domingo, enero 31, 2021

Arthur Rimbaud / Tres poemas

























Partida

Visto lo suficiente. La visión se encontró en¹ todos los aires.
Obtenido lo suficiente. Rumores de las ciudades, al atardecer y al sol, siempre.
Conocido ya bastante. Las interrupciones de la vida². -¡Oh Rumores y Visiones!
¡Partir hacia la afección³ y el ruido nuevos 4!


Sensación

En las tardes azules¹ de verano, iré por los senderos,
arañado por el trigo, pisando la hierba fina.
Soñador, sentiré el frescor en mis pies.
Dejaré que el viento bañe mi cabeza desnuda.

No hablaré, no pensaré en nada²:
pero el amor infinito me subirá hasta el alma,
y me iré lejos, muy lejos, como un bohemio,
por la Naturaleza - feliz, como con una mujer³.

Marzo 1870

Arthur Rimbaud, Œuvre Complètes. Poésie, prose et correspondance. Introduction, chronologie, édition, notices et bibliographie par Pierre Brunel, Le Livre de Poche,  La Pochothèque, Clermont-Ferrand, 2010. 
Buenos Aires Poetry, 9 de diciembre de 2020 y 17 de enero de 2021
Traducciones de Juan Arabia


Antiguo

     ¡Gracioso hijo de Pan! Alrededor de tu frente, coronada de florcitas y bayas, tus ojos, esas esferas preciosas, se mueven. Salpicadas de sedimentos oscuros, tus fauces se abren. Brillan tus colmillos. Tu tórax parece una cítara, el tañido circula por tus brazos rubios. Tu corazón late en ese vientre donde duerme el doble sexo. Caminas por la noche moviendo dulcemente ese muslo, ese segundo muslo y esa pierna izquierda. 

"Illuminations", 1873-1875, Arthur Rimbaud, le Poète, Tous les textes
Traducción de Mateo Bonfiglio

Arthur Rimbaud (Charleville, Francia, 1854-Marsella, Francia, 1891)

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Notas del traductor a los dos primeros poemas:

"Partida":
1 Brunel anota: “Á en surcharge sur dans” (Arthur Rimbaud, Œuvre Complètes, Le Livre de Poche, La Pochothèque, Clermont-Ferrand, 2010, p. 466).
2 Brunel anota: “Momentos de éxtasis, pero también momentos de crisis” (Op. cit., p. 466).
3 Brunel anota: “Afecto: estado físico y moral que resulta de una influencia sufrida” (Op. cit., p. 466).
4 John Ashbery traduce: “Departure amid new noise and affection!”

"Sensación":
¹ Brunel anota: Posible reminiscencia de una línea de "Les Chimères" de Albert Mérat: “Par un soir bleu d’avril elle s’en revenait” (Op. cit., p. 194).
² Brunel anota: Diferencia esencial con Hugo en “Demain, dès l’aube” (Op. cit., p. 194).
³ Marc Eigeldinger escribe: “fusión con el cuerpo femenino de la Naturaleza” (Berenice, mars 1981, p. 55).
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Départ

Assez vu. La vision s’est rencontrée àtous les airs.
Assez eu. Rumeurs des villes, le soir, et au soleil, et toujours.
Assez connu. Les arrêts de la vie. — Ô Rumeurs et Visions !
Départ dans l’affection et le bruit neufs !


Sensation

Par les soirs bleus d’été, j’irai dans les sentiers,
Picoté par les blés, fouler l’herbe menue :
Rêveur, j’en sentirai la fraîcheur à mes pieds.
Je laisserai le vent baigner ma tête nue.

Je ne parlerai pas, je ne penserai rien :
Mais l’amour infini me montera dans l’âme,
Et j’irai loin, bien loin, comme un bohémien,
Par la Nature, – heureux comme avec une femme.

Mars 1870


Antique

Gracieux fils de Pan! Autour de ton front couronné de fleurettes et de baies tes yeux, des boules précieuses, remuent. Tachées de lies brunes, tes joues se creusent. Tes crocs luisent. Ta poitrine ressemble à une cithare, des tintements circulent dans tes bras blonds. Ton coeur bat dans ce ventre où dort le double sexe. Promène-toi, la nuit, en mouvant doucement cette cuisse, cette seconde cuisse et cette jambe de gauche.
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Ilustración: Arthur Rimbaud por Paul Verlaine Arthur Rimbaud, le poète/Bibliothèque Nationale de France

sábado, enero 30, 2021

Gary Snyder / Dos poemas a Robin

















Una noche de primavera en Shokoku-Ji

En mayo hará ocho años
que en un huerto de Oregon
pasamos la noche caminando bajo los cerezos en flor.
Ya he olvidado todo
lo que entonces deseaba, menos a ti.
Aquí, de noche
en un jardín de la vieja capital
siento el tembloroso fantasma de Yugao *
recuerdo la frescura de tu cuerpo
desnudo bajo el veraniego vestido de algodón.


Una mañana de otoño en Shokoku-Ji

Anoche, contemplando las Pléyades,
el vaho del aliento iluminado por la luna,
un recuerdo amargo como un vómito
agarrotó mi garganta.
Desenrollé la bolsa de dormir
sobre una esterilla en el porche
bajo el cielo de otoño poblado de estrellas.
Apareciste en sueños
(tres veces en nueve años)
salvaje, fría y acusadora.
Desperté avergonzado y furioso:
las inútiles guerras del corazón.
Estaba a punto de amanecer. Venus y Júpiter.
La primera vez
que los he visto tan cerca.

