domingo, junio 30, 2019

Ángel Bonomini / La consideración de los milagros














La consideración de los milagros
obliga a una desconfianza razonable.
Más vale el simple asombro,
la inocente incredulidad
y hasta la sabia indiferencia
que la deformación de lo cotidiano
por manía admirativa.
El torpe riesgo es, si no,
que, de pronto, el agua,
en vez de agua de beber
se haga Diluvio o Bautismo.
Las extensas terrazas
de la casa que jamás fue construida;
las vides ocres que no fueron plantadas;
el tiempo anterior al primer instante;
la ciudades no creadas;
el contrasueño, el revés de la realidad;
lo que no es objeto de olvido o nostalgia;
lo que no existe ni existió
ni en horas ni en geografía:
De todo eso se nutre y muere,
allí reposa,
sobre eso obra esta forma de ser que somos:
una mera posibilidad
ante infinitas renuncias.

Ángel Bonomini (Buenos Aires, 1929-1994), Torres para el silencio y otros poemas, Pre-Textos, Valencia, 2015
Envío de Jonio González

Clave - Fundación Kónex - La Nación - Infobae - Letras Libres - Noches Blancas

Foto: Ámbito

sábado, junio 29, 2019

Attilio Bertolucci / Pequeña oda a Roma













                                                               

                                                                          a P.P. Pasolini

Te he visto una mañana de noviembre, ciudad,
despertarte, aprestarte otro día a vivir,
tenaces humos que brillan a los perezosos márgenes orientales
recorridos por la luz tierna como una flor,
un plateado de nubes, más arriba, espesas en el azul
ofuscándose por breves instantes que suscitan temblores
y refulgiendo largo tiempo, luego que el buen clima ha vuelto
y durará, si es nieve aquel violeta lejano
más allá de los bultos que ríen de burgos indiferentes.
Las mortificaciones de la sombra, luego que el sol vence o vencerá.
Tú estabas viva a las nueve de la mañana,
como un hombre o mujer o muchacho que trabajan
y no duermen tarde, tienen los ojos
frescos y atentos al trabajo asignado
en el olor de madera mojada y de hojas quemadas
o en aquel amargo de los árboles siempre verdes
que crecen a tus flancos y se ven desde lo alto,
por lo cual desciendo embriagado a los puentes
llenos de gente en tránsito, aquí silenciosos y blancos
como alas de pájaro que cabalgan en el agua amarilla.

Yo pienso en aquellos que vivieron en esta llaga meridional
calentando en tus inviernos los huesos ateridos de hielo
sin fin, en infancias frías y vivaces,
a Virgilio, a Catulo que alimentó un clima ya templado
pero educó una raza menos complaciente que la tuya,
y por eso sufrió, sufrió, la vida pasó veloz para él,
pasa veloz para mí ahora y no me duele como cuando
las acacias morían un poco para volver a florecer
el nuevo año, porque aquí un año es como otro,
una estación igual a otra, una persona a otra igual,

El amor una riqueza que ofende, un privilegio indefendible.

Attilio Bertolucci (San Lazzaro, Parma, italia. 1911-Roma, 2000), Viaggio d'inverno, Garzanti, Milán, 1971
Versión de Angel Faretta, inédita

Más poemas de Attilio Bertolucci en Otra Iglesia Es Imposible


PICCOLA ODE A ROMA
                                                                       a P.P. Pasolini

Ti ho veduta una mattina di novembre, città,
svegliarti, apprestarti un altro giorno a vivere,
alacri fumi luccicando ai pigri margini orientali
percossi dalla luce tenera come un fiore,
argenti di nuvole più sopra infitti nell’azzurro
offuscandosi per brevissimi istanti, suscitatori di tremiti,
e risfolgorando a lungo, poi che il bel tempo è tornato
e durerà, se è neve quel viola lontano
oltre i colli che ridono di borghi noncuranti
le mortificazioni dell’ombra, poi che il sole ha vinto, o vincerà.
Tu eri viva alle nove della mattina,
come un uomo o una donna o un ragazzo che lavorano
e non dormono tardi, hanno gli occhi
freschi attenti all’opera assegnata,
nell’odore di legno bagnato e di foglie bruciate
o in quello amarognolo degli alberi sempre verdi
che crescono sui tuoi fianchi e si vedono dall’altura
per cui io scendo inebriato ai ponti
fitti di gente in transito, da qui silenziosi e bianchi
come ali d’uccello a pelo dell’acqua giallina.
Io penso a coloro che vissero in questa plaga meridionale
scaldando ai tuoi inverni le ossa legate da geli
senza fine in infanzie intirizzite e vivaci,
a Virgilio, a Catullo che allevò un clima già mite
ma educò una razza meno arrendevole della tua
e perciò soffrì, soffrì, la vita passò presto per lui,
passa presto per me ormai e non mi duole come quando
le gaggìe morivano a poco a poco per rifiorire
il nuovo anno, perché qui un anno è come un altro,
una stagione uguale all’altra, una persona all’altra uguale,

l’amore una ricchezza che offende, un privilegio indifendibile.
---

viernes, junio 28, 2019

José Ioskyn / De "Mi revolución rusa"
















Dima, hace tiempo que no te escribo
aquí en Petersburgo el universo está cerca
se habla de la fraternidad universal
de la paz universal, las palabras se ensanchan
bajo el desorden fluye la belleza
mientras el cielo se desangra
veo caer la nieve aunque todavía el invierno no empieza
si puedes venir hazlo, todavía llegan trenes
filas interminables de vagones que entran en la tierra blanca
como una jeringa
¡Cómo fluyen los trenes, cómo tiembla esta tierra!




El tren para en la aldea
una muchedumbre petrificada trata de subir
al mismo tiempo
una chica grita que no encuentra su pierna
casi no hay hombres
lo cotidiano pesa solo sobre las mujeres
antes cargaban haces de leña, ahora sacos de arpillera
una dice: los señores llegan últimos y suben primero
otra: hasta en el paraíso entran antes
las mujeres llevan la vida como pueden
la vida es una arpillera agujereada
y pese a todo se carga
el tren arranca, algunos quedan abajo
ya se ven los campos
sin sembrados
después la alfalfa, y más lejos árboles y bosques
y pájaros que se disuelven en el aire.

José Ioskyn (La Plata, Argentina, 1962)


Mi revolución rusa,
Ediciones del Dock,
Buenos Aires, 2018








Ref.:
Ediciones del Dock
De Sibilas y Pitias
De lo que no Aparece en las Encuestas
La Voz 
Poetas Siglo XXI

Foto: FB

jueves, junio 27, 2019

Patrick Pearse / La madre


















No les tengo rencor: Señor, no guardo rencor.
Mis dos hijos fuertes he visto partir,
quebrarse su fortaleza y morir, ellos y unos pocos,
en la sangrienta protesta por una causa gloriosa,
se hablará de ellos entre su gente,
las generaciones los recordarán,
y los llamarán los bendecidos;
pero diré sus nombres para mi propio corazón
en las largas noches,
los pequeños nombres que fueron familiares alguna vez
alrededor de mi hogar muerto.
Señor, eres duro con las madres:
sufrimos cuando llegan y cuando se van;
Y aunque no guardo rencor, estoy agotada, agotada
de mi largo penar- Y no obstante, tengo mi dicha:
mis hijos fueron leales y combatieron.

