioteca de Marcelo Leites. Integra el staff de la página Autores de Concordia. Coordina talleres de lectoescritura, corrección de textos y clínicas de obras desde 1992.

Encuesta lírica / Los libros de 2023, 30

César Bisso *


Lo que puedes hacer con el fuego, Rafael Felipe Oteriño (Editorial Pre-Textos, Valencia, 2023)
Una magnífica pieza de orfebrería poética. El texto conmueve desde la fuerza del pensamiento y la belleza de una escritura consolidada en la sobriedad y la sapiencia del creador. Para leer y releer, sin atajos:

Hacer tablas

Ética mínima:
no vencer ni ser derrotado.
Comenzar de nuevo.

La aurora y el poniente
en el mismo abrazo.

Hacer hablas.
Una geografía sin héroes.
  
Me explico:
La dulzura diaria
de mover nuevamente las piezas.


Mediterránea. Antología de poetas bolivianos (El Ángel Editor, Quito, 2023)
El poeta colombiano Santiago Espinoza realizó la selección de esta excelente y cuidada antología de poemas escritos por autores de diferentes generaciones, donde se refleja a lo largo del libro la intensa luminosidad y calidad de la poesía boliviana. Entre todo lo bueno para leer, comparto este breve texto de Jaime Sáenz:

Decir adiós

Qué pasará en el fondo del abismo -que será de ti, estamos solos.
Decir adiós
Es muy sencillo, 
Más el adiós no tiene término.
Es como la vida,
Una substancia del tiempo que se acumula en el tiempo
-de muchas vidas ajenas vive la vida, la palabra adiós no significa
       nada.
Te quedarás para siempre, eres el adiós.
   

Por las ramas, Gabriela Franco (Ediciones en Danza, 2023)
Un libro que sorprende por su aguda y sutil manera de percibir la realidad y expresarla poéticamente. En un artículo que escribí para la revista Versiones, resalté la placidez de navegar a través de estos textos, concisos y enigmáticos, que “dibujan sobre las páginas un movimiento de olas sincronizadas, sostenidas por el viento incesante del devenir, sin punto de partida ni llegada”:

 

-Huir de las formas,
encontrar y perder
la fe. Aunque no se crea,
se trata de creer, no
de sufrir, que cansa
como chupar clavos, lamer
lo que no sacia, roer
las astillas, la gran
obra


* César Bisso (Coronda, Santa Fe, 1952). Poeta. Sociólogo. Ex docente universitario. Ha publicado los siguientes libros de poemas: La agonía del silencio; El límite de los días; El otro río; A pesar de nosotros; Contramuros; Isla adentro; De lluvias y regresos; Las trazas del agua (antología); Permanencia; Coronda (antología); Cabeza de Medusa; Un niño en la orilla; La Jornada; De abajo mira el cielo; Haikus felinos; Andares. Obtuvo el Primer premio de poesía José Pedroni, otorgado por la provincia de Santa Fe, y el segundo Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, entre otras distinciones.  Colabora con artículos literarios en las revistas Agulha (Brasil) y Margen Cero (España). 

jueves, diciembre 21, 2023

Encuesta lírica / Los libros de 2023, 29

Pablo Queralt *


Todos queremos ser hallados, Alberto Cisnero (Barnacle)
En Cisnero lo social, la conexión de un caso desarmado, en el poema encuentra su cauce que si no es solución es comprensión.


Nadar bajo la tierra, Diego Muzzio (Salta el Pez)
La palabra de orfebre como herramienta para desenterrar, cavar profundidades. Bellos poemas con estructura de ingeniería.


Poemas inéditos, Cesare Pavese, traducción de Jorge Aulicino (Barnacle)
Eximios poemas rescatados del autor hermético más importante o por lo menos el que más me gusta, en una espléndida traducción.


Con sutiles artimañas, Fabián Iriarte (El Jardín de las Delicias)
La suma delicadeza en lo interno del sentido, en aquello que nos informa del afuera lo que interesa para adquirir un conocer, una especie de sabiduría, el método de la belleza.


Una cicatriz con cremallera, Carlos Salem (Averso)
La palabra cruda en lo crítico de la situación, el  tête-à-tête donde gana no el más fuerte sino el más sagaz, un camino de la acción que conmueve.