Garay Snyder (San Francisco, Estados Unidos, 1930), "The Back Country", 1968; No Nature: New and Selected Poems, New Directions, Nueva York, 1992
Versiones de Jonio González

* De acuerdo con la Novela de Genji (Genji Monogatari), escrita hacia el año 1000 por Murasaki Shikibu, Yugao, que habitaba una casa en ruinas en medio de un jardín invadido por la maleza, fue una de las amantes, y la más apasionada, de Genji, con quien intercambiaba poemas. Murió asesinada por el celoso espíritu de una antigua amante del príncipe. (N. del T.)


Foto: ABC s/d


A SPRING NIGHT IN SHOKOKU-JI

Eight years ago this May
We walked under cherry blossoms
At night in an orchard in Oregon.
All that I wanted then
Is forgotten now, but you.
Here in the night
In a garden of the old capital
I feel the trembling ghost of Yugao
I remember your cool body
Naked under a summer cotton dress.


AN AUTUMN MORNING IN SHOKOKU-JI

Last night watching the Pleiades,
Breath smoking in the moonlight,
Bitter memory like vomit
Choked my throat.
I unrolled a sleeping bag
On mats on the porch
Under thick autumn stars.
In dream you appeared
(Three times in nine years)
Wild, cold, and accusing.
I woke shamed and angry:
The pointless wars of the heart.
Almost dawn. Venus and Jupiter.
The first time I have
Ever seen them close

viernes, enero 29, 2021

Jorge Teillier / ¿Qué historia es esta y cuál es su final?

















(Adaptación de Sergéi Esenin)

¿Qué historia es ésta y cuál es su final? 
Ya no quiero ser más vendedor de palabras. 
Ya mi cabeza está demasiado aturdida 
y mi canción es sólo un montón de hojas muertas. 
Me da lo mismo la ciudad que el campo. 
Trataré de olvidar los poemas y los libros 
abrigaré mi cuello con una vieja bufanda 
y me echaré un pan en el bolsillo. 
Oleré a mal vino y suciedad 
enturbiando los limpios mediodías. 
Y me haré el tonto a propósito de todo. 
Y sin tener necesidad de triunfar o fracasar 
trataré que la escarcha cubra mi pasado 
porque no puedo sino hacer estupideces 
seguir caminando en estos tiempos.

Jorge Teillier (Lautaro, Chile, 1935-Viña del Mar, Chile, 1996), "Hotel nube", 1996, El árbol de la memoria. Antología poética, edición de Niall Binns, Signos, Huerga y Fierro Editores, Madrid, 2001
Envío de Jonio González

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Foto: Jorge Teillier por Daniel Osorio, 1995 El Desconcierto

jueves, enero 28, 2021

Dylan Thomas / Veo a los muchachos del verano
















I.

Veo a los muchachos del verano en su ruina
echar el diezmo de oro estéril,
descuidar las cosechas, congelar los suelos;
allí, en su calor, las inundaciones de invierno
de amores congelados donde ellos buscan a sus niñas,
y ahogan en sus mareas las cargas de manzana.

Estos muchachos de luz paralizados en su locura,
amargan la miel hirviente;
manosean los muñecos de nieve de las colmenas;
allí, en el sol, ellos nutren sus nervios
en los frígidos hilos de la duda y la oscuridad;
la señal de la luna en sus vacíos es nula.

Veo a los niños del verano dentro de sus madres,
separar la carne del cálido útero,
dividir la noche y el día con dedos de duende;
allí, en lo profundo, con las cuatro sombras
del sol y la luna ellos pintan sus diques
así como la luz del sol pinta el contorno de sus frentes.

Veo que de estos muchachos han de surgir hombres de nada
destinados hacia la perdición,
a lisiar el aire en el arrebato de sus calores;
desde sus corazones, el pulso más caluroso del día
estalla de amor y luz en sus gargantas.
Oh, miren el pulso del verano en el hielo.

II.

Pero las estaciones deben ser desafiadas o se tambalearán
en el momento en el que suene el cuarto de hora
cuando, puntual como la muerte, tocamos las estrellas;
allí, en su noche, el soñoliento hombre del invierno
toca de las campanas de lengua ennegrecida,
nunca antes que el aire de luna de medianoche.

Somos los oscuros negadores, convoquemos
a la muerte a partir de una mujer de verano,
a la fuerza de la vida desde el calambre de los amantes,
desde la pálida muerte que el mar levanta en la superficie,
el gusano de ojos brillantes en la lámpara de Davy,
hasta el hombre de paja en el útero sembrado.

Nosotros, muchachos del verano en este hilar de cuatro vientos
verde por el hierro de las algas marinas,
levantemos al escandaloso mar y soltemos sus pájaros,
recojamos las olas y la espuma de la bola del mundo
para ahogar los desiertos con sus mareas,
y peinar los jardines del condado por una guirnalda.

En primavera coronamos nuestras frentes con acebo,
salud a los frutos y a la sangre,
y crucificamos en los árboles a los alegres escuderos;
aquí el músculo húmedo del amor se seca y muere,
aquí se rompe un beso en la cantera del desamor.
Oh, miren en los muchachos los polos de la promesa.

III.