[1916]

Patrick Pearse (Dublín, 1879-1916), The Independent, Dublín, 20 de enero de 2016
Versión: Marina Kohon

Del administrador - Apéndice:

 I write it out in a verse—
MacDonagh and MacBride
And Connolly and Pearse
Now and in time to be,
Wherever green is worn,
Are changed, changed utterly:
A terrible beauty is born.

                      —Easter, 1916, William Butler Yeats

Ref.:
Google Arts & Culture
Solidaire
Literary Hub

Foto: Kilmainham Gaol Museum/La Comuna

The Mother

I do not grudge them: Lord, I do not grudge
My two strong sons that I have seen go out
To break their strength and die, they and a few,
In bloody protest for a glorious thing,
They shall be spoken of among their people,
The generations shall remember them,
And call them blessed;
But I will speak their names to my own heart
In the long nights;
The little names that were familiar once
Round my dead hearth.
Lord, thou art hard on mothers:
We suffer in their coming and their going;
And tho' I grudge them not, I weary, weary
Of the long sorrow-And yet I have my joy:
My sons were faithful, and they fought.

miércoles, junio 26, 2019

Silvina López Medin / Elegía


                       











                                                                 A la manera de Mark Strand


¿Por qué viajaste?

La humedad del río se metía en mi boca. Me costaba tragar. Se metía en las cosas de la casa. Marcas de óxido que yo cubría con esmalte de uñas. Volvían a aparecer en otra parte. No era suficiente, no era suficiente, el frío seco en la cara al abrir la heladera. De noche la respiración de los otros.

¿Por qué viajaste?

No lograba dormir ni estar despierta, deseaba. El momento en que un avión carretea, toma velocidad, se despega de todo. Ahí el sueño se impone, me despego.

¿Por qué viajaste sin nosotros? 

Creí ver algo desde cero. Creí en la falta absoluta.

¿Por qué viajaste sin nosotros? 

Creí ver desde otro algo que solo existía frente al otro. Creí en cierto tipo de salvación.

¿De qué necesitabas salvarte?

Del río, del óxido. De lo que se adhiere al cuerpo, lo carcome.

¿De qué necesitabas salvarte?

De nosotros.

¿Dónde dormiste?

En un bosque, una sábana gastada entre mi cuerpo y la tierra.

¿Dónde dormiste?

En un hotel, una ventana que daba a otra ventana que daba a una pared desnuda.

¿Con quién dormiste?

Con alguien que dijo “voy a cuidarte”.

¿Con quien dormiste?

Con el espacio que dejó.

¿Con quién dormiste?

Con el recuerdo de tu padre cuando no era tu padre.

¿Qué tenías puesto?

Un saco de lana.

¿Que tenías puesto?

Un camisón transparente, un cuerpo transparente, piedras en la espalda.

¿Cuánto tiempo te fuiste?

Una semana.

¿Cuánto tiempo te fuiste?

Me había ido aun cuando no me había ido.

¿Cuánto tiempo te fuiste?

Perdí la cuenta.

¿Qué hiciste?

Caminé entre los árboles más altos, mi mano en lo áspero de la corteza.

¿Qué hiciste?

Me encontré con lo otro. Los ojos del río. En mi cuerpo. Los bordes carcomidos. Me costaba tragar.

¿Por qué te esperamos?

Porque se los pedí.

¿Por qué te esperamos?

Porque los niños creen.

¿Por qué te esperó papá?

Porque nunca dejó de creer.

¿Por qué volviste?

Caminé hasta cansarme.

¿Por qué volviste?

No dormía. El río había vuelto a crecer, casi me tocaba.

¿Cómo volviste?

Con el río.

¿Hasta dónde llegaste cuándo te fuiste?

Hasta donde pude.

¿Hasta dónde llegaste cuándo te fuiste?

Hasta nosotros.

(inédito)

Silvina López Medin (Buenos Aires, 1976

Ref.:
Ediciones del Dock
Zindo & Gafuri
Buenos Aires Poetry
El Desaguadero
Eterna Cadencia
De Sibilas y Pitias
El Poeta Ocasional
In Traslation
Otra Iglesia Es Imposible

Foto: FB

martes, junio 25, 2019

Mercedes Alvarez / Hay gente que habla del viento















Hay gente que habla del viento
pero nunca lo escuchó sonar entre las hojas.
Son como los que creen
que se pueden hacer todas las cosas
que cada experiencia espera
aguarda bajo una luz recóndita
y que habrá una nueva revelación cada día.
Hay quien habla de la capacidad humana
pero no está dispuesto a pagar ningún precio
por tanto, toda capacidad se diluye
bajo el agua
como la nervadura de una hoja seca.
Construir una casa
escribir un libro ambiguo
tener un hijo
ganar dinero sin que se note
esculpirse unas piernas de acero.
O construir una casa ambigua
tener un hijo de acero
escribir un libro sin que se note
esculpirse unas piernas.
Sin embargo, quizás si haya de vez en cuando nuevas revelaciones
quizás si aprendiste algo cuando de pronto pasó rozándote con su mano
el ángel del deseo como un bálsamo
complicándolo todo.
Por eso, hiciste como que no
activaste la maquinaria del olvido
aunque al viento lo escuchabas bien cerca.
Pero no todo es cuestión de oído.
Tal vez por eso cada persona es fiel a una estación:
pasa la mayor parte del año
esperando que llegue su momento.

[inédito]

Mercedes Alvarez (Tandil, Argentina, 1979)

Ediciones del Dock - El Poeta Ocasional - Eterna Cadencia
---
Foto: Alelí Alegría Cuba/Mercedes Alv/FB

lunes, junio 24, 2019

Jan de Jager / Dos poemas
















Torso
     (Museo del Vaticano)

Piernas nunca tuvo.
Perdió los brazos de mármol
    y la cabeza de mármol
por avatares de los tiempos:
naufragios, terremotos, vándalos.

Sigue sindo hermoso,
atlético de pectorales y de nalgas
posado en su pedestal de granito.

El pene de mármol
se lo rebanó un cardenal
      con un martillito, y con la honorable,
eugenésica intención
de que no se sigan reproduciendo
tales mutiladas monstruosidades.


Víspera de Cancha Rayada

Con la mano se tapa los ojos,
porque le duele mucho una muela.

Intenta mirar por la ventana pero la luz es hiriente.

Abre la puerta y quedar encandilado le cuesta un triunfo.
Desesperado, tira del diente como un buey,
como quien enganchó un pez espada, o un dorado.

El pez sale del agua y el buey descansa,
le late la cabeza, le quedó una marca, un hueco en la boca.
lo tantea con la mano y con la punta de la lengua.
Metálico gusto rojo.

En la mesa apoya un bagre todo cariado.