Hermana, jardín, espina, Claudio Archubi (detodoslosmares)
El brillo y esplendor en palabras que rondan por sitios y rincones del espacio en seres angélicos, serafines y duendecillos, mapa del no lugar donde todo se observa y se anhela.


La incurable otredad de la noche, Paolo Muñoz (Abdulah)
El dibujo de lo real territorializa lo irreal, el misterio que nos ronda, el neobarroco: el delirio organiza de belleza el lugar.


Namoro, José Ioskyn (Paradiso)
La palabra descriptiva de la emoción de cada momento y lugar, un viaje que te cuenta su historia y la ves por la ventanilla.


Las cosas que digo son ciertas, Blanca Varela (Gog y Magog & Caleta Olivia)
Las cosas como son en el tándem vida/muerte, visto desde un espacio sin tiempo que canta su canción: un conocer en el desconocimiento.


* Pablo Queralt (Buenos Aires, 1955). Médico. Poeta. Publicó Ser y ser visto, Cansancio de lo escrito, Late, 89 golpes y un whisky, Reescritos infinitosPueblo de agua. En 2021, su Obra Reunida y, posteriormente, Mi casa siempre fue la poesía. Es organizador del Festival de Poesía de San Isidro, provincia de Buenos Aires, y del ciclo de poesía de la biblioteca San Isidro.

Encuesta lírica / Los libros de 2023, 28

Virginia Caramés

Esa materia que se fuga, Daniel Freidemberg (Mora Barnacle) 
Voy a usar el comentario que hice para la presentación del libro: ¿Se puede seguir usando una cláusula de arranque para reiterar en cada módulo: “Vi” / “Como quien” / “Me acuerdo” / “ He visto”… (esa insistencia sin disimulo)? Sí, se puede si luego todo es hallazgo para quien ha visto “...los ojos de cera de los gimnastas, las manos sin mancha de lo asesinos, la sombra de plástico de los winners, caballos de bronce encabritados, un libro de rezos en un alfabeto que ignoro.” Aquí todo es y no es. Simultáneo. Hay más alivio en la contradicción que placer en la duda, “He visto atrás del fin otro fin/ o tal vez un principio/ o el suave ondear del polvo en/ el rayo de luz...” No va a obtener, Freidemberg, en estos versos nada, y a pesar de todo, retrocede y obtiene el goce en los rastros, en los indicios de las listas no jerárquicas. Bajo la imprecisa denominación de “poetas” hay un puñado de artistas en los que la forma y el contenido tiene un sentido de totalidad. DF explora en la penumbra con rigor e incertidumbre:  “me he visto viendo sin lugar las palabras”, “ He visto el infinito en la pared de enfrente / Y el no saber qué hay detrás de la ventana."



Todos queremos ser hallados, Alberto Cisnero (Mora Barnacle)
No hay demagogias, no hay seducción con juegos estructurales, no hay aviso, no hay títulos internos. Cisnero nos dice: arreglate, mi obra está en cada cuadro, son palabras, poemas, secretos... Y ahí empieza la literatura, "un intento de reformular el discurso" dice Sylvester en la contratapa. "Eureka", digo yo. Todo el trabajo en estos poemas es con el lenguaje, los pequeños cambios de dirección nos mantienen en vilo. ¿Qué hace? ¿sacude la gramática?¿un poco?¿lo suficiente? Esos movimientos ínfimos, hábiles, fortalecen cada poema:

33

acá no hay personajes fictos ni periplos
imaginarios. cuando leas estas líneas vas
a comprenderlo. todo es cierto. tal vez no
ahora, tal vez ni hoy ni mañana, pero más tarde,
toda la vida. que todo esto era cierto. estamos
preparados para sobrevivir. nos costará
menos decirlo que creerlo


* Virginia Caramés (La Plata, provincia de Buenos Aires, 1963). Publicó la novela Las cuerdas de Jacobo, el libro de poemas Aves, moscas y otras máquinas y tiene en proceso de edición la novela Elisa Brulet - suite de sus cosas diversas y emparentadas- . Se desempeña también en artes visuales: escultura, orfebrería, escenografía y arte textil. Coordina el grupo de lectura de poesía El Aparejo.