Veo a los muchachos de verano en su ruina.
Al hombre en la esterilidad del gusano.
Y los muchachos están plenos y extraños en el vientre.
Yo soy el hombre que fue tu padre.
Oh, miren cómo se besan los polos al cruzarse.

Dylan Thomas (Swansea, Gales, Reino Unido, 1914 – Nueva York, Estados Unidos, 1953), Collected Poems 1934-53, Everyman Library, J. M. Dent & Sons Ltd, Londres, 1993. Perfil, 24 de enero de 2021
Traducción de Juan Arabia

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Foto: ABC s/d

miércoles, enero 27, 2021

Alberto Cisnero / De "Media hora con el autor"















7-
el plan siempre fue incendiar todo. nunca
fueron buenos tiempos para la lírica. clase setenta
y cinco, entre ezeiza y el golpe, oh mi generación,
hiperinflaciones, trueque y año uno del siglo. toda merca
sin cortar. y ahora de vuelta al país de los bolsones
de comida y de los disparos por la espalda.
así que nada de faunos, ninfas, sátiros o centauros
por acá. la naturaleza hace su trabajo, damnifica.
nada de interludios líricos de pura beatitud
pagana. ni de ropa limpia. no se trata de elegir
entre dos cosas. ni de deserciones, para ello
los hombres del partido. adonde vayan los iremos
a buscar. rara vez invito a alguien a entrar a casa.
y desde afuera no vas a ver mucho. nos juntamos
con los que beben parecido, nos hundimos lentamente
en la tierra. y no escribimos, reaccionamos.

14-
escuchamos la marcha de los trenes
que se alejan de la ciudad bajo el último fulgor
dorado de la tarde. muevo mi mano en su pelo
en la oscuridad de la galería. cualquiera de esas
cosas pueden ser verdad. buscamos un calor
que no sea el propio. una ventana detrás
de la cual sentirnos seguros. y una vez ahí
saber que ya no volveremos a otros sitios.
entonces lo recordás, entonces empieza
realmente. ahora sólo se oye un crujido.
quizá sea el viento, el río, un primer
traslado. habrá que nombrar todo de nuevo.

Alberto Cisnero (La Matanza, Argentina, 1975)

Media hora con el autor
,
Barnacle, 
Buenos Aires,
sale en abril de 2021









Foto: Alberto Cisnero, Buenos Aires, 2021 Otra Iglesia es Imposible

martes, enero 26, 2021

Miltos Sakhtouris / La abandonada

















I

No es este surco surco de sangre
no es este barco barco de tormenta
no es este muro muro de placer
no es esta migaja migaja de fiesta
no es este perro perro de flores
no es este árbol árbol eléctrico
no es esta casa casa de distancia

No es la blanca vieja vieja moribunda

Es una cucharada de vino dulce fuerza de alegría
para la vida de la abandonada

II

La abandonada abre la ventana
abre sus ojos
por abajo pasan camiones con mujeres enlutadas 
que enseñan su sexo desnudo
con choferes tuertos que blasfeman
a su cristo y a su virgen
las enlutadas quieren su mal
aunque le lancen sus ensangrentados claveles
por la fiebre de su jardín del placer
por la evaporación de la bencina en la nube de humo
los choferes
rajan la nube y la llaman puta
ella, sin embargo, es una virgen triste
con su amado adentro en los retratos
así como lo guardó el tiempo
con los cirios de los traicionados todos
que caminaban a la muerte entre las margaritas y la camomila
con palmas siervos y estrellas del monte
con espadas que cortaban cuellos y palmeras

III

La abandonada extiende su mano blanca
coge sin embargo un vidrio coloreado y canta
-Te llamo no desde dentro del sueño
sino desde los añicos de estos vidrios de colores
pero tú siempre huyes
ahora sí, en verdad me asusta tu rostro
por más que recomponga estos vidrios quebrados
no puedo ya mirarte entero
a veces armo sólo tu cabeza
entre miles de otras cabezas salvajes
que me enajenan
otras veces sólo tu amado cuerpo
entre miles de otros cuerpos desmembrados
y a veces solamente tu mano bendita
entre miles de otras manos tendidas
que torturan mis piernas bajo mis faldas
me vendan los ojos con sus negros pañuelos
me ordenan caminar y no volver atrás mi cabeza
para ver tus ojos hacerse trizas.

IV

La abandonada en la profundidad de su victorioso sueño
Con una manzana en su mano derecha  y la otra acariciando el mar
Desdobla de pronto sus bellos ojos 
Es sólo un respiro un trueno de cañón
Es el ciclista su amada y el ramo de flores
Es el quejido del corazón humo de los socavones
El odio los cuerpos que se juntan con rabia y se hunden
Es un beso terrible en los confines del placer
Donde se encuentran diseminados entre las amapolas cinco muertos
Es la sombra de su amado que pasó

V

Estas palabras las arrancará de cuajo tras cuarenta
años la abandonada. ¿Y en este camino
decir acaso cómo se hacen los milagros? No. Los milagros
se hacen sólo en las iglesias con fantasmas.
¿Hablar del hombre que se hizo árbol y de 
su boca donde crecieron flores? Me avergüenzo
sin embargo debo hablar, aunque no me crean
El único que podría haberme creído lo ma-
taron allí frente al altar unos muchachos desnudos
lo mataron a pedradas. Querían herir
un perro lobo querían decir una canción querían
besar una mujer. En todo caso lo mataron
y en dos lo partieron con una espada. De la cintura
para arriba lo pusieron de estatua en una ventana.
De la cintura para abajo le enseñaron a caminar como
a los pequeños que comienzan. Para estatua no servía
porque no pudieron ponerse sus ojos blancos.
Sus piernas en cambio hacen locuras a montón y
asustan a las mujeres que se anochecen en las ventanas.
Ahora, otra vez en sus labios, han crecido
dos hojitas amargas. Verdeverdes. ¿Es flor u
hombre? ¿Es hombre o estatua? Es 
estatua o muerte apócrifa? Estas palabras
las arrancará de cuajo después de cuarenta años la abandonada.