Jan de Jager (Buenos Aires, 1959)

Relámpagos. Vol. 3,
Viajera Editorial,
Buenos Aires, 2018









Jan de Jager - Viajera Editorial

---
Foto: FB

domingo, junio 23, 2019

Catalina Boccardo / Diálogo con Kazuo Onho














travestido:
tus mujeres lucen sombreros
y a esas flores les falta seguridad
máscaras blancas que nunca había visto arder
lloran y ríen
mórbidas
me tocan la nuca si intento bailar

y otro physique du rôle
sobre puntillas
del músculo
medias de nylon
chis-chis al tocar
(nosotras calzamos
nuestra propia vida)

tarso metatarso
contracciones
paren
los huesos

forma de flor
calcáreo jazmín

De Bailar, inédito

Catalina Boccardo (Buenos Aires, 1961), Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, 2019

Otra Iglesia Es ImposibleEdiciones en Danza - Ediciones la Mariposa y la Iguana - A Destiempo de la Nada - Excéntrica - 1 Poeta 10 Preguntas - El Infinito Viajar - La Ficción del Olvido

Foto: Catalina Boccardo/Facebook

sábado, junio 22, 2019

Manoel de Barros / Una mirada















Tuve una novia que veía mal. Lo que ella veía
no era una garza en la orilla del río. Lo que ella veía era
un río a la orilla de una garza. Ella despracticaba las
normas. Decía que su propio reverso era más visible que
un poste. Con ella las cosas tenían que cambiar su
comportamiento. Además, la chica me contó una vez
que tenía encuentros diarios con sus contradicciones.
Creo que esa frecuencia en los desencuentros ayudaba
a su mirada oblicua. Agregó que ella no
contemplaba los paisajes. Que los paisajes la contemplaban
a ella. Llegó a consultar a un oculista. El diagnóstico fue
que no se trataba de un defecto físico. Sugirió que podría
tratarse de una disfunción del alma. Pero ella contestó que
la ciencia no tiene lógica. Porque vivir no tiene lógica – como
diría nuestra Lispector. Mira esto: Rimbaud puso a la
Belleza de rodillas y vio que la Belleza es amarga. ¿Tiene
lógica? Ella también quiso cambiar por dos golondrinas
a los buitres que volaban en el Ocaso de su abuelo. El Ocaso
de su abuelo se había convertido en una plaga de buitres. Ella quería
cambiarlos porque las golondrinas eran amorosas y los
buitres eran carniceros. No estaba segura de que ese
cambio pudiera hacerse. El padre le dijo que se podía hacer
verbalmente. Que era solo despraticar las normas. Me pareció bien.

Manoel de Barros, (Cuiabá, Brasil, 1916-Campo Grande, Brasil, 2014), Memorias inventadas, Editorial Alfaguara, Río de Janeiro, 2018
Versión de José Ioskyn, inédita

Ref.:
Movimiento
La Vanguardia
Los Andes
Círculo de Poesía
Poesía
Otra Iglesia Es Imposible

Foto: Diario do Centro do Mundo

viernes, junio 21, 2019

Luis Chitarroni / Gaspar Campos


















Como mirar a través de piernas o árboles.
Ventanas: la intimidad sin mayores riesgos, insignificante
de un matrimonio cualunque (ella mujer, él mayor), atribuyéndole,
ya que no mucho más, la esperanza de vencer esa esperanza
a fuerza de imaginarla sin un ápice de vulnerabilidad, vulgaridad.
Sentar cabeza, sacar la mirada de entre esos árboles, esas piernas.

Volverse uno insignificante aunque lo fuera ya. Cerrando
los postigos, señales o signos seguros, después los ojos,
exigiéndonos antes del final del día, de la vida,
incorporarnos a la pesadilla de la historia. Qué más.

[inédito]

Luis Chitarroni (Buenos Aires, 1958), Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, 2019

Ref.:
La Nación
Letras Libres
Los Asesinos Tímidos
Eterna Cadencia
La Bestia Equilátera

Foto: FIP

jueves, junio 20, 2019

Francisco Gandolfo / De "Segundo sueño"















30.

Según el diccionario
Psique es un espejo con bisagras
para regular la inclinación.

Amor fue la visión suprema
contemplada por el Yo
en la profundidad de Psique

pero Amor como si fuese Ello
carece de imagen y presencia
no se ve en superficie
se siente en profundidad

la condición impuesta por Amor
para esa experiencia
es mejor no aconsejarla:
al que le toque, que aguante
y aproveche la Ocasión mayúscula

aparte esta excepción
el espejo es manejado por Ello
en fases de superficie

presenta rostros de Ellas
otros y dobles que reciben y trasmiten
reflejos de profundidad

comparten el intercambio y trasmisión
de esas imágenes en distintos grados
el Yo y el Otro.

Francisco Gandolfo (Hernando, Argentina, 1921-Rosario, Argentina, 2008)

"El sueño de los pronombres" (1980),
Secreto intransferible. Versos y prosas / 1980-1992,
Iván Rosado,
Rosario, 2017









Más poemas de Francisco Gandolfo en Otra Iglesia Es Imposible
---
Foto: Francisco Gandolfo, 1982 Herederos de Francisco Gandolfo/Iván Rosado

miércoles, junio 19, 2019

James Byrne / Dos poemas
















Recuperación

Déjame imaginarte regresar a casa
desde la oscuridad, entre cuerpo y mente,

haciéndote innegable de la misma manera
en que un árbol hace olas desde su sombra.

Hay refectorios que silencias
con una sola chispa de ingenio,

hay hombres a quienes has gobernado
con solo aroma, solo postura.

Ahora tu ardid más difícil: empezar de nuevo
una vida que termina al convertirse en oro.

En septiembre (el mes que asiste a todos los demás)
déjame conjurar el mejor lado tuyo,

entender de alguna forma lo intacto
de la vida, como hacen los espejos.

De Blood/Sugar, Arc Publications [Lancashire], 2009


El sueño de la  razón produce monstruos

Ahora que el estado legitima el odio,
un despierto triunfo de catástrofe truena
profundo en el valle (¿y dónde están los Blake
y los Milton ahora?). La crisis de los espejos
donde mi vecino razona solo
consigo mismo: una cara que silba, encadenada
al sueño en la coda de una estrella. Una fantasía,
todo lo que es puro es Inglaterra.