Encuesta lírica / Los libros de 2023, 27

Felipe Viñals *


Picnolepsia, Arturo Carrera (n direcciones)
Sílex y arena. Poesía y prosa. Sueño y realidad. El no-lugar de los hoteles. Se van entrelazando los temas y motivos en este libro que logra un efecto de encantamiento, un poco como esos poemas de Michaux que divagan volando en círculos, se abren al misterio y no se apuran en producir respuestas o certezas. El efecto que provoca es el de la picnolepsia "esa levísima epilepsia que hace que uno se deslice por los intersticios del espacio-tiempo. Pliegues abstractos en los que suelen entramparse fácilmente los niños":

*
Hudson murmuró esa misma tarde:...te dije que te llevaría, único
furtivo conocimiento hacia la tierra de las ovejas blancas y la ceniza 
leonada. A la estultífera tierra de la nieve. Donde nadie puede gritar, salvo los pájaros. 
Allí tus sentidos variando, concentrándose en los accidentes del 
paisaje -cada esferilla de sílex, cada hoja de árbol, cada cristal 
innúmero de nieve- se acercarían al eco del sentido 
sobre toda esa quieta maravilla como un pisapapeles de Colette, 
nosotros, 
los domésticos cauquenes. 

*

Flotantes en el vaivén de aquel avance entre nevisca y niebla, yo 
sentía escenas que se superponían. 
Toscas escenas, sin embargo, 
por momentos huían o "caían de peso". 
Una de ellas fue el reparto de unas bolsas ziploc que contenían 
unos malogrados sandwiches de milanesa con la forma de las 
alpargatas Pampero. 


Luna del cazador, Leandro Llull (Bajo la Luna)
Me gustó este libro luminoso, en el que resplandece la gracia, el don de percibir o traducir las armonías ocultas de la naturaleza, y la aurea mediocritas de la vida doméstica de pueblo:

Soltarse así 

Ya sé qué pájaro es este 
que aletea en la cocina: 
reina mora le dicen 
a su plumaje azul, 
pico y patas negras. 

Morito lo bautizo 
después de días de visitas, 
y hoy se para sobre las olas 
salta al microondas, después a la juguera, 
habla conmigo, canta, 
revuelve las galletitas en el plato. 

Más tarde salimos al patio, 
él muele las semillas, 
yo trago el sol que filtra el limonero, 

pienso en soltarnos así 
tan unidos en el mundo 
sin lazos ni cadenas,

recibir al pájaro azul 
cada vez que llega. 


Sinfonía n°40

Pongo a Mozart para baldear la casa. 
La masa extática sonora alegre 
ocupa toda la luz que cae 

y escurre en el sol, cascabelea 
vidriosa por el declive, 

mientras la perra muerde las flores, 
hace un emplasto que les borra el color 
y unas pequeñas nubes se apersonan. 

Los graves pasajes del maestro, 
debajo de violines y violas, 
lanzan cuerdas de sombra y tiran hacia el fondo

el globo de la felicidad, para que no estalle 
de júbilo y se quede entre nosotros.  


Quiero, Alejandro Crotto (Audisea)
Tiene momentos brillantes, como en sus anteriores poemarios, este libro nuevo de Crotto. Están acá también los monólogos dramáticos y las formas cerradas, la anáfora como apoyo y la rima consonante. Pero este libro se abre más a la experimentación a otros registros y sale también de su zona de confort, siempre manteniendo musicalidad y sentido en equilibrio:

Canción 

Esto en mú que soy yo y que no es mío,
esto en mí como el agua en el río. 

Como el agua que pasa y que dura, 
como el agua que nunca se apura. 

Una música muda por dentro, 
este pulso en el centro del centro. 

Como el agua que dura y que pasa 
como el agua que nunca se atrasa. 

Esto en mí, una sed que despacio 
va creciendo a la vez que la sacio. 

Esto en mí que soy yo y que no es mío, 
esto en mí como el agua en el río. 


El brindis de Teresita

Yo simplemente soy el lápiz
con el que a veces Él dibuja justo al borde 
de unos labios tirantes un principio
de sonrisa. Eso basta. 