VI

La abandonada es el soldado que fue sacrificado
la abandonada es el reloj que se detuvo
la abandonada es la rama que se encendió
la abandonada es la aguja que se rompió
la abandonada es el epitafio que floreció
la abandonada es la mano que marcó
la abandonada es la espalda que se estremeció
la abandonada es el beso que enfermó
la abandonada es la navaja que erró
la abandonada es el barro que se secó
la abandonada es la fiebre que cayó.

Miltos Sakhtouris (Atenas, 1919-2005), Μίλτου Σαχτούρη Ποιήματα, Kedros, Atenas, 1978, 2001 
Versiones de Pedro Ignacio Vicuña

Nota del traductor: Sakhtouris se escribe también Sajturis o Sahtouris, dependiendo de la transliteración; la primera corresponde a las reglas de transliteración francesas vigentes gran parte del siglo XX, la segunda forma es la que ha sido adoptada por los traductores españoles, pero se encuentra con el problema de la no correspondencia con la usada en otras lenguas, lo que puede producir lagunas en las informaciones bibliográficas sobre el autor; la tercera forma es la que ha sido adoptada en inglés, especialmente en EEUU, en donde su obra ha tenido una mayor difusión.


lunes, enero 25, 2021

Cófreces & Muñoz / De "Poéticas del agua"


















El río es un cementerio móvil

El río es un cementerio móvil.
Se lleva las cruces, las carretillas
y las ropas
de los pobres.

Los que se van por agua
llegan lejos:
los ojos cerrados
para que lo visto
no se moje.


La isla es marrana

La isla es marrana.
Te come la soledad,
te caza de las patas en la noche,
y te cuelga boca abajo.

No hay relojes,
entonces
las horas entran y salen
por cualquier lado.
Capaz te patean el culo
y no te das cuenta.
Las ramas húmedas
no encienden así nomás.
El fuego te demora

Celso Caragatto (Resistencia, Argentina-1906-Arroyo Durazno, Argentina, 1941), El cementerio móvil

*


III
Canto

Escribí tu nombre en la fachada de la Santa María Gloriosa del Frari.
Tu nombre que es María y tu fémina
que en los días del cordero es gloriosa.
Lo hice para que supieras que a partir de la piedra blanca de Istria
has entrado en la penumbra gótica.
Ha sido tu amado Franco quien ha decidido
que en los promontorios rosados de la oscuridad
tu nombre guíe a los infelices


IX
Espectros

No he llorado la primera juventud
porque no he sido joven nunca.
Los gondoleros somos espectros,
de noche nos ven como cañas delgadas
tocando con una vara la herida de Neptuno,
y de día como vendedores de golosinas ácidas.
Las adolescentes dichosas reciben nuestros piropos,
como si en el fondo de la niebla
se los dijera Poe.

Franco Conigliaro (Treviso, Italia, 1982), Paraíso perdido

Cófreces & Muñoz
Poéticas del agua,
Ediciones en Danza,
Buenos Aires, 2021








domingo, enero 24, 2021

Rodolfo Alonso / Tres poemas

















El músico en la máquina

Yo compartía un país delicado y terrible; amaba todo candor,
toda barbarie.

Las tormentas abrían las puertas de mi casa.

Viajero: la piedra en que tropiezas también es el mundo.

(De El músico en la máquina, 1958)


El fondo de la noche

Un ebrio suena agudo en lo alto de la noche,
con la conciencia en duelo.

No es solo un ebrio, es
todo el alcohol del mundo que está cantando en coro
por el sueño perdido. No es
el pasajero de siempre ni la circunstancia
conocida. Es el percance de vivir,
la rabia de estar hecho, la sed de perdurar.

A la orilla del ebrio de la noche
giran frías nostalgias, discursos, acres negociaciones.
Y no hay nada de amor en todo eso.

(De Hablar claro, 1964)


Fulgor de la azalea

Estalla la naranja
entre mandíbulas
que derraman su vida.

Y en la luz te derramas,
memorable azalea,
soberana.
 
   Reina
del esplendor que te devora.

(De Señora vida, 1979)

Rodolfo Alonso (Buenos Aires, 1934-Olivos, Argentina, 2021), La poesía del cincuenta, selección, prologo y notas de Daniel Freidemberg, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1981


sábado, enero 23, 2021

Hala Alyan / Alimentos




I

En el comienzo comíamos océanos,
ostras traslúcidas, huevos de pescado, una radiante esfera

de verdor.
Las yemas de nuestros dedos, pegajosas de piélago,

en busca de más.

II

Casiopea posa la mirada sobre nuestro
árido banquete

de arena y adelfilla. Emergemos
del amanecer como una aparición.