De Los Caprichos (after Goya), 2017, inédito

James Byrne (Buckinghamshire, Inglaterra, 1977), Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, 2019
Traducciones de Katherine M. Hedeen y Víctor Rodríguez Núñez
Foto: Sandeep Parmar

Ref.:
Arc Publications
Poetry Foundation
Buenos Aires Poetry
Círculo de Poesía

martes, junio 18, 2019

Hans Arp / La tabla de huevos


sobre mi tabla de huevos hoy domina una voz de elogio a cuatro voces a saber en primer lugar una voz con derecho a voto en segundo lugar una voz de falsete en tercer lugar una voz de bajo y en cuarto lugar una voz estentórea: la tabla de huevos patentada por arp hasta cierto punto es el fénix del tenis y se conquistó el corazón de todos los amantes del deporte y del huevo.
así como en el pasado ocupé el primer lugar de los muñecos de nieve en un hierático librito de posiciones hoy estoy en el primer lugar delante de los actos de caridad a cuatro manos con la buena reputación de nariz de león ojos de león y orejas de león.
  por mi tabla de huevos el pulmón aprende a soplar el cuerno francés y la paciencia prensada a través del paladar se desliza otra vez en su lugar.
por mi tabla de huevos la persona dedicada a la casa es guiada por el serrador solterón manteniendo el movimiento deseado hasta el toque de campanas.
se convierte en un muñeco de paja dorado resistente al fuego con la mano izquierda dobla el mango izquierdo allí los lirios de civil.
eso que hasta ahora se intentó en vano con una ganzúa y pocos molineros ahora funciona jugando con mi tabla de huevos.
  el número de jugadores no tiene límite.
  un número cualquiera de gladiadores abre el juego en fila india a la voz de: ave tabula ovo arpis morituri te salutant y se extienden con la tabla de huevos siempre de forma regular rompiendo los huevos y contemplando el gol como vencedores.
así pasan todos los grupos desde la a hasta la z componiendo versos y aspirando al gol sin que ningún grupo dispute al otro la palma de los vencedores y eso solo por la influencia mágica de la tabla de    huevos.
   parágrafo tres: es desleal emplear huevos duros.
parágrafo cuatro: a las cuatro de la tarde todos sacan su huevos de colón y los degustan bien.
este es el denominado afternoontea porque todos se sientan en su trasero.
el trasero del señor permanece pacíficamente estampado hasta las five-o-clock-tea.
punto five el juego continúa hasta el parágrafo five.
parágrafo five: en un punto five se avanza cinco puntos pero en un punto cinco debe 
   retrocederse five puntos.
parágrafo trece: vuela un huevo sobre un árbol y allí empolla de este modo la gallina me pertenece.

Hans (Jean) Arp (Estrasburgo, Alemania, 1887-Basilea, Suiza, 1966), Dadá Zürich, Zúrich-Hamburgo, Arche, 1998
Versión de Silvana Franzetti

El País - Guggenheim - El Placard - Zenda - A Media Voz

Foto: Hans Arp, 1966 Keystone/Gamma-Rapho/Getty


das Eierbrett

über mein eierbrett herrscht heute eine stimme des lobes und zwar vierstimming erstens mit einer stimmberechtigten stimme zweitens mit einer fistelstimme drittens mit einer baßstimme und viertens mit einer stentorstimme: arps patentiertes eierbrett ist gewissermaßen der phönix des tennisspieles und hat sich die herzen aller sport- und eierliebhaber erobert.
während ich früher im hieratischen rangbüchlein nach den schneemännern rangierte stehte ich heute an erseter setlle vor den benefizvirhändern mit dem guten leumund der leunase den leuagen und den leuohren.
durch mein eierbrett lernt die lunge das urwaldhorn zu blasen und das durch den gaumen gepreßte sitzfleisch rutscht wieder an seine stelle.
durch mein eierbrett wird der stubenhocker von der eingefleischten laubsägerei unter beibehaltung der liebgewordenen bewegung zum glockenläuten geführt.
er wird ein feuerfest vergoldeter strohmann der linke hand am linken griff lilien in zivil knickt.
was bisher vergeblich mit einem langen dietrich und kurzen müller versucht wurde gelingt nun spielend mit meinem eierbrett.
die zahl der spielteilnehmer ist unbegrenzt.
eine a-beliebige zahl gladiatoren eröffnet im gänsemarsch mit dem ruf: ave eierbrettula arpis morituri te salutant das spiel und zieht immer fleißig mit dem eierbrett eier schlagend sich als sieger betrachtend durch das goal.
so ziehen alle gruppen von a bis z dichtend und trachtend durch das goal ohne daß eine gruppe einer andern die siegespalme streitig machen würde und dies nur durch den magischen einfluß des eierbrettes.
paragraph drei: hartgeckochte eier zu verwenden ist unfair.
paragraph vier: um vier uhr holen alle ihre columbuseier hervor und lassen sie sich gut schmecken.
dies ist der sogenannte afternoontea weil alle dabei auf ihren after sitzten.
der allerwerteste herr bleibt dabei friedlich gepreßt bis zum five-o-clock tea.
punkt five geht das spiel weiter nach paragraph five.
paragraph five: geht einer punkt five fünf punkte vor so muß er punkt fünf wieder five punkte zurück.
paragraph dreizehn: fliegt ein ei auf einen baum und wird dort ausgebrütet so gehört das huhn mir.

lunes, junio 17, 2019

Pablo Chacón / Mar del Plata


En la avenida Luro, al final, hay un muelle de madera y cemento.
Era el muelle favorito de Repetto y de Bronzini,
   socialistas ilustrados en el Jockey Club,
   rosa de los vientos que un día amaneció muerta,
piedra sobre piedra,
   bajo un paño gris ceniza,
todo humo y escarnio.
   Esa noche sonó la sirena y otra, mucho después,
abierta al golpe que partió la proa de un barco perdido
   y sin rastros de la tripulación.

Esperamos en la colina. Esperamos mudos.
El muelle de madera y cemento es un dibujo iluminado
   y la playa plana, a los costados,
un espacio vacío, visitado por los resplandores lunáticos.
   Ni una sombra, nada, relámpagos,
arriba
   y a la distancia, un silencio enorme como el miedo.
El resto es desprecio.
   El desprecio se cultiva.
   El desprecio es la única planta que se traga al miedo.
Pero consideremos, por respeto, al humor del comensal;
   las escaras del muelle, chatas,
infladas de parásitos, de lombrices, de larvas encerradas
   que apolillan la materia y los bajíos,
   los revoques de urgencia,
la prosperidad de temporada,
y los caprichos de la gravedad: marea alta y bandazos,
   oleadas y bandazos
que el comensal apunta, y suma a los escapes de un gas
   que pica en los ojos, la nariz,
arruina el aliento...
   ¿es un pozo, un osario?

   Al borde del muelle,
entre los cascotes derrumbados y las gaviotas muertas,
   a unos doscientos metros de la costa
crece un tumor.
   Es la carta robada.
Los pescadores todavía silban una martingala afantasmada,
compuesta
   para intimidar suicidas.

El cartel de neón chisporrotea GAN A,   CIA,
o GANCIA eventualmente:
   sobre la trayectoria estacional de la arena
se acumulan intensidades y un falso punto de vista.
   El mar es mi casa: los muertos no están muertos.
Los años pasaron desde entonces.
   La ciudad está ahí.
Los restoranes cierran a las ocho. El casino no cierra.
   Hay negocios vacíos y otros clausurados.
Hay autos abandonados y calles vacías.
   Hay vías de tren abandonadas
solares quemados por el frío, y al sur, entre el puerto y el faro,
   bajando desde Alem, una ruta brumosa se estira,
camino al chaparral que algunos, exagerando,
llaman infierno.
Es necesario acelerar, ajustar las luces altas,
   cambiar de ángulo y foco.
En el infierno flamea la bandera roja.
   Pero como el marinero polaco,
yo no quiero ahogarme, sino nadar hasta hundirme.
Sobrevivir a nuestras catástrofes es una prueba de canalla.