Sé bien que aunque esté en mí 
como un tesoro que crece si lo gasto, 
esta mina no es mía, ni este pulso 
en el que poco a poco voy quebrándome.

En la celda, velando, la otra noche 
sonreía al pensar en las semillas: 
cerradas en su noche, sin saber. 

Después dormí en sus ojos. 
Él insistió en guardarme 
en vez de en un cajón, en sus pupilas. 


* Felipe Viñals (Buenos Aires, 1977). Poeta. Narrador. Periodista cultural. Publicó la novela En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte y el libro de poesías En un país extraño.

miércoles, diciembre 20, 2023

Encuesta lírica / Los libros de 2023, 26

Silvia Camerotto *


Las cosas que digo son ciertas. Poesía completa 1949-2000, Blanca Varela (Gog y Magog & Caleta Olivia)
Con su lenguaje ordenado cuenta la desprolijidad de la vida. Un libro indispensable para comprender cómo el lenguaje conduce a una forma cierta de libertad:


Fuente 

Junto al pozo llegué,
mi ojo pequeño y triste
se hizo hondo, interior.
Estuve junto a mí,
llena de mí, ascendente y profunda,
mi alma contra mí,
golpeando mi piel,
hundiéndola en el aire,
hasta el fin.
La oscura charca abierta por la luz.
Éramos una sola criatura,
perfecta, ilimitada,
sin extremos para que el amor pudiera asirse.
Sin nidos y sin tierra para el mando.


Fuera de lo general, Jorge Aulicino (Ediciones en Danza)
Una vez más, reflexión sin pausa, cada vez más ajustada, más precisa. Un derrotero que no pierde el rumbo:

Un relojero

Ah, vos, Aristóteles, sentado frente a tu tienda de ramas,
qué lejos nos llevaste:
franjas incidentales del crepúsculo sobre Macedonia
te fueron quizá indiferentes. Golpes
repetidos de la lluvia
y de las mareas: era ése el corazón del mundo.
Una tabla de mareas la existencia, un mecanismo, diría, si 
no tuviera el temor de ofenderte.

En este suburbio, tras una maceta de ligustrina,
bajo un toldo de hojas de plátano, la regularidad,
el pulso para desarmar relojes, cambiar piezas
en su interior, propenden a alcanzar mi esquema lógico,
la idea de que todos los sistemas tienen el mismo fundamento,
un dispositivo que une idea y materia,
como si logos los moviese y ordenase, espíritu impersonal
rigiese este mundo pequeño mío en las afueras de una ciudad,
y asimismo el gran ensamblado de sistemas en la galaxia…

Nuestro sistema entero son ruedas que mueven otras ruedas,
a su vez movidas por otras, y todas dotadas de invisibles dientes,
como mis engranajes… De modo que al final
Dios es este teorema que puedo escribir
hoy y mañana y pasado y siempre.
-Ensambla- me dice una voz-,
ensambla y no dejes de ensamblar,
todo debe funcionar 
como Dios manda,
aun el envejecimiento de tu propia dentadura,
paralelo al ciclo de las hojas.
No te detengas para escuchar al jilguero, ni para levantar siquiera
la cuchara que acaba de caerse… Son incidentes por fuera 
de los libros, de los huracanes metódicos.

La abstracción del suburbio, de los plátanos, de la ligustrina
debe ser tu meta, y debes
alcanzarla antes de morir
o tu sangre llegará al río.
Y sabe Dios que eso es pasar y perderse en los rápidos:
hacerse polvo de agua, y luego nada,
y frío.


* Silvia Camerotto (Temperley, provincia de Buenos Aires, 1959). Poeta. Traductora. Profesora del Laboratorio de Idiomas de la Universidad de Buenos Aires. Publicó los libros de poesía La Grosse Fuge y 420 minutos de abstinencia. Participó en Poetas que traducen poesía y en Argentarium, una antología bilingüe de los poemas breves de Ezra Pound. Publicó La rabdomante y El hombre cuya mano izquierda era un pollo, de la poeta galesa Tiffany Atkinson. Publicó, también, en versión completa, el Paterson, de William Carlos Williams, y La tierra baldía, de T.S. Eliot. Administra el blog De Sibilas y Pitias.