Queremos vivir.

III

Llenamos nuestros cuencos con
viento
y lluvia.

IV

Mil manos vacías.

Los niños agarran cuanto crece, flores, hormigas,
una polilla de alas crujientes.

Chupan el hielo sucio.

V

El plato es un ojo negro, moras de invierno enterradas
en una copa de arena.

Primero comemos la lengua de la gacela.

Su lenguaje nos envuelve: pastizales y cielo,
grupos de setas

brotando en el campo de cenizas.

VI

Los hombres roban almejas en el mercado.

Nos sentamos en torno a mesas
y comemos enteros los salados cuerpos.

Nostalgia salvaje:
nuestras bocas llenas de las espinas de cosas

lo bastante lentas para atraparlas.

Hala Alyan (Carbondale, Illinois, Estados Unidos, 1986), Poetas norteamericanos en dos siglos.
Volumen IIEdiciones en Danza, e-BooksBuenos Aires, 2021
Versión de Jonio González




MEALS

I

In the beginning we ate oceans,
translucent oysters, fish eggs, a radiant orb

of green.
Our fingertips sticky with brine,

reaching for more.

II

Cassiopeia tosses her eyes over our
arid feast

of sand and milkweed. We emerge
from the dawn like jinn.

Willing ourselves alive.

III

We fill our bowls with
wind
and rain.

IV

A thousand empty hands.

The children clutch whatever grows, flowers, ants, a moth
with crunchy wings.

The suck the dirty ice.

V

The plate is a black eye, winter berries buried
in a cup of sand.

We eat the gazelle tongue first.

Her language engulfs us: grass pastures and sky,
mushroom clusters

blooming in the field of cinders.

VI

The men steal clams from the market.

We sit around tables
eating the salty bodies whole.

Savage longing —
Our mouths fill with the spines of things

slow enough to catch.

viernes, enero 22, 2021

Fernando Molle / De "Borrado para siempre"



(…)

Para encender el fuego: las teorías
Por mantenerlo: las diferencias

Para las quemazones: las técnicas
Para las quemazones: las súplicas


Rodilla en tierra
por diez mil generaciones

La brasa deslumbrante
del prendido por tres días



La cenizas
barridas por mil años

El humo espiralado
en el recuerdo ciego

*

(…)

El cráneo:
        Una piedra
        y un palo

     El cráneo: Hacha


El filo en los dedos
La rama pesada

La fuerza aumentada del brazo
La palabra hacha pesando

Brazo profundo
Golpe más largo

      Más animal Más grande
         Tajo lejano Lejos

    Más lejos
           Comida
                   Los hijos

Veinte mil
     Treinta mil años

Fernando Molle (Buenos Aires, 1968), Borrado para siempre, inédito Op. Cit., 1 de noviembre de 2020


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jueves, enero 21, 2021

Fabio Pusterla / Por todo todo, y chau

          
















                                para Giampaolo Cereghetti
                               y algunos otros camaradas

Se olía el rechazo incluso antes de verlo
sin conciencia el "no" subió desde los días, la piel,
las brasas de una chimenea o el humo de los rastrojos.

Eran piedrazos, primeras filas ocupadas
por almas bien intencionadas, saludos cordiales al doctor
al farmacéutico al ingeniero, y vos, gil,
¿qué hacés?, andá al fondo y tratá de
entender lo que puedas, lavate las manos, callate.
Tarde: un proyecto imposible. Nunca más
aquello, aquel lugar degradante,
el vaivén de sonrisas falsas y las bofetadas dobles
o triples, pastillas de fluoruro ahogadas en el tintero,
olor a pegamento y silencios
grabados en la madera de un banco viejo
o durmientes de ferrocarril, aduanas.
¡Máscanun, máscanun!*
Y un sueño incluso. De un lugar diferente
de apertura y redención, igualdad; un contrapunto
de coraje y conocimiento, para todos. A pesar de:
para todos, y entre todos, primero, para los últimos. Sin promedios
cianógenos, aritméticas o datos personales: la pura
responsabilidad de la mirada
firme, que intenta atrapar algo,
arriesga y anima, no juzga.
Orienta.

Ah, amigos perdidos por el camino
el linchado, el caído, el exhausto,
amigos que entendían al vuelo, sin hablar,
ese sueño. Que volaban sobre el mundo
casi todos los días, guiando. ¿Y ahora, decís, queda
poco? ¿O somos nosotros lo que queda? ¿Un engaño? Quién sabe.
Pero en el bolsillo o en el armario, en las grietas
de los años, habrá un resurgimiento inesperado
alguna imagen o rastro de los nombres, una lista
de mundos y rostros, miles y miles de ex alumnos
y tal vez una nota, una sola: "Por todo,
gracias, señor maestro. Por todo, todo, y chau".
Una lista, sí. Un mapa de vuelos.
No un estado de ánimo, más bien
un registro de mentes en movimiento, una alegre
suma de posibilidades.