   ¿Quién lo duda?
¿Los viejos?
   Para un viejo nada es contemporáneo.
   Y acá, en el balneario, no hay más que viejos
convertidos
   a la utopía de un verano eterno.

Pablo Chacón (Mar del Plata, Argentina, 1960-2018), Calor quieto, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 2000

Ref.:
Pájaro Rojo (1)
Pájaro Rojo (2)
La Capital
Página 12
Noticias Urbanas
Letras Libres

Foto: s/d

domingo, junio 16, 2019

Alberto Cisnero / César Vallejo resiste con sus huesos...














César Vallejo resiste con sus huesos
fidedignos la comedia sintética y profesional
de una forma sobrehumana. no tasa otro
gesto de radicalidad, de heroísmo
o de indagación de alguna causa.
simplemente sigue confrontando
de contínuo con un límite; escribiendo.
nunca le dijo adiós a la vida.
toco la piedra que lleva tu nombre.
murmuro algo que estaba roto
para siempre. caiga la nieve.

(inédito)

Alberto Cisnero (La Matanza, Argentina, 1975)

Barnacle - Op. Cit. - Ruinas Circulares - El Poeta Ocasional - Otra Iglesia Es Imposible
---
Foto: Op. Cit.

sábado, junio 15, 2019

Reina María Rodríguez / El éxito

















De todo lo que ha pasado
la explicación es lo peor que ha pasado.
Una madre no es un día
para ir a la tienda.
Una madre tose,
se resfría
y pregunta cosas que nunca
responderás.
Es así esta cadena
desleal.

Toqué sus dedos tan delgados
despidiéndome,
pero en mi cabeza aún sigues joven
bañándote en el mar con la trusa
negra y amarilla
llenita de flores rojas sobre el vientre.
Lo peor de todo es explicar lo que dimos
o lo que no pudimos dar,
lo que está inhabitado
y se protege
sin más explicación.

II

Siento su voz
llamándome
cuando desde la ventanilla
la veo jugar entre olas
que pronto no volverán
-aunque la resaca la traiga
con el plato de sopa a la escalera-,
o el dinerito de un vuelto
que me presta
y nunca devolveré
con el mapa de un retazo que sobró
aunque no alcance esta vez
al estirarlo más
para que la blusa caiga
ranglán
sobre la necesidad del hombro,
sus botones cosidos
unos encima de otros
reafirmando
con hilo naranja
lo que no puede ver.

III

Alguien está tocando el piano
y alguien se detiene junto a él
es ella, la que cosió vestidos
interminables como teclas
sobre acordes
finitos.
Soy yo, la que hice poemas
que no son suficientes
para dar una explicación
que no sea baratija:
un vestido, un color, un botón,
el rastro (el trapi)
“Rojo, blanco y azul”
que nosotras llamábamos:
“El éxito”
y no le decíamos a nadie
dónde quedaba
para ser cómplices
y dueñas del misterio.

IV

Un beso ladeado
se resbala de la mejilla,
sale a la carretera
y se dispersa
hacia el retrovisor que marca
la inocencia,
del tiempo de una vida
donde nos creíamos inteligentes.
Esos fueron nuestros viajes
y nuestras desavenencias.
Voy a morirme sin ti
-como ella morirá sin mí.
Está escrito en el sueño
con zapatos viejos.
Es el destino
una repetición
de la mano abierta
con sus finas líneas
controversiales.

Si volviera a nacer
a tener una hija y una madre
pediría que fueran ustedes.
Les diría lo que no está explicado
en la explicación
frente a la puerta de salida
donde uno no sabe ni dice
cuánto puede dar
ni merecer.

[Inédito]

Reina María Rodríguez (La Habana, 1952), Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, 2019
:
Radio Televisión Martí - Diario de Cuba - El País - LL Journal - Vallejo & Co.
---
Foto: José Pérez Gómez

viernes, junio 14, 2019

Geoffrey Hill / De "Una apología por el renacimiento de la arquitectura cristiana en Inglaterra"


















4 UNA BREVE HISTORIA DE LA INDIA BRITÁNICA (I)

Hacer miniaturas del tema una vez monstruoso:
los devotos de casaca roja, refriegas en ruedas,
amantes de Jagannath. Indiferentes por el objetivo,
descargan el cañón que brama sobre las paredes

de fortalezas y palacios; contaminan los pozos.
Confiscan la memoria para su vergüenza en bancarrota,
fantasías del verdadero destino que mata
"en el nombre de Inglaterra".

Ser movidos por la fe, la obediencia infalible,
la arrogancia perfecta de la culpa heroica,
la gracia de la visitación; y son incitados

por sus búsquedas de dioses, sus idolatrías,
en cónclave por las injurias continuas
saciadas sobre la serenidad de la novia.

Geoffrey Hill (Bromsgrove, Inglaterra, 1932-Cambridge, Inglaerra, 2016), "An Apology for the Revival of Christian Architecture in England" ("Una apología por el renacimiento de la arquitectura cristiana en Inglaterra"), New and Collected Poems, 1952-1992, Poetry Foundation
Versión de Silvia Camerotto y Jorge Aulicino

Poetry Foundation - Paris Review - The Guardian - Perros en la Playa - Vallejo & Co. - Círculo de Poesía - Asamblea de Palabras - Otra Iglesia Es Imposible


4 A SHORT HISTORY OF BRITISH INDIA (I)

Make miniatures of the once-monstrous theme:   
the red-coat devotees, melees of wheels,   
Jagannath’s lovers. With indifferent aim   
unleash the rutting cannon at the walls

of forts and palaces; pollute the wells.
Impound the memoirs for their bankrupt shame,   
fantasies of true destiny that kills
‘under the sanction of the English name’.

Be moved by faith, obedience without fault,   
the flawless hubris of heroic guilt,   
the grace of visitation; and be stirred

by all her god-quests, her idolatries,   
in conclave of abiding injuries,   
sated upon the stillness of the bride.
---
Foto: Geoffrey Hill, 2013 Clara Molden/The Telegraph

jueves, junio 13, 2019

Valeria Cervero / Tal vez lo que quede...














Tal vez lo que quede simplemente sea el hueso,
el que hizo de sostén todo este tiempo,
antes y después de la caída,
de la aparición en medio de la tarde
–como una maravilla
de puro olor a jazmines–,
el hueso, en medio de un cielo
que no es cielo ni arte.
¿Porque cuántas vidas abarca una vida?
¿Cuánto amor puede guardar un cuerpo?
Pero el hueso sigue ahí,
en la espera, en la dicha,
en el borde de tanto,
como el ojo del tigre en la espesura
o un destello infinito
en el desierto.

De Agujeros en la superficie, inédito.