(Gamosdile ranzaespe, roca gomía)**

Fabio Pusterla (Mendrisio, Suiza, 1957), Roca comia. Versi per Giampaolo, Alla Chiara Fonte, Lugano, 2016 En La Ricerca, 1 de febrero de 2017
Versión de Jorge Aulicino

N. del T.:
Las señaladas * y ** son  expresiones escritas con las sílabas trastocadas. Era propio del cantón suizo de Tesino -de habla italiana- el uso de un lenguaje que en la Argentina llamamos verres, hablar al verres. Exactamente como los habitantes del Tesino más meridional: con las sílabas en otro orden. Esto se intentó aquí, poniedo al verres las palabras castellanas. En el primer caso (*) la expresión al derecho es "nunca más", y en el segundo (**) "Digámosle esperanza, caro amigo", con la salvedad de que las erres deberían pronunciarse suaves, como eres, para respetar el sonido de las palabras originales ("esperanza" y "caro"). 
Para concordar con el uso del larpaiudre (parla indré) de Pusterla en este poema, se creyó apropiado usar también el voseo argentino 
Fuente: La Ricerca




DI TUTTO TUTTO E CIAO

                    per Giampaolo Cereghetti
                    e qualche altro compagno

Si fiutava il rifiuto prima ancora di vederlo
senza coscienza il no saliva dai giorni, dalla pelle,
dalle braci di qualche camino o fumo di stoppie.

Erano sassi scagliati lontano, prime file occupate
d’anime sempre bennate, cari saluti al dottore
al farmacista all’ingegnere, e tu bifolco
qui cosa fai vai almeno in fondo e cerca di
capire quel che puoi, lavati le mani, taci.
Più tardi: un progetto di mai più. Che mai più
quella cosa, quel posto degradante,
l’altalena di falsi sorrisi e sberle doppie
o triple, pasticche di fluoro annegate nel calamaio,
odore di colla e silenzi
già incisi nel legno di qualche vecchio banco
o traversine della ferrovia, dogane.
Ùipiamech! Ùipiamech!
E un sogno, anche. Di un luogo diverso,
d’apertura e riscatto, uguaglianza; un controcanto
di coraggio e sapere, per tutti. Indipendentemente da:
per tutti, e tra i tutti, prima, per gli ultimi. Senza medie
cianògene, aritmetiche o anagrafiche: la pura
responsabilità dello sguardo
fermo, che prova a cogliere qualcosa,
rischia e incoraggia, non giudica.
Avvìa.

Ah, gli amici persi per strada,
l’impiccato il caduto lo stremato dal viaggio,
gli amici che capivano al volo, senza parlare,
quel sogno. Che si alzavano in volo nel mondo,
quasi ogni giorno, guidando. E adesso, dici, rimane
poco? O siamo noi dei rimasti? Un inganno? Chissà.
Ma nella tasca o nell’armadio, negli anfratti
degli anni, a riemergere imprevisto ci sarà
qualche immagine o traccia, dei nomi, un elenco
di mondi e di volti, mille e mille studenti passati
di qui, e magari un biglietto, uno solo: «Di tutto,
grazie, signor maestro. Di tutto tutto e ciao».
Un elenco, sì. Una mappa di voli.
Non uno stato d’anime, piuttosto
un registro di menti in cammino, una gioiosa
somma di possibilità.

(Zaranspe lamomiachia, roca comia)

De la nota de La Ricerca: “Roca comia” vuol dire “caro amico”; “Ùipiamech” significa “che mai più”; e il verso finale letto al contrario dà: “Chiamiamola speranza, caro amico…”.

miércoles, enero 20, 2021

Jane Hirshfield / Una silla en la nieve
















Una silla en la nieve
debería ser
como cualquier otro objeto blanqueado
& redondeado

y sin embargo una silla en la nieve siempre es triste

más que una cama
más que un sombrero o una casa

una silla está diseñada para una sola cosa

sostener
un alma sus rápidas y poco flexibles
horas

quizás a un rey

no para sostener nieve
no para sostener flores

Jane Hirshfield (Nueva York, Estados Unidos, 1953)
Versión de Jonio González

Poetas norteamericanos en dos siglos.
Volumen II,
Ediciones en Danza,
Buenos Aires, 2021










CHAIR IN SNOW

A chair in snow
should be
like any other object whited
& rounded

and yet a chair in snow is always sad

more than a bed
more than a hat or house
a chair is shaped for just one thing

to hold
a soul its quick and few bendable
hours

perhaps a king

not to hold snow
not to hold flowers

martes, enero 19, 2021

Oavaldo Aguirre/ De "1864"


















en "La época de la comadreja":

    Una noche serena.

    En el corredor, la langosta explora un terreno que 
desconoce. Da un salto y se detiene. Su antena apenas vibra. 
Algo propone a las luciérnagas, porque la siguen hacia la quinta.

    No podemos contar tantas estrellas en el cielo.

    Está bien porque hay algo de viento. La joda es cuando no 
hay viento. ¿Quién te lo enseñó?

*

    Los caranchos trazan círculos sobre el camino. Les cuesta 
alzar vuelo, baten con fuerza las alas marrones y blancas, 
chillan y se te ponen los pelos de punta.

    ¿Cuál es el pájaro que canta como si fuera una persona? Es 
una adivinanza. Me olvidé la respuesta.

    Dos cigüeñas conversan en la laguna. Viene la lluvia.


en "El libro de cuentas":

Sociedad

Un par de conejos
que trajo el tío
fue el principio
de un gran negocio.
En las vacaciones,
con el primo
armaron una hilera
de jaulas y se turnaron
para darles de comer
y hacer de serenos.

Llegaron a tener
cien conejos:
una vez los contaron.

Todo el mundo,
en el pueblo, conocía
el criadero,
y cada santo día
era un desfile, caían
al campo a buscar
cantidad y precio.