Valeria Cervero (Buenos Aires, 1972), Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, 2019

Ref.:
De lo que no aparece en las encuestas
Op. Cit.
La Ficción del Olvido
Literatura Viva
1 Poeta 10 Preguntas
Otra Iglesia Es Imposible

Foto: Paper Blog

miércoles, junio 12, 2019

Jaime Sáenz / De "Las tinieblas"

 

















4.

   La oscuridad es menos pesada que el aire; el aire es más pesado que la transparencia.
   En la sequedad se encuentra el secreto de las tinieblas; en la falta de agua.
   - en la inmovilidad del movimiento;
   en la falta de espacio - pues en la misma medida en que la amplitud crece, el espacio decrece.
   Así se explica que el hombre, para avanzar cuatro pasos en las tinieblas, debe caminar durante muchos años;
   pues un día de tinieblas, vale más que mil años de transparencia.
   Por eso los hombres amantes del alba, los hombres afectos a la alegría,
   comen de todo y no saben nada.
   Prematuramente se les arruga la cara, y se les achica los ojos;
   cambian y vuelven a cambiar de la noche a la mañana; y cuando resplandecen de alegría,
   hacen un gesto.
   Por eso los que aman las flores, los que aman la jardinería, los que aman el espectáculo ameno de la naturaleza en general,
   carecen de fuerza y no tienen idea de la energía, se vuelven locos y no saben qué hacer,
   y, como son incapaces de dominar el dolor,
   en realidad no aman por amar sino porque tienen miedo,
   cuando creen amar al mundo y cuando no lo aman en absoluto,
   y cuando el mundo no los ama y los rechaza y no quiere ni mirarlos.

   5.

   Por eso los hombres afectos a las tinieblas, los hombres que a nadie aman,
   son los que aman.
   Y por eso no aman al mundo; por lo mismo que lo aman
   - pues no lo aman.
   La apariencia del mundo les infunde recelo.
   Sólo viven para mirar la imagen desnuda del mundo.
   Con el ojo puesto en los pedruscos - con el ojo puesto en la sustancia de los pedruscos.
   Con el oído atento al fragor del polvo que se calcina - con el oído atento al fragor de la tierra que se consume
   - estos hombres secos, flacos, callados, en mucha parte, son los causantes de muchas cosas
   El mundo que se destruye quién sabe cómo, por inmisericordes fuerzas que vienen no sé de dónde;
   y los esfuerzos del hombre obstinado, que vanamente se empeña en recoger los escombros
   - eso les interesa.
   Las tormentas, los terremotos, las epidemias - y por eso están aquí.
   El socavamiento de ciudades y murallas, de grandes obras y de colosales trabajos,
   por ejércitos de hormigas que se cuentan como arenas en el mar.
   las víboras, los alacranes y los moscardones que infestan la faz de la tierra, siempre amenazada por espesos miasmas
   - un mundo despiadado, invisible y temible,
   que no cejará hasta no haber aniquilado al género humano
   - eso les interesa a los hombres amantes de las tinieblas;
   los frutos silvestres que, asumiendo hermosa apariencia, atraen al hombre ávido y lo matan;
   las trampas mortales que el mundo, en lo oculto, utiliza para atrapar al hombre.
   Las hambrunas y los maleficios y las calamidades.
   Los azotes y los flagelos que hacen despertar al hombre.
   Eso les interesa, y por eso están aquí.

Jaime Sáenz (La Paz, 1921-1986), "Las tinieblas", Recorrer esta distancia. Bruckner. Las tinieblas, Carlos Cociña ed., Ediciones Intemperie, Santiago de Chile, 1996

Ref.:
Ediciones Intemperie
Poetas del Fin del Mundo
Buenos Aires Poetry
Bolivia Com
Eterna Cadencia
Poemas del Alma
Página 7
El Boomerang

Foto: Jaime Sáenz a mediados de los 70 Alfonso Gumucio Dagrón/La Razón

martes, junio 11, 2019

Marina Arrate / La dorada muñeca del imperio















1.

Es el esplendor.
Hay una oscura orfebrería radiante
elaborando una tela solar.

Para su cuerpo       para su piel
bordado en pedrería       de seda y chifón.

La  mujer es alta, dorada y fuerte.
Sus largas manos elevan
        lentos cantos abisales.
Para los círculos
del Mundo   y por su imperio.

Es la estela matutina la que alumbra
su alto entramado corporal y su modo
magnífico de ser
esculpida y ser vibrante.

2.

Es el sistema solar.
Hay antiguas catedrales       viejas cúpulas
ardiendo en el tiempo
como el oro.

Tengo un recuerdo de la Habana Vieja:
                           son sombras doradas en los adoquines
                           y puertos eternamente abiertos
                           como si esperaran a un Dios.

Pero me distraigo:
Esta mujer es ventrílocua     y hermosa.

Oh, quisiera también hablar de amor.

3.

La mujer es alta, dorada y fuerte.
Su desnudez parece recamada y brilla, pero
es tan suave como una amatista.
Sin embargo,
está viva y la veo.
Recostada en los espejos, devana su
paciencia peinando su rubia cabellera
y esperando el turno
para salir al escenario y pasear
la tela imperial.

4.

Nantés, Florencia, Atlanta y Singapur.
Son las flores de Adimanto:
                 la ciudadanía ejemplar.
Se pueden pesquisar aún los rasgados telares
de otra allende ciudad antigua,
anteayer contemporánea:
Indiga Mesopotamia
Y sus valles estelares.
Mi mirada se agiganta.
Dios, son altos lirios y llameantes
                 pozos circulares
rigiendo los tiempos como imperios. 

5.

La mujer se coloca una media.
Ella acerca sus dos brazos a su pie.
Su pelo rubio cae
cae hacia adelante.
Pero ella en gesto colosal
lo ordena tras su oreja.

Torsión de su torso hacia atrás.

Sus dos ávidos pequeños pezones
un instante bailan
a pleno sol.

Muñeca dorada.

6.

Coronas para mi amada,
coronas azules para su cabellera dorada
vasos frágiles y fuertes para sus largas manos
telas tenues y misteriosas para la seda de sus dedos
versos puros y perfectos para su boca
y películas de arroz, escapularios ardientes
roncas caracolas y locas
piedras marinas para su lujo
dorado, historias de barcos
en infinito peregrinaje
                                   y telas y telas
en telas imperiales.

7.

La mujer sorprende mi mirada.
A través del espejo observo como espía
mis dos pupilas inmóviles.
Quieta, continúa su lento maquillaje,
pero ahora sé
que cuando ella gire el cuerpo hacia mí
habrá terminado la larga fiesta,
esta vieja ansiedad de parecerme,
mi profundo deseo de tenerla:

La mujer ha salido al escenario.
Es suya la palabra.

De Máscara negra, Lar [Concepción, Chile], 1990

Marina Arrate (Osorno, Chile, 1957), Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, 2019

Ref.:
El Mostrador
El Desconcierto
La Calle Passy 061
Los Desconocidos de Siempre
Letras Mysite

Foto: Marina Arrate, 2017, Wikimedia Commons

lunes, junio 10, 2019

Russell Edson / Dos poemas





















Una zoografía

Un hombre tenía una manada de elefantes en miniatura. Eran como bolitas grises de goma de mascar; su barritar como el silbido de una tetera...
Además, tenía una caja de vacas en miniatura. Cuando al atardecer mugían era como si maullasen gatitos...
Le gustaba hacerlas salir en estampida sobre su cama...
En su armario, una polilla gigantesca del tamaño de un enano...