Con el primo
sacaban cuentas
y guardaban la plata,
monedas de uno,
cinco y diez centavos,
en una caja de grageas
para la tos.
           El olor
a mentol los hacía
pensar en conejos,
en pan remojado,
en zorros al acecho.
           Y en la bolsa
que escondían
bajo la baldosa floja
de la despensa


en "1864":

    Cuando el bisabuelo salió de España, su padre le dio una 
onza de oro. Ocurrió a último momento, en el puerto de San 
Sebastián.

    Algo de su lugar natal quedaba atrás y algo fijado en el 
horizonte. La onza, una moneda redonda y gruesa acuñada a 
principios del siglo XIX. El padre se la entregó como parte de 
la despedida.

    Desde entonces la onza pasó como legado entre los varones 
de la familia.

*

    El valor de la onza está en su significado. Mi bisabuelo no 
volvió a ver a su padre. Cambió una parte de su historia por la moneda.

    Pero yo no la obtuve de mi padre. Me la apropié invocando 
esa tradición, la hice presente cuando se estaba por perder.

    La onza decía que el padre dejaba ir al hijo y también que  
aún cuidaba a su hijo, lo protegía en el viaje, como el que le  
alcanza un abrigo a quien sale en medio de la noche o de la tormenta. 

    Pero la cadena de sentido se rompió y ahora la onza debe  
decir otra cosa.

Osvaldo Aguirre (Colón, Buenos Aires, Argentina, 1964)

1864
,
Universidad Nacional del Litoral,
Santa Fe, Argentina, 2020










lunes, enero 18, 2021

Maria Luisa Spaziani / No me pidan palabras



No me pidan palabras hoy no bastan.
Están en los diccionarios: aunque sean impredecibles.
en sus articulaciones, son voces gastadas.
Siempre un predecible déjà vu.

Me gustaría hablar contigo -lo mismo con Dios-
a través de signos umbrátiles de nervios,
mensajes eléctricos que la psique
extrae del corazón del universo.

Un estremecimiento de antenas, un dibujo de baile,
un parpadeo infinitesimal
el ultrasonido musical que ni siquiera
Bach imaginó.

Maria Luisa Spaziani (Turín, Italia, 1924-Roma, 2014), La traversata dell'oasi: Poesie D'Amore 1998-2001, Mondadori, Milán, 2002
Versión de Jorge Aulicino
 


Non chiedermi parole oggi non bastano.
Stanno nei dizionari: sia pure imprevedibili
nei loro incastri, sono consunte voci.
È sempre un prevedibile dejà vu.

Vorrei parlare con te −è lo stesso con Dio−
tramite segni umbratili di nervi,
elettrici messaggi che la psiche
trae dal cuore dell'universo.

Un fremere d'antenne, un disegno di danza,
un infinitesimo battere di ciglia,
la musica-ultrasuono che nemmeno
immaginava Bach.

---

Puede verse el poema de Eugenio Montale a Maria Luisa Spaziani en Otra Iglesia Es Imposible

domingo, enero 17, 2021

Ron Padgett / Perdido y encontrado





       El hombre ha perdido sus dioses.
       Si pierde su dignidad
       Todo ha terminado.

Yo dije eso.

¿Qué quise decir?
Primero, que la creencia
en la divinidad casi ha
desaparecido.

Por "dignidad"
me refiero al respeto
mutuo, la idea
de que nos acoge algún derecho
a estar aquí y que ello
tiene un valor.
(Valores es donde
fueron los dioses
cuando murieron.)

Mi perra Susie no parece
tener valor alguno, pero
nos tiene a Pat y a mí, dioses
que ha conseguido para jugar
y a los que ladrar.

Ron Padgett (Tulsa, Estados Unidos, 1942)
Versión de Jonio González

Poetas norteamericanos en dos siglos.
Volumen II,
Ediciones en Danza,
e-books,
Buenos Aires, 2021










LOST AND FOUND

     Man has lost his gods.
     If he loses his dignity,
     it's all over.

I said that.

What did I mean?
First, that the belief
in divinity has almost
disappeared.

By dignity
I meant mutual
self-respect, the sense
that we have some right
to be here and that
there is value in it.
(Values are where
the gods went
when they died.)

My dog Susie doesn’t seem
to have any values, but she does
have Pat and me, gods
she gets to play with and bark at.
---
Foto: Ron Padgett, Nueva York, 2017 Michelle V. Agins/The New York Times

sábado, enero 16, 2021

Cesare Pavese / Casa en construcción




Con las cañitas, despareció también la sombra. Ya el sol, al sesgo,
atraviesa las arcadas y se descarga por los huecos
que serán ventanas. Trabajan un poco los albañiles,
tanto cuanto dura la mañana. De vez en cuando se lamentan
por el tiempo en que aquí susurraban las cañas
y un caminante acalorado podía tirarse sobre el pasto.

Los muchachos comienzan a llegar cuando el sol está más alto.
No le temen al calor. Los pilares aislados contra el cielo
son un campo de juego mejor que los árboles
o la calle de siempre. Los ladrillos desnudos
se llenan de azul, para cuando los huecos
sean cerrados, y para ellos es una dicha mirarse desde abajo
la cabeza sobre los recuadros de cielo. Lástima el buen tiempo,
porque un chaparrón allá arriba, en aquellos vanos,
les gustaría a los muchachos. Sería lavar la casa.

Ciertamente anoche -se puede ir- era mejor:
el rocío bañaba los ladrillos y, tendidos entre los muros,
veían las estrellas. Hasta podían encender
un buen fuego, y alguno atacarlos y agarrarse a piedrazos.
Una piedra, de noche, puede matar sin ruido.
Están, además, las culebras que bajan por los muros
y que caen como una piedra, sólo que más blandas.
Qué sucede de noche allí adentro, lo sabe solo el viejo,
al que se ve por la mañana bajando las colinas.
Deja brasas allí adentro y tiene la barba chamuscada
por la llama y ya absorbió tanta agua que, como el terreno,
no podría cambiar de color. Hacer reír a todos
porque dice que los otros se hacen la casa
con sudor, y él duerme allí sin sudar. Pero un viejo
no debería permanecer en la noche al aire libre.
Se entiende de una pareja en un prado: están el hombre y la mujer
que se tienen apretados y después vuelven a casa.
Pero este viejo no tiene una casa y se mueve a duras penas.
Realmente algo le sucede allí adentro,
porque todavía a la mañana barbotea para sí.

Después de un rato, los albañiles se tiran a la sombra.
Es el momento en que el sol ha impregnado cada cosa
y cada ladrillo quema las manos al tocarlo.
Se ha visto ya una culebra desplomarse, huyendo,
en el pozo de cal: es el momento en que el calor
enloquece hasta a los animales. Se bebe una vuelta
y se ven las colinas todo alrededor, quemadas,
tremolar en el sol. Solamente un tonto
seguiría trabajando y, de hecho, aquel viejo
a esta hora atraviesa las viñas robando zapallos.
Pero hay muchachos sobre los andamios, que suben y bajan.
Una vez una piedra terminó sobre el cráneo
del patrón, y todos interrumpieron el trabajo
para llevarlo al torrente y lavarle la cara.

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, 1908-Turín, 1950), "Lavorare stanca" (1936, 1943), Trabajar cansa. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, Griselda García Editora, Del Dock, Cartografías, Buenos Aires, 2018
Versión de Jorge Aulicino

Imagen: Cesare Pavese en Varigotti, Liguria, años '40 Mondadori/Getty Images

Otra Iglesia Es Imposible - Fondazione Cesare Pavese - Grisielda García Editoria - Ediciones del Dock - Editorial Cartografías - Op.Cit. - Dardanelos - De Sibilas y Pitias - Eterna Cadencia - Nosotros - Indie Hoy


Casa in costruzione

Coi canneti è scomparsa anche l'ombra. Già il sole, di sghembo,
attraversa le arcate e si sfoga per i vuoti
che saranno finestre: lavorano un po’ i muratori,
fin che dura il mattino. Ogni tanto rimpiangono
quando qui ci frusciavano ancora le canne,
e un passante accaldato poteva gettarsi sull'erba.

I ragazzi cominciano a giungere a sole più alto.
Non lo temono il caldo. I pilastri isolati del cielo
sono un campo di gioco migliore che gli alberi
o la solita strada. I mattoni scoperti
si riempion d'azzurro, per quando le volte
saran chiuse, e ai ragazzi è una gioia vedersi dal fondo
sopra il capo i riquadri di cielo. Peccato il sereno,
che un rovescio di pioggia lassù da quei vuoti
piacerebbe ai ragazzi. Sarebbe un lavare la casa.

Certamente stanotte -poterci venire- era meglio:
la rugiada bagnava i mattoni e, distesi tra i muri,
si vedevan le stelle. Magari potevano accendere
un bel fuoco e qualcuno assalirli e pigliarse a sassate.
Una pietra di notte può uccidre senza rumore.
Poi ci sono le biscie che scendeno i muri
e che cadono como una pietra, soltanto piú molli.

Cosa accada di notte là dentro, lo sa solo il vecchio
che al matino si vede discendere per le colline.
Lascia braci di fuoco là dentro e ha la barba strinata
dalla vampa e ha già preso tant'acqua, che, como il terreno,
non potrebbe cambiare colore. Fa ridere tutti
perché dice che gli altri si fanno la casa
col sudore e lui senza sudare ci dorme. Ma un vecchio
non dovrebbe durare alla notte scoperta. 
Si capisce una coppia in un prato: c'è l'uomo e la donna
che si tengono stretti, e poi tornano a casa.
Ma quel vecchio non ha piú una casa e si muove a fatica.
Certamente qualcosa gi accade lì dentro,
perché ancora al mattino borbotta tra sé.

Dopo un po’ i muratori si buttano all'ombra.
È il momento che il sole ha investito ogni cosa
e un mattone a toccarlo ci scotta le mani.
S'è già visto una biscia piombare fuggendo
nella pozza di calce: è il momento che il caldo
fa impazzire perfino le bestie. Si beve una volta
e si vedono le altre colline ogn'intorno, bruciate,
tremolare nel sole. Soltanto uno scemo
resterebbe al lavoro e difatti quel vecchio
a quest'ora traversa le vigne, rubando le zucche.
Poi ci sono i ragazzi sui ponti, che salgono e scendeno.
Una volta una pietra è finita sul cranio
del padrone e hanno tutti interrotto il lavoro
per portarlo al torrente e lavargli la faccia.

Poesie, Mondadori, 1969