Los caballeros en el prado

Algunos caballeros están flotando en el prado sobre la hierba amarilla. Parecen sostenerlos en el aire aquellas maravillosas florecitas azules que crecen allí junto a aquellas rocas.
¿Es posible que hayan venido flotando desde ese cementerio cercano?
Se alejan un poco cuando el viento sopla.
Las mariposas aletean a través de ellos.

Russell Edson (Connecticut, Estados Unidos, 1935-Stamford, Estados Unidos, 2014), The Tunnel. Selected Poems, Oberlin College Press, Oberlin, 1994
Versiones de Jonio González

Otra Iglesia Es Imposible - Poetry Out Loud - Poetry Foundation - Penny's Poetry Pages - A Web del Sol Featured Prose Poet - The Art of the Prose Poem


A ZOOGRAPHY 

A man had a herd of miniature elephants. They were like wads of gray bubble gum; their trumpeting like the whistling of teakettles...
Also, he had a box of miniature cattle. When they lowed at sunset it was like the mewing of kittens...
He liked to stampede them on his bed...
In his closet a gigantic moth the size of a dwarf...


THE GENTLEMEN IN THE MEADOW

Some gentlemen are floating in the meadow over  the yellow grass. They seem to hover by those wonderful blue little flowers that grow there by those rocks.
Perhaps they have floated up from that nearby graveyard?
They drift a little when the wind blows.
Butterflies flutter through them . . . 
---

domingo, junio 09, 2019

Françoise Roy / Dos poemas
















Paisaje

Paisaje: mariposas que revolotean en un paraje yermo percutido por la luz.

En la recámara, un entramado de fémures y costillas que han resistido la carga del exilio: alambres invisibles cosen todo aquello junto, a la hora amatoria.

***

Resol ciego, agujero donde sopla una brizna de mar (nada se evapore por los surcos de los índices, pulgares y anulares prensados).

***

He aquí la estancia de callar, la vasta estepa de la catadura, el diluvio grumoso cuyos ácidos emblanquecen los carámbanos del invierno. He aquí el verano.

De La jaula de las medusas, Instituto Mexiquense de Cultura, 2010


Problemas de deglución

Dórame la píldora otra vez. Tú que sabes de nácar, de ostras que guardan lo que el aire destruiría, tú que sabes de esmaltes, maquillaje, barnices y colorantes, oropel y chapa de metal noble para disfrazar el fiero oxidado.
Dórame la amarga píldora de la verdad con trucos de confitería. Sácale con un popote delgado el ácido, tú que tanto sabes de productos corrosivos.
Mete los dedos detrás de mi campanilla y sácala con cuidado, entre tu índice y tu pulgar de mago. Arrójasela a las hienas.
No estoy enojada. Tengo hipo.

De Atrás de la máscara, Instituto Mexiquense de Cultura, 2014
Traducción de la autora

Problemes de deglutition

Dore-moi la pilule encore une fois. Toi qui en sais long sur les mystères de la nacre, sur les huîtres qui préservent ce que l’air y détruirait, toi qui t’y connais bien en vernis, en maquillage, en laques et en colorants, toi qui es féru d’oripeau et de plaqué or pour en masquer la rouille.
Dore-moi la pilule amère de la vérité avec tes trucs de confiserie. Extrais son acide au moyen d’une paille, toi qui es tellement versé en produits corrosifs.
Prend-moi la luette et extirpe-la soigneusement, la pinçant entre ton index et ton pouce de magicien. Jette-la aux hyènes.
Ce n’est pas que je sois fâchée. J’ai tout simplement le hoquet.

Françoise Roy (Québec, Canadá, 1959), Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, 2019

Françoise Roy Enciclopedia de la Literatura en México - Escritores Org. - Metapoesía - El Cálamo

sábado, junio 08, 2019

José Lezama Lima / Pensamientos en La Habana















Porque habito un susurro como un velamen,
una tierra donde el hielo es una reminiscencia,
el fuego no puede izar un pájaro
y quemarlo en una conversación de estilo calmo.
Aunque ese estilo no me dicte un sollozo
y un brinco tenue me deje vivir malhumorado,
no he de reconocer la inútil marcha
de una máscara flotando donde yo no pueda,
donde yo no pueda transportar el picapedrero o el picaporte
a los museos donde se empapelan asesinatos
mientras los visitadores señalan la ardilla
que con el rabo se ajusta las medias.
Si un estilo anterior sacude el árbol,
decide el sollozo de dos cabellos y exclama:
my soul is not in an ashtray.

Cualquier recuerdo que sea transportado,
recibido como una galantina de los obesos embajadores de antaño,
no nos hará vivir como la silla rota
de la existencia solitaria que anota la marea
y estornuda en otoño.
Y el tamaño de una carcajada,
rota por decir que sus recuerdos están recordados,
y sus estilos los fragmentos de una serpiente
que queremos soldar
sin preocuparnos de la intensidad de sus ojos.
Si alguien nos recuerda que nuestros estilos
están ya recordados;
que por nuestras narices no excogita un aire sutil,
sino que el Eolo de las fuentes elaboradas
por las que decidieron que el ser
habitase en el hombre,
sin que ninguno de nosotros
dejase caer la saliva de una decisión bailable,
aunque presumimos como las demás hombres
que nuestras narices lanzan un aire sutil.
Como sueñan humillarnos,
repitiendo día y noche con el ritmo de la tortuga
que oculta el tiempo en su espaldar:
ustedes no decidieron que el ser habitase en el hombre;
vuestro Dios es la luna
contemplando como una balaustrada
al ser entrando en el hombre.
Como quieren humillarnos, le decimos
the chief of the tribe descended the staircase.

Ellos tienen unas vitrinas y usan unos zapatos.
En esas vitrinas alternan el maniquí con el quebrantahuesos disecado,
y todo lo que ha pasado por la frente del hastío
del búfalo solitario.
Si no miramos la vitrinas charlan
de nuestra insuficiente desnudez que no vale una estatuilla de Nápoles.

Si la atravesamos y no rompemos los cristales,
no subrayan con gracia que nuestro hastío puede quebrar el fuego
y nos hablan del modelo viviente y de la parábola del quebrantahuesos.
Ellos que cargan con sus maniquíes a todos los puertos
y que hunden en sus baúles un chirriar
de vultúridos disecados.
Ellos no quieren saber que trepamos por las raíces húmedas del helecho
-donde hay dos hombres frente a una mesa; a la derecha, la jarra
y el pan acariciado-,
y que aunque mastiquemos su estilo,
we don't choose our shoes in a show-window.

El caballo relincha cuando hay un bulto
que se interpone como un buey de peluche,
que impide que el río le pegue en el costado
y se bese con las espuelas regaladas
por una sonrosada adúltera neoyorquina.
El caballo no relincha de noche;
los cristales que exhala por su nariz,
una escarcha tibia, de papel;
la digestión de las espuelas
después de recorrer sus músculos encristalados
por un sudor de sartén.
El buey de peluche y el caballo
oyen el violín, pero el fruto no cae
reventado en su lomo frotado
con un almíbar que no es nunca el alquitrán.
El caballo resbala por el musgo donde hay una mesa que exhibe las espuelas,
pero la oreja erizada de la bestia no descifra.

La calma con música traspiés
y ebrios caballos de circo enrevesados,
donde la aguja muerde porque no hay un leopardo
y la crecida del acordeón
elabora una malla de tafetán gastado.
Aunque el hombre no salte, suenan
bultos divididos en cada estación indivisible,
porque el violín salta como un ojo.
Las inmóviles jarras remueven un eco cartilaginoso:
el vientre azul del pastor
se muestra en una bandeja de ostiones.
En ese eco del hueso y de la carne, brotan unos bufidos
cubiertos por un disfraz de telaraña,
para el deleite al que se le abre una boca,
como la flauta de bambú elaborada
por los garzones pedigüeños.
Piden una cóncava oscuridad
donde dormir, rajando insensibles
el estilo del vientre de su madre.
Pero mientras afilan un suspiro de telaraña
dentro de una jarra de mano en mano,
el rasguño en la tiorba no descifra.

Indicaba unas molduras
que mi carne prefiere a las almendras.
Unas molduras ricas y agujereadas
por la mano que las envuelve
y le riega los insectos que la han de acompañar.
Y esa espera, esperada en la madera
por su absorción que no detiene al jinete,
mientras no unas máscaras, los hachazos
que no llegan a las molduras,
que no esperan como un hacha, o una máscara,
sino como el hombre que espera en una casa de hojas.
Pero al trazar las grietas de la moldura
y al perejil y al canario haciendo gloria,
l'etranger nous demande le garçon maudit.

El mismo almizclero conocía la entrada,
el hilo de tres secretos
se continuaba hasta llegar a la terraza
sin ver el incendio del palacio grotesco.
¿Una puerta se derrumba porque el ebrio
sin las botas puestas le abandona su sueño?
Un sudor fangoso caía de los fustes
y las columnas se deshacían en un suspiro
que rodaba sus piedras hasta el arroyo.
Las azoteas y las barcazas
resguardan el líquido calmo y el aire escogido;
las azoteas amigas de los trompos
y las barcazas que anclan en un monte truncado,
ruedan confundidas por una galantería disecada que sorprende
a la hilandería y al reverso del ojo enmascarados tiritando juntos.

Pensar que unos ballesteros
disparan a una urna cineraria
y que de la urna saltan
unos pálidos cantando,
porque nuestros recuerdos están ya recordados
y rumiamos con una dignidad muy atolondrada
unas molduras salidas de la siesta picoteada del cazador.
Para saber si la canción es nuestra o de la noche,
quieren darnos un hacha elaborada en las fuentes de Eolo.
Quieren que saltemos de esa urna
y quieren también vernos desnudos.
Quieren que esa muerte que nos han regalado
sea la fuente de nuestro nacimiento,
y que nuestro oscuro tejer y deshacerse
esté recordado por el hilo de la pretendida.
Sabemos que el canario y el perejil hacen gloria
y que la primera flauta se hizo de una rama robada.

Nos recorremos
y ya detenidos señalamos la urna y a las palomas
grabadas en el aire escogido.
Nos recorremos
y la nueva sorpresa nos da los amigos
y el nacimiento de una dialéctica:
mientras dos diedros giran mordisqueándose,
el agua paseando por los canales de los huesos
lleva nuestro cuerpo hacia el flujo calmoso
de la tierra que no está navegada,
donde un alga despierta digiere incansablemente a un pájaro dormido.
Nos da los amigos que una luz redescubre
y la plaza donde conversan sin ser despertados.
De aquella urna maliciosamente donada,
saltaban parejas, contrastes y la fiebre
injertada en los cuerpos de imán
del paje loco sutilizando el suplicio lamido.
Mi vergüenza, los cuernos de imán untados de luna fría,
pero el desprecio paría una cifra
y ya sin conciencia columpiaba una rama.
Pero después de ofrecer sus respetos,
cuando bicéfalos, mañosos correctos
golpean con martillos algosos el androide tenorino,
el jefe de la tribu descendió la escalinata.

Los abalorios que nos han regalado
han fortalecido nuestra propia miseria,
pero como nos sabemos desnudos
el ser se posará en nuestros pasos cruzados.
Y mientras nos pintarrajeaban
para que saltásemos de la urna cineraria,
sabíamos que como siempre el viento rizaba las aguas
y unos pasos seguían con fruición nuestra propia miseria.
Los pasos huían con las primeras preguntas del sueño.
Pero el perro mordido por luz y por sombra,
por rabo y cabeza;
de luz tenebrosa que no logra grabarlo
y de sombra apestosa; la luz no lo afina
ni lo nutre la sombra; y así muerde
la luz y el fruto, la madera y la sombra,
la mansión y el hijo, rompiendo el zumbido
cuando los pasos se alejan y él toca en el pórtico.
Pobre río bobo que no encuentra salida,
ni las puertas y hojas hinchando su música.
Escogió, doble contra sencillo, los terrones malditos,
pero yo no escojo mis zapatos en una vitrina.

Al perderse el contorno en la hoja
el gusano revisaba oliscón su vieja morada;
al morder las aguas llegadas al río definido,
el colibrí tocaba las viejas molduras.
El violín de hielo amortajado en la reminiscencia.
El pájaro mosca destrenza una música y ata una música.
Nuestros bosques no obligan el hombre a perderse,
el bosque es para nosotros una serafina en la reminiscencia.
Cada hombre desnudo que viene por el río,
en la corriente o el huevo hialino,
nada en el aire si suspende el aliento
y extiende indefinidamente las piernas.
La boca de la carne de nuestras maderas
quema las gotas rizadas.
El aire escogido es como un hacha
para la carne de nuestras maderas,
y el colibrí las traspasa.
Mi espalda se irrita surcada por las orugas
que mastican un mimbre trocado en pez centurión,
pero yo continúo trabajando la madera,
como una uña despierta,
como una serafina que ata y destrenza en la reminiscencia.
El bosque soplado
desprende el colibrí del instante
y las viejas molduras.
Nuestra madera es un buey de peluche;
el estado ciudad es hoy el estado y un bosque pequeño.
El huésped sopla el caballo y las lluvias también.
El caballo pasa su belfo y su cola por la serafina del bosque;
el hombre desnudo entona su propia miseria,
el pájaro mosca lo mancha y traspasa.
Mi alma no está en un cenicero.

[Revista Orígenes n° 3, 1944, La Habana]

José Lezama Lima (La Habana, 1912–1976). La Jiribilla, año XII, n° 774, La Habana, abril de 2016
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Foto: Leedor